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Elena Poniatowska, Premio Alfaguara de Novela por
Armando G. Tejeda
La escritora mexicana Elena
Poniatowska convierte la literatura en astronomía y a la astronomía en sapiencia
popular, cual refranero. Su última novela, La piel del cielo, fue seleccionada de
entre 592 manuscritos como la ganadora del premio Alfaguara de Novela 2001, un prestigioso
reconocimiento literario que tiene apenas cinco autores en su particular antología: el
escritor cubano Elíseo Alberto, el nicaragüense Sergio Ramírez, los españoles Clara
Sánchez y Manuel Vicent, y La Poni, una auténtica profesora de las huestes de
periodistas mexicanos que han leído con avidez sus lecciones, entre ellas, y de manera
destacada, esa recuperación de la matanza de estudiantes en la Plaza de las Tres
Culturas, perpetrada por el régimen totalitario priísta en un año tan convulsionado
como simbólico: 1968.



Elena Poniatowska, hija de la mexicana Paula Amor y del polaco
descendiente de la nobleza, Jean Poniatowski, nació en París en mayo de 1932, si bien
vive en México desde que tenía nueve años y donde ha desarrollado su fértil vocación
literaria y su activa defensa de las causas sociales más justas, porque, como ya señalan
algunos críticos que parafrasean a Miguel de Unamuno para explicarse: "México le
duele". Periodista fundadora y articulista del periódico La Jornada, también
tiene una extensa obra narrativa que abarca casi todos los géneros: novela, ensayo,
crónica, teatro, testimonio y entrevistas, que recogen sus 29 libros escritos hasta
ahora, de los cuales algunos ya empiezan a ver la luz en su versión de bolsillo en el
mercado editorial español, como es el caso de La Flor de Lis y Lilus Kikus,
que distribuirá la editorial Plaza & Janés a partir del día 5 de mayo.
Babab ofrece a sus lectores una amplia selección de lo dicho por
Poniatowska a su paso por España, donde abrió un largo abanico de evocaciones: al exilio
español republicano que llegó a México en los años aciagos de la Guerra Civil
española, a Rosario Castellanos, Elena Garro y Sor Juana Inés de la Cruz.
"El recibir hoy este premio me recuerda una anécdota de Rosario
Castellanos, que cuenta que una vez en Chiapas vio a un hombre que iba sentado en un burro
con su haz de leña de frente, y atrás su mujer a pie, doblada bajo el peso de un haz de
leña inmenso. Entonces Rosario, con gran inocencia, le preguntó: "Bueno, pero ¿por
qué tu vas montado en un burro y ella va a pie, detrás de ti? Y él le contesto:
"Pues porque ella no tiene burro". Alfaguara al darme este premio realmente lo
que me ha dado es un burro y darle un burro a una Poni, como me llaman, es algo muy
peligroso".
Articulista, escritora, profesora de literatura, defensora de causas
sociales, Elena Poniatowska se siente ante todo periodista. "Desde 1953 soy
periodista, he hecho periodismo toda mi vida y todavía lo sigo haciendo. Tengo el sello,
la marca de fuego del periodista como un tatuaje que supongo que nunca va a desaparecer. Y
me enorgullece mucho serlo porque el periodismo me ha dado todo lo que soy, todo lo que he
aprendido y toda la gente a la que he conocido".
2 de octubre de 1968
"El 2 de octubre de 1968 se produjo una balacera con hombres que
traían guantes blancos en la mano y tiraron contra una multitud inerme en la que había
niños, mujeres, ancianos, mucha gente en una Plaza encajonada que no encontraba salida
por ningún lado. Empezaron a correr, en los hospitales estaban heridos en la espalda, en
la nuca, en la cabeza, y los periódicos como The Guardian dijeron que hubo 350
víctimas. La periodista italiana Oriana Fallaci aseguró que ella había estado en
Vietnam y que antes de disparar se oía una sirena y la gente podía correr, pero que esta
había sido la primera vez en su vida que había visto gente armada tirando sobre una
multitud inerme. Fue un gran escándalo. Yo recuerdo que cuando murió Regina, una
muchacha de origen alemán, su padre fue a recoger su cadáver a la morge y tenía a lo
largo de la columna vertebral seis balas. Realmente fue una masacre que se debió al miedo
del gobierno. Lo que pasó en Tlatelolco fue una verdadera infamia."
