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Conversando con Agustín García Calvo: "No se puede de verdad manejar la lengua: el pueblo está siempre vivo."

por Rosario González Galicia


Hace pocas semanas nos reunimos con Agustín García Calvo1: filólogo, latinista, profesor, articulista, traductor, poeta, maestro y, sobre todo, boca por donde el pueblo habla. Y con él conversamos sobre lengua y pueblo, sobre Realidad y Cultura, sobre enseñanza y poesía. Conversamos, en resumidas cuentas, sobre la vida.

Aquí os traemos el resultado, lo más fidedigno posible, de nuestra honda conversación. Incluso, por parecernos útiles, hemos mantenido (poniéndolos entre paréntesis) comentarios accesorios, que la propia conversación a su paso iba haciendo aparecer, o indicaciones del mecanismo mismo de la grabación.

(Babab: Mira, he traído esto.
Agustín García Calvo: ¿Qué has traído?
Babab: Es lo del libro. Lo de Lalia. El epigrama en griego que viene ahí.
A. G. C.: ¡Ah, sí!
Babab: Es que te voy a preguntar lo primero sobre esto. Entonces, a lo mejor quieres tú decir la versión en español. O... Yo la voy a copiar... Hombre, allí, en la entrevista, no la puede oír la gente...
A. G. C.: No. Más bien lo que yo podría hacer era leer la versión en griego, que es la que está, en fin, en música.
Babab: Claro, si quieres...
A. G. C.: La versión en español no la hice así. Si quieres hacer eso, lo que podemos hacer es que tú lees en español dos versos y yo leo los dos versos en griego. Y tú sigues. De dos en dos.
Babab: Es que forma parte de la primera pregunta.
Babab: Bueno, ¿empezamos?
Babab: Venga, sí, empezamos.
Babab 2*: La grabadora funciona bien. Tú procura hablar un poco alto cuando hagas las preguntas, porque la tienes más lejos.
Babab: De acuerdo. Vamos allá.)

Babab: En un libro tuyo de hace unos 30 años, titulado Lalia: ensayos de estudio lingüístico de la Sociedad, ponías, a modo de presentación, un epigrama griego que -por lo que allí dices- aparecía escrito sobre la puerta del centro de estudio libre de filología que funcionó algunos años en la Facultad de Letras de Sevilla.

(Babab: La versión en español dice así. Si quieres podemos ir mezclando.
A. G. C.: Podemos hacer como te he dicho; vas haciendo dos versos en español...
Babab: Lo que pasa es que no los tengo aquí apuntados. Los dos primeros sí que los tengo. Tenemos que leerlos tú y yo de la misma hoja, ¿de acuerdo?
-Para mayor comodidad del lector, ponemos seguidas cada una de las versiones.-)


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Babab: En ese hermoso epigrama se alude a la doble cara, a la aparente contradicción que subyace en la lengua: que, por un lado, es ella la que, dejada libre, cuando es común y no tiene dueño, nos descubre los engaños de que está hecha la Realidad; pero que, por el otro, utilizada por los hombres, por los individuos, utilizada como un instrumento más al servicio del Poder y del Dinero (y, como se puede constatar en muchos ejemplos, uno de los instrumentos más eficaces), forma, teje los diversos engaños que componen la Realidad.
¿Podrías aquí aclarar una vez más eso que llevas muchos años aclarando: qué es eso de la lengua? ¿Y eso otro que tanto tiene que ver con lo anterior, pero que constantemente tratas de deslindar, denunciando la gran confusión reinante: que la lengua no es Cultura?

La lengua sigue siendo, por debajo, común, de nadie; ajena, por tanto, también, al Dinero. La razón común, la lengua común, no se compra ni se vende. Es la única cosa no natural que se nos da gratuitamente.

