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Entrevista a Carlos Monsiváis: "No sólo lo fugitivo permanece y dura".
por Xavier Gómez
Vino, vio y venció a la indiferencia de Santiago, la ciudad del
exitismo aletargado frente a las ideas y la autocrítica. A fines del año pasado, el marco de la
Feria Internacional del libro, quiso presentar su Catecismo, libro editado por Lom en una versión
criolla, accesible al grueso público y quizás un primer intento por acercar el lector común a uno de los pensadores mexicanos más agudos. De mirada esquiva y rostro compenetrado, Carlos Monsiváis (63), pertenece a un fenotipo en extinción: aquel que extrae del éxito y la fama sólo la sustentación básica para sobrevivir y seguir escribiendo, manteniendo siempre una distancia prudente del marketing y la farándula de los honoris causa. Nos recibió un lunes por la mañana en su hotel, para hablar de México, de América y sus mitos, de las esperanzas y frustraciones derivadas de una historia común, inmersa en una globalización resquebrajada tras los atentados en EE.UU.
BABAB: Carlos, en apariencia, Nuevo Catecismo para Indios Remisos se nos muestra como un libro inclasificable; como una serie de cuentos breves e irónicos, evocaciones nostálgicas y poéticas del credo invasor hacia un pueblo y una cultura finalmente doblegados por la fe católica monoteísta. Cómo y por qué concebiste esta obra...
Carlos Monsiváis: Mi intención básica era filosófica. También quería divertirme, aunque no a costa de la religión sino a costa de mi visión tan lejana de lo religioso. Por ejemplo, yo nunca he participado del monoteísmo guadalupano mexicano: para mí, aquello era lo distante, el horizonte de la incomprensión y todo lo que me llegaba de él me parecía solemnemente increíble. Siempre había pensado en un método de acercamiento y encontré este método de acercamiento en la fábula o el cuento que, en la medida de lo posible, reprodujera el lenguaje en que se expresaban obispos y virreyes a lo largo de la Colonia. Pero no hay una intención poética - según creo -, existe más bien una parodia de lo poético, pero no una intención. Por lo demás, todo el tiempo estoy "dándole" al lenguaje ceremonial litúrgico... En fin, esa fue mi intención aunque no pueda calificarla porque desconozco los resultados.
B: En cambio, nosotros como lectores sí podemos...
C.M.: Tú como lector puedes hacerlo y te lo agradezco pero, como autor, yo tengo que recatarme para no precipitar lo que posiblemente no esté dicho. Es por eso que el idioma litúrgico ceremonial me era imprescindible, y ese lenguaje siempre tuvo pretensiones poéticas. Mi idea era recuperar un virreinato imaginario y personal, donde todo lo referente a la penosa carga penitencial se tradujera como anticipos del show-bussines.
B: Nos llama la atención esa fatalidad concatenada al destino del hombre y/o la mujer
originarios, cuando uno de ellos proclama: "Nunca - por cuestión de epidermis - se me verá sentado a la diestra de Aquél (Dios) que, en esta época, nos ama a todos sin exclusiones, pero jerarquiza su afecto". Sin embargo, con el transcurrir de los siglos son los pueblos originarios los que se sientan a la diestra, para salvar a la Iglesia. ¿Será por razones de simple acomodo?
C.M.: Para la Iglesia católica, el pueblo originario es una de sus columnas demográficas cada vez más importantes. También lo es América Latina en su conjunto para el Vaticano. Con todo su analfabetismo religioso, este continente sigue siendo una base maravillosa de sustentación, tanto por la piedad de las limosnas que se multiplican como por la capacidad de estar siempre allí, reunidos por millones en cada visita del Papa. Esto no quiere decir que la visión sea de estrictas lealtades - como solemos decir -, porque el crecimiento de otras visiones religiosas es muy notable. Aquí en Chile, sin ir más lejos y en un simple recorrido por sus calles, he visto un crecimiento del protestantismo y la religión evangélica que no recuerdo haber visto hace 10 años. Pero lo que sí existe es una cultura católica de la inmersión en el rezo como comprensión de lo cósmico. Eso sí está muy presente. Y las causas de las deslealtades en los feligreses derivan probablemente de un clero católico incapaz de sustraerse de un catecismo añejo y distante. Por lo que éste se ha detenido muy sólidamente ahí y el único intento de ponerse al día se refleja en experimentos frustrados como la Teología de la Liberación que, en los años 80, no sólo no han prosperado sino que se han visto acosados y sometidos, reducidos a su mínima expresión por la fuerza de los obispos conservadores.
