Cuentos inocentes
por Jaime López
Sentarse a escribir
Cada vez que me siento a escribir un cuento, es porque antes ya tengo pensado el texto. Por ejemplo, ahora me he sentado a escribir un cuento sin tener antes pensado el texto y no se qué escribir.
Con esto llego a dos conclusiones: No puedo escribir sin pensar, o bien, sin pensar sólo puedo escribir de pie.
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La esperanza sólo se pierde al final
La corriente les arrastró hasta un diminuto islote mientras flotaban en el único resto del accidente; una caja de madera en la que, según sus elucubraciones, había botellas de dulce bourbon.
Una vez en tierra, entre los dos consiguieron forzar la tapa, con la esperanza de encontrar un medio de enviar mensajes, y de paso, otro de embriagar la espera.
Pero en la caja sólo había boomerangs.
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El color del cristal con que se mira
"Encontrarás el amor esta primavera vestido de rojo", le dijo la mujer mientras sus manos rozaban la pulida y curva superficie de cristal.
Dos años después de la boda, él ya sabía que aquello no era amor; pero seguía adelante quizá sólo por el color del vestido que ella llevaba cuando la conoció en primavera.
Las predicciones de la vidente solían cumplirse, pero en aquel caso no, porque era daltónica, y ese matrimonio definitivamente fue un infierno.
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Texto, Copyright © 2006 Jaime López.
Todos los derechos reservados.
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