A. G. C.2: Sí. Esas cosas, más o menos, las seguí diciendo. Supongo que cada vez las he dicho un poco menos mal. Y tal vez lo que nos toca ahora es perfilar esas formulaciones algo. Hace mucho que no me gusta ya hablar de los hombres, y mucho menos de 'el Hombre'. Sí se habla de que la lengua, que es lo mismo que la razón -en griego no se distingue lo uno de lo otro-, sí se dice que la lengua, o razón, está sometida a un servicio que la degrada. No se puede decir que sean los hombres simplemente o el Individuo; es el Poder en astracto, y el Capital, es el Estado, cualquiera de las formas de aparición de Dios, la que de alguna manera puede cargar con la culpa de ese sometimiento, de esa servilidad. Es así como la lengua se convierte en una lengua idiomática, es decir, privada, particular, en lugar de ser lo que era, lo que sigue siendo por debajo: común, de nadie; ajena, por tanto, también, al Dinero. Las cosas que se fabrican con ella (visiones del Mundo, Cultura, Literatura y demás), ésas se compran y se venden. Todos los días lo vemos hasta qué punto a través de los Medios y de la Comunicación en general se venden y se compran cada vez más, pero la razón común, la lengua común no se compra ni se vende. Y ya ves que hasta las lenguas idiomáticas, los idiomas -con los que tenemos que contar, porque es la única manera en que la lengua común se nos aparece, a través de idiomas-, aun ésos a los niños se les dan de balde, nadie manda en ellos en principio; mientras que en la Cultura y, por tanto, en la Escritura, en la Ortografía, ahí los Señores, es decir, los criados del Capital y del Estado, pueden mandar, y mandan, y ahí introducir todas las falsedades, arbitrariedades, que desfiguran la lengua. Pero la lengua de por sí se le ha dado ya a cualquiera gratis, y es la única cosa que, siendo como es, no natural (en el sentido en que la Ciencia trata lo natural), sino artificiosa, artificial, la única cosa que, siendo una máquina, se nos da gratuitamente, a pesar de todo, y por debajo de toda la compraventa que Estado y Capital se traen.

(Babab: Sí, sobre esto de la gratuidad luego hay alguna otra cosa aquí. Volveremos un poco a ello.)

Babab: De todo el aparato de la lengua (su estructura con sus elementos y sus reglas) vienes afirmando -y con razón- que es sólo en la capa más superficial (la del vocabulario semántico), la más cercana a la conciencia del hablante (o incluso plenamente instalada en la conciencia), donde puede actuar o influir la Cultura. Pero ¿no te parece que a veces, en los últimos tiempos, también la Cultura está actuando sobre capas mucho más profundas, como, por ejemplo, en el género -asunto que, por cierto, tan de moda está y sobre el que todo el mundo opina-? Por ejemplo, hace unos 4 años (pero los ejemplos se pueden multiplicar) le oí decir en la televisión a una periodista de esas que llaman de prensa "rosa" o "del corazón" el sintagma "directoras generalas", y no hablaba en broma. Claro que, probablemente, en este caso hay que pensar que se trata de una persona culta, y que a nadie del común se le ocurriría decir semejante cosa. Porque, si un día oímos decir a la gente, como si fuese lo normal, "agua corrienta" o "luna menguanta", por ejemplo, entonces, apaga y vámonos: entonces es que ya la Cultura nos ha devorado las entrañas.
Tú, ¿cómo ves esto?

La gente habla así de bien porque no sabe lo que hace cuando habla. La lengua, de verdad, funciona por debajo de la conciencia. Los únicos sitios donde el Poder puede mandar sobre la lengua son los superficiales.

A. G. C.: Bueno, ya lo has dicho, lo principal, casi todo. Voy a intentar decirlo de una manera todavía más sencilla, más clara. La lengua, de verdad, funciona por debajo de la conciencia. La lengua no se sabe, en el sentido del saber científico, personal o cosciente. La gente habla así de bien porque no sabe lo que hace cuando habla; y, justamente cuando empieza a saber lo que hace, y trata de meter la conciencia y la nariz en la lengua, es cuando la estropea. La condición es lo que he llamado hace ya muchos años "subcosciente", en el sentido freudiano, es decir, la región adonde van a parar las cosas que se olvidan para poder hacerlas bien, es decir, que siguen por debajo funcionando, pero que no están ya sujetas al saber, a la conciencia. De manera que ahí está la diferencia esencial, porque, en cambio, las cosas de la Cultura, la Escritura misma, son coscientes, están sometidas a un arbitraje voluntario; y, aunque ocasionalmente puedan también las producciones artísticas (tocar un piano, bailar una danza) llegar a hacerse automáticas, es decir, aprovecharse de ese subcosciente, que la lengua ha creado la primera, sin embargo, están mucho más cerca de conciencia y se prestan más a manejos de un tipo o de otro. Tus ejemplos no son tampoco muy profundos en la lengua. Efectivamente, como has dicho, los únicos sitios donde el Poder puede mandar -y estropear- sobre la lengua son los superficiales, es decir, los cercanos a conciencia. Y, por tanto, lo que la gente o un particular cualquiera puede decir cuando le preguntan por su lengua o por una lengua, pues... siempre está entendiendo o el tonillo de las frases -lo que llaman mal llamado acento- o las palabras de significado, el vocabulario, por no decir los Nombres Propios, es decir, las cosas que menos pertenecen a la máquina de la lengua, que están mucho más por fuera. La distinción de género gramatical, sobre la que tanto se han debatido, muy mal, muy torpemente, los feministas, no consiste, ni mucho menos, en lo que ellos creen. Por un lado, no es efectivamente un fenómeno muy general, muy profundo. Hay muchas lenguas que no tienen género gramatical; y ni siquiera este error de los feministas, entre otros, se ha parado ante la costatación de que el inglés mismo, la lengua dominante de nuestro mundo, casi no tiene ninguno, porque ahí ha quedado reducido el género a los deícticos personales, a 'he', 'she', ambos frente a 'it', y nada más, y nada más; y no hay distinción, ni para nombres de personas ni de animales ni nada. Lo cual demuestra que ya de por sí es un fenómeno idiomático y no muy profundo. Pero, además, tampoco consiste en un artilugio desarrollado para hacer distinción de sexo. Hay otro motor mucho más profundo, que es la necesidad de la clasificación. El vocabulario, el vocabulario de palabras de significado, es inmenso, en cualquier lengua, y sobre todo es infinito, en el sentido de que continuamente están entrando y saliendo ítems, y, por tanto, nunca puede haber un diccionario completo, nunca se puede contar; a diferencia de todos los artilugios gramaticales de verdad, que son en número finito y están bien ordenados. Pero el vocabulario semántico, que, después de todo, es la Realidad misma -la Realidad naturalmente de cada tribu, de cada idioma-, ése es intratable por su propia infinitud; y todas las lenguas intentan de una manera o de otra reducir esa molestia de la infinitud por medio de una clasificación. Entonces, encontramos clasificaciones de los tipos más raros en lenguas estrañas; por ejemplo, oímos hablar de lenguas en que los nombres de cosas están clasificados entre nombres de cosas alargadas y nombres de cosas redondas...

