a lectura que nos hemos propuesto realizar se basa
en la idea de que una obra como Altazor puede ser vista
como un nuevo modo de percibir la "realidad", es decir, desde
lo que Frederic Jameson y Jean Baudrillard definen como posmoderno
"un nuevo modo esquizofrénico de espacio y tiempo". Las coordenadas
espacio-temporales son precisamente las que va a poner en cuestionamiento
Altazor a través de sus siete cantos. Tanto es así, que se
puede ver al hablante situado en un espacio sideral alucinante
y en una temporalidad que comienza "con el día de la muerte de
Cristo".
La problemática de la posmodernidad centrada en la desaparición del sujeto encuentra su expresión en el viaje que emprende Altazor y que termina con la desintegración-apagamiento del hablante al perder su identidad idiomática y con lo cual, también perece su individualidad.
El presente trabajo se basará fundamentalmente en Hal Foster y Habermas,
siendo una aplicación libre al texto de Huidobro. En Altazor,
una de las primeras cosas que llaman la atención es su tremenda
soledad que parece traducir al verso el concepto de separatidad
de Fromm. Primero está el nacimiento que ocurre justo en el
día de la muerte de Cristo, esto tiene mucho de metonimia, porque
lo que irá a decir más tarde es que el cristianismo ha muerto
con la Primera Guerra Mundial. El protagonista nace en una nueva
era que es la del reordenamiento político-económico de Europa
y de los imperios que aún mantiene. Las alusiones a los avances
tecnológicos hablan de un nuevo escenario, de la época en que
el ser humano pierde espacio frente a la capacidad productiva
de los nuevos inventos.
"Tenía yo un profundo mirar de pichón, de automóvil sentimental.
Lanzaba suspiros de acróbata". La acrobacia que realizará Altazor
será de vivir luchando contra la fuerza de gravedad en un interés
de autoconservación que usa una racionalidad creacionista en
los que se destruyen las relaciones naturales, la lengua y la
dominación ejercida por el estatus quo.
En un libro tan intensamente compacto es natural que se produzcan
relaciones intratextuales, es lo que ocurre desde el comienzo
cuando Altazor habla de su padre "mi padre era ciego
y sus manos eran más admirables que la noche". En el canto II
a la mujer la apostrofa diciéndole "¿irías a ser ciega que dios
te dio esas manos?". La ceguera en ambas situaciones no aparece
como mutiladora, sino como potenciadora de una extraordinaria
capacidad de expresión a través de las manos.
La oposición de los padres de Altazor esta dada por
el binarismo padre -noche (yang)- madre aurora (ying). Del seno
familiar parte Altazor tomando su paracaídas y diciendo
que la "muerte se acerca como la tierra al globo que cae". Esta
praxis del protagonista no nos es dicha desde un medio dado,
sino más bien desde la relación con las operaciones lógicas
en una serie de términos culturales que cuestionan radicalmente
a la existencia humana rechazando la vieja idea que separa a
la teoría y la práctica. Altazor vive una praxis, en
él todo es acto y su teoría es pensar desde la caída constante
que no se detendrá hasta la desintegración.
En el prefacio escrito en formato de diario se va encontrando
con distintos seres, los más trascendentes son Dios, llamado
"Creador" (yang) que le cuenta a él un Génesis particular donde
cobra importancia lo que dice del lenguaje "Creé la lengua de
la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender
a hablar..., a ella, ella, la bella nadadora, desviada por siempre
de su rol acuático y puramente acariciador". En estos versos
en los que el Creador habla parece estar contenido un manifiesto
del autor y que tiene relación con la concepción del habla,
del lenguaje. Se ve una clara opción por la comunicación kinésica
en oposición a la verbal, de algún modo está prefigurando Altazor
la derrota del lenguaje frente a la muerte y la búsqueda de
trascendencia.
Después de las palabras del Creador, comienza el vértigo de la caída hacia el sepulcro abierto que posee más fuerza de atracción de los ojos de la amada. Frente a este futuro cierto: el de la muerte, sólo queda el abrirse a algunas verdades que él expone a manera de poética: "Los verdaderos poemas son incendios". "Se debe escribir en una lengua que no sea materna". Y también, una propuesta que desordena la racionalidad "Los puntos cardinales son tres: el sur y el norte". Después de esas y otras afirmaciones continúa su caída brusca y se encuentra con la Virgen (yang) en lo que es una alusión a la cultura cristiana, sin embargo, la Virgen es una mezcla de estatua (su aureola tiene algas saltaduras), objeto técnico (tiene a la vista filamentos eléctricos) y santa que siente la soledad y le pide a Altazor que la ame porque adora la poesía. El poeta responde a esa solicitud casi maternal y luego la virgen se aleja dejándolo solo con una visión panorámica desde el cielo, lo que le produce un éxtasis donde el verbo ver acapara toda la acción.
Al definirse Altazor como el gran poeta y poseer un poder sobrenatural
surge como legitimado en toda su individualidad desde la cual
proyecta su visión múltiple de los objetos de su contemplación.
