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Panorama del cine documental actual: Documentamadrid 2006

por Rafael Nieto


Pese al auge que está experimentado la exhibición de documentales en las salas cinematográficas, el Festival Internacional de Documentales de Madrid cubre anualmente una laguna importante en ese sentido, dando la oportunidad de contemplar esas obras audiovisuales (de cine y video) cuya raíz es la realidad, expuesta con mayor o menor originalidad narrativa y estética pero siempre abriendo ventanas a personas, hechos y experiencias pocas veces al alcance del espectador.

Como prueba el cada vez más grueso catálogo del festival, la cuidadísima y extensa programación hace que el presente cronista se debata en una constante duda a la hora de seleccionar las sesiones que presenciará. Uno tiende a centrarse en la sección competitiva internacional (y a probar un poco de las secciones nacional, de reportajes y de cortometrajes) porque cree que será el mejor termómetro de lo que se está haciendo hoy en día en todo el mundo, pero la insatisfacción que producen muchos de los documentales vistos me llevan a disfrutar con mayor fruición las secciones paralelas y retrospectivas. No es que los documentales actuales sean peores que antaño, sino que la selección natural que el paso del tiempo hace entre las obras que tienen que perdurar y las que hay que olvidar, se refleja en estas memorables secciones que recogen lo que la severa criba del tiempo ha respetado.

Entre los autores que perdurarán están sin duda Joaquín Jordá y Werner Herzog. El primero, documentalista combativo e incalificable, con una única y sugerente incursión el la ficción, Cuerpo en el bosque, recibió un merecido homenaje; el segundo, un conocidísimo cineasta-aventurero en sus ficciones (Aguirre, la cólera de Dios, Fitzcarraldo...), y que en los documentales continúa desarrollando su gusto por los personajes extremos sin dejar de ser poético, fue objeto de una completa retrospectiva. Uno y otro demuestran las altas cotas artísticas que el documental puede alcanzar, lejos de los rutinarios reportajes a los que nos tiene acostumbrada, salvo excepciones, la televisión.

La pretensión de este festival no sólo es mostrar lo nuevo y lo antiguo del documental, sino también abrir nuevas vías de reflexión convenientemente documentadas con las proyecciones y las ediciones de libros ensayísticos. Es el caso este año de la sección Fotografía y Documental, que viene acompañada de la edición del libro De la foto al fotograma, editado por Rafael R. Tranche, aportando un original acercamiento al diálogo permanente, dado su común origen, entre el arte fotográfico y el cinematográfico. El estudio se centra en varios artistas que transitaron por ambos medios de expresión, ilustrándonos para ello con las proyecciones de algunas de sus obras más relacionadas con esta reflexión. Son Raymond Depardon, William Klein, Weegee, Agnés Varda, Robert Frank, Henri Cartier-Bresson, Johan van der Keuken, Chris Marker, Paul Strand, y el español Ramón Masats.

Otras sección por la que este cronista pudo transitar puntualmente fue la informativa Documenta otros festivales, donde recaen obras ya premiadas en otros certámenes, impidiéndoles, por tal motivo, concursar en la sección oficial. El largometraje Melodías (François Bovy) sorprendió por su descarnado retrato de la violencia callejera en Melledín contada por sus criminales protagonistas, sin renunciar, al mismo tiempo, a un ligero tono humorístico a través de las canciones interpretadas por un curioso dúo de guitarristas.

Materialmente imposible fue asistir a las sesiones de la sección Documenta el cine, centradas en documentales sobre el propio medio cinematográfico, aunque algunas obras ya fueran sobradamente conocidas. Al igual que las que constituían el panorama sobre documental americano contemporáneo, que ha servido para descubrir al público que hay vida más allá de Michael Moore. Fuera de mi ubicuidad quedaron las sesiones de documentales francófonos, de documentales argentinos, de documentales sobre cultura urbana, de documentales sobre astronomía en el Planetario de Madrid... Y muchas otras actividades paralelas, mesas redondas, encuentros, talleres, maratones... Sólo me quedó tiempo para la curiosa experiencia de asistir en confortables sillones a una de las sesiones de películas amateurs en Super 8 mm, adecuadamente acompañadas al piano. Fue la prueba del atractivo que la imagen cinematográfica puede ejercer aunque sólo sean recuerdos felices de cualquier anónima familia. Ya lo había demostrado en cierto modo José Luis López-Linares en Un instante en la vida ajena.

