Narrativa

J. L .Borges y la Ética

Por Isabel Ackerley

Se trata de hombres de diversas estirpes,
que profesan diversas religiones
y que hablan en diversos idiomas.
Han tomado la extraña resolución de ser razonables.
Han resuelto olvidar sus diferencias
y acentuar sus afinidades.
(…)
Mañana serán todo el planeta.
Acaso lo que digo no es verdadero;
ojalá sea profético.

“Los conjurados”. Jorge Luís Borges

Presentación

Este ensayo es una continuidad de una investigación de larga data sobre el tema de la ética. La ética era el centro en la tesis de Doctorado finalizada en septiembre del 2003 fundamentada en el pensamiento filosófico de G. W. Leibniz y la literatura de J. L. Borges. En el año 2005 esta tesis se editó en el libro llamado La ética de lo maximal. En el mismo año, presenté en la Fundación Internacional J. L. Borges el ensayo G. W. Leibniz y J. L Borges, abordando entre otros el tema de la identidad. En 2006 presenté en la misma fundación el ensayo Borges, el Islam y la búsqueda del otro; este año, desde otro punto de vista, intento abordar la ética en Borges.

Borges, un escritor ecuménico en los bordes insondables del infinito del otro. Borges, un pensador del tiempo que lo acompaña en una oscuridad que ilumina. Un artista que el mismo tiempo se aventura a perpetuar. Un filósofo que soslaya la palabra cuya adivinanza nos seduce al límite de lo innombrable. Un ser donde la ética es su obra. De esta obra en la cual se refleja su ética, o de esa ética donde su obra es la autora, es de lo que nos atrevemos a disertar.

La ética es la rama de la filosofía que se ocupa de los principios de la vida conforme a la sabiduría filosófica, en este sentido elabora una reflexión sobre las razones de desear la justicia y la armonía y los medios de alcanzarla. Es la convivencia de la mayor cantidad de variables con el fin de dar continuidad al universo, o en otras palabras es la existencia en armonía con el otro, para que haya más vida, más mundo.

El diamante es la imagen de la ética mineral, esta gema brilla por la estética y por su perfección matemática que refleja la inteligencia del universo. En este sentido las palabras combinadas por J. L. Borges son un diamante en el arte literario.

Dentro de las cinco disertaciones orales de Borges en 1978, en Emanuel Swedenborg1 cuenta que éste propone en su religión la salvación por la inteligencia y la ética, y que William Blake agrega las expresiones estéticas. El ser humano se salva del exterminio a mano de seres superiores cuando estos contemplan, las divinidades del Shinto, una obra humana, un verso, un símbolo, que Borges omite para la intuición y libre albedrío del lector2.

Nos cuenta que Swedenborg posee su propia religión, en ella el cielo es de amor y sobretodo de trabajo, un cielo altruista. En el infierno los hombres se sienten felices a su modo. No hay monarca y continuamente están conspirando unos contra otros. “Es un mundo de baja política, de conspiración”, aclara. Nadie está condenado a ellos, sino que cada uno busca los compañeros que quiere y los busca según el apetito que ha dominado su vida.

En el poema Infierno V, 29, perdona a Paolo y Francesca, condenados por Dante al infierno, porque considera que el amor es arte3. Por eso considera que Dante escribió la Divina Comedia sólo para tener un reencuentro con la irrecuperable Beatriz.4 De igual modo recordemos a Shahrazad disponiendo de infinitas noches junto al rey para detener la muerte.

“Resistir es liberar la vida de las prisiones creadas por los seres humanos. Esto es, obviamente, lo que los artistas hacen”, dice Gilles Deleuze. Y luego: “No existe arte que no sea también una liberación de las fuerzas de la vida, no existe un arte de la muerte.” En este caso Deleuze esta tomando a la filosofía, al pensamiento como arte. La estética no alcanza para que el mundo sea mejor.

La estética5 es ir afuera para transformar el interior. Si no hubiera acción y praxis quedaríamos en la utopía de Platón con La República, de San Agustín con La ciudad de Dios, o en Tomás Moro con Utopía, etcétera, no sería la armonía, porque no se reintegra a la realidad, queda en el afuera de lo ideal, lo divino, lo utópico. Las distopias ya se encargaron de demostrarlo. Son construcciones literarias de indudable belleza que quedan restringidas a la estética, aunque en ellas esté presente la inteligencia.

