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Music-a
PREFUSE 73 - One Word Extinguisher
[Warp Records, 2003]
Por Eric Gamboa
A partir de este álbum, Scott Herren ha comprobado con vasta perspicacia
que pertenece a la turbia hegemonía del nuevo hip-hop. Ni Shadow, ni Vadim, ni Krush, ni Spooky, ni
RJD2, o cualquiera de esos pincha discos/presiona botones había logrado mantenerse tan alto sobre el
difícil dominio de este género como Prefuse 73, quien además de haberlo asaltado con sus samplers y
ordenadores, lo ha triturado con la filosa y delgada punta de un bisturí callejero. Chip-chip-chop,
chip-chop, ¡boom! MC's artificiales que sufren de hipo crónico y se vuelven en un instrumento,
líneas de bajo tan rudas y musculosas como cualquier rapero maldito del Bronx o Compton; armonías
que destilan nubes soul y sudan jazz; One Word Extinguisher es un disco en el que viajan ritmos
exquisitos dentro de un automóvil convertible al lado de cuatro chicas en bikini cubiertas de
Hawaiian Tropic por algún boulevard de la ciudad más puta del mundo: Miami.
One Word Extinguisher no sólo está compuesto de hip-hop inteligente y atmósferas
esplendorosas, también incluye pistas con clicks & cuts como base rítmica sin caer en la soberbia
de la nueva oleada de laptop-productores pusilánimes de alrededor del mundo. Además de la reinvención
absoluta de géneros tan desdeñosos como el trip-hop y el nu-bop, este joven productor de Atlanta
ha tenido las agallas para poner a temblar a Mike Paradinas, ya que ha tomado el susodicho sample
de "human beatbox" (que no es más que la simulación de percusiones con la boca) para dar vida a
Busy Signal, una de las canciones más asombrosas del disco, cosa que µ-ziq ya había intentado hacer
años atrás pero no le funcionó. Este LP contiene veintitrés canciones y desde el momento en que
insertas el disco y presionas play, comienza la guerra.
Con colaboraciones de gente como Mr. Lif de la Def Jux, Daedelus de Plug Research,
y Tommy Guerrero entre otros, Herren, quien además de trabajar para artistas como Seely, Phoenecia, Push Button Objects, y Erlend Øye, le sobra tiempo para participar en proyectos laterales como Delarosa & Asora, y Savath + Savalas, nos presenta de nuevo uno de los mejores discos del año hasta ahora.
Para los que comenzaban a dudarlo, con la reciente producción de este álbum parece que Warp jamás envejecerá, al mantener esos oídos tan refinados y llenos de visión auditiva, es fácil adivinar que a este imperio inglés de la electrónica moderna le quedan a-ñ-o-s de vida sobre las alturas de los rascacielos más valiosos del mundo.
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EARLY DAY MINERS- Jefferson at Rest
[Secretly Canadian, 2003]
Por Eric Gamboa
Desde los tugurios de bandas como los míticos Red House Painters, Low y
Nick Drake, reaparece Early Day Miners con su Jefferson at Rest, un exquisito álbum que bien podría
ser la representación sonora del tormentoso, pero a su vez placentero, acto del flirteo, de la
prolongación del placer anímico hasta la entrega mutua de ese músculo tan perverso llamado
corazón. Daniel Burton, Rory Leitch y Joe Brumely, han tomado la fórmula de géneros tan frágiles
y sobrevaluados como el slowcore y el folk por las alas, cual pájaro urbano dispuesto a emprender
su primer vuelo sobre los terrenos más sinuosos y mordaces de la ciudad más fría del orbe. Con
Jefferson at Rest los Early Day Miners han reintegrado el erotismo y la elegancia que le había
sido arrebatada drásticamente al rock por las garras del mainstream y la dudosa eficacia del
supuesto garage dosmilero.
Escuchar las siete admirables canciones compuestas por esta agrupación de Bloomington,
Indiana, puede llegar a ser un acto esplendoroso y adictivo que requiere de valentía y pasión
por la eterna búsqueda de la satisfacción física dual, especialmente cuando se llega a Mccalla,
que no es más que ese momento en el que se observa al techo en silencio, respirando y gozando del calor
de vuestra pareja; o cuando aparece Into Pines, canción en la que uno comienza a ser
manipulado por las horribles cortinas rojas del sueño y se pierde en las cavernas de lo irreal y
el infinito; pero nada de esto se compara con las múltiples emociones que Cotillion dispara
desde su inicio, porque todo aquél que padece de corazón débil, se verá envuelto en una situación
difícil de resistir en tales condiciones.
