ué
pensaría usted de un tipo que ha plastificado el pene de un cetáceo,
cortado en pedacitos a su mejor amigo, y que desea que su cuerpo
sea transformado en 650 lonchas después de su muerte? Seguramente,
que se trata de una persona que no presentaría usted a su abuela.
Bienvenido al mundo de Gunther Von Hagens, médico anatomista alemán
inventor de la "plastinación", una novedosa técnica
de plastificación de cadáveres que permite una conservación casi
ilimitada así como una estética extremadamente realista de los
mismos.
Las aventuras del Dr. Von Hagens, comienzan cuando era miembro
de las juventudes del Partido Comunista de la República Democrática
Alemana. Los acontecimientos comúnmente conocidos con el nombre
de Primavera de Praga hicieron que su fe en el partido
y en su país comenzara a tambalearse, dando como resultado una
frustrada tentativa de fuga a la República Federal Alemana que
hizo que el joven estudiante de medicina diera con sus huesos
en la cárcel durante dos largos años, hecho que resultaría decisivo
para su comprensión del mundo y que le forjó para los arduos trabajos
que debían desarrollarse en los años que estaban por llegar. Una
vez cumplida la pena, Von Hagens consigue pasar, esta vez legalmente,
a la RFA, a través de una petición formal expedida por el gobierno
de la república federal, instalándose en la ciudad de Heidelberg,
donde prosigue sus estudios de medicina.
En 1977, año en el que asume un puesto de colaborador científico
en el Instituto de anatomía y biología celular de la Universidad
de Heidelberg, Von Hagens inventa el procedimiento de la "plastinación"
por el que se remplaza el agua de las células por una materia
plástica. Primeramente se reemplaza el agua del cuerpo por acetona
fría (el ser humano recién nacido está compuesto de agua en un
66 hasta 69 por ciento y en la vejez, todavía en un 58 por ciento);
y a continuación, ésta es sustituida por una solución de sustancia
plástica endurecible.
El paso decisivo con el que se consigue incorporar la sustancia plástica
fluida hasta la última célula, es la impregnación forzada al vacío:
Mediante la succión continua de la acetona desgasificada del tejido
desde la cámara de vacío se consigue que la depresión originada
en el preparado se encargue del reabastecimiento de líquido. El
tipo de sustancia plástica determina cómo se siente el preparado
al tacto y qué aspecto tiene. El caucho de silicona lo hace relativamente
blando y flexible, la resina epoxídica duro y transparente.
El proceso de plastinación requiere profundos conocimientos de
anatomía y química de plásticos, lo que motivó la fundación en
1993 del Instituto de Plastinación de Heidelberg. Igualmente,
el Dr. Von Hagens creó en 1980 la firma BIODUR, dedicada a la
distribución de polímeros y otros aparatos concebidos para la
plastinación. Sus preparados se exportan para fines educativos
y científicos a más de 300 facultades de medicina y biología de
todo el mundo. Por si esto fuera poco, Von Hagens trabaja en la
actualidad en la construcción de una Plastination City
en la ciudad china de Dalian, que contará con 9 edificios diseminados
en una superficie de 30.000 metros cuadrados y en la que trabajarán
entre 500 y 800 personas. Igualmente, se está preparando la realización
de una gira americana que durará dos años y la construcción del
llamado Museo del Hombre. Una sociedad internacional de
plastinación, una revista técnica y congresos que tienen lugar
cada dos años completan un proyecto que no sería descabellado
calificar de faraónico.
Pero al margen del interés científico y educativo que la técnica
de la plastinación aporta, el Dr. Von Hagens ha adquirido fama
internacional por su exposición itinerante Köerperwelten (Los
mundos del cuerpo), que se ha convertido en un fenómeno mediático
motivado por la masiva afluencia de público que ha suscitado.
Desde la primera exposición, realizada en la ciudad alemana de
Pforzheim en 1988, más de 7 millones de personas han podido contemplar
los preparados del Dr. Von Hagens en Manheim, Viena, Colonia,
Berlín y Tokio, donde se recibió una afluencia récord de 2,5 millones
de visitantes. Babab asistió a la exposición de Bruselas, para
la que fueron seleccionadas 200 preparaciones individuales y 25
cuerpos plastinizados, contando con un equipo de 20 colaboradores.
