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Daniel González Dueñas: "decir soy nadie es el primer paso para tu propia construcción como alguien"
por Armando G. Tejeda
Daniel González Dueñas es el autor de Libro de Nadie (FCE), un ensayo sobre la identidad, el lenguaje y el desasosiego que provoca al autor la persistente decadencia de las humanidades, decadencia en la que el "Yo auténtico" se sustituye por el culto ciego a las "celebridades" y a una "falsa realidad" que se nos impone a diario desde las esferas del poder. Este sesudo y docto análisis fue además galardonado con el Premio de Ensayo de la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica y la Casa de América de España, que este año celebra su segunda edición.
González Dueñas (Ciudad de México, 1958) refleja en su libro su propia vocación polifónica: se nutre de la filosofía, de la lingüística, de la literatura, de la pintura, del cine, del teatro, de la música y de todo aquello que ha ido formando lo que él mismo llama su identidad de "Nadie". Esa figura o "arquetipo", Nadie, es también el origen de la reflexión -o hallazgo- que el joven escritor defiende con vehemencia: "Hay dos formas de ver la figura de Nadie: una es la aterradora, la que se usa como espantajo social y que implica la ausencia de identidad y la evasión total; la otra significa la posibilidad máxima del individuo: es el segundo nacimiento del que habla la cábala. Decir Soy Nadie puede ser dicho con angustia y espanto extremo, pero también con humildad y transparencia, lo que es el primer paso para iniciar tu propia construcción como Alguien y, al mismo tiempo, tu comunión con la humanidad".
González Dueñas concedió una entrevista a Babab.com, en la que reconoció que en su disgregación
ensayística tuvo que asumir "generalidades" y máximas "bipolares", que justificó con otra de sus
sentencias rotundas, al sostener que "el academicismo es la muerte del conocimiento".
Libro de Nadie es fruto de una dilatada reflexión que, a decir del autor, tiene al menos
una raíz reconocible: sus reiteradas lecturas de la Odisea, en concreto del episodio del cíclope
herido, que se convirtió en la metáfora del arquetipo de Nadie.
BABAB: ¿Con este ensayo quiere constatar que Nadie es tangible y ha estado siempre presente en la humanidad?
DANIEL GONZÁLEZ DUEÑAS: No hubo ninguna deliberación antes de escribir el ensayo, más bien creo que el tema se me fue imponiendo cuando empecé a detectar el arquetipo de Nadie. Primero fue una figura en el fondo de ciertas menciones y atmósferas, luego empezó a cobrar protagonismo en otras lecturas más conscientes y, finalmente, terminó siendo una figura protagónica hasta el punto de que todo lo que leía o veía siempre lo hacía desde el punto de vista de detectar a Nadie. Es decir, quiénes han dicho "Soy Nadie" y se han sentido Nadie, ya que cada quien experimenta la crisis de identidad de diferente manera.
Hay un momento en que te cuestionas quién eres en realidad, y luego qué es la identidad, y es ahí cuando entras en contacto con Nadie. En mi libro Las visiones del hombre invisible empecé a trabajar con este tema pero con un enfoque totalmente distinto.
B: O sea que de la invisibilidad subió un peldaño más, con la intención de indagar en la figura de Nadie...
D.G.D.: Sí, primero detectaba en todos lados la invisibilidad y después fue esta figura de Nadie, que es mucho más difícil de explicar pese a que en el fondo es la misma metáfora, la misma crisis, la misma necesidad, la misma angustia y también la misma posibilidad. Hay dos formas de ver la figura de Nadie: una es la aterradora, la que se usa como espantajo social y que implica la ausencia de identidad y la evasión total; la otra significa la posibilidad máxima del individuo: es el segundo nacimiento del que hablan la cábala y las más antiguas escuelas esotéricas.
