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Panorama del cine documental actual: Documentamadrid 2005:

por Rafael Nieto


Entre el 6 y el 15 de mayo se ha celebrado en Madrid el 2º Festival Internacional de Documentales de Madrid (DocumentaMadrid 05), que ha dado la oportunidad al público de redescubrir por unos días el cine de no-ficción a través una extensa programación de largometrajes, cortometrajes, series de televisión, retrospectivas, y actividades paralelas. Sin embargo, es conveniente aclarar que este no es un festival de cine, propiamente dicho. No solamente porque gran parte del material visto en el certamen esté rodado en los diversos formatos videográficos existentes, lo cual no tendría más importancia que la que tiene en el cine de ficción; si no porque la concepción original de muchas de las propuestas es la exhibición en televisión, y en algunos casos ni eso, al ser productos amateurs nacidos a consecuencia del acceso generalizado al uso de las cámaras por cualquier persona. Solamente a través de festivales como este tienen la oportunidad de llegar a una pantalla de cine, pero difícilmente tendrán una distribución normal en salas, y tampoco creemos que sea la pretensión de sus autores.

Los filmes que sí han sido rodados en 35mm, y que son minoría en este Certamen, destacan inevitablemente frente a los anteriores. Al nacer para la exhibición cinematográfica, y dadas las características más complicadas de su rodaje, la elaboración es menos precipitada, hay un apoyo económico importante, y se percibe un mayor cuidado técnico. Sin embargo, unas y otras, compiten en igualdad de condiciones.

Ante la imposibilidad física de este cronista para asistir a la amplia oferta de DocumentaMadrid nos centraremos en los largometrajes que competían en la Sección Oficial, y que serán suficientes para trazar un panorama de las tendencias documentales de la actualidad, que van desde el reportaje de investigación más o menos al uso, hasta las propuestas más experimentales de autorreflexión del documentalista.

De este modo hemos podido ver propuestas directamente amateurs, como la española Si nos dejan (Ana Torres, 2004), realizada por una inmigrante argentina en España, que se limita a recabar testimonios de inmigrantes residentes en Barcelona, montados con habilidad pero cuyo valor fluctúa en función al mayor o menor interés de los personajes entrevistados, sin que nunca se llegue a profundizar en las causas de su situación. Es decir, como es habitual en este género de reportajes, nos quedamos sólo en el retrato humano, que no es poco.

Una propuesta muy similar nos vino de la china The Concrete Revolution (Xiaolu Guo, 2004), pero su mayor atractivo sólo reside en acercarnos una realidad poco conocida, la de los que sufren las consecuencias del espectacular crecimiento económico de China, en especial los obreros de la construcción. Sazonado por ambiguos comentarios de la documentalista sobre la naturaleza de la modernidad y la añoranza del pasado, que sin duda molestaran en su país, la película se resiente de su descuidada realización.

Tampoco es de destacar la realización de la argentina Dinero hecho en casa (Alejo Hoijman, 2004), pero en este caso se olvida rápidamente ante una narración bien medida de unos hechos poco conocidos en España y realmente inusuales: la creación por un grupo de ciudadanos de un mercado alternativo de trueque, con su propia moneda fuera del control del estado, como solución de subsistencia durante la conocida crisis de Argentina.

También es poco conocido el calvario que sufren las mujeres judías que desean divorciarse de sus maridos. La israelí Sentenced to Marriage (Anat Zuria, 2004) lo relata a través de las situaciones vividas por tres mujeres ante los tribunales rabínicos, los únicos competentes para obligar al marido a aceptar el divorcio. Cosa que rara vez se produce. La propuesta se ve lastrada por la imposibilidad de acceder a dichos tribunales, quedando como único testimonio los diálogos que se han podido grabar clandestinamente desde los pasillos. Estremecedores sin duda, pero que no salvan del tedio que se produce a los pocos minutos de iniciado el reportaje.

Volviendo al amateurismo más evidente, la británica Pulled from the Rubble (Margaret Loescher, 2004) documenta la rehabilitación y el regreso a casa del único sobreviviente del atentando en Bagdad que costó la vida a Sergio Vieira de Melo. Grabado por su hija, en lo que no deja de ser un video casero (con todas las imperfecciones que eso conlleva), su fuerza emotiva la hace muy destacable, sobre todo cuando se rompe la barrera entre la documentalista y el objeto documentado; es decir, entre la hija y el padre, que gracias a la grabación del video aprenden a comunicarse con más sinceridad que nunca.