(Babab 2: Huy eso, ¿no?)

... y cualquier otro medio de clasificación. Y, bueno, naturalmente, para lo que más sirve en una lengua como el español el género gramatical es justamente para eso, para producir distinciones, que a lo mejor usamos para distinguir entre un 'pozo' y una 'poza', un 'puchero' y una 'puchera', e infinidad de ítems que desde luego no tienen que ver nada con el sexo.

(Babab 2: ¿Qué es una 'puchera'?
A. G. C.: La 'puchera' se suele decir para un guiso en algunas de las regiones.)

Por todas partes hay infinidad, vamos. Se pueden estar creando constantemente.

(Babab: Hay una obra de éste..., de Pereda, ¿no?, La puchera, que alude a un guiso santanderino.
A. G. C.: Santanderino, esacto. Pero, vamos, no hace falta acudir a regionalismos, porque esto está por todas partes. Es como 'charco', 'charca', y demás.)

Es el uso principal que se hace de eso del género gramatical, que está respondiendo a esa necesidad de diversificación y clasificación al mismo tiempo.

(Babab: Sí, por tamaños. Como, por ejemplo, cosas como cacharros nuevos: 'aspirador', 'aspiradora'... O sea, que muchas veces se clasifican por el tamaño.
A. G. C.: Sí, sí, sí. Muchas veces se hace así, o por lo que sea.)

El caso es que el ligar eso, o más bien reducirlo, a la distinción entre hombres y mujeres es un error demasiado claro para molestarse siquiera en denunciarlo; sin embargo, persistente. Y esa persistencia tal vez merece un punto de atención, porque ahí se revela justamente que los que se dedican a esas especulaciones sobre género y relación con el sexo y demás no entienden nada de lo que es la lengua, porque justamente creen que la lengua se refiere a esas cositas superficiales de cómo es el tratamiento que se debe dar al Director o la Directora, y si hay alguna ofensa -más respecto a las mujeres- en que se diga Catedrática, o, si por el contrario, es una ofensa llamarlas Catedráticos y decirla Catedrático...; tonterías por el estilo, y cosas puramente de Sociedad y de Cultura. No tienen ni idea de lo que es la lengua. Y el error político de actitudes como ésas es que justamente se pierden, se pierden con esas menudencias y superficialidades, se pierden la lengua misma, que es el sitio donde el pueblo, sin distinción de sexos, se levanta contra el Poder establecido.

Babab: En los tiempos que llevamos aquí (y más en otras partes) bajo el Régimen Democrático, se ha producido, más que en otras épocas, el fenómeno de una especie de fascinación, encumbramiento y ensalzamiento de la lengua, como si, en cada país, nación, región en particular, se tratase de la joya de la corona que es preciso guardar bajo siete llaves o tener bien protegida en la caja fuerte del Banco Nacional. Quiero decir que se toma a la lengua por bandera de identidades nacionales y se la defiende, se la protege, se la cuida, se la mima, y también se la utiliza como instrumento de ataque contra otras lenguas, entendidas como competidoras. Sobre este fenómeno se observa por todas partes el afán de Gobiernos, Asociaciones, Partidos Políticos, etc. de protección de las lenguas minoritarias, en paralelo a la protección de especies animales en extinción, como si guardando a las lenguas en la Escuela, las Instituciones, los Libros se tratase de salvar su vida.
¿Qué consideraciones puedes hacernos respecto a estas cosas?