Jefferson at Rest es la excursión intimista entre dos miradas a las profundidades del
ser, es el choque mortal y estrepitoso de los labios y el alma, el cosquilleo del tacto sobre
la piel más suave de todas, es una excavación perseverante entre dos individuos al borde de un
abismo orgásmico etéreo. Early Day Miners ha devuelto el erotismo y la elegancia al rock de
manufactura altamente emotiva, cosa que parecía haberle sido arrebatada a golpes años atrás,
cuando componer música era una necesidad humana y no monetaria.
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THE NEW PORNOGRAPHERS - Electric version
[Matador/Everlasting Records, 2003]
Por Claudia Ortíz
Hay grupos que por alguna extraña razón no reciben la atención que
deberían por parte de los medios y el público. Los New Pornographers pertenecen a ese tipo de
grupos. Hay discos que tienen todo para engancharte a la primera escucha. Electric version es
uno de esos discos. Tras Mass Romantic, su prometedor y sorprendente debut en el 2000, los de
Vancouver regresan con uno de los discos más brillantes, alegres y redondos del año. Un disco
perfecto para el verano, que transporta a aquellos años en los que los pioneros sellos americanos
eran traficantes de emociones y fabricantes de sonrisas. Cuando los Pixies, Velocity girl,
Lemonheads y Yo la Tengo eran la banda sonora para gente cuyo uniforme eran unos vaqueros,
camisetas y doc martens, algo que no es de extraño ya que la banda nació en 1997. Electric
version es un álbum de power pop redondo, con arreglos precisos, con armonías que recuerdan
a los Beach Boys (parece que hay un revival global de ese optimismo costero), con ba-ba-ba's,
pa-pa-pa's y vocales como la "u" protagonizando muchas de las letras, que para qué negarlo no
son ningún tratado filosófico sino todo lo contrario. Algo que no importa realmente porque sus
tres voces, Carl Newman, Neko Case, y Dan Bejar, tienen una "coreografía" impecable y una receta
infalible para componer canciones a las que sólo se les puede adjudicar un adjetivo: bonito. Hay
tantas joyas en este disco que es incluso difícil escoger para recomendar, sabemos que es costumbre
hacerlo llegado a este punto de la reseña, pero no lo haremos. Primero, porque somos enemigos de la
rutina, segundo, porque un tele evangelista canadiense afirma que la música es la nueva pornografía
y no queremos que nos censuren, y tercero, porque es un álbum que debe escucharse de principio a fin.
Algo se mueve en Canadá, y afortunadamente no sólo nace ahí música como la de Avril Lavigne.
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MOGWAI- Happy Songs For Happy People
[Matador, 2003]
Por Eric Gamboa
Irónicamente, Mogwai ha titulado a su nueva
producción Happy Songs For Happy People, vaya que era broma, porque si a esto le llaman
felicidad, este sexteto de Glasgow debiese verificar si lo que están consumiendo son realmente
antidepresivos y no otra cosa, porque más que música alegre para gente ligeramente sana parecen
cantos de cuna para bebés fríos y sin padres.
Lo increíble de esta agrupación es su capacidad de hacer llorar a los instrumentos, en sus canciones literalmente se puede escuchar el llanto de cada una de las guitarras, pareciera que éstas caen en rodillas y ruegan a gritos por ser apagadas, mientras que voces filtradas por efectos especiales impregnados de tristeza, arpegios que salpican lágrimas, y atmósferas agrias que abrazan a los bichos más sucios de nuestros oídos, se van drenando à la Hitchcock lentamente hacia el triturador overdrive tan característico de esta banda escocesa.
Aunque Happy Songs For Happy People está lejos de alcanzar la calidad del épico Rock Action, no deja de ser un álbum imprescindible, y es que a diferencia de bandas que han utilizado la misma fórmula en sus producciones durante ya varios años por su escasa creatividad y honestidad artística, hay bandas como Mogwai, a las que se les permite repetir su técnica una y otra vez por la excelsitud de la misma. Mogwai es amor del que hiere hecho música, si padecéis de alguna de esas adicciones posmodernas al dolor introspectivo, no esperéis a que vuestra chica os parta el corazón, dejad que Mogwai lo simule todo.
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