Si algo llama inicialmente la atención de la exposición es la
perfecta organización de la misma así como una milimétrica preparación
en la que no se ha dejado nada al azar: Extensa cobertura mediática,
omnipresente publicidad en la ciudad, sitio web www.koerperwelten.com,
amplia documentación y facilidades para la prensa junto con estrictas
convenciones de difusión del material filmado(1), edición y venta
de material educativo, organización de grupos de visita, merchandising
de camisetas y otros recuerdos, billetería en línea, numerosos
patrocinadores... Todo ello deja entrever el poderoso músculo
económico que sostiene la muestra, cuyo objetivo declarado es
sensibilizar al espectador sobre los aspectos ligados a la
salud y permitirle una mejor comprensión del cuerpo gracias a
una presentación de anatomía espectacular y sensacional. Este
enfoque, denominado edutainment supondría una mezcla de
educación y entretenimiento que contrastaría con la anatomía didáctica
tradicional. No es éste como veremos el único concepto novedoso
que aflora de la exposición y es que Los mundos del cuerpo está íntimamente
ligado a la particular visión de la ciencia, la ética y el arte
del Dr. Von Hagens. Hasta aquí todo quedaría en la exitosa historia
de un brillante inventor con una visión de futuro cuando menos
sorprendente. Queda sin embargo por elucidar la lógica que lleva
desde una disciplina puramente científica hasta la exposición
pública de los especimenes y la muestra itinerante Koerperwelten
con un concepto y una profusión de medios que hasta ahora eran
propios del mundo del arte.
Prácticamente desde la primera exposición, patrocinada por la mutua
AOK de Pforzheim en 1988, Los mundos del cuerpo ha generado
un virulento debate en el que se mezclan preocupaciones éticas,
jurídicas, médicas, artísticas y económicas, llegando Von Hagens
a ser amenazado de expulsión de la sociedad anatómica alemana.
Igualmente, la iglesia católica alemana ha logrado que “el
circo macabro” de Von Hagens no llegara a algunas ciudades
alemanas. Y esto es algo a favor de Von Hagens: Le han salido
los enemigos adecuados. Así parece entenderlo también él, cuando
dice con cierta sorna “si mi trabajo no es comprendido es
que he cometido un error o me he expresado mal”. En realidad,
Von Hagens se considera a sí mismo un ilustrado, un “bringer
of the light”, el que trae la luz, lo cual hace que
la exposición destile una desasosegante estética del bien, preocupándose
de aleccionar al visitante acerca de los perjuicios causados por
el consumo de tabaco y la “mala vida” en general.
Por otra parte, en el material informativo de base que se proporciona
a la prensa, Von Hagens aborda minuciosamente cada una de las
críticas que se han formulado contra él, dispuesto siempre a dar
la cara y a defender su proyecto a toda costa, lo cual le sitúa
en ocasiones en el límite de la obsesión.Así, Von Hagens declara
“estos críticos parecen olvidar que los clérigos y los cinéticos
recolectan desde tiempos inmemoriales grandes cantidades de reliquias
humanas con el objeto de exponerla. Por una parte, en muchas iglesias
católicas hay reliquias y en algunos cementerios antiguos se tropieza
uno con osarios, calavernarios con montones de huesos y cráneos
tan altos como una pared. Los antropólogos rescatan y analizan
todo testimonio que pueden encontrar de nuestros antepasados.
Los arqueólogos despejan sistemáticamente, entre otros, campos
sepulcrales enteros prehistóricos. Los Museos exhiben momias y
esqueletos muy bien conservados”.
Poco antes de pasar a visitar la exposición, preguntamos entre el
público sobre los motivos que les habían llevado hasta allí. La
gran mayoría declaró que un motivo importante había sido la polémica
que envolvía la muestra, decidiéndose a visitarla para juzgar
por sí mismos. Una vez visitada la muestra, la totalidad de los
consultados manifestaron que la polémica no estaba justificada
y que en general la exposición les había parecido interesante
y amena. Intentaremos por lo tanto exponer el trabajo de Von Hagens
y los argumentos que él defiende para que cada uno se forme su
propia opinión, a defecto de una visita que resultaría mucho más
esclarecedora, pero que no tendrá lugar en Europa hasta al menos
dentro de 4 años a causa de la inminente gira americana.