La lengua de verdad no pertenece a la Realidad. El Poder no puede manejar la lengua porque empieza por no poder entenderla. Los Ejecutivos de la Cultura no pueden entender la lengua.

A. G. C.: Bueno, en primer lugar, que también en este caso has dicho prácticamente todo lo que hay que decir, y lo has dicho bastante bien, como en las ocasiones anteriores. De manera que apenas puedo hacer más que apuntar en alguno de los puntos, es decir, volver sobre todo sobre lo que al principio hemos dicho de la condición de lo idiomático.

(Babab: Eso es importante, sí.)

Es esta condición la que confunde la lengua de verdad, que es la razón común, con una lengua determinada. Hay que hacer costar que la lengua común, la lengua de verdad, ésa no pertenece a la Realidad, y, por tanto, nosotros no podemos captarla ni oírla. Solamente podemos, a través de las diferencias idiomáticas entre unas lenguas y otras, reconocer algo que es común a cualquiera de ellas, una especie de gramática común que subyace a las lenguas particulares. Pero la lengua común, lo mismo que la razón, no pertenece a la Realidad. Es decir, si puede hablar de la Realidad, es justamente porque está fuera.

(Babab: Ya, ya.)

Esto conviene que quede bien claro. Bueno, sobre eso está basada la confusión, a la que ya he dedicado... Entonces, la lengua viene a convertirse en una lengua determinada, en un idioma, y el idioma es, hasta cierto punto, manejable y utilizable para las cosas que has dicho de una manera bastante clara. 'Idioma', en su etimología misma, que es la misma de la palabra 'idiota', quiere decir eso: privado, particular; se opone a público y común. Y eso lo mismo puede referirse a un idioma, tomado como lengua nacional, que al idioma particular o, como se dice en la jerga de los lingüistas, al idiolecto de una persona deteminada. Esas particularidades, esas diferencias que separan a cada idioma de lo que puede ser común a todos ellos son justamente las que el Poder puede utilizar desde Arriba, por lo menos hasta cierto punto, bastante, bastante para hacer sangrar a lo que nos quede de pueblo, al sentir esa utilización y la falsificación que con ella está implícita. Desde luego no puede el Poder, de verdad, manejar la lengua, la lengua que viene de abajo, la lengua del pueblo, que no existe, porque el Poder empieza por no poder entenderla; y, entonces, sus organismos representativos, los Jefes, los Ejecutivos, los Ejecutivos de la Cultura en especial, Académicos, Profesores y demás, no pueden entender la lengua. Tienen que confundirla con otras cosas que ellos pueden entender. Es muy raro que hasta incluso un gramático o un lingüista sea capaz de desprenderse lo bastante de esta tendencia como para reconocer de verdad lo que está latiendo de común en cada lengua particular, debajo de cada lengua particular. Así que lo que manejan es lo que pueden entender. ¿Qué pueden entender? No pueden entender la lengua, pero pueden entender la Escritura. Entonces hacen las pifias que sabemos que el Poder ha hecho con la Escritura, desde siglos, especialmente en las culturas más desarrolladas. No hay una ortografía más traidora y más desastrosa que la del Inglés o el Francés o, en menor grado, el Español. Pero es una perpetua traición a la lengua hablada; una perpetua traición a los fonemas, a las prosodias y a todo lo que en la máquina de la lengua viva está sonando, si se pudiera oír.

(Babab 2: Y el lenguaje periodístico también, ¿no?.
A. G. C.: Empieza por ahí.
Babab 2: En general.)

Primero esa traición. Luego, naturalmente, ¿qué más pueden entender, aparte de la Escritura, es decir, de imponer una manera de escritura que traiciona a la lengua? Pues pueden entender esa parte superficial que hemos dicho, es decir, el vocabulario, el vocabulario, incluido hasta el uso de los Nombres Propios; y ahí pueden imponer leyes, ahí pueden imponer leyes. Es muy ridículo, pero significativo, en el caso de los nacionalismos lingüísticos, que en todos estos decenios están manteniéndose en esa lucha, que una de las cosas en la que empezaron por fijarse los nacionalistas eran los Nombres Propios, que ni siquiera pertenecen a una lengua.

(Babab: Eso es.)