El cine en 8 mm nos permite ya enlazar con la sección internacional a concurso, pues en ella hubo dos películas elaboradas con materiales rodadas por aficionados. Y ambas sirven para documentar épocas conflictivas de la historia. Hetket jotka jäivät (Pia Andell), totalmente montada con material rodado por un matrimonio de arquitectos que tuvieron que separarse tras la invasión soviética de Finlandia en 1938, retrata la vida familiar, idílica incluso, antes y después del conflicto y los efectos de la invasión durante la separación, glosado con las lecturas de las cartas que se mandaban. Aunque hábilmente montada, no logra mantener la atención del espectador todo el tiempo ante la inocuidad de las imágenes, al fin y al cabo tan caseras e insulsas como las de las sesiones del Super 8.

Mayor interés tienen las películas caseras que forman parte de El perro negro. Stories from the Spanish Civil War (Péter Forgács), pues sus autores muestran imaginación y mayores pretensiones cinematográficas, aunque no se salgan del amauterismo. Tomadas por un madrileño y un catalán que representan dos destinos muy diferentes (el primero sobrevivió, el segundo no), la película se ve lastrada por una narración rutinaria y por la necesidad de recurrir a imágenes de archivo que no encajan bien con las tomadas por los dos aficionados, no logrando un hilo narrativo eficaz. Tampoco sirve para dar una visión novedosa del conflicto, se queda en la curiosidad arqueológica de haber rescatado esos materiales caseros.

Dejando las imágenes caseras pero no la guerra, Blokada (Sergei Loznitsa) monta materiales de archivo sobre el bloqueo de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial que nada tendrían de especial sino fuera por la minuciosa reconstrucción del sonido. Es decir, estamos ante la sonorización de imágenes mudas, pero es mucho más que eso. La atención del espectador acaba focalizándose en los pequeños detalles de la imagen, disfrutando con el descubrimiento de cada matiz del sonido, maravillándose de la sutileza de esta filigrana. El motivo del film acaba por no importar pero la experiencia vale la pena.

En esta línea experimental, en el que el contenido se subordina, pero sólo aparentemente, a la forma, encontramos una singular biografía del físico, fotógrafo y aventurero Santiago Bergson. Se trata de La niebla en las palmeras (Carlos Molinero y Lola Salvador), radical ensayo metalingüístico en el que la narración se ve atacada constantemente por efectos de imagen y sonido audaces en ocasiones, incomprensibles en otras, pero en la que se manifiesta una fascinación por la manipulación de las texturas fílmicas llena de encanto, construyendo un discurso sobre la muerte, los recuerdos y, en definitiva, la salvación que el cine supone ante el olvido, con un hálito poético que la emparenta con Tren de sombras (José Luis Guerín, 1997).

En la misma línea ensayística se encuentra The making of (Viola Stephan), que reflexiona sobre la busca de la objetividad absoluta, de la verdad en definitiva, por parte de los documentalistas, y cómo esa búsqueda está abocada al fracaso desde el momento en que la percepciones de nuestro cerebro son engañosas. Documentalistas y neurocientíficos aportan sus puntos de vista, a veces confusamente, y otras con humor, en un documental de difícil seguimiento, tanto por la complejidad del asunto como por la vacuidad de algunas escenas que insisten en detalles anecdóticos de la investigación con animales que nada aportan a la compresión del espectador.