El debate del arte.
Von Hagens se considera a sí mismo un continuador de la tradición
de artistas anatómicos de cuyos trabajos se extrajo un mejor conocimiento
de la estructura del cuerpo humano. En esta categoría de artistas
anatómicos estarían incluidos personajes como Leonardo da Vinci,
que preparaba partes del cuerpo humano para que sirvieran de modelo
a sus dibujos anatómicos, famosos por su realismo. Igualmente,
encontraríamos a André Vesalio, médico de Carlos V y de Felipe
II, que en su obra De fabrica humani corporis, publicada
con 28 años, describe la anatomía del cuerpo humano sobre la base
de disecciones públicas realizadas en su Teatro de anatomía,
concepto reelaborado por Von Hagens en forma de exposición itinerante.
Otras influencias importantes para el trabajo de Von Hagens han
sido los dibujos del anatomista alemán del siglo XVIII Bernhard
Siegfried Albinus, en los que se presentan los cuerpos de una
forma estética y dinámica, facilitando su potencial educativo.
Igualmente, Von Hagens tomó del anatomista ruso del siglo XIX.
Nikolas Pirogoff, la presentación corporal en láminas de entre
3 a 5 centímetros de grosor de las que Pirogoff realizó 230 reproducciones
de secciones corporales en su obra Anatomica topographica.
Finalmente, cabe destacar la influencia del anatomista francés
Honoré Fragonard, quien a mediados del siglo XVIII puso la preparación
anatómica al servicio del arte tradicional. Para proteger sus
obras del paso del tiempo, Fragonard inyectaba una aleación metálica
líquida que más tarde se solidificaba en las arterias de los cuerpos,
para después presentar sus composiciones de forma espectacular,
como El caballero de Fragonard, una preparación anatómica
consistente en un jinete montando un caballo al galope. Las similitudes
con el trabajo de Von Hagens, que ha realizado su propia versión
de El caballero..., son incuestionables.
Parece como si Von Hagens no quisiera limitarse a ser un aburrido
profesor de anatomía, encerrado en su laboratorio plastinando
cuerpos. Para él, la plastinación es tanto una técnica en la que
intervienen procesos químicos y biológicos, como un arte, no en
su sentido moderno, sino en el de “arte anatómico”,
una disciplina en la que se mezclarían arte y anatomía y que pretende,
a partir de una disposición estética, que el cuerpo humano deje
de ser un objeto de repulsión y todo ello con un fin educativo,
en palabras de Von Hagens “hacernos conscientes de la fragilidad
y belleza de nuestro cuerpo”
Von Hagens rechaza presentar “muñecas muertas”, desdoblando
huesos y masa muscular, haciendo jugar las articulaciones, abriendo
los vientres y recomponiendo las poses. Así, en la exposición
encontramos una nadadora, un hombre haciendo footing, otro jugando
al ajedrez... Una mujer embarazada con el vientre abierto, nos
muestra al hijo que nunca llegó a nacer. Pero la pieza central
de la exposición la constituye una composición formada por caballo
y jinete a modo de gigantesca estatua ecuestre plastinada.
Para Von Hagens, “la representación estética e instructiva
de la función requiere un posicionamiento dinámico. La preparación
creadora de espacios intermedios conduce también a la fragmentación
del cuerpo. El resultado son cuerpos conformados con una concepción
completamente diferente que denominó plastinados morfológicos.
Su forma discrepante de las costumbres visuales del mundo científico
anatómico es, por tanto, una consecuencia necesaria y no el objetivo
de una “anatomía reconstructiva” integral y orientada
al cuerpo viviente. Y el que un cuerpo protegido de ese modo contra
la descomposición no causa horror en absoluto y, mucho más, puede
ser considerado como bello. Si la pose armoniza además con el
concepto formal, estructural e instructivo desde el punto de vista
de la medicina, entonces se constata que el cuerpo plastinado
es mucho más que la suma de sus componentes. En la representación
del sistema nervioso es conveniente por ejemplo la postura típica
de un jugador de ajedrez; en la confección de la musculatura de
los pies femeninos de una bailarina”.