Es decir, que habría que suponer que decir 'Londres' o decir 'París' es una especie de castellanismo que les imponemos a los nombres verdaderos de las ciudades; y que lo mismo que eso hacemos cuando decimos 'Lérida' o cosas por el estilo. Eso prueba hasta qué punto llega el desconocimiento, la ignorancia, pero ignorancia siempre revestida, de un saber falso, del que estos nacionalismos se sirven. Se ocupan justamente de las cosas que menos pertenecen a la lengua. ¿Cómo van a ocuparse de la gramática de la verdadera lengua, si ésa ni siquiera pueden entenderla? No pueden entrar más adentro de esas cosas, y las manejan.

Bueno. Sin embargo, como antes decías, lo que puede hacer de mal sobre la lengua es lo bastante importante para que el pueblo sangre, porque pueden, efectivamente, por medio de la Escuela, es decir, a través siempre de la Escritura, o de los otros Medios, que son simplemente la escritura desarrollada, vamos -no vamos a distinguir ahora entre la escritura, en el sentido más tradicional y viejo, y las imágenes de la Televisión o el uso de los Medios, como la Internet o los Ordenadores en general-. Por medio de, a través de lo que no es la lengua, sino escritura, con todos esos desarrollos que hemos dicho, pueden llegar efectivamente a establecer una cierta uniformidad, que no es natural, ni mucho menos. Las lenguas en un vasto ámbito nunca son uniformes, en el estado natural. Pueden llegar a imponer una cierta uniformidad por medio de la Escuela, que llegue justamente hasta las fronteras que se desee que llegue..., a las fronteras de los Estados. Y con esa unificación, efectivamente, producir la impresión de que la lengua es toda una, en todo el ámbito del Estado. Y naturalmente, junto con eso, pues esforzarse por practicar todos los vicios de purismo y cosas por el estilo de cada lengua, que son todo actuaciones típicas de quien no entiende lo que es lengua.

Tengo que volver sobre el principio. Sin embargo, no hay que olvidar que nunca en la Historia la lengua, de verdad, ha aparecido; siempre ha aparecido en forma de diversidades. Esta actuación desde Arriba, este manejo desde Arriba a través de la Escritura y la Escuela siempre, lo que hace es convertir esas diversidades, continuas, de valle a valle, de río a río, en una situación supuestamente natural, convertirlas en diversidades que abarquen grandes espacios idiomáticos, uniformados, como el Poder lo necesita: no es más que eso. A lo más que puede llegar el Poder es a maravillas como la resurrección de una lengua muerta...

(Babab: Eso te iba a preguntar después. Precisamente.
A. G. C.: Te lo ahorras, te lo ahorras ya.
Babab 2: Te lo ahorras.)

como lo que hace unos 50 años se logró, generalmente a través de la Escuela, a través de las escuelas y de la escritura, cuando la fundación del Estado de Israel; y hazañas cercanas, como, efectivamente, no voy a decir la resurrección, pero desde luego sí la elección de un dialecto para la unificación, que se ha practicado con el vasco, a través de las ikastolas, y de la escritura y literatura también. Hasta ahí pueden llegar. De manera que ésta es la contradicción: no se puede de verdad manejar la lengua, el pueblo está siempre vivo -dicho de otra manera-. No se puede de verdad manejar la lengua. Pero se puede hacer mucho malo sobre ella a través de la Escritura y de la Cultura en general. Y eso es lo que hemos descrito entre tú y yo un poco.


Babab: De todas maneras, aunque ya has aludido bastante a ello y quizá no haga falta mayor respuesta, voy a hacerte la siguiente pregunta, por si acaso alguna cosa... Que es así.
Relacionado con lo anterior, encontramos un caso muy llamativo y paradigmático: el "rescate" del hebreo a partir de la escritura, especialmente a partir de los textos sagrados; o sea, su puesta en marcha como lengua común de los judíos, que, además de reunirse, tras la diáspora, en la patria que consideran común allá por 1948, vuelven los ojos a la lengua escrita de sus antepasados y la convierten en su seña de identidad por antonomasia.
En el caso de España, algo parecido ha ocurrido con la creación del "batúa", a partir de las muy variadas y diferentes hablas locales vascuences. Este "batúa" o "común" es una lengua que se crea artificialmente en laboratorio hace aproximadamente un siglo, cuyo impulso y expansión se fomenta desde el inicio de nuestra Democracia, y que hoy día supone una de las partidas en que más gasta el Gobierno Vasco.
¿Te parecen casos semejantes? ¿Encuentras que estos fenómenos se producen por la misma causa? ¿O encuentras que obedecen a causas y orígenes muy distintos?
Y tal vez no tengas mucho más que añadir que lo que has dicho antes. Pero, por si quieres decir algo al respecto.