Decir Soy Nadie puede ser dicho con angustia y espanto extremo, pero también con humildad
y transparencia, lo que es el primer paso para iniciar tu propia construcción como Alguien
y, al mismo tiempo, tu comunión con la humanidad. Creo que no hay otro Alguien más que el
que tú mismo construyes, ya que puedes tener maestros y guías, pero el verdadero Alguien no es el que hace o nombra la sociedad, sino el que se construye a sí mismo.
Por eso me parece que la única forma de salvación posible es el que se autoconstruye como Nadie: partir de cero es la construcción de nuestra propia identidad y eso es algo muy subversivo que cuestiona las identidades sociales que nos imponen sin tregua.
B.: ¿Significa entonces una permanente rebelión ante las imposiciones sociales?
D.G.D.: Exactamente, y por eso es muy subversivo ese arquetipo. Resulta significativo,
por ejemplo, que esta figura está incluida en casi todas las voces que puedas imaginar: desde la
Odisea hasta Juan Rulfo, y en todas las latitudes, como señalo en el libro. Estudié obras
de diferentes épocas y estratos, pero la Odisea, y en concreto el episodio del cíclope Polifemo,
fue el punto de partida y la escena que desencadenó el libro. Hablo ante todo de narrativa y muy
poco de poesía; sin embargo, creo que es en la poesía en donde se hace presente en una forma
todavía más desgarradora y sangrante esa figura de Nadie.
B.: Decidió partir desde la herencia de los griegos, pero también se basa en filosofías orientales, como el budismo...
D.G.D.: Así como no hay dos formas individuales iguales de asumir este cuestionamiento de
la identidad, también cada cultura lo asume de forma distinta; en Grecia está representada como
en una autoafirmación en negativo. Recuerda que Odisea se puede decir también Libro
de Odiseo, y que el nombre Odiseo tiene una enorme similitud fonética con el vocablo griego
para Nadie, que es Oudéis, por lo que el verdadero título de la Odisea es Libro
de Nadie. De esta forma el propio Homero señala la escena del cíclope (y el momento en que
Odiseo/Ulises dice que su nombre es Nadie) como el centro de la Odisea.
Nadie no es una cárcel ni una condena, más bien se parece a un trampolín, y quizá sea la
opción más alta del individuo para concebirse a sí mismo como una obra de arte. Y eso es una
tarea de toda la vida. Todo parte de la anagnórisis, del reconocimiento de tu destino;
invariablemente la sociedad va retrasando y saboteando el momento de tu toma de conciencia al
prometerte otra forma de ser "alguien", y desde una forma vampírica. La sociedad te dice que
eres "alguien" en la medida en que succionas identidad a los que te rodean. En el momento de
la anagnórisis te das cuenta de lo increíblemente falsa que es la identidad que te promete la sociedad, cuya virtud es hacerte sentir "alguien" sólo porque estás acompañado y eres parte de un aparato que progresa y te vuelve exitoso. Y desde esa visión vampírica se cree que fuera de la sociedad está el sinsentido, lo que provoca que no tengamos ni idea de lo que hay más allá.
Esto se ve con claridad en los medios de comunicación, en donde ya no hay grandes artistas o científicos o políticos, sino únicamente "celebridades". Ese culto a la celebridad nunca ha sido más demencial que ahora. Pero hay que observar que en ese culto hay también algo de venganza, como en el cuento de Cortázar en que la gente devora a una orquesta sinfónica; ese es el lado oscuro del culto social a la celebridad. Lo que oculta la masa es que no le importa quién es esa persona, ya que su verdadera voluntad es devorarla: el último de los grados de la adoración a la celebridad es comérsela y pasar a la siguiente. Hay una antropofagia, una parte muy siniestra en ese culto a la celebridad, a pesar de que todo el mundo tiene a esa figura como meta.
B.: En el ensayo sostiene que Nadie tiene dos cuerpos: el físico y el lenguaje, ¿cómo llega a esa conclusión?