Chiapas y los indígenas de América Latina
Poniatowska quiso subrayar en su primera comparecencia como premio
Alfaguara lo siguiente: "Lo primero que quisiera decir es una noticia a propósito de
mi país, dice así: Ciudad de México, México, 25 de abril del 2001. Esta noche el
Senado de la República aprobó por unanimidad y en lo general el proyecto de decreto que
reforma la Constitución mexicana en materia de cultura y derecho indígenas. Se lograron
109 votos a favor de los Congresistas asistentes". Yo creo que esto es
importantísimo no sólo para los indígenas mexicanos y para mi país, sino también para
todos los países que también tienen una población indígena en América Latina y en el
mundo".
Yo creo que los escritores y los periodistas tienen una inclinación
hacia ciertas causas, yo no pertenezco ni he militado en partido alguno, pero ya en 1959
me interesé muchísimo por la situación de los ferrocarrileros presos. Luego en 1968,
ningún periodista que se preciara de serlo podía dejar de hablar del movimiento
estudiantil de 1968 y de la masacre de 250 estudiantes, jóvenes, mujeres y niños en la
Plaza de las Tres Culturas. También me interesé por esa causa. Después y aunque no es
una causa política, trabajé mucho y durante tres meses en la calle a raíz del terremoto
de 1985 y desde luego acusé al gobierno de descuido y de corrupción porque se cayeron
los edificios que jamás deberían haberse caído. También los hospitales, los edificios
públicos, las maternidades con mujeres dando a luz en ese momento, creo que es una
infamia que se haya escogido una varilla muy delgada, con una mezcla pésima de la grava
para la construcción de muchos de esos edificios, para ahorrar en materiales de
construcción. Eso me pareció no sólo una corrupción sino una perversión. Y ahora
estoy interesada en el movimiento zapatista porque me parece que es importantísimo no
sólo para México sino para América Latina, además de que es un movimiento muy original
y creativo; es una guerrilla que deja sus armas y sus fusiles para marchar a la ciudad
más grande del mundo para hacer sus peticiones. Me parece que eso fue lo más interesante
que sucedió en marzo en el mundo entero."
"Las mujeres indígenas en Chiapas siempre han sido maltratadas y
olvidadas, la mayoría de los indígenas son muy pobres, casi miserables. La miseria de
ellos nos acogota, pero a las mujeres les va mucho peor. Las mujeres que entraron en el
EZLN tuvieron muchísimas dificultades, siguieron a una comandante muy chaparrita, más
chaparrita que yo, la comandante Ramona y pidieron el derecho de no ser entregadas, como
es la costumbre, a casa de los suegros donde si venía el pretendiente eran cambiadas por
un garrafón de alcohol pésimo. Ahora las mujeres levantan la voz y dicen que quieren
decidir cuántos hijos tener, que quieren ser dueñas de su cuerpo, escoger a su hombre...
La situación de la mujer era terrible, por eso, que una mujer sea escogida para hablar en
el Congreso ha estado muy bien, y además lo ha hecho muy conmovedoramente, creo que es
algo que todos las mujeres y a todos los hombres, incluso a los diputados del PRI y del
PAN nos conmovió tremendamente".
"La lucha de las mujeres en América Latina es muy dura, porque las
mujeres en general que se dedican a la literatura o son solteras o son suicidas. Y la
lista de mujeres suicidas es enorme: a la escritora puertorriqueña Julia de Burgos, la
encontraron muerta y la depositaron en un anfiteatro con una señal en el pie que decía
que no había sido reclamada; Alfonsina Storni entró por su decisión al mar y se ahogó,
después las olas devolvieron su cuerpo a la playa. En México, la también escritora
Antonieta Rivas Mercado se dio un balazo con el revólver de su amante, el escritor y
ministro José Vasconcelos. Creo que la situación de las mujeres sí ha sido muy dura,
pues han sentido el rechazo y les ha resultado más difícil escribir."
Exilio español
Poniatowska también quiso rendir su particular homenaje a los hombres
que sufrieron de los estragos de la Guerra Civil española (1936-1939) y que llegaron a
México.
"Yo no conocía España, si bien había escrito otra novela, Tinísima,
que era una gran fotógrafa que podría llamarse mexicana aunque era italiana de origen, y
que estuvo durante la Guerra Civil en España. Por eso yo había admirado la lucha de los
republicanos y a los que vinieron a México, que hicieron grandes cosas por la educación,
crearon imprentas, fundaron editoriales. Nosotros los mexicanos estaremos eternamente
agradecidos a León Felipe, a Luis Cernuda, a Félix Candela, el arquitecto, a todos los
españoles que nos enseñaron, nos ayudaron y amaron. Muchas gracias por estar
presentes."