En el prólogo de Elogio a la sombra6, Borges afirma “Por lo demás descreo de las estéticas. En general no pasan de ser abstracciones inútiles; varían para cada escritor y aún para cada texto y no pueden ser otra cosa que estímulos o instrumentos ocasionales”.(…) “Un volumen no es en sí un hecho estético, es un objeto físico entre otros, el hecho estético sólo puede ocurrir cuando lo escriben o leen.”7

Volviendo a Swedenborg y las tres posibles salvaciones, la inteligencia es necesaria para pensar, para reflexionar. En este sentido ya dijo Heráclito “Pensar reúne todo”, y también “Es dado a todos los hombres conocerse y pensar.”8 O como interpretó Blake el ingreso al paraíso: “Hay que descartar la santidad; hay que investirse de inteligencia”. También se puede ser inteligente sin ética y sin arte, sin amor. La arquitectura de la destrucción (Architektur des Untergangs), (Architecture of Doom, de 1989), un documental del nacional-socialismo cuyo tema es abordado desde el punto de vista estético, acompaña la ambición “artística” del Führer, quien se consideraba un “artista en la política”. Como un arquitecto dispuesto a “embellecer” el mundo, planeaba reconstituir la sociedad alemana a través de lo que él considera una estética. Una estética de la muerte, de la destrucción. Donde aquel que no tuviera sangre aria y poseyera características determinadas debía ser excluido. Una estética desprovista de ética, porque elimina la alteridad, en consecuencia representa la muerte. Curiosamente es la estética cultivada por los medios de comunicación y por las empresas en la actualidad.

Las llamadas bellas artes pueden adjudicarse un lugar único de denuncia y transformación pero en la práctica no se sostiene esta idea, no existe transformación. Conferencias sobre cualquier ámbito del pensamiento no consiguen mejorar el sistema. Está expresado en el arte el dolor de la realidad y el sistema no se transforma, el sistema demora en sublimarlo en la acción inteligente. El Grito de Munch, el Guernica de Picasso, la soledad de la repetición consumista de Warhol no fue suficiente para una toma de conciencia en el siglo XXI. El teatro, el cine, la literatura con su multiplicidad de variables no han conseguido tampoco un camino a un mundo mejor.

La historia en el universo es muy breve, con todo, Borges deja entrever el eterno retorno, la circularidad, lo laberíntico de la existencia, un libro de arena circunscripto al desierto, mismo así, siempre tiene presente al otro como centro del discurso. El poema El hambre, en el libro El otro, el mismo, es una denuncia a la incapacidad del ser humano de pasar el estadio de la miseria:

“Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,
borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.
(…)
Tú que de pinares haces surja el lobo
Y que guiaste la mano de Jean Valjean al robo.

Una de tus imágenes es aquel silencioso
Dios que devora el orbe sin ira y sin reposo,

El tiempo. Hay otra diosa de tinieblas y de osambre;
Su lecho es la vigilia y su pan el hambre.”9
(…)

Borges, talvez sin percibirlo, yo creo que si, legó una obra como el espacio de resistencia que refirió Deleuze, donde artificiar es arte. Se nos presenta: este soy yo, que es una mera casualidad que no sea usted, lector, ciego, escritor, que les entrego estas palabras para perpetuar la existencia, no la mía, si la del bello e infinito universo, la del otro, la de usted. Borges diseña un sistema complejo con recursos mínimos. Para él, el libro es el otro. Las cosas que lo expresan por ejemplo, no son las que escribió, sino aquellas escritas por otros. En la poesía Mis Libros afirma,

“(…) Pienso que las palabras esenciales
Que me expresan están en esas hojas
Que no saben quien soy, no en las que he escrito.
Mejor así. Las voces de los muertos me dirán para siempre”.10

Claro que finalmente expresa como se va transformando un libro con la relectura y como leer un libro es leer todo el tiempo que media entre ese libro y nosotros, y nos confiesa su culto al libro, y concluye “El libro puede estar lleno de erratas, podemos no estar de acuerdo con las opiniones del autor, pero todavía conserva algo sagrado, algo divino, no con respeto supersticioso, pero sí con el deseo de encontrar felicidad, de encontrar sabiduría.”11

En el prólogo del libro Biblioteca personal, Prólogos, Borges se cita a sí mismo, dice: “que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquellos que me fue dado leer”12.