Esta forma de entender la anatomía le ha deparado a Von Hagens el
reproche de muchos médicos por haber tenido la ambición de captar
efectos para llamar la atención. Por otra parte, Von Hagens advierte
que contemplar los preparados como obra de arte y solamente como
tal no se corresponde con su propósito educativo de representar
el interior del cuerpo humano de una manera conscientemente estética
e informativa.
Tras visitar la exposición la polémica que la misma despierta
resulta injustificada, aunque no incomprensible. Las preparaciones
muestran con minuciosidad la estructura interior del cuerpo, mas
a decir verdad, tras examinar los primeros especimenes la visita
adquiere un ritmo repetitivo en el que la mirada del espectador
no se posa ya en la estructura corporal sino en la disposición
espectacular de los especimenes, y en la técnica de la plastinación
“en sí”. Sin embargo, Los mundos del cuerpo molesta
a grandes lobbys que ven sus intereses perjudicados por
la misma, como el religioso, al proponer otra visión de la muerte
y la dignidad humana, el médico, al popularizar la comprensión
de la anatomía fuera de círculos especializados, y el artístico,
al utilizar el concepto expositivo para fines distintos a la mercantilización
y la culturalización del arte. Todo ello crea una polémica convenientemente
explotada por otro lobby, el periodístico, que muerde la
presa que se le ofrece, vendiendo la polémica sin interesarse
realmente por el contenido de la muestra.
Pero pasemos a un diálogo directo con este moderno Dr. Frankenstein
al que imaginamos recibiéndonos con una risa estertórea alumbrado
por los relámpagos de una tormenta eléctrica. Pronto sabremos
si se trata de un romántico Dr. Zhivago, de un Galileo que se
encuentra con la oposición de los putrefactos; o por el contrario,
de un Bill Gates de la plastinación que hace su negocio, de un
Dr. No con pretensiones de conquistar el mundo.
Entrevista con el Dr. Gunther Von Hagens.
Se podría decir que Gunther Von Hagens vive en un avión. Sus trabajos
en el Instituto de Plastinación de Heidelberg, su actividad docente
en tres universidades de Europa y Asia, su exposición itinerante
y los proyectos de la Ciudad de la Plastinación y del Museo
del Hombre, hacen que concertar una entrevista con él requiera
semanas de antelación. Para ello nos ponemos en contacto con su
gabinete de prensa que nos concede una hora de su tiempo tras
hacernos firmar varias convenciones relativas a la difusión del
material filmado y a la publicación de la entrevista.
Cuando llega la fecha señalada, Gunther Von Hagens se presenta con
cazadora de cuero sin mangas, zapatillas de andar por casa y su
famoso sombrero “à la Beuys” que ha popularizado su
imagen en el mundo entero. De mediana estatura y complexión fuerte,
en su rostro destacan unas profundas ojeras que acentúan los pómulos
y otras aristas de la estructura ósea facial, dándole un aspecto
acerado, riguroso y algo demacrado. Tras una breve presentación
de cortesía en un inglés germanizado que aprendió durante su estancia
en la cárcel, comenzamos con la entrevista procurando aguzar bien
el oído.
Babab: La perfecta organización de la exposición y extensa
promoción da una impresión muy mercantilizada. ¿De donde partió
el concepto, la forma de la exposición y los materiales tan profusos
que la acompañan?
Gunther Von Hagens: Sí, por supuesto que me puse en
contacto con expertos en marketing pero no les hice caso
en absoluto. Estos expertos me dijeron que a la primera exposición
que hicimos en Alemania vendrían 40.000 personas. Al final, vinieron
780.000. También me aconsejaron que no debíamos dar entradas gratuitas.
Sin embargo, yo distribuí 700.000 entradas gratuitas en colegios.
Igualmente, me desaconsejaron que la exposición estuviera abierta
hasta las 11 de la noche. Se volvieron a equivocar. Los medios
alemanes llamaron a esta fórmula museum night, la cual
se ha utilizado para otras exposiciones posteriores. El éxito
de la exposición se debe en gran parte a que no les hice caso,
así como a que la exposición trata un tema universal ya que todo
el mundo tiene un cuerpo. Una vez establecido el concepto de la
exposición y su estructura, la exposición puede viajar con un
equipo de 20 personas, lo que me permite dedicarme a mi verdadero
trabajo: la mejora de la técnica de la plastinación y de los especimenes
producidos a partir de ella.