B: Pero los evangélicos, en el caso nuestro, parecen más próximos de lo popular, del pueblo.
C.M.: Más directa que en los católicos, no lo concibo. Por ejemplo, la relación con lo popular de los guadalupanos (los creyentes en la Virgen de Guadalupe) es absoluta. Aunque son sólo populares en el sentido de "masas" más que con la idea de comunidad, que sí es el caso de otras religiones que han salido al paso. Éstas, desarrollan prácticas comunitarias quitando las congregaciones y las sesiones catequísticas. En cambio, en la Iglesia Católica ha surgido un distanciamiento de lo comunitario, o por parte de la jerarquización tan rígida de la Iglesia, esto no está dentro de sus planes prioritarios.
B: Por otra parte, los acontecimientos de Chiapas surgen como un cúmulo de reivindicaciones intempestivas, una suerte de "ataque sorpresa" al Establishment mexicano, aunque sin mayores víctimas que lamentar como en N.Y. el 11 de septiembre pasado. En un momento dado, esta no-violencia activa podría inclusive revertirse. Entonces, ¿Qué consecuencias acarrearía en los demás pueblos originarios?
C.M.: Perdón, sí hubo violencia, con alrededor de 250 muertos, la mayor parte rebeldes y también hubo bajas entre los soldados del ejército regular. Pero, es cierto, desde el 10 de enero de 1994 no se dispara ni un solo tiro. Además, no fue un ataque al Establishment, aunque sí en primer término un rechazo al Gobierno de Carlos Salinas de Gortari. El centro de la rebelión zapatista fue contra la presunción de que México era un país sin racismo. Eso es lo que se golpeó centralmente: vimos y seguimos viendo que la ciudad de México es una sociedad muy racista, con una serie de trucos y autoengaños y que, si no se atiende la realidad de once millones de personas que están siendo objeto del peor racismo, o que si los cuarenta o cincuenta millones más, que participan de la constitución étnica de los indígenas, no son atendidos y siguen siendo víctimas del racismo, no habrá nación posible en ninguna parte.
Por ende, el movimiento zapatista, - y para mí es una de sus cualidades básicas - ha sido un movimiento de inclusión, no de segregación ni de separatismo alguno. Los indígenas quieren integrarse a la Nación. Su pretensión, en la medida que se dé un desarrollo más continuo de la conciencia organizada, es que los pobres se agreguen a la Nación, y para que esto ocurra se necesitan condiciones de mínima justicia social, condiciones que actualmente no existen. Entonces, o integramos los pueblos originarios y sus movimientos, como el zapatista, aquellos emergidos en Chile u otros, ampliando el concepto de nación restringida y clasista, o desencadenamos una violencia continua irremediable... Esto sucederá inevitablemente dado el desastre económico del Continente y los volúmenes crecientes de su población.
B: ...Con las consecuencias fáciles de prever para el resto de los países, de no lograr cooperación ni acuerdo alguno.
C.M.: Yo creo que sí lo lograremos, en la medida que sea una cooperación no violenta. Definitivamente, no creo en la violencia ni siento que los bombardeos en Afganistán estén solucionando algo. Pienso que la acción terrorista del 11 de Septiembre fue francamente abominable, como también los es toda represión enmarcada en una guerra sucia, como ha sucedido en Latinoamérica en estos últimos 30 años. Esto prueba hasta qué punto la violencia ha desintegrado, más que las comunidades y sus tradiciones, la posibilidad que nos constituyamos en un orbe civilizado. Por eso me ha importado mucho el movimiento zapatista, mientras esté alejado de la violencia, ya que así debería obtener grandes resultados.
Ahora, en honor a la verdad, la situación actual es lamentable: no hay salida ni para los zapatistas ni nadie en México; el desplome de la economía, la ineficacia del Gobierno han hecho las cosas aún más difíciles. Y perdón que diga sólo "ineficacia del Gobierno", porque el término a ocupar debiera ser más duro. Pero mi patriotismo me obliga a callar ya que estoy fuera de México. En fin, uno se vuelve muy pesimista frente al futuro inmediato.
