Literatura Narrativa Relato

Almas de papel

El año pasado Amparo Mir publicó su libro Almas de Papel, inspirado en hechos reales. En él trata problemas que afectan a muchas familias en la actualidad. Reproducimos un fragmento de esta historia que esperamos os anime a leer el libro completo.

Almas de papel

ALICIA

Se miró al espejo, allí no había más que un rostro perdido, triste y viejo.

Como tantas otras veces, se sentía impotente, desdichada, incomprendida; Paula le había hecho sentir así en muchas ocasiones; bueno, casi siempre.

Todo empezó cuando Paula tenía quince años, siempre había sido una niña dominante, con mucha personalidad, y eso, pese a quien pese, con la edad se había ido acrecentando. Su madre, Alicia, pensaba que cuando fuera mayor cambiaría y mejoraría su carácter, había sido una niña mimada y por eso era dominante y caprichosa, o eso creía.

Fue al colegio a hablar con su tutor del instituto; al parecer, había insultado y se había enfrentado con una compañera de clase. Lógicamente, su madre creyó a pies juntillas lo que el tutor le contó y, en cuanto salieron del instituto, Paula cogió a su madre por el cuello y la empujó contra la pared:

—¿Por qué no me has defendido? ¡Has asentido en todas las mentiras que te ha dicho el profesor!

—Déjame —le dijo ella—. ¡Llamaré a la policía, me estás haciendo daño!

Con un rápido movimiento, le cogió el móvil de la mano y se lo guardó en su bolsillo.

La tenía completamente a su merced, ella por primera vez tuvo miedo de su propia hija. No podía creer lo que estaba viviendo en ese momento. Después de varios gritos e insultos la soltó. Y Alicia se escapó de su lado y comenzó a andar aprisa.

—No quiero que vengas conmigo, ve tú por tu lado que yo iré por el mío. ¡Déjame en paz!

Estaba asustada y no daba crédito, ¿qué había hecho mal? ¿Cómo había educado a su hija? Empezó a llorar y llegó a su casa. Sí, la castigó y le dijo que no tendría móvil durante quince días, no le pidió perdón, y no parecía arrepentirse de lo que había hecho frente al instituto media hora antes. Alicia pronto descubriría que Paula no tenía sentimientos y que no se arrepentía nunca del daño psicológico que le producía a su madre. Ni a otras personas que no estaban de acuerdo con ella.

PAULA

Paula iba al instituto junto con sus compañeros de preescolar, amigos y amigas de siempre, creció en un ambiente normal. Cuando era pequeña, sus padres trabajaban, y ella, como otras niñas, al terminar el colegio iba con su abuela hasta que su madre la recogía.

No se puede decir que tuviera un carácter fácil. A los ocho años, empezó a ir al psicólogo. Sus padres veían que tenía problemas de adaptación; al principio pensaron que era por la llegada de su hermana cuando tenía seis años, pero más tarde descubrirían que era un problema que no tendría solución.

Estuvo un par de años yendo quincenalmente al psicólogo, y parecía que el problema se había resuelto… nada más lejos de la realidad.

Esa mañana de marzo, en 1.º de ESO, Paula había discutido con un profesor por el móvil, no quería apagarlo y forcejeó con el profesor; inmediatamente, su madre Alicia recibió una llamada. Paula estaba expulsada de clase durante dos días.

Después del disgusto, su madre y su padre decidieron castigarla.

En realidad, Alicia, nunca supo si hacía lo correcto, si los castigos —quedarse sin paga, no salir, requisarle el móvil— servirían de algo; era como tropezar con un muro una y otra vez.

Paula no tenía remordimientos, no tenía sentimiento de culpa, siempre era el otro el que tenía la culpa de lo ocurrido.

A los quince años empezó a salir con un chico tres años mayor que ella, y Alicia y su marido intentaban hacerle entender que era demasiado pronto. Lo típico, que tenía que estudiar, que ya habría tiempo para eso, etc.

Con su carácter irascible y rebelde, empezó a haber disputas un poco más fuertes cada vez en su casa, y más tarde con sus compañeros y profesores; asimismo, los estudios también fueron a peor.

Alicia pensaba que era cosa de la edad y que con ayuda de un psicólogo, otra vez, volvería a centrarse. Empezó a ir a otro profesional, al que también fueron sus padres para hacer una terapia de grupo.

Después de acudir durante tres meses, Paula parecía más tranquila y, durante una buena temporada, sus padres respiraron aliviados, aunque al cabo de dos años empezaría la verdadera tortura para ellos.

Nunca pensarían tanto Alicia como su marido que la vida les depararía un sufrimiento tal que ninguna persona sería capaz de soportar.

SIPNOSIS DE ALMAS DE PAPEL

Alicia es una mujer como tantas otras, trabajadora, esposa y madre. Tiene problemas de convivencia, con una de sus hijas, y con el tiempo también una crisis de identidad que la hace vulnerable y osada en la búsqueda de su felicidad, lo que provocará en su vida un desenlace fatal.

Cómpralo

Amparo Mir nació en Gandia, provincia de Valencia, siempre ha sido una apasionada de la lectura y escritura.
Desde pequeña ha escrito algún cuento e incluso canciones fantaseando en que algún día vería publicado algún relato suyo. Nunca antes había intentado publicar nada porque no había tenido la ocasión, hasta que ha decidido dar ese pequeño gran salto a la autopublicación de su primera novela “Almas de papel”.
Esta idea surgió como autoayuda en un momento de crisis con el objetivo de reflexionar sobre si misma y sus circunstancias.
Amante del género de terror y de los thrillers policiacos, disfruta de cualquier tipo de género.
Anteriormente, ha escrito un relato corto: “El vecino del 3o A”, y está escribiendo la siguiente novela.
Ahora cree que ya le ha llegado el empujón que le faltaba para no parar de escribir.
Sus autoras favoritas son: Isabel Allende, Carmen Posadas y Almudena Grandes. Su libro favorito: “El alquimista”.

Texto © Amparo Mir


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