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Sonar Sound. Buenos Aires, Argentina
por Diego Gez
Sonar Sound. Buenos Aires, Argentina. 18 de Marzo de 2006. Por Diego Gez
Finalmente y luego de varias idas, venidas, marchas y contramarchas, Buenos Aires tuvo su primera edición de Sonar Sound, en lo que representó el desembarco del Festival Catalán después de haber dejado sus huellas en San Pablo (Brasil) hace dos años.
Por esta parte del continente la franquicia del festival se plantó en sociedad con una versión micro - económica, en un predio que albergó a diez mil personas en sus diferentes espacios para performances, DJ sets (Sonar Park / Sonar Club) e imágenes (Sonar Cinema).
Una escasa producción escénica todo lo dominaba y la ausencia de horarios para gran parte de los asistentes transformó, a los pocos precavidos que visitaron el website oficial del festival en busca de alguna certeza, en verdaderas presas informativas.
Entre tanto, Darshan Jersani (Metro Area) no fue sorpresa pero fue de menor a mayor en el Sonar Park. A tracción vinílica se encargó de dejar en claro que la musicalidad de cada uno de sus tracks exuda aires de festivo retro disco, inundando un lugar donde los pocos asistentes, a mas de tres horas de comenzado el evento, se mimetizaban en grandes espacios peatonales.
Otra fue la cara en el Sonar Club. Mientras que Plaid (Ed Handley & Andy Turner) no se apartaba de lo lineal, lo políticamente correcto para un público desorientado ante el beat del Experimental Techno / IDM, Carlos Alfonsín (uno de los pocos créditos locales) solo preparó el ambiente a base de minimal techno servicial y sin riesgo alguno para el set de Isolée (Rajko Muller) y entonces todo un espacio comenzó a tomar forma.
Desde aquí, la cromosomática sutileza del germánico por el beat se adueño de la pista, transformándola en debilidad de pocos y en indiferencia de varios que migraron hacia el Sonar Park en busca de agite popular. Sabido es que por Argentina, la representación de un bombo en negras, sea quien fuere que lo ejecute, se transforma en un recurso de asombroso parecido al de una pata de conejo.
Luego llegó el turno del retro dark de Colder (Marc Nguyentan) y una receta que le debe tanto a Joy Division como a Love & Rockets, en lo que pareció un auténtico ejercicio de nostalgia en formato de banda clásica, ajustada y precisa, pero que obvió los mejores pasajes de sus dos álbumes hasta la fecha insistiendo en su faceta mas oscura y revisionista.
Pero también hubo utopías, porque tratar de ocupar una de las 150 plazas del Sonar Cinema resultó, por lo menos, titánico. Para esa hora el Sonar Club hervía de público con Laurent Garnier, mientras que DJ Yoda en el Sonar Park sorprendió desdoblándose entre el scratching de DVD en tiempo real y el dominio de sus bandejas, ahí donde el turntablism desnuda una parte vital del "núcleo Yoda". Entonces, la propuesta se volvió un paseo por el hip hop pero también por el pop, donde el esqueleto del mash-up multi década se convierte en un alfil estratégico.
Diplo cerró el festival heredando el espíritu festivo de Yoda y dando paso a las inevitables conclusiones sobre que deparó esta primera edición de Sonar Sound en Buenos Aires.
Algunos aciertos artísticos, ausencias notables de productores locales invitados a las ediciones de Sonar Barcelona, mas otros errores de producción contrastaron con el slogan/anzuelo del festival (Música avanzada y arte multimedia) e hicieron de esta, la cabeza de playa de Sonar en Buenos Aires, una experiencia confusa, errática. Y no está mal, de los errores también se aprende.
Texto, Copyright © 2006 Diego Gez.
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