B: "El Pueblo es la furia del mar en movimiento y su huella notoria es (...)
evolucionar sin modificarse en lo mínimo"1. Aquí nos enfrentamos a una aseveración algo frustrante para los pueblos emergentes. Cómo lo ves tú...
C.M.: Bueno, no es una frase mía, es más bien una frase donde yo intento resumir la visión
que tienen algunos escritores de los pueblos, a lo largo del siglo pasado. No es que yo la suscriba
especialmente. Sólo intento definir un tipo de literatura realista en la que el pueblo desea verse
reflejado como en un espejo. Es la observación respecto de un tipo de literatura, donde no pretendo
adoptar una posición personal.
Además, no creo que sea cierta. Pero, la única forma de concretar una literatura de épica, era
considerar al pueblo de esta manera. Y esto lo afirmo en un país cuya tradición literaria tiene
muchísimo que ver con la épica, reflejada en muy distintos tonos: la muy evidente de Neruda
y su gesta del Canto General, la épica de la ternura en Gabriela Mistral o aquella desmedida de Pablo de Rokha y Vicente Huidobro... todos ellos responden a la idea de que sólo en la elocuencia, la exaltación, "la furia del mar en movimiento", el pueblo puede reconocer sus grandes potencias y frustraciones. Cabe recordar, por ejemplo, que nos tardamos mucho en aceptar que el Pueblo era importante en las urnas.
B: En la cultura de lo popular existiría un eterno querer ser y no poder, reflejado en la Ciudad y sus hitos, tales como las estrellas de cine y TV, los cantantes... Todos fenómenos de masas que satisfacen esa necesidad en las clases populares. ¿ Hay algo de malo o nefasto en esto, tomando en cuenta que son meros referentes temporales, susceptibles de desaparecer?
C.M.: Por el contrario, me parecen referentes extraordinarios. Más aún, te diría que la última referencia poética entre aquellos inmensos sectores que jamás la leen es la canción, y de ahí surge un José Alfredo Jiménez que, en el caso de México, aporta una poesía desolada, sin valores literarios, pero con una intensidad que hace las veces de compensación estética. Creo que el cine, por otra parte, a través de su galería de rostros estimula arquetipos definitivamente importantes. Yo no calificaría negativamente todo, aunque tampoco lo exaltaría. Ciertamente, los productos de la televisión son reflejos de una sociedad. Pero me aburren o ni siquiera los tomo en cuenta. Mis amigos tienen que avisarme todo el tiempo qué está sucediendo en la pantalla. Porque no lo percibo de manera natural, aunque no quiere decir que esto no exista y tenga fuerza. Lo que he pretendido, en todo caso, es poner una atención en estos fenómenos de masas sin jerarquizar, y dejar que se jerarquicen ellos mismos, que la descripción sea a su vez un método valorativo. En mis crónicas no intento un juicio de valor a priori que sí intentaría, por fuerza, en el ensayo.
B: Roger Caillois definió en parte los mitos del hombre en Occidente. Cabe preguntarse si, en varios de sus libros, Carlos Monsiváis intenta perfilar aquellos de nuestro continente...
C.M.: No de una manera tan categórica ni con una actitud de policía mitológico pero, de alguna manera, tampoco lo puedes evitar. Mas no soy el único. Tomás Eloy Martínez, escritor al que admiro, en Santa Evita y la novela de Perón se refiere a uno de los mitos de su país más relevantes. Otro, como García Márquez, vio que no estaba constituida la mitología de la Región de Colombia, donde él se crió, entonces escribió Cien años de soledad, que es sin duda un acto de reparación mitológica en una de sus posibles interpretaciones. Finalmente, más acto de mitología intencional que el Canto General no conozco.
Entonces, en la modestia de mis condiciones, sí me interesa abarcar el mito. Y, desde luego, los dos grandes mitos del Siglo XX en México. Aunque me fueron inalcanzables porque requerían de un esfuerzo historiográfico que, por preparación profesional y por tiempo no podía lograr. Emiliano Zapata y Pancho Villa.
B: A propósito, hablemos un poco de los hitos y mitos revolucionarios latinoamericanos. Fidel, el Che, Sandino, Villa, Allende, etc. Más allá de las causas y razones históricas o geopolíticas, ¿representan éstos, acaso, episodios esporádicos en el tiempo en aras a la integración bolivariana, social y cultural de América Latina, o más bien fueron vanos intentos en busca de una identidad perdida?
