Tomatito, El duende del flamenco entra en el jazz por
Luis Miguel Madrid
La desaparición de Camarón le
dejó huérfano y descolocado. Tuvo que "abrirse un hueco donde no lo había y tirar
palante". Han pasado ya cerca de diez años y con la seriedad que impone la
conciencia de un luchador, Tomatito ha redescubierto el respeto de un público que crece
al ritmo de sus conciertos. La última tanda de ellos ha sido para presentar su último
trabajo, "Paseo entre los castaños" y corroborar lo bien que se pueden llevar
los diferentes duendes de la música.
El disco parte del homenaje al lugar donde está su casa, Aguadulce, y
en él se cruzan los caminos de un artista con los ojos abiertos a otras músicas sin que
su flamenco falte. De tal manera, la versión de una canción turca se alterna en su nuevo
disco con bulerías, tarantas, soleares o con una rumba (La vacilona) acompañada por la
guitarra eléctrica de George Benson.
El otro lado de sus conciertos es ocupado por las canciones de
"Spain", el disco que grabó junto a Michel Camilo después de más de dos años
de gira. La unión del guitarrista gitano y el piano del dominicano dio lugar a uno de
esos sueños en lo que todo sale bien y aun despertando, la sensación sigue siendo la
misma. De hecho, a partir de julio, "Spain" vuelve a salir de paseo por el mundo
de esos sueños que aparentan no tener final.
En el duermevela que hay entre dos giras, hemos encontrado a Tomatito,
tan fresco y tan serio como siempre. Es un profesional de rompe y rasga, consciente del
trabajo que cuesta trabajar y del valor de los sueños que se cumplen con el orgullo de lo
bien hecho y lo que añada la naturaleza por eso de ser nieto de "El Tomate".
LMM - Poca gente debe saber de quién se habla cuando
se nombra a José Fernández Torres, a no ser que se diga después: Tomatito. ¿De dónde
viene?
T - De mi abuelo, Miguel Tomate. Pero nunca supe por
qué. Tendría que preguntarle a los viejos, a ver por qué llamaban Tomate a mi abuelo
Miguel, y a los demás... a mi padre: el hijo de Tomate y al nieto que soy yo, y se quedó
en Tomatito. Estoy orgulloso de ser Tomate.
LMM - ¿Qué ha sucedido en tu carrera desde la
desaparición de Camarón?
T - Yo tocaba para él de forma exclusiva y cuando
desgraciadamente se fue, lo pasé muy mal. Me encontré solo, todo el mundo tenía su
espacio y yo tenía que hacérmelo. Ahora el público me quiere y no me quejo, no quisiera
dejar de tocar porque no sé hacer nada más.
Es un artista cuidadoso, de apariencia tímida, -seria, dice el- y para
que lo parezca al público, tiene que serlo. Por ello ha dejado de ser un "sencillo
gran guitarrista" para ser un artista sin prejuicios. Sus conciertos presentan a
"Tomatito Sextet", con "el Ingueta" al cante, Bernardo Parrilla con el
violín, Javier Colina al contrabajo, "el Piraña" en la percusión y Joselito
Fernández al baile. Un sexteto con nota alta para un trabajo sentimental y acabado con
esa seriedad de quien piensa que "si te piensas que todo el monte es orégano,
empiezan a fallarte las cosas. Mejor no creértelo y seguir luchando".
LMM - Hemos oído decir que te llaman "el niño de
los ascensores", ¿sabes de dónde viene eso?
T - Es que me veían subir y bajar del escenario
continuamente, con la guitarra a cuestas. Fue en Barcelona, creo. También era por el
juego con las afinaciones de la guitarra.
Una colaboración con Ketama en su disco "Pa gente con alma"
hizo que Michel Camilo que produjo cinco temas- y Tomatito se conocieran y se fueran
haciendo amigos. El festival de jazz de Barcelona de 1997 les proporcionó la oportunidad
de colaborar en un sueño bífido de donde salió "Spain"
LMM - ¿Esperabas tanto éxito de la relación con
Michel Camilo?
T - Yo no sabía que se iban a vender tantos discos en
el mundo entero, una cifra inmensa para ser instrumental. Cuando fui a Nueva York a hacer
el disco era porque me gustaba aquella experiencia con el piano, pero nunca imaginé que
íbamos a hacer tanta gira y que la gente iba a reaccionar de esa manera
LMM - Y al parecer, va a continuar la gira de
"Spain"...
T - Pues sí, desde Montreal a Punta Umbría, pasando
por Malta.
LMM - ¿Con los mismos temas o habrá novedades?
