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César Saldívar: Luz Natural

por Armandao G. Tejeda

La desnudez del cuerpo arropada por contrastes de luces, desmitificaciones morales y el anhelo de crear una estética inspirada en otras fuentes añejas pero de repente olvidadas por el fulgor de la modernidad: el arte renacentista, con el reto humanista de poner a la razón al frente de la entonces imperante "fe" ciega por las deidades; el arte clásico, aquel que miró una realidad de ornamentos y gestos, hasta las vanguardias que despojaron para siempre al arte, al menos de momento, de la rigidez de la norma. Pero todo ello con una mirada actual, la del fotógrafo mexicano César Saldívar, que nos dice que "la efímera carne humana transporta una joya inmortal".

Luz natural (desnudos contemporáneos del cine español) es el más reciente trabajo de este artista mexicano con vocación de "desnudar con sus retratos" y de "vestir la cárcel de la carne" con sus fotografías de desnudos, en las que el cuerpo abierto, limpio, refulgente y fulgurante, sólo convive con la luz natural que le dota el instinto abierto de este artista que abre sin cesar interrogantes al cuerpo.

Saldívar se ha dedicado los últimos años a mezclar en su trabajo las dos pasiones que más le inspiran: el cine y la fotografía. Sus más recientes exposiciones y libros son una prueba de ello: en Luz y retrato del nuevo cine mexicano reunió a emblemáticos actores contemporáneos de aquel país con el fin de reinterpretar la "estética populista" que caracterizó a la llamada época de oro del cine mexicano, repleta de filmes de cabareteras de anchas caderas, charros apoltronados en sus corceles bríos y en sus pistolas excitadas a cualquier provocación de cantina y divas que pusieron a girar, histéricos, los preceptos morales del cine mexicano de entonces, todavía absorto y en proceso de asimilación de la genialidad de un maestro del Séptimo Arte que, quizá en el caso de México, sea "el maestro": Luis Buñuel.

Otro libro-exposicisión de Saldívar fue Mitos y Divas de Almodóvar, posiblemente el trabajo que le abrió las puertas del hermético mundo del cine español, convirtiéndose de súbito en el fotógrafo que repasó con una soltura estética admirable las risas, los gestos, las amarguras o el llanto de los actores inmortalizados antes por la cámara del cineasta manchego, el mismo que sigue marcando el pulso cine contemporáneo español.

Además está Luz interior, un proyecto en el que Saldívar retrató a lo más representativo del actual cine español. Son retratos que desnudan todas esas almas que van, entre los titiriteos de los rodajes y las exigencias de las miradas furtivas que eterniza la magia del cine, construyendo los nuevos mitos y leyendas del futuro, qué duda cabe inmediato, Séptimo Arte español.

El trabajo, quizá uno de los más ambiciosos de este prolífico artista, recoge en 85 imágenes la desnudez de 21 actores españoles, la mayoría de ellos jóvenes, como Cayetana Guillén Cuervo, Elsa Pataki, Olivia Molina, Silvia Abascal, Paz Gómez, Beatriz Segura, Marieta Orozco, Cristina Brondo y Julieta Serrano. En cuanto a los actores se encuentran Tristan Ulloa, Adria Collado, Miguel Hermoso, Joel Joan, Juan Díaz, Enrique Alcides, Sergio Pires Mencheta, Miguel Molina y Alfredo Villa.


Elsa Pataki

César Saldívar estudió en México y en Nueva York antes de trasladarse a vivir a París, donde vivió varios años y, sobre todo, descubrió la luz que años, quizá meses, después se convirtió en su seña de identidad: esa luz natural que maneja a su antojo para aprisionar, en un segundo, la imagen que pensó posiblemente hace años, por qué no siglos. Actualmente reside en Madrid, donde se ha dedicado a construir un archivo que seguramente con los años será uno de los venerados del cine español, pues, reiteró, en su obra sin duda artística confluyen sus dos pasiones: la cinematografía y la fotografía. El dramaturgo y escritor Alejandro Jodorowsky escribió recientemente sobre su trabajo lo siguiente:

"César Saldívar en sus fotografías nos muestra a hombres y mujeres reales. Digo reales porque lejos de la seducción carnal, sin máscaras psicológicas, sin afeites, sin efectos de luz engañadora, están ahí, frente a la cámara, con el organismo vestido pero con el espíritu desnudo, transparente, temblando como canario despojado de su jaula, ínfimo lugar navegando en el océano de la muerte, chispa fugaz en el cruce del infinito con la eternidad".

En entrevista con Babab.com, Saldívar explicó que con su último trabajo pretende desnudar el desnudo, desmitificarlo de toda su carga moral, pues, además de que estamos en pleno siglo XXI, me parece que la desnudez humana se ha abordado desde muchos puntos de vista y en prácticamente todas las artes a lo largo de la historia. A pesar de su utilización habitual en el mundo de la pintura y la fotografía, en el mundo del actor esta posibilidad es todavía un poco prohibitiva debido a los tabúes que ha impuesto la sociedad.

Por eso explica que todos aquellos actores que quisieron participar en este proyecto lo hicieron por "fe" ciega en su mirada, porque con su mirada ha abierto interrogantes y ha recapitulado, además, en lo más representativo del arte. Pues en su trabajo, cuando tiene frente a su cámara el cuerpo abierto de esos futuros y nuevos mitos del cine, Saldívar crea imágenes, confecciona fotografía, expulsa, vomita objetos prodigiosamente artísticos. Porque, como dice Jodorowsky,

"el anzuelo de César Saldívar, bondadosamente sádico, penetra hasta lo más profundo, atraviesa la piel y llega al alma. Entonces atrapa el lamento secular, mudo, aterrado, del ángel que cuenta que esos hombres y mujeres viven en una cárcel de carne".