C.M.: Yo no vería en ellos la búsqueda de identidad perdida salvo en el caso de Fidel Castro.Villa, lo que se propuso fue la restauración de la condición humana de los grandes; Zapata, lo que se propuso fue la adquisición de la potencia de justicia y de dominio de sus propios actos, en las comunidades indígenas, en primera instancia; el Che Guevara quería convertir América Latina en una gran metáfora de la revolución permanente; Fidel, debido a la ansiedad del pueblo cubano de poseer un líder el mayor tiempo posible, se propuso convertir su dictadura en un modelo de virtudes, con lo cual forzó un poco la realidad, doblegándola y eliminándola finalmente. De ahí los comentarios acres de los opositores a Fidel, contra aquellos que pretenden convertir la mitología en una técnica de seguridad del Estado, aplicable a discreción. Pero bueno... Pienso que Fidel ya no es un mito revolucionario hace mucho. Es más bien la encarnación de la burocracia que, a nombre de la Revolución, domina un país. Creo, en cambio, que el Che sí es un mito revolucionario - y seguirá siéndolo -, porque su muerte es la renovación constante de ese sitial. Pero su proyecto me parece terrible, en la medida que implicaba la existencia de zonas bélicas interminables como técnicas de establecimiento de la justicia. Y cuando afirmó en la Tricontinental "crear dos, tres y más Vietnam", pienso que estaba llegando al exceso en materia de visión profética; un profeta enaltecedor de las tragedias, y eso no lo concibo.
Allende, por el contrario, más que un mito revolucionario me parece una de las grandes leyendas y realidades democráticas de nuestro tiempo. Porque, finalmente y por sobre sus grandes errores, él defiende la legalidad, él muere encarnando la legalidad. Y, con su muerte, le dio a la democracia representativa un carácter épico, de la que sólo se creía capaz a la Revolución. Por eso me resulta absolutamente admirable. Todos los errores que pudo haber cometido como gobernante se los dejo a los historiadores y los chilenos. Estas apreciaciones deben considerarlas desde el punto de vista de un mexicano que ha visto el proceso de un continente. Para mí, Allende es absolutamente extraordinario porque él no pretendía instaurar una dictadura revolucionando Chile; él estaba defendiendo la Institucionalidad ante la revolución de la derecha.
Y en "las grandes Alamedas"2 habrá siempre un porvenir para todos nosotros...
B: Por otro lado, los autores y creadores parecen haber tenido un papel protagónico, en este sentido, cuando dices: " A los intelectuales y artistas se les ofrece un destino muy alto: la de oponer sus obras y ejemplos a las devastaciones del imperialismo". Pero es un hecho que esta obligación moral ha desaparecido en este nuevo siglo. Las nuevas generaciones de escritores, por ejemplo desean obviar esa función, les importa un bledo asumir una función social. Si ya no serán ellos quienes la asuman, ¿a quién le cabe la responsabilidad de hacerlo a futuro, considerando que...? (Monsiváis interrumpe).
C.M.: Un momento, eso fue antes... Tras lo hechos del 11 de Septiembre último esos autores corren el peligro de desaparecer. Como tampoco creo que, con la devastación actual, alguien pueda pretender afirmar: "¡aquí no ha pasado nada!"... Afortunadamente o por desgracia, la Historia tuvo la última palabra. Y no sólo no había concluido sino que estaba crepitando con tal virulencia que nos va a obligar a re pensar todo. Cada cual es libre de imprimir lo que se le dé la gana. Pero, igualmente, afirmo que ya no se podrá despreciar la Historia, ésta nos va a seguir penando todos los días. Además, con todos estos acontecimientos, la frivolidad se empequeñeció...
Para comenzar, nunca se había escrito con tanta profundidad e inteligencia sobre la situación internacional como ahora. Varios escritores, inclusive aquellos que no se distinguen por el carácter comprometido de su literatura, se han pronunciado respecto de estos acontecimientos de forma apasionada. Y todos los demás escritores pueden perfectamente despreciar la temática revolucionaria o una "función social", pero no podrán decir que no existe la Historia. Porque la banalidad siempre queda al descubierto. Y aquellos que banalizan sus creaciones, a nombre de su desprecio por la realidad, se darán cuenta que esa misma banalidad los volverá ilegibles. No se trata que ellos se rediman en estos hechos, pero sí de una posición frente a la literatura o al acto de escribir.