La guerra es protagonista de los otros tres reportajes que hemos visto. El estadounidense About Baghdad (Incounter Productions, 2004), realizada por un colectivo de activistas críticos con la política de su país, lleva su cámara ante los iraquíes de la calle para que manifiesten libremente sus posturas ante el conflicto. Aunque demasiado larga en su metraje es una propuesta necesaria nacida para contrarrestar la manipulación mediática estatal.

También de Estados Unidos, y también con la intención de informar sobre la realidad de un conflicto bélico, vimos Liberia: an Uncivil War (Jonathan Stack y James Brabazon, 2004). La fuerza de este reportaje reside en la incursión directa de los dos documentalistas en los respectivos bandos, siendo testigos directos de la violencia y accediendo al testimonio directo del presidente Charles Taylor. Se intuye una malsana atracción por la violencia, incluso reflejada en la mirada extraviada de uno de los directores, que no puede evitar dejarse influir por el ambiente que le rodea.

Y finalmente, la guerra sigue presente en la vida de verdugos y víctimas treinta años después en Camboya. Deacon of Death (Jan Van Der Berg, 2004), es un documental holandés que acompaña a una de las víctimas del sanguinario régimen de Pol Pot en la búsqueda de una reparación, aunque sea moral. Y gracias a este film lo consigue. El asesino de su familia se ve interrogado por el documentalista, y finalmente por su víctima. Es un ejemplo estremecedor de lo que una cámara puede lograr. El verdugo agachando la cabeza ante la víctima. Sin embargo, eso no puede sustituir al castigo que los tribunales algún día deberían imponer.

Como hemos visto, gran parte de la oferta del certamen ha consistido en propuestas condicionadas por la emergencia de las situaciones, captando la vida cuando se producía, con gran participación del azar en algunos casos, y sin saber al inicio donde va a acabar la aventura.

Otro tipo de documental, también muy cercano a la televisión, es el reportaje de investigación. Ya no estamos ante la urgencia del momento, si no ante hechos pasados que podemos explicar reposadamente, tras analizarlos. Aquí importa también conseguir un pulso narrativo cercano a la ficción, que nos lleve a conocer los hechos reales pero sin olvidar una dramatización que los haga más atractivos, combinando material archivístico (ya sean documentos visuales, sonoros o escritos) con testimonios de testigos directos o indirectos de los hechos, así como expertos en la materia.

Sólo tres ejemplos han existido este año. Dos son españoles: Rejas en la memoria (Manuel Palacios, 2004), sobre los presos políticos durante el franquismo; y La muerte de nadie (Juan Dolz, 2003), sobre el enigmático personaje que fue ejecutado en 1974 al mismo tiempo que Puig Antich. Como se ve, el franquismo sigue siendo el principal tema de inspiración de nuestros documentalistas, o por lo menos, los que más difusión siguen alcanzando. Es un síntoma de que todavía no está todo dicho. Ambos documentales cumplen ampliamente con su objetivo, muy académicamente realizados, y por tanto, sin sorpresas más allá de lo hechos contados.

El otro documental de investigación visto si ha sido una de las sorpresas de la Sección Oficial: The Great Communist Bank Robbery (Alexandra Solomon, 2004). Este film rumano narra la inaudita historia de un robo cometido por importantes miembros del Partido Comunista, que posteriormente aceptaron participar en la reconstrucción policial de los hechos, dando como resultado la película de propaganda Reconstituirea (Virgil Calotescu, 1960). Poco después fueron fusilados. Hábilmente narrada, con testimonios estremecedores e imágenes del inusual film, la película reflexiona sobre la utilización del cine como instrumento adoctrinador y, por tanto, falseador de la realidad.

También podríamos decir que es un film de investigación el belga Cinéastes à Tour Prix (Frédéric Sojcher, 2004), pero el objeto de estudio es tan singular, y a la vez tan divertido, que podríamos definirlo como una comedia. Es un retrato de tres cineastas amateurs, en primera persona y con testimonios de sus amigos. Los extractos de sus films nos hacen recordar que hay cineastas como Ed Wood en todas las latitudes, pero que no tienen la suerte de salir del anonimato. Aunque lo importante no es la fama sino el entusiasmo puesto en su afición, cosa que se contagia al espectador del film.

Hemos dejado para el final las propuestas más inclasificables y arriesgadas, que no siempre son sinónimo de calidad. La india City of Photos (Nishtha Jain, 2004), realiza un poético, aunque irregular, retrato del país a través de los pequeños estudios fotográficos de barrio, en muchos casos un pasaporte hacía los fascinantes sueños de la población.

El film malayo Glass Enclosure: Tokio Invisible (Mohd Naguib Razak, 2004) consigue aburrir e irritar a partes iguales. Las reflexiones personales sobre la ciudad de Tokio, supuestamente trascendentes, no pueden ocultar lo que es: el video de un turista sin nada mejor que hacer; y lo que es peor, sin nada interesante que decir.