Sobre la supuesta implicación entre sus fotografías de retratos y de desnudos, el artista mexicano explicó que "el retrato es un proceso más intimo y siento que yo, como fotógrafo, llego más al desnudo del ser humano a través del retrato, y creo al mismo tiempo que, en sentido inverso, cuando hago una fotografía de desnudos lo que hago en realidad es crear una imagen, una emoción, utilizo todo el cuerpo para crear un mensaje y proponer una estética. Mientras que en el retrato la clave siempre la tengo en la mirada pues es ahí donde está la desnudez del ser humano; el cuerpo puede estar vestido de luz o revestido de una expresión plástica pero esto no es lo mismo que cuando el alma se asoma a la mirada."


Tristán Ulloa

En cuanto a los referentes estéticos que ha seguido para "crear" estas imágenes, Saldívar apuntó que "en este trabajo lo que trato de hacer es abordar el desnudo masculino y femenino desde muchos ángulos, si bien recoge sobre todo las referencias del renacentismo, la vanguardia, lo contemporáneo, lo clásico y lo conceptual. Creo que es un ejercicio interesante, pues esto me ha llevado a, por ejemplo, en algunos casos mostrar genitales, en otros ocultarlos y en otros sugiero posturas y confecciono un lenguaje de luces. Pero la desnudez, al final, es accesoria, pues lo que se queda grabado finalmente en la gelatina y los químicos que hacen posible la fotografía son propuestas artísticas en las que el propio cuerpo retratado se convierte en un espectador de sí mismo. "

Saldívar, que también ha visitado los infiernos de vagabundos parisinos o andrajosos desquiciados que van propagando su verdad en el festín violento de la metrópoli, se confiesa inspirado en este género, que tampoco es nuevo para él, ya que desde que descubrió que con su cámara y su mirada convertía la materia en objetos de culto, en obras de arte, siempre ha mirado al cuerpo desnudo de frente. Sin moralismos ni falsas pretensiones.
"Normalmente me gusta arropar al desnudo con mi estética y con mi luz, con encuadres o posiciones que son propias del lenguaje de la fotografía. Y tengo que decir que estoy muy contento con el resultado de mis sesiones para Luz natural, pues cuando pretendí crear un escenario renacentista fue porque creo que hay que rescatar de nuevo esa estética, pero siempre desde la óptica contemporánea. Sin embargo, otros pasajes son muy vanguardistas al darle prioridad al diálogo entre determinado objeto y ellos mismos, como queda patente en una de las fotografías a Elsa Pataki, ya que además considero que es una tendencia muy mexicana, esa relación entre el sujeto y el objeto".


Beatriz Segura

BABAB.COM: ¿De qué depende el resultado: del fulgor creativo de ese preciso momento o del personaje retratado?

CÉSAR SALDÍVAR: Sí, definitivamente tiene mucho que ver el estado anímico y creativo y, también, la persona con la que me encuentro, por ejemplo, si la persona es demasiado abierta y carnal, yo suelo elaborar contrapesos, mientras que si es demasiado fría o plástica suelo provocar una escena con más calor y sensualidad. Pero siento, en función de las horas de trabajo dentro y fuera del cuerpo retratado, que el momento de iluminación natural y el estado anímico de ambos son los que pautan las fotografías.

B: ¿Hubo variaciones en la forma de tratar a hombres y mujeres, por aquello de los prejuicios, qué duda cabe todavía vigentes?

C. S.: Fue la misma línea de emoción con unos y con otros, aunque debo decir que respeto mucho al actor masculino de mis proyectos porque la tradición y los tabúes de la sociedad nos impedían ver el desnudo completo masculino, si acaso había sugerencias pero nunca un genital. Y yo en este proyecto transgredo esa falsa imposición sin pretender hacer de ella una agresión estética o provocar violencia al espectador. Es increíble, pero en pleno siglo XXI somos reticentes a desnudarnos del todo, sobre todo el hombre, a pesar de que la propia imagen del David es tan antigua. Por eso con este proyecto además de defender la igualdad pretendo legitimar el carácter natural de la desnudez.

B: ¿El desnudo también se puede contemplar como naturaleza muerta?

C. S.: Yo creo que sí y además hay una serie que yo considero naturaleza muerta en estricto sentido. Pero también hay otra más relacionada con los bodegones, que también es una manera de retomar un género bastante olvidado desde esa misma óptica contemporánea. Hay imágenes, en resumen, en las que yo considero que ese desnudo es en realidad un bodegón contemporáneo o que es, por qué no, naturaleza muerta.
Por ejemplo, la fotografía de Cayetana Guillén Cuervo con la que abro el proyecto: ella está desnuda, con un racimo de uvas cubriéndole los genitales y un par de papayas dando cuerpo a sus senos; esta imagen me parece que recupera la estética renacentista pero desde un punto de vista actual, ya que tradicionalmente el racimo de uvas ha sido utilizado para cubrir el sexo masculino mientras que las papayas son una especie de culto a la plástica mexicana y a la imagen obvia que significa lo femenino. Incluso voy más allá y creo que hay cierto humor mexicano en esa fotografía.

 

Texto, Copyright © 2002 Armando G. Tejeda Todos los derechos reservados.
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Última actualización: domingo, 1 de septiembre de 2002

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