Últimamente, la literatura de mercado se ve patética, y queda en claro que no es literatura.
En Busca del Tiempo Perdido (de Marcel Proust), por el contrario, gana vigencia y
actualidad porque nos permite ejercer la inteligencia y la sensibilidad al mismo tiempo. Pero
ya nadie puede decir que esos clásicos fueron o son mejores - como algunos escritores actuales
intentan hacerlo - porque no escribieron Las Lanzas Coloradas o Ríos Profundos, o no
escriben Los de Abajo. Tarde o temprano ellos tendrán que vérselas con una gran literatura cualquiera. Lo que ha pasado últimamente enfrenta a esta nueva generación de escritores, no con el pasado populista de su literatura, sino con la gran literatura. O se miden con ella o no existen.
B: En Días de Guardar3 nos
sugieres el siguiente subtítulo en un capítulo: No sólo lo fugitivo permanece y dura. Aunque es
una clara alusión irónica al poder establecido, nos preguntamos si esta premisa responde a tu obra
y personalidad, a querer "ser" mas no "aparecer", a objeto de mantenerte siempre en el anonimato de los márgenes. Qué hay de verdad en esto...
C.M.: Es que la idea de estar desplegando y promoviendo mi ego no funciona en mí. Inclusive, en la presentación de mi libro en Chile (editado primeramente en México), dije que me parecía inconcebible presentar el mismo libro dos veces en países distintos (risas). Me muestro lo mejor que puedo en mis escritos, pero me siento indefenso para defenderlos o justificarlos en público. Por eso mismo he tenido problemas con mis editores, que insisten en elogiarme u orientar al público en las contraportadas de mis libros. Yo me niego, prefiero redactar un texto propio, exento de autoreferencias. Hay un deseo muy claro de no hacerme promoción desde la contraportada.
B: Y Roland Barthes, en sus Ensayos Críticos, lo reafirma cuando sentencia que "escribir es volverse inmediatamente silencioso; es dejar la última palabra al otro". Suponemos que concuerdas con eso...
C.M.: Bueno, sí. Siempre y cuando dejemos también a otros una grabación con tus últimos pensamientos (más risas). Porque "escribir" es dejar además tu testamento, aunque sea una primera página escrita a los 15 años. Toda obra es un largo testamento, en la medida que existe la mínima intención de perdurar en la memoria colectiva.
Cuando uno escribe, intentamos explicar lo que uno quiere decir. Pero, en mi caso personal, me siento muy desanimado al ver cuánta banalidad existe en lo que estoy diciendo, frente a la complejidad de lo que me propuse inicialmente. Porque toda síntesis empeora el texto en vez de mejorarlo, lo que te obliga a recurrir a las grandilocuencias. Y nadie seriamente escribe pensando en grandilocuencias. En resumen, lo que me propuse es interpretar el destino de la humanidad, a la luz de la trémula y pálida llama de una bomba atómica.
B: Por último, qué reflexión se te viene al espíritu cuando escuchas: 11 de septiembre de 2001.
C.M.: Simplemente el horror. Mi repudio al terrorismo es visceral debido a mi formación personal, porque estoy convencido que no hay una relación de causa-efecto entre terrorista y su acto criminal. El horror, porque estoy también convencido que la revancha ejercida contra civiles es lo peor que puede suceder...
__________________ Bibliografía de Carlos Monsiváis:
En Ediciones Era:
- Días de Guardar
- Amor Perdido
- A Ustedes les Consta. Antología de la Crónica de México.
- Entrada Libre. Crónicas de la Sociedad que se Organiza.
- Los Rituales de Caos.
- Nuevo Catecismo para Indios Remisos.
En Anagrama:
- Aires de Familia (Premio Anagrama de ensayo 2000).
En Lom Ediciones:
- Nuevo Catecismo para Indios Remisos.
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Notas:
1. Aires de Familia. Editorial Anagrama, 2000
2. Alusión a las últimas palabras de Salvador Allende, desde la Moneda
3. Ediciones Era, 1970
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Texto, Copyright © 2002 Xavier Gómez.
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