Siguiendo con trabajos arriesgados formalmente, ¿Se escucha? (Marcel Czombos y Yoni Czombos) pretende lograr un efecto distanciador a la manera de Bertolt Brecht confundiendo al espectador con inserciones en la imagen y el sonido de distorsiones no siempre acertadas. No hay unidad, pasamos de un formato a otro de grabación, de un punto de vista a otro, de una situación a otra sin mucho sentido, incluso se sale del terreno del documental para entrar en la ficción. Un actor interpreta a un capitalista cínico y descarado que se pasea entre las personas sin viviendas que subsisten hacinadas en chabolas. Tal atrevimiento planteará una duda ética sobre la función del documentalista, obligando al actor a disculparse por su atrevimiento. Sin embargo, el fin justifica los medios y el objetivo de golpear con la realidad al espectador se ha cumplido. Sin duda es el documental más inclasificable y polémico visto en el concurso.

Los demás documentales ofrecidos transitan por terrenos menos arriesgados formalmente. Pero algunos consiguen ilustrar sus temas con cierta imaginación. Es el caso de Sista maltiden (Mats Bigert y Lars Bergström), que logra hacer atractivo visualmente un reportaje sobre las últimas cenas de los condenados a muerte, gracias a hábiles juegos gráficos. Con el hilo conductor de las declaraciones de un cocinero que trabajó 15 años sirviendo a los condenados su último alimento, el documental hace un repaso histórico a la simbología relacionada con esta costumbre y su pervivencia en distintas culturas. Sin duda es el documental más redondo de la competición, sin pretensiones rupturistas, pero tampoco cayendo en el rutinario reporterismo.

Lo que queda del concurso apenas pasa del mero reportaje, encontrándose su mayor o menor interés según el tema que aborde. Sólo se apartan un tanto de lo rutinario dos de ellas, pero, si bien hay rasgos emotivos que destacan en el retrato del micro-universo de un pequeño comercio de barrio que se hace en Alimentacion générale (Chantal Briet), y, así mismo, en el seguimiento a las personas de la tercera edad que asisten cada día a la playa de Barcelona en Mañana al mar (Inés Thomsen), creemos que no eran propuestas suficientes para llenar los 84 minutos que duran cada una de ellas. El cansancio en el espectador se hacía evidente ante unas obras que hubieran sido más efectivas en 60 minutos.

De los demás, como dije, sólo merece destacar el tema que abordan: el sorprendente régimen carcelario de una prisión filipina sin muros, donde los presos pueden convivir con sus familias y se hacen responsables de las tareas comunitarias en Hors le murs (Alexandre Leborgne y Pierre Barougier); los temores de una pequeña población de Georgia ante la expropiación de tierras para la construcción de un oleoducto en Un dragon dans les eaux pures du Caucase (Nino Kirtadze); la emotiva visita de algunos de sus antiguos habitantes a la ciudad fantasma de Pripyat, cercana a Chernóbil, en Radiophobia (Julio Soto); la vida hospitalaria de unos niños con leucemia, incluso cogiendo ellos mismos la cámara, en Pries parskrendant i zeme (Arünas Matelis); el proceso autodestructivo, que le lleva a la muerte, de un joven alcohólico en Szczur w korone (Jacek Blawut); y las confesiones y vivencias desesperadas de tres personas afectadas por el virus VIH en World of blue, land of O. (Bram van Paesschen). Todas estos documentales entran dentro de lo correcto; no así en el caso de Voices of Bam (Aliona van der Horst y Maasja Ooms), sobre las consecuencias del terremoto en Irán de 2003 a través de diversos testimonios; y Saba (Amram Jacoby), diario parsimonioso hasta el infinito de un periodista judío de 90 años, que agotan la paciencia del más curtido espectador.

Para concluir he dejado para el final Knjiga rekorda Sutke (Aleksandar Manic), que significó un momento de distensión muy agradable. Entre las habituales tragedias o los sesudos ensayos que nos ofrecieron los demás documentalistas, esta comedia, podríamos llamarla así, abordó con mucho humor y locura la descripción de una población gitana en Macedonia. Baste referir la evidente similitud con los personajes de los films de Emir Kusturica para que se entienda lo que digo. La galería de "freaks" entrañables que despliegan sus habilidades ante la cámara nos hacer reconciliarnos con la humanidad al tiempo que soltamos unas benéficas carcajadas.