T - Siempre hacemos temillas nuevos porque cuando
estamos de gira siempre nos vamos un ratillo antes y en un par de días montamos tema. Por
eso no se muere el proyecto, porque nos apetece. Él tiene su rollo y yo el mío. Cuando
se muere una cosa, en fin, se ha muerto... es como el amor, vives enamorado hasta que se
acaba. Mientras se está enamorado haces las cosas con cariño. Eso es lo que me pasa a
mí con "Spain", que a él le gusta y a mí también, lo disfrutamos en el
escenario. Me voy a una gira por toda Europa que si no me gustara no la haría sólo por
dinero.
LMM - ¿No has pensado continuar trabajando con Michel
Camilo?
T - Michel tiene ganas de sacar otro disco. Lo que pasa
es que... él tiene otro disco de música clásica por medio que ha sacado ahora y yo
estoy con "El paseo de los castaños". Tenemos que tener un poquito de tiempo,
juntarnos y a ver qué pasa.. Ganas, hay. Por la parte de él y por la mía también. Pero
tiempo hay poco.
En los viajes del flamenco de Tomatito a través del jazz, llegó a
aparecérsele el mítico "Blue Note" de Nueva York con su guitarra encima del
escenario.
LMM - ¿Cómo se siente un guitarrista flamenco
actuando en el Blue Note?
T - Muy bien, aunque tampoco soy muy consciente de ello
porque no soy un guitarrista de jazz. Cuando estaba allí, veía las fotos de los
grandísimos de la música del mundo y me decía: ¡qué bien!, pero al no formar parte de
esa cultura lo hacía como si fuera un niño, jugando. Y así es como me salían las cosas
bien, porque no tenía el prejuicio de pensar en los músicos que vendrían, que tendría
que sorprenderles o que tendría que tocar jazz. Sólo pensaba en tocar mi música y eso
se nota, la gente lo sabe y lo absorbe.
LMM - ¿Cómo surgió la relación con George Benson?
T - Fue una cosa muy bonita. Coincidimos en el
"Carnegie Hall" en el festival de jazz y apareció en el camerino dándome la
mano. Yo siempre había admirado a George Benson, desde jovencito, por su forma de tocar,
me iba a mí ese rollo de él. Cuando le vi dije: ¡Hostia, si está Benson aquí! Luego
fue a Marbella a dar un concierto y fui a verlo y después actué yo en el "Blue
Note" y vino a verme él a mi y así nos hicimos "amiguillos".
Según cuenta Michel Camilo, George Benson apareció como un fanático
en uno de los conciertos de Camilo y Tomatito, haciendo fotos desde el escenario al
camerino. El fin de semana volvió con una guitarra flamenca para que Tomatito se la
firmara y en el camerino se alternaron al toque mientras comenzaba su amistad.
Cuando grababa el último disco, le mandé ese tema (La vacilona):
"Mira, si te apetece lo tocas y si no, aquí no pasa nada. Yo te sigo queriendo y
admirando lo mismo". No lo dudó y tocó. Y lo hizo por cariño, porque es
multimillonario en fama y en dinero. Él ya tiene una edad, ha hecho muchas cosas, está
reconocido en el mundo entero... a mi me preguntan por George Benson pero a él no le
preguntan cómo le fue con Tomatito. Y yo soy consciente de eso.
LMM - Has tocado en muchos lugares, ¿cuál recuerdas
especialmente?
T - Un lugar maravilloso fue "La taberna
gitana", donde empecé. Era un tablao donde me pegaba horas tocando para bailaoras.
Tocaba solo, para las atracciones como se llamaban antes- que venían. Fue un
momento de aprendizaje que no puedo olvidar por las ganas con que lo hacía, como un niño
que aprende sin dolor. Ahora, cuando somos mayores, queremos aprender con más reflexión
y seriedad pero jugando aprendes más.
LMM - Al parecer, te has adaptado perfectamente a la
ola de mestizaje cultural ¿Cómo ves este creciente gusto por los experimentos, fusiones
y mezclas?
T - Hay experimentos que no valen y no valen, por eso
pasan de moda, pero lo bueno queda. Yo he escuchado discos de Ramón Montoya, al que
Alfonso XIII se dio el Don porque inventó las rondeñas, un toque en el que se baja el
sexto a re, la tercera también a otro tono... y así a armónicos. Este gitano inventó
un palo que aun se toca, y escuchaba clásico, porque hacía armónicos. Se ve que la
gente inteligente escucha de todo tipo de música y no se encierra en un género.
Encerrarse lleva al fanatismo y eso a las sectas, que no son buenas para nada.
 |
Texto, Copyright © 2001 Luis Miguel Madrid.
Todos los derechos reservados. |
|