"La influencia española todavía es actual y muy positiva en las
manifestaciones por los desaparecidos políticos, en las que siempre destacó la presencia
de los estudiantes del Colegio Madrid. Si ves sus nombres son españoles, pues de alguna
forma son los españoles los que están acostumbrados a luchar y lo hacen al lado de los
mexicanos".
La calle, origen de su inspiración
Su literatura tiene su origen en la calle, en donde escudriña con
avidez en la búsqueda de seres que con la apariencia de anónimos cargan historias y
lamentos:
"En realidad mis voces, mi inspiración, son las voces de la calle,
la vida diaria, lo que nos pasa todas las mañanas, todas las tardes y las noches. Yo creo
que todos tenemos un fondo de tristeza de lo que no logramos. En el fondo del alma o del
espíritu tenemos un lugar donde los pensamientos duelen mucho, donde hay tristezas que no
decimos a nadie, pensamientos de fracaso que tampoco comunicamos, y eso es parte también
de la vida de un científico (el protagonista de La piel del cielo)".
Paz le echaba "ojos de puñal"
Poniatowska también contó, con ironía, cuando "Octavio Paz se
enojó conmigo durante 10 años y no me dirigía la palabra, me hacía unas caras de odio
que si me veía a treinta metros me echaba ojos de puñal, porque él si se enamoró de
Tina Modotti, y me dijo que cómo era posible que dedicara mi tiempo a una comunista, que
él me había avisado que yo no escribiera sobre ella. Pero yo en primer lugar ya había
hecho entrevistas a todos los viejos comunistas mexicanos y en segundo lugar ya llevaba
muy trabajada la novela, así que no me detuve a pesar en su furia."
La escritora mexicana también adelantó lo que será su próxima novela
(la historia de un ferrocarrilero), pero antes tendrá que pasar por el periplo de una
intensa promoción de La piel del cielo que le llevará a lo largo de este año a
difundir y expandir el gozo de su "astronomía literaria" por todo el mundo de
habla castellana.
Antonio Muñoz Molina
Sobre su novela, La piel del cielo, el presidente del jurado
Antonio Muñoz Molina dijo: "Lo que nos atrajo de la novela fue por una parte su
ambición, es una novela en la que el tiempo es muy largo: la novela arranca con la
infancia del protagonista haciendo una pregunta presocrática (Mamá, ¿allá atrás se
acaba el mundo?), es una pregunta infantil que busca su respuesta por el camino de la
ciencia. También La piel del cielo es una novela histórica en el sentido más
libre de la palabra, es decir, es una novela histórica porque tiene que ver con el
transcurso de la historia contemporánea de México, que además tiene un protagonista que
a mi me recordaba aunque no sé si la autora estará de acuerdo- a esos personajes
agónicos, que va discurriendo a la largo de la historia y que además tiene un elemento
muy original, que es la presencia de la ciencia, la astronomía concretamente como una
frontera de Occidente".
Hay un momento del libro en el que se yuxtapone de una manera muy sabia
el mundo de la organización científica, el mundo de las mitologías rurales y el mundo
de las mitologías prehispánicas", por lo que remató que "la lectura de La
piel del cielo es muy completa, en el sentido de que se pueden encontrar en el libro
muchos tonos distintos, muchas experiencias, la de la infancia, la de la educación, la
del compromiso de los ideales políticos, la experiencia de viajar al país más
desarrollado del orbe y sentir el complejo de inferioridad del latino y del hispánico,
que está viviendo en condiciones precarias y tristes. Ese gran arco temporal que abarca
una vida entera y que abarca un país como México hace que sí sea una novela muy
mexicana, en la medida en que son muy mexicanas las grandes novelas de Juan Rulfo, de
Mariano Azuelo o de Carlos Fuentes. Pero también, al igual que las otras, es una novela
universal, que es perfectamente inteligible para cualquiera y que disfrutara de una
literatura muy gratificante, cuyo resultado final deja un efecto ligeramente melancólico,
es decir: ¿Dónde se acaban las cosas? ¿Dónde se acaba la experiencia del amor?
¿Dónde termina la búsqueda científica?".
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Texto, Copyright © 2001 Armando G. Tejeda.
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