PALMARÉS

Largometrajes

Primer Premio del Jurado.
Dotado con 10000€ y trofeo.

Alimentation générale / Tienda de comestibles (Francia)
Chantal Briet
Pries Parskrendant i Zeme / Antes de volver volando a la tierra (Alemania- Lituania)
Arünas Matelis

Segundo Premio del jurado.
Dotado con 5000€ y trofeo.

Blokada / Bloqueo (Rusia)
Sergei Loznitsa

Premio Honorífico del jurado.
Dotado de diploma.

Hetket jotka jäivät / Y en Vyborg (Finlandia)
Pia Andell

Premio del Público al mejor trabajo no español. Dotado con 3000€ y diploma.

Knjiga rekorda sutke / El libro Shutka de los récords (Serbia Montenegro)
Aleksandar Manic

Premio del Público al mejor trabajo español.
Dotado de 3000€ y diploma.

Radiophobia
Julio Soto


Cortometrajes

Primer Premio del Jurado.
Dotado con 5000€ y trofeo.

Le Pont sur la Drina / El puente sobre el Drina (Bélgica)
Xavier Lukomski

Segundo Premio del jurado.
Dotado con 3000€ y trofeo.

Kaerlighed og smadret glas / Amor y cristales rotos (Dinamarca)
Suvi Andrea Helminen

Premio honorífico del Jurado.
Dotado de diploma.

Wir Sind Dir Treu / Somos los fieles seguidores (Suiza / Alemania)
Michael Koch

Premio del Público al mejor trabajo no español.
Dotado con 3000€ y diploma.

Wir Sind Dir Treu / Somos los fieles seguidores (Suiza / Alemania)
Michael Koch

Premio del Público al mejor trabajo español.
Dotado de 3000€ y diploma.

Le vent sous l\'eau / El viento bajo el agua (España)
Carlos Esbert


Reportaje Documental

Primer Premio del Jurado.
Dotado con 10000€ y trofeo.

Grajdanskoe sostoanie / Estado civil (Rusia) Alina Rudnitskaya

Segundo Premio del Jurado.
Dotado con 5000€ y trofeo.

Gambit / Gambito ( Suiza )
Sabine Gisiger

Premio Honorífico del Jurado.
Dotado de diploma.

Rwanda, les collines parlent / Rwanda, las colinas hablan (Bélgica)
Bernard Bellefroid

Premio del Público al mejor trabajo no español.
Dotado con 3000€ y diploma.

De nadie / No one´s (Mexico)
Tin Dirdamal (Héctor Cadena)

Premio del público al mejor trabajo español.
Dotado con 3000€ y diploma.

Yak-42
Tania Estévez


Mención Especial del Jurado

Wang que de yi tian / Un día para recordar (China)
Liu Wei


Certamen Nacional

Primer Premio del Jurado.
Dotado con 4000€ y trofeo.

La casa de mi abuela
Adán Aliaga

Segundo Premio del Jurado.
Dotado con 2000€ y trofeo.

El cerco
Nacho Martín, Ricardo Íscar

Premio del Público.
Dotado con 2000€ y diploma.

El barrio de Las Islas
Daniel García-Pablos

Premio AVID al mejor montaje.
Dotado con un software Avid Xpress Pro o similar.

Invierno en Bagdad
Javier Corcuera

Maratón AVID/HP Xpressate Marathon
Premio Maratón Xpréssate AVID/HP.

Amor de familia, Dorothée Meddens y Christina Hallstrom

Mención Especial.

Bar void, Bernat Lliteras y Pirra Lorenzo

Premio Doc`Amateur

Rockall
Juan Bidegain

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Más información:

www.doumentamadrid.com



Texto, Copyright © 2006 Rafael Nieto.
Todos los derechos reservados.


 


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Última actualización: julio 2006

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