En la conferencia El Libro, de las disertaciones Borges, oral, nos confiesa que continúa jugando a no ser ciego, que sigue comprando libros, y que siente la presencia de esos libros en su casa, junto a una suerte de felicidad “Un libro no debe requerir esfuerzo, la felicidad no debe requerir esfuerzo”, dice refiriendo a Montaigne quien sostenía “No haga nada sin alegría”. También por esto sostiene que hoy quizá son obscenas las grandes bibliotecas, que quizá es mejor releer un libro. En esta disertación sobre el libro nos recuerda que los antiguos no profesaban nuestro culto al libro. Sostenían que: “la palabra escrita es algo duradero y muerto”. “En cambio, la palabra oral tiene algo de alado, de liviano; alado y sagrado, como dijo Platón”. Y ahí nos recuerda como los grandes maestros de la humanidad han sido, curiosamente maestros orales. Así toma el ejemplo de Pitágoras quien sintió “sin duda”, aquello de que “la letra mata y el espíritu vivifica” y que por ello sus discípulos decían “Magíster dixit” “El maestro lo ha dicho”. Luego nos recuerda a Platón reviviendo eternamente a Sócrates. Por otro lado dice, “De Cristo sabemos que escribió una sola vez algunas palabras que la arena se encargó de borrar”. Y refiere como en Oriente continúa el concepto de que un libro no debe revelar las cosas, sino ayudarnos a descubrirlas y confiesa su estudio de la Cábala y su lectura de versionas inglesas y alemanas del Zohar (El libro del esplendor), El Sefer Yetzira (El libro de las relaciones), dice “sé que estos libros no están escritos para ser entendidos, están hechos para ser interpretados, son acicates para que el lector siga el pensamiento”. Estos libros son la interpretación de la Tora ó el Pentateuco, los cinco primeros libros que componen la Biblia (en Griego), también llamada El Libro, que comparten las tres religiones monoteístas de Occidente y Oriente próximo y medio.

En el siglo XX, un escritor escribe la eternidad. El tiempo y el espacio son circunstanciales. Dios, una forma estética. Su país natal, una abstracción que se materializa en la falta del otro: “Cuarenta naipes han desplazado la vida” escribe en el poema El Truco del libro Fervor en Buenos Aires (1923) y en el ensayo El truco del libro Evaristo Carriego, donde refiere el juego vulgar, nocivo, repetitivo.

En nuestro pobre individualismo destaca la imposibilidad del argentino de sentirse ciudadano. De reconocer al otro. De conformar una polis. Los escritos sobre Argentina constituyen un papel relevante para la historia. Sus escritos son un documento de nuestro pasado. Con aguda sutileza en algunos casos, como en la poesía El desterrado13 (1977), donde expresó:

“Alguien recorre los senderos de Itaca
Y no se acuerda de su rey, que fue a Troya
Hace ya tantos años;
Alguien piensa en las tierras heredadas
Y en el arado nuevo y el hijo
Y es acaso feliz.
En el confín del orbe yo, Ulises,
Descendí a la casa de Hades
Y vi la sombra del tebano Tiresias
Que desligó el amor de las serpientes
Y la sombra de Heracles
Que mata sombras de leones en la pradera
Y asimismo está en el Olimpo.
Alguien hoy anda por Bolívar y Chile
Y puede ser feliz o no serlo.
Quién me diera ser él.”

Curioso cuando refiere como cada país escoge un libro que sea una especie de contraveneno de sus defectos, y que por lo tanto han elegido escritores que no se parecen demasiado a ellos, por ejemplo refiere a Inglaterra que eligió a Shakespeare, y Shakespeare es el menos inglés de los escritores ingleses. Dice que lo típico de Inglaterra es el decir un poco menos de las cosas. En cambio Shakespeare tendía a la hipérbole en la metáfora, y no nos sorprendería nada que Shakespeare hubiera sido italiano o judío; en Alemania se eligió el tolerante Goethe, y en Argentina José Hernández y su libro el Martín Fierro, cuando nos identificaría más el Facundo de Sarmiento y agrega: “pero no; nosotros con nuestra historia militar, nuestra historia de espada, hemos elegido como libro la crónica de un desertor, hemos elegido el Martín Fierro, que si bien merece ser elegido como libro, ¿cómo pensar que nuestra historia está representada por un desertor de la conquista del desierto? Sin embargo es así, como si cada país sintiera esa necesidad”, concluye. Continuando con este pensamiento, si el argentino elige ser un desertor, un fuera de ley, debemos considerar que lo opuesto sería un ciudadano legalmente constituido. La historia de un desertor y elegir al desertor talvez es el destino del argentino, quien no llega a ser un ciudadano, sino sólo un individuo, y luego, incapaz de pensar en una comunidad apuesta a la salvación individual.14

En Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, cuenta el instante, y sólo ese instante le interesa, cuando Cruz define su identidad al comprender su íntimo destino de lobo, no de perro gregario; “Comprendió que el otro era él. Amanecía en la desaforada llanura; Cruz arrojó por tierra el quepis, gritó que no iba a consentir el delito de que se matara a un valiente y se puso a pelear contra los soldados, junto al desertor Martín Fierro”. En ese instante la ética es la que define la identidad y es aquí cuando Borges se identifica con el desertor.