D.G.D.: Intenté hacer un libro lo más conciso posible que no derivara en academicismos y por tanto tuve que usar generalizaciones. Por eso digo que en Nadie existen el cuerpo físico y el segundo cuerpo, que es el lenguaje. Los dos son reales, y en eso se basan en parte las teorías del constructivismo social, una idea que me interesa mucho y que sostiene que construimos la realidad a través del lenguaje, y no sólo la realidad social sino también nuestra realidad personal. Sin embargo, el lenguaje, un atributo esencialmente humano, es una de las mecánicas más contaminadas por el poder social, que nos orilla a crear una apariencia de nosotros mismos que sea tan sólida como un objeto. La materia es nuestro único dios tutelar.
B.: Sin embargo, sostiene que el lenguaje es también una vía para llegar a ser Nadie...
D.G.D.: Todo es bipolar en este ensayo, puesto que el lenguaje puede servir para sumirte en ese engranaje pero también puede ser lo contrario. Y he ahí lo subversivo y lo que explica que el gran territorio de Nadie es la poesía, que te permite construir desde cero tu segundo cuerpo, y a partir de éste, el primero, a nivel metafórico. Creo que si te acercas a la poesía hay en ella una posibilidad única de exorcizarte de falsas personalidades. Por ejemplo, hace poco leí una frase extraordinaria: "El que está solo no tiene personalidad". Es una observación clarísima de la imposición de la realidad social en la que vivimos y que soslaya la pregunta "¿quién soy yo?"
Cuando estás solo ya no es necesaria la personalidad: al entrar en tu casa o en tu cuarto la dejas en el perchero como si fuera un abrigo. Y entonces, si yo no soy mi personalidad, ¿quién soy? Aquella frase nos ayuda a entender que lo que llamamos "personalidad" no es sino una herramienta de mi yo que me permite interactuar con otros. Una hechura cultural, social, una cosa que aprendemos a usar como cualquier otra herramienta. Y entonces ¿qué soy yo? Puede decirse que cuando estás solo lo que tienes es identidad. Pero entonces puedes darte cuenta de que la "identidad" no es sino otra herramienta de mi yo, igualmente aprendida, y que me permite interactuar conmigo mismo cuando estoy solo. La pregunta sigue activa: ¿qué es yo?
Entonces la poesía te dice que Yo es un proyecto abierto, un desafío, un reto; por lo tanto, no es un hecho que viene implícito en el nacimiento. Esa es la enseñanza del poeta, que crea y construye el mundo desde cero a través de la búsqueda de su Yo. Y ese es un reto y una obra de arte, pues uno se va creando al igual que una pintura, una escultura o una novela. La máxima obra de un artista es sí mismo. A eso me refiero cuando digo que la salvación puede estar desde luego en la poesía, pero la poesía entendida no como género literario sino como la esencia de todas las artes.
B.: En su análisis se percibe un interés por la lingüística como punto de partida, incluso llega a hacer afirmaciones que son muy valientes por su rotundidad...
D.G.D.: Sí, y bien sé que los especialistas de distintas áreas del conocimiento me van a
decir estoy alucinando, y lo acepto. Pero no pretendía trabajar desde el academicismo porque creo
que eso es la muerte del conocimiento, que para mí es unidad y no separación. Esto se expresa en
todos los niveles; por ejemplo, en una parte del libro hablo de cómo se ha llegado a odiar el
colectivismo a raíz de la aparición del nazismo, que provocó que todo lo que fuera colectivo
se proscribiera y se volviera aterrador, como sucedió poco tiempo después con la aparición
del comunismo. Es decir, todo lo que es colectivo se vuelve sospechoso, se destierra de la
vida social y se sataniza a favor del individualismo, que implica encerrarte en una isla con
los "tuyos" y separarte de la humanidad. Y es ahí en donde resulta vital el gran llamado de
Nadie, que es un vaso comunicante que te permite sentir que ante todo eres humanidad.