A. G. C.: Sí, efectivamente, yo he dicho ya bastante, y tú también; especialmente respecto al caso del vasco unificado, tú también has dicho más de lo que yo había dicho. Así que, quede ahí. Únicamente respecto al hebreo, tengo que recordar que efectivamente lo decisivo fue la creación del Estado, es decir -esto es importante-, del Estado de Israel. Porque hasta entonces, efectivamente, el hebreo siempre ha estado, más o menos, resucitado como lengua ritual y como lengua artística; por ejemplo en la Edad Media, y especialmente entre los judíos andalusíes, hubo un florecimiento de una poesía en hebreo que, más o menos, imitaba a la poesía en árabe y que se hacía sobre una lengua que no se hablaba desde muchos siglos antes, porque el hebreo ya en tiempos de Jesucristo no se hablaba. Jesucristo hablaba más o menos el arameo -como tú sabes- y el hebreo había quedado reducido a lengua del rito sobre todo. Pero las comunidades judías, en la diáspora, en la dispersión, habían desarrollado otras formas, es decir, adoptando y a veces hablando, las lenguas de los sitios en donde unos y otros habían caído, sobre todo con el caso del yiddish y con el caso del ladino, de los judíos españoles. De manera que la hazaña de mantener el hebreo en vida era secular, pero se le había mantenido como restringido, en usos rituales o poéticos, de la misma manera que en el siglo pasado todavía se hacía de una forma más o menos habitual poesía en latín y griego -como, por ejemplo, el epigrama que hemos dicho antes-. Pero la resurrección de esta lengua a partir de la escritura se produce definitivamente por ese motivo que hay que entender como fundador, como motor: la creación del Estado de Israel.

Babab: Hace pocos días en una conferencia que pronunciaste en Madrid, que, más que conferencia, fue dejar hablar a los muertos, a esos que siguen aquí con nosotros, y hacer viva de nuevo su palabra, te referiste al famoso y muy conocido dicho latino Verba uolant, scripta manent3, no precisamente para admitirlo, sino justamente para todo lo contrario, para negarlo. Y ahí nos contaste la anécdota de que tu maestro Antonio Tovar había creado a modo de pentámetro, para contradecir al consabido dicho, otro que decía algo así (corrígeme si me equivoco): Mortua scripta manent, uiua uerba uolant. Todo esto lo contabas para decirnos que la palabra está viva, que la palabra, además de decir (y más principalmente), hace; cosa sobre la que volveremos a tratar al hablar de poesía.
¿Quieres, sobre esto, hacer una mayor explanación?

A los niños, en las escuelas, se les hace perder el tiempo con cosas inútiles, pero no se les hace leer en voz alta ni aprender de memoria poesías.

A. G. C.: Sí, el pentámetro de Tovar..., puede que no lo recuerde del todo bien, pero me parece que era Mortua scripta manent, uiuida uerba uolant.

(Babab: Ah, claro. Así tiene que ser. Ahora sí sale el pentámetro. A mí me faltaba una sílaba para el dáctilo, porque confundí uiuida con uiua.)

Sí, allí, en esa actuación lo que hice fue del revés de lo que se suele: es decir, sacar de la letra, de la escritura, la palabra, hacer hablar a esos muertos vivos. Y, entonces, volver a decir; decir la oración de Safó o las cuestiones de Física, de átomos y todo eso que Lucrecio nos presenta en sus versos. O sea, hacer viva la palabra. Por todas partes se mata a la palabra. Todos sabemos, por ejemplo, lo que pasa con los niños: a los niños no se les hace leer, en voz alta -que es lo que es leer-. Se les entretiene, se les hace perder el tiempo en las escuelas con todo tipo de cosas inútiles, que no sirven para nada. Y, claro, ocupando tanto tiempo en eso, nunca se encuentra tiempo para leer. Tampoco se aprenden de memoria poesías -como se hacía en los tiempos de los abuelos en las escuelas-. Ni leen en voz alta ni aprenden de memoria. Ésa es una de las maneras de matar y tener a buen recaudo la palabra. En esa actuación a la que te referías -como en tantas otras- lo que trataba de hacer era justamente lo contrario: traer a la vida la palabra de esos muertos que siguen vivos, que siguen aquí con nosotros.

Babab: Poesía es un caso de lenguaje -esto es lo primero que das como axioma cuando tratas de ella-. Por otra parte -como veíamos en la pregunta anterior respecto a la palabra-, la poesía, más que decir, hace: eso, además, nos lo revela bien la raíz griega de esta palabra: el verbo 'poiéo' significa "hacer" y el sustantivo 'poíesis', "acción".
¿Podrías explicar, para los que no conozcan tu afirmación primera, qué caso de lenguaje es la poesía? ¿Y cuáles son los otros casos de lenguaje? ¿Tiene sentido todavía hoy la poesía en relación con lo que nos dice su raíz griega?

La poesía hace: hiere los corazones, toca los corazones de la gente. El poeta la deja hablar, para que haga lo que también a él le ha hecho. El poeta no escribe, inventa.