En Prólogo con un prólogo de prólogos “Domingo F. Sarmiento. Recuerdos de Provincia” (1974), escribió, “La peligrosa realidad que describe Sarmiento era, entonces lejana e inconcebible, ahora es contemporánea (…) La sola diferencia es que la barbarie, antes impremeditada, instintiva, ahora es aplicada y consciente, y dispone de medios más coercitivos que la lanza montonera de Quiroga o los filos mellados de la mazorca.
He hablado de la crueldad; el examen de este libro demuestra que la crueldad no fue el mal de esa época sombría. El mal mayor fue la estupidez, la dirigida y fomentada barbarie, la pedagogía del odio, el régimen embrutecedor de divisas vivas y muertas.”15 En el mismo libro, en el prólogo de “Facundo” continúa, “No diré que el Facundo es el primer libro argentino; las afirmaciones categóricas no son caminos de convicción sino de polémica. Diré que si lo hubiéramos canonizado como nuestro libro ejemplar, otra sería nuestra historia y mejor.”

Interesante la Historia del guerrero y de la cautiva del libro El Aleph, donde relata la historia de un bárbaro lombardo que al combatir contra los romanos acaba seducido por la civilización; en otro espacio-tiempo una inglesa, símbolo de la civilización en aquel momento, es la cautiva de indígenas en Argentina, ante la posibilidad de volver a la civilización elige quedarse en la barbarie. Borges dice que estas dos historias pueden ser el anverso y reverso de la moneda.16

Si el coraje es una virtud, deberíamos re considerar las palabras de éste escritor para quien el coraje es primordial para vivir. En Fragmentos de un Evangelio Apócrifo del libro Elogio a la sombra, testimonia, “Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena…”.17

La coexistencia social tiende al caos, a la perversión de los sentidos, donde no existe otro orden que el libre albedrío de un Aleph que deforma continuamente la realidad. En esta realidad Borges, que vivió el siglo de las guerras, nos ofrenda un mundo enriquecido a través de la palabra.

Las clasificaciones arbitrarias, los ríos de arena con peces de oro, el caos, la luna de los persas, los tigres, el libro de arena, los cuchillos, el caballo, la ceguera, la memoria de Funes, el budismo, Inglaterra, la bifurcación, el tango, la metáfora, El Quijote, el tiempo circular, Spinoza, las pesadillas, el elogio a la sombra, el desierto, un lobo, la Cábala, Buenos Aires, Whitman, la noche, el Aleph, los mitos, Bagdad, el amor, Brasil, una palabra, el infinito poseen un hilo conductor: todo es parte de la misma red; en este sistema si se mueve la cuerda en un lugar, la consecuencia es global, entonces hay una responsabilidad. El filósofo Leibniz en el siglo XVII concluyó que la justicia es placer del sabio. En este sentido, hay virtudes que se han olvidado o han sido desprestigiadas, como por ejemplo la compasión. Borges finaliza su conferencia con estas palabras: “Es decir, una triple salvación: tenemos que salvarnos por la bondad, por la justicia, por la inteligencia abstracta, y luego por el ejercicio del arte.”18

Recordemos que cuando se fundó Buenos Aires, ésta era sinónimo de todo el territorio, creo que al referir Buenos Aires Borges refiere a todo el territorio. Incluso en Fervor de Buenos Aires escribe en Notas que en su poema Rosas ignoraba su parentesco y aclara, “El hecho nada tiene de singular, si consideramos la escasez de la población y el carácter incestuoso de nuestra historia”. Incestuosa como la guerra, como el racismo. En Fundación mítica de Buenos Aires, del libro Cuadernos de San Martín escribió,

“(…) Una cerrajería sahumó como una rosa
El desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
Los hombres compartieron un pasado ilusorio.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.”19
(…)

Faltó la vereda de enfrente, faltó el otro. En Borges la ética es el otro, quizá por eso su obra contribuya a justificar la existencia de este mundo
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Bibliografía:

  • Borges, Jorge Luís. Obras Completas. Emecé Editores S. A: Buenos Aires, 1989. (T: IV) 2005.
  • Ackerley, M. Isabel. La ética de lo maximal. Buenos Aires: Ed. Vergara, 2005
  • Ackerley, M. Isabel. J. L. Borges y G. W. Leibniz. Ensayo, 2005.
  • Ackerley, M. Isabel. Borges, el Islam y la búsqueda del otro. Ensayo, 2006.
  • Eagleton, Terry. Ideologia da Estética. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor; 1990., p22.