Esta subjetividad exacerbada en la posmodernidad se convierte
en refugio que enfrenta las crisis.
Mucho se ha hablado en contra de los hablantes de Neruda por
pretender expresar un sentimiento colectivo mesiánico, sin pretender
negar el afán de Neruda de ser la voz de un pueblo, se puede
rastrear en Huidobro también ese anhelo de ir más allá de lo
individual-personal. Cuando Altazor dice "Lo veo todo,
tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta". Está intentando
testimoniar la caída 0hacia la muerte y ver los efectos que
plantea la caducidad de la existencia de los seres. Sin embargo,
este sentimiento que aterra a Altazor es vivido individualmente
como un egotismo alucinado.
Altazor exhorta a su lector a ser triste pues "La vida
es un viaje en paracaídas y no lo que quieres creer". De la
tristeza, producto de la impotencia existencial a la depresión
hay un breve paso y los sentimientos agresivos afloran con la
fuerza de la resaca que arrastra todo hacia la tumba "Vamos
cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir, y dejamos
el aire manchado de sangre para que se envenenen los que vengan
mañana a respirarlo". Proféticas palabras de Altazor que
dan cuenta de la crisis ecológica, político-económica que afecta
a la humanidad y que en términos específicamente cultural se
expresa en la posmodernidad: independencia de la forma de desarrollo
económico que se impone sobre los espíritus dejando el vacío
de la precariedad y perdida de todo sentimiento de trascendencia.
La negación de las ideologías es una ideología más y la que actualmente se impone con su sentido antropófago del ser humano. La vorágine ya no viene desde la amenaza desde fuera, sino que es el propio sujeto el que desconfía de la razón y se arrima al pragmatismo de la economía que hace al ser humano un sujeto que cree encontrar paz en la lucha neurótica por la productividad y en el enajenamiento cultural.
"Hombre, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el vértigo.
Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como el imán del abismo.
Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tuya puede convertir en una parasubida maravillosos como el relámpago que quisiera cegar al creador".
Habermas habla de que el interés de autoconservación continúa en los intereses de la razón. Que la razón tiene su base en la historia natural. Huidobro con una propuesta deicida se opondrá a tal solución, en todos los planos: primero, porque pretende cegar-matar al creador, él es el creador, él es el pequeño dios que no necesita al Dios con mayúscula. Segundo porque en el orden-natural él no ve continuidad, sino ruptura (manifiesto "Non Serviam"). Y tercero, porque no cree en el viaje colectivo, sino en la hazaña poética individual que termina en un montón de letras dispersas como los huesos secos en una sepultura.
El canto primero se inicia con la interrogación retórica que parafrasea al Génesis.
"¿Qué ángel malo se paró en la puerta de tu
[sonrisa
Con la espada en la mano"
La pérdida del paraíso y las certezas que procuraban las cosmovisiones impuestas
culturalmente ceden ante la fuerza de la irracionalidad y dejan
paso sólo a un ente económico que tiene pavor a morir y por ello
busca neuróticamente adelantar su fin a través de conductas autodestructivas.
Es lo que hace Altazor cuando busca la salvación a través
del lenguaje en un aceleramiento tal que la búsqueda deviene en
juego, el juego en vértigo y el vértigo en desintegración.
La destrucción de la humanidad como proyecto de Tánatos deja
su huella en la sensibilidad Altazor. La Primera Guerra
Mundial con sus millones de muertos que hace trizas la razón:
"No
No puede ser
Consumamos el placer
Agotemos la vida en la vida
Muera la muerte infiltrada de rapsodias
[langurosas"
Primero el mecanismo de negación de la realidad y luego la propuesta de vivirse la vida "a concho", metáfora etílica que da cuenta de la solución en el hedonismo y la neurosis.
La relatividad de la moral se impone cuando Altazor dice que "No
hay bien no hay mal ni verdad ni orden ni belleza". Y luego
más adelante afirma:
"Que Dios sea Dios
O Satán sea Dios
O ambos sean miedo nocturna ignorancia
Lo mismo da".
La posmodernidad es vista por Frederic Jameson y Juan Baudrillard,
como un modo nuevo "esquizofrénico" en el espacio y el tiempo.
Altazor desde esa perspectiva se inscribe en una mirada
fragmentada donde los puntos de referencia cultural, religioso,
político, etc. se pierden ante la omnipotencia de la inmediatez
y el viaje de Altazor vivencia ese proceso cuando se
acelera el ritmo hasta llegar a un silencio que no tiene nada
que decir, sólo "Lalalí / lo ia / iiio / Ai ai ai ai iii o ia".
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*Osvaldo Ulloa, licenciado en Filosofía y Filología por
la Universidad de Chile y la Universidad Católica de Chile,
es escritor y profesor de diferentes universidades chilenas.
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Texto, Copyright © 2002 Osvaldo Ulloa Sánchez.
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