B: Usted ha manifestado su antiguo entusiasmo por el
Partido Comunista y su fe en la RDA. Luego estuvo dos años en
prisión por intentar fugarse de la RDA ¿Qué fue lo que falló?
G.V.H: De los 17 a los 20 fui miembro del Partido Comunista
de la RDA. Me creía las historias que contaban sobre agentes americanos
infiltrados y esas cosas. Luego pude conocer la realidad de la
cárcel. Me sentí engañado por creer en algo que no era verdad.
Por eso creo que es muy importante hacer que la gente vea la realidad
con sus propios ojos. Actualmente trabajo en China y cada año
invito a más de 30 estudiantes chinos a que visiten el Instituto
de Plastinación de Heidelberg. Es mi pequeña contribución al cambio
y a la apertura que ya se está produciendo en la sociedad china.
Si tuviera que definir de manera sumaria cuál es la principal
diferencia entre lo que fue la Europa del Este y la del Oeste,
sería la ausencia de información libre en los países del Este.
B: Se comenta que su patrimonio alcanza los 50 millones
de marcos. ¿Se ha hecho rico con la patente o con la exposición?
G.V.H: No sé de dónde proviene esta información. Llevo una
vida relativamente cómoda. Necesito algo de comer, algo que ponerme
y un lugar donde dormir. Para mí, el dinero es un instrumento
que utilizo para mejorar la exposición y llevarla a otros lugares.
Todo lo que mi mujer o yo podamos poseer está hipotecado en la
realización de mi proyecto de la Ciudad de la plastinación
y el Museo del hombre, cuyo coste estimado es de 120 millones
de marcos. Todo lo que gano lo utilizo en conseguir nuevos préstamos
para el desarrollo de la plastinación. Por lo demás, podría vivir
de la asistencia social.
B: ¿Cómo surgió la colaboración con China y con Kirguizistán?
¿Están estos países más desprendidos de condicionamientos éticos
o morales que los países occidentales?
G.V.H: No se trata de eso. La primera exposición en Alemania
tuvo gran éxito de público. Recibí más de 4.000 donaciones voluntarias
de cuerpos y aunque tuve algunas críticas, no se planteó mayor
problema. La razón es que, cuando cayó el telón de acero, pude
retomar el contacto con mis colegas de Europa del Este. Pronto
me di cuenta de que mi trabajo era mucho más apreciado en estos
países. En occidente se practica una “anatomía residual”,
en la que la preparación de cuerpos enteros ha caído en el olvido,
mientras que en Extremo Oriente está más cercana a las raíces.
Tuve que abandonar mis colaboraciones en Rusia a causa de la corrupción
que sufre el país. Sin embargo, quedé impresionado por la calidad
del trabajo de mis colegas chinos, que no tiene equivalente ni
en Europa ni en Estados Unidos. Esto se debe a su virtuosismo
en el uso de las manos, realmente impresionante. En Alemania estoy
a la cabeza de las técnicas de disección anatómica, pero en China
soy uno más. Son tan buenos que puedo aprender de ellos. Por mi
parte, puedo aportar cierto mis conocimientos relativos a la plastinación
y financiación para potenciar el gran interés que la anatomía
despierta en ese país. Hace dos años me ofrecí para dar una conferencia
en el congreso de la sociedad anatómica alemana, en Hamburgo.
Quería informar sobre la mejora de la conservación de cuerpos
que supone la plastinación. Se dieron más de 350 conferencias
y no fui invitado a ninguna. Sin embargo, en los congresos de
anatomía que se llevan a cabo en Asia, se me invita regularmente,
y no sólo en China, también en Singapur y en Taiwan. En varias
ocasiones he intentado traer a mis colegas asiáticos para dar
conferencias en Alemania pero les deniegan sistemáticamente el
visado. En Asia existe un interés por la anatomía que no percibo
en Alemania.
B: Una vez muerto el donante, ¿cómo reclaman el cuerpo? ¿Qué
pasa si la familia se niega?