Muy arriesgada también, no sólo formalmente si no también personalmente, ha sido la española Retrato (Carlos Ruiz, 2004). Arriesgada personalmente porque los retratados son los padres del autor, que hablan y reflexionan sobre sus vidas, sin pudor. Al igual que hiciera Jaime Chávarri en El desencanto (1976), los retratados confiesan sin tapujos su visión de ellos mismos y sus familiares. Pero ahora no estamos antes una familia burguesa e intelectual, sino ante un matrimonio de origen humilde, producto de una época y una educación marcados por la posguerra. Y arriesgada formalmente porque los dos personajes hablan y hablan mientras el espectador contempla imágenes no siempre bien enlazadas en el discurso. En definitiva, una película difícil pero con un trasfondo inquietante.

Y acabamos este trayecto con la película que sin duda más gustó en el Festival, la sueca Compadre (Mikael Wiström, 2004). Continuación de The Other Shore (1992), Wiström vuelve a Perú, al hogar de una familia que luchar por sobrevivir, cuyos miembros permiten ser retratados por su cámara, no sin producirse ciertas tensiones entre el documentalista y el patriarca, Daniel. La amistad de ellos dos, cimentada a lo largo de los años, no puede evitar que la diferencia de posición económica cree algunos problemas (por ejemplo, la remuneración por su participación en el film). La barrera entre el documentalista y la familia apenas existe, formando el propio Wiström parte de ese mundo que quiere retratar, participando de sus problemas, de sus alegrías y sus penas. El viaje familiar al pueblo, de donde huyó de joven Daniel, para visitar a su tía abuela, logra uno de los momentos más emotivos nunca vistos en un documental.

Compadre acaba siendo una autorreflexión sobre la naturaleza del cine documental, de la que podemos concluir que las personas retratadas son tan autores del film como el que viene a retratarlos.



PALMARÉS DOCUMENTA MADRID 2005


  • I Maratón Documental AVID XPRÉSSATE

  • GV: 1665 pasos, de Daniel Iturbe (España)


  • Certamen Madrileño de creación documental

  • Premio Río Manzanares al mejor trabajo realizado:
    Bailaores, de Albertina Pisano (Italia)

    Premio del público:
    Flamenco por amor de Dios, de Marcel González Gracia. (España)

    Mención especial:
    Cantando bajo la tierra, de Rolando Pardo. (España)


  • Sección Oficial Competitiva internacional

  • Series de TV

    Premio Oso de Madrid:
    Buscarselavida, de Filip Lenaerts y Bart Van Wanzeele (Bélgica)

    Premio Ciudad de Madrid al mejor capítulo español de serie:
    Treinta minutos: Typical spanish, de José Manuel Albelda

    Premio a los valores sociales:
    Apasionados: Trazos de vida y muerte, de Cristián Leighton (Chile).

    Premio del público:
    La rosa del desierto, Tomás Martínez Antolín (España)


    Cortometrajes

    Premio Madroño al mejor cortometraje:
    Once upon a time there lived one old man and one old woman, de Irina Zaitseva (Rusia)

    Premio Ciudad de Madrid al mejor cortometraje español:
    Seres extravagantes, de Manuel Zayas (España)

    Premio a los valores sociales:
    Bei Tempi / Buenos tiempos, de Alessandro Cassigoli y Dalia Castel (Italia)

    Premio AVID al mejor montaje:
    Tinnsoldatene / Soldaditos de plomo, de Stian Indrevoll, Torstein Grude (Noruega)

    Premio del público:
    Bei Tempi / Buenos tiempos, de Alessandro Cassigoli y Dalia Castel (Italia)

    Mención especial:
    Aral. Fishing in an invisible sea / Aral. Pescando en un mar invisible, de Carlos Casas y Saodat Ismailova (Uzbekistán, Italia)


    Largometrajes

    Premio Cibeles al mejor largometraje:
    Compadre, de Mikael Wiström (Suecia / Perú)

    Premio Ciudad de Madrid al mejor largometraje español:
    Retrato, de Carlos Ruiz (España- Reino Unido- Portugal)

    Premio a los valores sociales:
    The great communist bank robbery / El gran atraco al banco comunista, de Alexandru Solomon (Rumanía)

    Premio del público:
    Liberia: an uncivil war / Liberia: Una guerra incivil, de Jonathan Stack y James Brabazon (Estados Unidos).




    Texto, Copyright © 2005 Rafael Nieto.
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    Última actualización: julio 2005

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