A. G. C.: Bueno. Lo primero que hay que decir es que no es que yo ponga como axioma eso de que poesía es un caso de lenguaje, porque no se trata de un axioma. Lo que hago es decir lo evidente, que es, justamente, lo que no se dice. Porque de poesía se dice de todo, cualquier cosa, cuando se lanzan a hablar de ella, pero nadie empieza diciendo lo más sencillo y evidente: que es un caso de lenguaje. Y sí, efectivamente, hay que decir que es acción, que hace; pero no tanto utilizando o yendo al verbo 'poiéo', que, más bien, tiene el sentido de "costruir", de "costrucción", ...

(Babab: Ah, sí, claro, ese verbo tiene más ese sentido.)

... sino yéndonos más bien a 'prátto', a 'práxis', que es más precisamente la raíz de "acción". La poesía hace: hiere los corazones, toca los corazones de la gente. El poeta la deja hablar, para que haga lo que también a él le ha hecho. Y esto ocurre todavía de vez en cuando. No olvidemos una cosa: cuando hablo de poesía me refiero tanto a la del tipo de la canción, la más lírica, como también a la dramática o a las diversas manifestaciones épicas. Porque una cosa es básica y fundamental para que haya poesía; una cosa es imprescindible: el ritmo, que es eso, bastante misterioso, que anda por debajo de la lengua misma, sobre lo que luego se acopla la propia lengua. Sin ritmo no hay poesía; porque poesía no son todas esas cosas que andan por ahí convertidas en Literatura y que ni siquieran tienen las técnicas o las artes básicas de la poesía. Rara, muy rara vez se hace poesía; se llama poesía cada vez más a otra cosa que no es ella, que no tiene ritmo ni medida ni música y que anda metida en el cajón de la Literatura. Pero todavía de vez en cuando se hace poesía; y no sólo la hace de manera más o menos espontánea gente inculta, a la que le sale así como sin querer; también los cultos, gentes cultas, a veces dejan hablar a la poesía por su boca. El poeta no escribe, inventa.

Babab: Has dicho antes que ya no te parece bien ni apropiado hablar de los hombres, y menos del Hombre. Y, entonces, quizá la pregunta que te voy a hacer ya sobre. Pero, de todos modos, ahí va.
En la tertulia política que llevas unos años convocando en el Ateneo de Madrid ha salido a relucir el problema de qué significa ser 'hombre'. Y allí se ha aludido a que quizá la nota más caracterizadora (o por lo menos una de las imprescindibles) del ser humano sea la de que viene dotado con la capacidad para el lenguaje, la de que nace con el regalo de la lengua.
¿Te parece esto verdaderamente definitivo para caracterizar al 'hombre'? ¿Es esto más exacto que la vieja definición de 'hombre' como "animal racional" o la aristotélica de 'hombre' como "animal político"? ¿No es, por otra parte, verdad que estas tres características están íntimamente relacionadas?

Los hombres, y más el Hombre, no tienen importancia.

A. G. C.: Bueno. La tertulia política que hace cinco años convoqué en el Ateneo ha seguido haciéndose, no porque yo siga convocándola ni porque me afane en mantenerla, sino porque la gente ha seguido acudiendo y reuniéndose. Y de esta manera ha seguido la cosa. Claro, no parecía lo más adecuado que quien la había convocado al principio abandonara. Así que, así llevamos cinco años ya.
Bueno. A veces, sobre todo entre los que se van incorporando nuevos, sale eso, ese asunto del Hombre, pero, en fin, es algo sobre lo que generalmente pasamos un poco por encima y dejamos de lado, porque los hombres, y más el Hombre, no importan, no tienen importancia. Y preferimos tratar de otras cosas que sí la tengan, cosas que duelen más, más hondas, que tocan más al pueblo, a lo que quede por ahí de pueblo. Pero de lo que dices, de la relación entre esas definiciones que has señalado, lo has dicho bastante bien. En aquellos años de los pronunciamientos estudiantiles, en un Gaudeamus que escribí por entonces, una de las tantas veces que caí en los calabozos de la Puerta del Sol, pues allí, en vez de todos los "¡viva!" que aparecen en el Gaudeamus tradicional, los sustituía por "¡muera!". Y allí, sobre el Hombre, aparecía lo siguiente, si puedo acordarme bien: Vivat vita hominum, / si quid erit tale; ("Viva la vida del hombre, cualquier cosa que tal sea;") / sin minus, vel pereat / et ad umbras transeat / animal rationale. ("pero, si no, que muera y se vaya a las sombras ese animal racional."). Sí, tienes razón en unir esas características que has dicho: no hay que olvidar -como ya he dicho- que lengua es razón, que la lengua es lo mismo que la razón.