Sólo Nadie puede pronunciar aquella máxima del médico latino Terencio: "Nada de lo humano me es
ajeno". Cuando eres "alguien" según las normas sociales, te vas separando de lo humano: amas a
unas cuantas personas, y te comprometes sólo con ellas: el resto de tu humanidad se te vuelve
ajeno. Por eso en la figura de Nadie lo que más miedo suscita es la colectividad y que
encuentres dentro de ti la resonancia de lo humano. Y no sólo de lo humano, porque
entonces ya no sólo amarás a tu mascota sino a todos los animales sin excepción; no
sólo a las plantas de tu jardín o de tu ventana sino a todo el mundo vegetal; no sólo a
la materia de tu casa sino a todo el reino mineral: la casa de Nadie es el planeta entero,
el universo entero. La construcción de ti mismo desde cero comienza cuando en verdad
resuena en ti todo lo humano, de todos los tiempos y lugares, cuando vives el dolor humano y
lo haces tuyo, cuando eres en verdad un vaso comunicante.
B.: Incluso llega a afirmar que el lenguaje del poder se basa en la utilización de la voz pasiva para imponerse...
D.G.D.: Así es. La autoridad política, religiosa o social se basa en la voz pasiva, que no tiene un enunciador identificable: es el origen de frases como "se prohíbe", "se dice", "se piensa" (y no "prohíbo", "digo", "pienso") o sentencias similares que suenan como grandes juicios supraindividuales y rotundos. Y aquí el poder se atribuye las potencialidades de la figura de Nadie desde la figura de la divinidad, es decir que se baña del poder divino a través de la voz pasiva. Las "celebridades", los políticos o los líderes religiosos se visten con los ropajes de la divinidad, puesto que se alimentan de lo mismo de que se alimenta un santo o un profeta: de fe. En esa "fe" se supone que estas personas son puentes entre Dios y los hombres para que éstos no se sientan tan solos, tan abandonados por Dios. Pero ahí están otra vez los dos polos de Nadie, ya que Nadie también es Dios.
B.: En una parte del ensayo también se refiere a la opresión del indígena, otra vez a través del lenguaje...
D.G.D.: Es el caso del Nadie despojado de su colectividad. Todo pueblo indígena ha sufrido
permanentes ataques contra su raíz colectiva bajo la idea de que para que sean útiles deben cambiar
de identidad y de raíz; en el caso de que no puedan o no quieran, se les hace desaparecer. Vivimos
una época en la que todos los pueblos indígenas, todas las raíces milenarias están siendo aniquiladas.
Oriente se está occidentalizando a una velocidad pasmosa, las etnias y sus creencias cada día son
más vistas como simples supersticiones, supercherías, exotismos o folclorismos. En México es muy
claro: el carácter individual y colectivo de los indígenas, con sus raíces, tradiciones y
sabiduría, está siendo extirpado con el cuidado de un cirujano. Y en esas etnias hay un Alguien que haría palidecer hasta lo ridículo al "alguien" que te propone la sociedad; esas ideas de progreso, evolución y desarrollo son fantasmas ilusorios de la modernidad de Occidente.
B.: ¿Y esta situación de opresión a dónde nos está llevando?
D.G.D.: Si no hacemos nada y no hay una subversión que parta de los terrenos del alma hacia
los de la cotidianeidad, no creo que vaya a pasar nada positivo en la humanidad; iremos hacia un mundo
maquinal y sin alma, puesto que vivimos en una época en la que al mundo se le están extirpando hasta
las últimas gotas de alma para sustituirla por valores funcionales. Lo más terrible es que esto se
hace a través del lenguaje, y lo vemos a cada minuto con los políticos. ¿Qué hace un político,
cuál es su función? Un arquitecto diseña casas, un médico atiende enfermedades, mas un político
lo único que hace es declarar, y además declarar frases huecas. Hay que tener mucho cuidado
porque el discurso político/económico nos está virtualizando y obligando a vivir en edificios
de palabras falsas que nos hacen perder nuestra vida interna y servir a intereses que no son
nuestros. En realidad, el poder nos somete a todos a un anonimato brutal; no sólo no tenemos nombre
sino tampoco tenemos características profundas.
Texto, Copyright © 2003 Armando G. Tejeda.
Todos los derechos reservados.
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