
|
Cuentos inocentes
por Jaime López
TANDEM-TAXI
- Sí, aquí, pare aquí por favor. ¿Cuánto es?
- 22 Euros.
- ¿Cuánto?
- 22 Euros.
- ¿No le parece excesivo?
- No, para un tandemtaxi, en un trayecto así, no.
- ¿Un tandemtaxi?
- Sí, ¿no ha visto usted las dos luces verdes en el techo, una a cada lado?
- No.
- Pues debería haberse fijado, es importante saber si coge uno un tandemtaxi o no.
- Pero, ¿y qué es eso del tandemtaxi?
- Es un taxi doble. ¿Ve? Dos conductores, dos volantes, dos luces verdes en el techo, dos taxímetros... y doble tarifa, claro.
- Ya, pero el trayecto ha sido el mismo que hubiera hecho en un taxi sencillo y para mí no hay diferencia en el servicio.
- Tiene razón, por eso el tandemtaxi está indicado con dos luces verdes en lugar de con una, para que si a usted no le parece justo, pueda decidir libremente si lo coge o no.
- Osea, que, me ponga como me ponga, tengo que pagar el doble.
- Hombre, por su bien sí.
- Bueno, ¿y si volvemos marcha atrás... digamos... hasta la mitad del camino?
- Pues... le costaría... la mitad de la tarifa doble, es decir una tarifa sencilla completa, o sea, lo que le hubiera costado llegar aquí con un taxi sencillo si se hubiera fijado en la luz.
- Ya. Ya veo.
- Pero claro, si le llevamos de nuevo hasta la mitad del camino, para llegar aquí tiene que coger otro taxi.
- Sí, pero para ese tramo puedo coger uno sencillo y así me ahorro la mitad de la tarifa doble de la segunda mitad.
- Ya, pero ¿y el tiempo que va a perder en volver ahora marcha atrás, buscar un taxi y llegar de nuevo hasta aquí, le merece la pena para ahorrarse sólo un 25% del total? Ya que está aquí pague, bájese, ólvidese del dinero y disfrute del tiempo.
- Ya, pero... si volvemos marcha atrás al punto donde me monté, ya no tendría que pagar nada ¿no?
- Pues... efectivamente de ese modo no tendría que pagar, pero tendríamos que ponernos de acuerdo los dos conductores.
- Y no se van a poner de acuerdo ¿no?
- Yo sí, pero éste no.
- Osea, que les tengo que pagar.
- Bueno, usted vera.
- Pero ¿y porqué tengo que pagar el doble si este no conduce. No lleva pedales, el volante está sujeto con una tuerca al salpicadero y, por si fuera poco, el taxímetro es de cartón.
- Bueno, eso es razonable. En ese caso le cobraremos sólo una tarifa y media.
- Y si volvemos a la mitad ¿cuánto tendría que pagar?
- Pues, la mitad de una tarifa completa y media.
- Y con eso ¿cuánto me ahorro si allí tomo uno sencillo?
- Veamos... la mitad de una tarifa sencilla completa y media, sería el 37,5% de la tarifa completa doble, más el 25% que supone la mitad de la tarifa sencilla del segundo taxi, hacen el 62,5 de la tarifa doble, es decir se ahorra un 37,5% de la tarifa completa doble, siempre que encuentre un taxi sencillo libre.
- Pero hombre, no me haga el cálculo sobre la tarifa completa doble, me acaba de decir que me cobraba sólo una tarifa sencilla y media. Pero venga, es igual, tome 22 euros y aquí tiene 1 de propina.
- Pero la propina ¿es doble o sencilla?
- ¿Cómo?
- Sí, que si esto es una propina doble o sencilla.
- Pues... sencilla.
- Entonces, ¿a quién de los dos se la da?
- Bueno, repártanla ustedes.
- Pero acaba de decir que es sencilla. Eso es sólo para uno de los dos, ¿para cual?
- Bueno, pues tenga, otro más. Una para cada uno.
- Muchas gracias.
- Perdone, pero... y si volvemos al punto medio, ¿qué parte de la propina me ahorro.
- Venga, lárgate ya.
- Tacaño.
- Listillo.
- ¿Cómo se abre esta mierda?
- Por la otra puerta.
- Encima.
- Venga...
subir
BLANCAS Y AMARILLAS
Mientras veía un documental de naturaleza por televisión, me crecieron unos preciosos manojos de margaritas en las rodillas, y, por miedo a troncharlas, decidí no levantarme del sofá hasta después de la primavera.
subir
DIÓGENES
Dedicó gran parte de su existencia a recoger y acumular lo que otros consideraban basura, por si algún día lo necesitaba. Pero, como es natural, un día murió; y por mucho que su familia buscó entre aquellos miles de objetos y restos de todo tipo de material, no encontró nada que le devolviera la vida.
subir
EL VOLUMEN DE SU VOZ
Últimamente estaba preocupado por el volumen de su voz. Él no lo notaba, pero, aunque a algunos les hacía gracia, la mayoría decía que, incluso cuando susurraba, era excesivo, casi violento; así que decidió visitar a un foniatra. Tras un breve examen, éste le dijo que no le pasaba nada a voz, que su problema era más bien psicológico y que un especialista en la materia le ayudaría a dejar de utilizar el megáfono a través del cual se comunicaba.
subir
Texto, Copyright © 2006 Jaime López.
Todos los derechos reservados.
|