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Notas:

*. Este ensayo fue subvencionado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas – CONICET- Agosto 2008.
1. Emanuel Swedenborg. Borges, Oral. Emecé editores; Pág. 199. Tomo IV.
2. Borges, J. L. De la salvación por las obras. Atlas, 1984. O.C. Tomo III, 1989.
3. “Dejan caer el libro, porque ya saben que son las personas del libro. (Lo serán de otro, el máximo, pero eso, que puede importarles.) Ahora son Paolo y Francesca, no dos amigos que comparten el sabor de una fábula. Se miran con incrédula maravilla. Las manos no se tocan. Han descubierto el único tesoro; han encontrado al otro. No traicionan a Malatesta, porque la traición requiere un tercero, y solo existen ellos dos en el mundo. Son Paolo y Francesca y también la reina y su amante y todos los amantes desde aquel Adán y su Eva en el pasto del Paraíso. Un libro, un sueño les revela que son formas de un sueño que fue soñado en Gran Bretaña. Otro libro hará que los hombres, sueños también, los sueñen”. Borges, J.L. Tomo III, La Cifra. Infierno V, 129; Pág.323.
4. Nueve ensayos dantescos. La última sonrisa de Beatriz. Tomo III.
5. Alexander Baumgarten ilustró en el libro Estética la unidad en el arte de lo ético-político, lo cognitivo y lo estético-libidinal hasta el siglo XVIII. Allí hubo una escisión, separadas la política, la ética y lo cognitivo del arte. El arte se tornará una búsqueda cada vez más marginal y la estética (gr. Aisthetikós, de aisthanesthai: percibir, sentir) se convierte en mercadería. Eagleton, Terry. Ideologia da Estética. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor; 1990., p22.
6. Elogio a la sombra. OC. Tomo II. 353.
7. Elogio a la sombra. Prólogo. Tomo II. Pág. 353.
8. Heráclito. Os pensadores originarios, frase 113, 116. Editorial Vozes: Petrópolis 1991, Brasil.
9. O.C.Tomo II. El otro, el mismo, pág. 299.
10. O. C. La rosa profunda. Mis libros.
11. Aunque al mismo tiempo advierte lo que dijo San Anselmo “Poner un libro en manos de un ignorante es tan peligroso como poner una espada en manos de un niño”.
12. Biblioteca personal. Prólogos. Tomo IV. Pág. 477.
13. Tomo III. La rosa profunda. Pág.107. Esta poesía me recuerda a los que se vieron obligados a abandonar sus tierras, sus campos, en la última dictadura militar desde 1976 y sufrieron un exilio olvidado por el pueblo argentino.
14. Ver de este escritor el ensayo, Nuestro pobre individualismo.
15. Prólogos, con un prólogo de prólogos. Domingo F. Sarmiento. Recuerdos de provincia. Tomo IV, 2005.
16. Ver ensayo “Borges, el Islam y la búsqueda del otro”. M. Isabel Ackerley, 2006.
17. Nota 41.Tomo II. Algo similar escribió en “El hilo de la fábula”: “El hilo se ha perdido; el laberinto se ha perdido también. Ahora ni siquiera sabemos si nos rodea un laberinto, un secreto cosmos, o un caos azaroso. Nuestro hermoso deber es imaginar que hay un laberinto y un hilo. Nunca daremos con el hilo; acaso lo encontramos y lo perdemos en un acto de fe, en una cadencia, en el sueño, en las palabras que se llaman filosofía o en la mera y sencilla felicidad.” “Los conjurados”.Tomo III.
18. Emanuel Swedenborg. Borges, Oral. 1978. OC. Tomo IV, 2005.
19. “A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: La juzgo tan eterna como el agua y el aire.”


Texto, Copyright © 2009 Isabel Ackerley.
Todos los derechos reservados.

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