G.V.H: La familia se encarga del coste del transporte
del cuerpo hasta Heidelberg. Si la familia se niega a enviar el
cuerpo, simplemente no lo recibo. La gente que quiere donar su
cuerpo lo hace a través de testamento o informando a su familia
o amigos acerca de su última voluntad. Son ellos los que se encargan
de enviarlo. Normalmente, el cuerpo ha de ser introducido en un
cofre sellado. Igualmente, se necesitan ciertos requisitos administrativos
para que el cuerpo pueda pasar por las fronteras. En cualquier
caso, el procedimiento resulta más barato que un entierro tradicional.
B: A todos los visitantes de la exposición se les propone
la posibilidad de donar su cuerpo a la plastinación para contribuir
al progreso de la ciencia. Después de ser transformado, el espécimen
adquiere un valor económico que se materializa en su venta a diversas
instituciones. Se estaría produciendo a mi juicio una desproporción
en las contraprestaciones. ¿No sería mejor repercutir una parte
de esa plusvalía en el donante antes de que este muriera o en
su defecto en sus herederos una vez muerto?
G.V.H: Plastinar un cuerpo requiere muchas horas de
trabajo, así como el empleo de compuestos químicos particulares
y herramientas de alta precisión. Todo ello conlleva lógicamente
un coste que debe ser asumido por alguien. En nuestro caso, nunca
vendemos especimenes a particulares ni a revendedores. Es verdad
que obtenemos una plusvalía, pero ésta sirve exclusivamente para
mejorar la técnica de la plastinación y continuar con los proyectos
pendientes. En nuestras sociedades, la compra-venta de cadáveres
se percibe como inmoral o chocante. Por ello, se prohíbe con el
argumento de que el difunto no ha expresado su conformidad para
la realización de este comercio. Existía un vacío legal entre
la necesidad de cuerpos plastinados para el estudio en las facultades
de medicina de todo el mundo y la voluntad de muchas personas
de donar su cuerpo a la ciencia. Ni en Alemania ni en otros países
occidentales, la ley prohíbe
la compra-venta de preparaciones humanas. Por eso fundé el Instituto
de Plastinación de Heidelberg, que tiene como objetivo la enseñanza
de la medicina, la formación permanente de profesionales y la
educación general de la población. El Instituto confecciona sus
preparaciones únicamente para estos fines y los envía directamente
a instituciones de enseñanza e investigación.
B: ¿Cómo concibe la disposición extremadamente sofisticada
de algunas piezas? En las muy atomizadas, la impresión general
supera al detalle anatómico. ¿No se estaría perdiendo el primer
objetivo didáctico?
G.V.H: En los procedimientos tradicionales de disección, se
suele ir “capa a capa”, es decir, se retiran estructuras
superficiales para observar las interiores. Sin embargo, yo quiero
que todo el proceso de disección sea visible. Por ello utilizo
la técnica de “expansión” corporal en la que los cuerpos
aparecen separados en todas las direcciones del espacio mediante
la instalación de ejes que sirven de soporte. Esta preparación
crea un espacio intermedio en el que el observador puede ensamblar
mentalmente las distintas partes de la anatomía y reagruparlas
al volumen corporal normal. Se trata de devolver a la anatomía
el sentido holístico que tenía en el pasado. También es un aspecto
en el que el anatomista puede desarrollar su creatividad con el
doble objetivo de atraer la curiosidad del observador y permitir
una mejor comprensión de las complejas estructuras del cuerpo
humano.
B: Usted se declara continuador de una tradición de
artistas anatómicos tales como Juan
Valverde, Vesalio, o Albinus. Sin embargo, el concepto de la exposición,
la presentación de los preparados e incluso su propia imagen,
que ha sido comparada en ocasiones a la de Joseph Beuys indican
un interés por su parte de trascender el ámbito de la pura ciencia
médica. ¿Dónde está la frontera entre lo que es arte y lo que
no lo es?