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Maestro no es tanto el que tiene muchos conocimientos y saberes, que los tiene, sin duda. Mucho más importante que eso, y decisivo: es el que abre los ojos a alumnos y discípulos ante las maravillas que tienen delante; y es el que, por haber transitado por vías muertas, por callejones muy trillados pero sin salida, de donde ha tenido que hacer el esfuerzo de regresar para volver a empezar por otro lado, les evita el suplicio de inútiles y aburridos tránsitos y los lleva, dejándolos libres, hasta un campo ancho, donde hagan camino al andar -remedando la frase de Antonio Machado-, donde puedan hacer lo que no está hecho. En todos los sentidos señalados Agustín García Calvo es un maestro. Yo soy una entre tantos a quien le ha cabido en suerte poder participar y disfrutar de su magisterio. Hoy de nuevo, gracias a esta conversación, me he reencontrado con el maestro. Deseo que a los que lean les llegue, aunque no sea más que a través de la letra, lo que de vida está latiendo en lo que les muestro.

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Notas:
1. Agustín García Calvo nació en Zamora (España) en 1926. Catedrático de Latín de Instituto de Enseñanza Media, primero, y, después, de Universidad. La última en la que impartió durante muchos cursos diversas disciplinas relacionadas con la lengua latina (Métrica Latina, Comentario de Textos Latinos, Fonología y Morfología Latinas, etc.) ha sido la Universidad Complutense de Madrid. Estando ya impartiendo clases en esta última, a mediados de los sesenta, el Régimen Franquista le desposeyó de su Cátedra por haber encabezado los pronunciamientos estudiantiles de entonces; marchó a París, donde siguió haciendo estudios relacionados con la lengua, que produjeron excelentes frutos; al cabo de unos diez años, con el cambio al Régimen Democrático en España, se le restituyó en su Cátedra y siguió dando clases en Madrid hasta su jubilación hace pocos años.
Ha realizado estudios en indoeuropeo, latín, griego antiguo, castellano medieval, español actual, lengua. También ha indagado en otros campos, como el de la psicología, las matemáticas o la física. Ha publicado muchos y variados libros en diversas editoriales, destacando entre ellas la editorial Lucina, donde se puede encontrar la mayor parte de su producción. Por señalar sólo algunos ejemplos, citaremos los títulos siguientes: Lalia: ensayos de estudio lingüístico de la Sociedad, Del ritmo del lenguaje, Del lenguaje, Historia contra tradición: tradición contra Historia, ¿Qué coños?: 5 cuentos y una charla, Contra la Pareja, Contra el Hombre, Contra el Tiempo. Ha hecho traducciones de latín (Virgilio, Lucrecio), griego (Ilíada, presocráticos, Aristófanes), inglés (Shakespeare); ediciones de textos antiguos de autores griegos y latinos (Heraclito, Lucrecio) y de textos medievales castellanos (Proverbios morales de Sem Tob). Ha colaborado en distintos periódicos españoles durante las tres últimas décadas y participado en programas de radio. Es un excelente poeta en español (Canciones y soliloquios, etc.) y un recitador extraodinario (docenas de veces hemos podido deleitarnos con sus recitales de poesía en aulas universitarias y en salas de variopintas instituciones). Ha pronunciado cientos de conferencias y se ha reunido en amenísima conversación con adolescentes de Institutos y jóvenes universitarios o con gentes no pertenecientes a la órbita estudiantil. Ha recibido premios y laureles, de los que debemos destacar el Premio Nacional de Ensayo de 1990 por su obra Hablando de lo que habla y el Premio Nacional de Teatro (en el apartado de Literatura Dramática) de 1999 por Baraja del rey don Pedro. En muchas ocasiones ha dirigido tertulias, en las que entre todos los asistentes se intenta descubrir y denunciar los engaños de que está formada la Realidad. Actualmente se mantiene una tertulia en el Ateneo de Madrid, que, convocada en un principio por Agustín García Calvo, ya lleva cinco años de camino.
2. En las respuestas de Agustín García Calvo, transcribimos sus palabras respetando sus habituales usos ortográficos
3. Del famosísimo dicho latino Verba uolant, scripta manent ("Las palabras vuelan, lo escrito perdura"), el maestro Antonio Tovar hizo una versión con la que decía justo lo contrario, en forma de pentámetro: Mortua scripta manent, uiuida uerba uolant, que viene a decir: "Lo escrito perdura muerto, las palabras vuelan llenas de vida".
*. Con Babab 2 señalamos las intervenciones de M. Ángeles Vázquez, que también participó en esta conversación con Agustín García Calvo.

 

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Última actualización: miércoles, 1 de enero de 2003

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