G.V.H: Aquí hay que tener cuidado porque es una pregunta
que se me plantea con frecuencia. Yo no me veo como un artista,
sin embargo sí me considero un continuador de la tradición de
los artistas anatómicos que menciona. Tampoco me considero un
segundo Leonardo o un segundo Vesalio, que publicó su trabajo
fundamental, De fabrica humani corporis a la edad de 27
años. Yo sólo tuve la suerte de encontrarme en el momento adecuado,
con la edad adecuada y con los conocimientos anatómicos y químicos
adecuados para mejorar las técnicas de conservación de cuerpos
y los conocimientos anatómicos que de ellas se desprenden. Yo
he recibido algunas críticas por mi trabajo, pero esa gente estaba
arriesgando su vida cuando defendían sus teorías. No puedo compararme
con ellos. En la época, el arte era considerado como una especie
de artesanía. Lo que yo hago es una presentación estética del
interior del cuerpo con un potencial educativo incuestionable.
Yo presento un corazón como un corazón, nunca transformaría un
pene en un revolver, o un cráneo como un tiesto de flores. Existe
sin duda un aspecto estético en mis preparados que hace que la
atención del observador se fije en ellos. Esa es mi única pretensión.
Mi sombrero no tiene nada que ver con un supuesto aire de artista,
sino de la comprensión que tengo de mí mismo como inventor. El
sombrero simboliza la interiorización de mi individualidad en
la convicción de que una apariencia exterior inhabitual favorece
mi pensamiento. Un aspecto exterior en contra de la norma social
ejerce un efecto favorable sobre mi creatividad. La sociedad alaba
a sus conformistas vivos y venera a sus rebeldes difuntos. El
hombre se sitúa en una tensión entre la individualidad y el consenso
del grupo. Si se conforma al grupo, es amado. Si sigue su propio
camino, pierde la aprobación del grupo y se convierte en un original.
Los grupos no inventan nada. Su existencia depende de un pensamiento
conformista. Esa es la razón de que las invenciones sean más bien
raras en un régimen socialista.
B: Usted habla de hacernos conscientes de nuestro “rostro
interior”, pero ese rostro interior queda todavía sin revelar
al visitante, ya que la contemplación del propio cuerpo plastinado
supondría la muerte previa del observador. Salvo ecografías, radiologías
o endoscopias, nuestro rostro interior es aún “terra incógnita”.
¿Podría usted, con sus conocimientos anatómicos revelarme cual
es mi rostro interior sin matarme? ¿Me está usted viendo en este
momento como un amasijo de músculos, vísceras y hueso, por deformación
profesional?
G.V.H: Efectivamente, es inevitable una cierta deformación
profesional. Cuando veo a alguien, no puedo impedir analizar su
estructura ósea, su musculación, la prominencia de sus arterias.
Se podría decir que el mundo que yo veo, es un poco como el mundo
que se muestra al visitante en la exposición. Lo ideal sería que
cada persona fuera consciente de su propio yo, que poseyera una
suerte de espejo que le permitiera saber cómo es por dentro, cómo
interactúan sus órganos. Por desgracia, actualmente, esto sólo
es posible mediante la utilización de aparatos de gran precisión
bajo prescripción médica. Sin embargo, Los mundos del cuerpo puede
ser un primer paso para que la gente comience a interesarse por
ese otro yo, tan desconocido, pero tan real como el que contemplamos
todos los días en nosotros y en los demás.
B: Declara usted pensar continuamente en la plastinación,
incluso antes de levantarse, cuando tiene en mente la agenda de
la jornada, al volante, haciendo las compras… Parece usted
un obsesivo ¿Cómo lo lleva su mujer?
G.V.H: Pregúntele a mi mujer. He decidido dedicar mi vida
a la plastinación, para mejorar su técnica y para popularizar
el conocimiento del cuerpo. Hay tanto por hacer que otras cuestiones
me resultan irrelevantes. Para mí, no hacer nada es una pérdida
de tiempo y yo pretendo vivir lo máximo posible para mejorar la
plastinación y seguir aprendiendo. Para ello, duermo poco y como
poco, pues experimentos científicos con monos han demostrado que
los individuos más longevos eran los que menos comían.
B: Me imagino que aparte de toda esa dedicación y concentración
tendrá usted también algo de tiempo para disfrutar de la vida.
G.V.H: Para mí, una vida plenamente satisfactoria es una vida
eficiente.
B: ¿Qué hacen con los cuerpos que no utilizan?
G.V.H: Algunos los curamos en sal y nos los comemos en los
cócteles del Instituto de Plastinación. El resto se lo damos a
los perros vagabundos de la ciudad, que pasan mucha hambre.