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Enrique Vila-Matas: "El canon literario
español está dictado por las mafias" por Armando G.
Tejeda
"Mi lenta inmersión en la pérgola desde la que se contempla el
faro de Cascáis acabó ese día por convertirse en una lenta inmersión en un recuerdo de
lo que probablemente nunca, en realidad, había vivido: el más tenaz de los recuerdos,
una inmersión radical en la melancolía."
Enrique Vila-Matas, Desde la ciudad nerviosa.
Enrique Vila-Matas hace tiempo
que recorre a través de la ficción literaria los recovecos de los bartlebys, esos
"seres en los que habita una profunda negación del mundo". Barcelonés nacido
en 1948, publicó recientemente Desde la ciudad nerviosa, una recopilación de
crónicas periodísticas que sintetizan sus obsesiones: el Faro de Cascáis, los
"misterios" de Barcelona, las Azores, que acogen "el fin del mundo y de las
palabras", los escritores gentleman y las obras literarias que mantiene, a
modo de Alberto Savinio, en un cuarto oscuro, donde cada mañana empiezan sus
disgregaciones sobre "la vida y la muerte", donde empieza a escudriñar en sus
propios enigmas, convertidos después en su literatura, "un lugar aparte". De
las Azores dice que son "montes de fuego, viento y soledad".
Vila-Matas reconoció que tras la publicación de su novela Bartebly
y compañía, él mismo corrió "el riesgo" de quedarse en silencio y asumir
el papel del "presentador oficial de libros en Barcelona", que según contó a
Babab ha logrado superar con el inicio de lo que será su nueva novela.
Vila-Matas escribió sobre síndrome de bartlebly lo siguiente:
"Bartleby y compañía no carece de anécdota, es decir, que tiene
aunque mínimo- un hilo argumental: Marcelo, un oficinista, consigue la baja
temporal en el trabajo para poder escribir entre el 8 de julio y el 11 de agosto de 1999
el tiempo en que se desarrolla la anécdota- un diario que es, al mismo tiempo, un
cuaderno de notas a pie de página que comentan un texto invisible, un cuaderno del que
Marcelo espera que demuestre con creces su amplia solvencia como rastreador de bartleblys.
Bartleby es el nombre que el narrador roba al célebre personaje de Melville para bautizar
a "esos seres en los que habita una profunda negación del mundo.
"Hace ya tiempo escribe Marcelo- que rastreo el amplio
espectro del síndrome de Bartleby en la literatura. Hace tiempo que estudio la
enfermedad, el mal endémico de las letras contemporáneas, la pulsión negativa o la
atracción por la nada que hace que ciertos creadores, aun teniendo una conciencia
literaria muy exigente (o precisamente por eso), no lleguen a escribir nunca; o bien
escriban uno o dos libros y luego renuncien a la escritura; o bien, tras poner en marcha
una obra, queden, un día, literalmente paralizados".
Enrique Vila-Matas es autor de una extensa obra narrativa que ha sido
traducida a once idiomas y que se ha situado en los últimos años entre los más
importantes y originales escritores españoles. Entre sus creaciones literarias podemos
citar Una casa para siempre (1988), Suicidios ejemplares (1991), Hijos
sin hijos (1993), Lejos de Veracruz (1995), Extraña forma de vida
(1997), El viaje vertical (1999) y Bartleby y compañía (2000). Entre sus
artículos y ensayos literarios destacan El viajero más lento (1992), El traje
de los domingos (1995) y Para acabar con los números redondos (1997).
ARMANDO G. TEJEDA - La crónica periodística es el género que
usted abordó en su última publicación, Desde la ciudad nerviosa, una
recopilación de textos que urgan en sus obsesiones más diversas, entre ellas la ciudad
de Barcelona.
ENRIQUE VILA MATAS - En las crónicas abordo detalles de la
historia de la ciudad. Para mí son como incursiones: salgo de mi casa y del mundo de la
ficción para verme obligado a hacer una crónica aproximadamente realista. Al igual que
hablo de las dos aceras de la Diagonal de Barcelona -una que permanece en la sombra, otra,
por la que la gente pasea, en la que da el sol. Para mí siempre ha sido un misterio por
que la acera de la sombra siempre ha estado sin gente, sin librerías. Entonces,
necesitaba un poco de sol y salir de la sombra de la ficción, tantos años atado a ella
en casa.
La crónica me ha ayudado, quizás, a ser más claro y directo de lo que
ya era cuando escribo una novela. En un principio yo tenía una idea, como tienen tantos
jóvenes a veces, de que cuando se escribe ficción hay que ser muy complicado, que tenía
que cuidar el estilo de Faulkner, por ejemplo, quien es uno de mis grandes escritores y
del que he estudiado mucho las estructuras de sus libros pero no tanto el lenguaje; el
lenguaje es el mío, es personal y cada vez es más directo para dirigirme a todo tipo de
lector. Y por eso el paso por el periodismo, que no es la primera vez que lo frecuento,
pues en definitiva yo empecé trabajando en la revista Fotogramas hace 20 años. El
periodismo siempre me ha ayudado a dirigirme con un estilo directo y lineal de cara al
lector amplio, y no al minoritario.
AT - El hecho de que incursionara en la crónica también le ha
servido para descubrir los misterios que cualquier ciudad encierra.
EV - Hay algunas cosas particularmente emotivas para mí. Por
ejemplo, me di cuenta que en Barcelona había calles, callejuelas, callejones, pero que
solo había un pasadizo. Ese día fue muy raro y lluvioso, cogí un taxi desde casa hasta
el pasadizo, que era un pasadizo miserable, no había nada ni siquiera había casas.
¡Ahí pensé que podría ser un lugar para que cantaran baladas! Creo he sido la primera
persona de la ciudad que se dio cuenta de la existencia del pobre pasadizo.
AT - Italo Calvino, en un fragmento de su libro "Las
ciudades invisibles", dice que "de una ciudad no disfrutas las siete o las
setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya".
EV - Sí que hay una respuesta, pero siempre es una mirada
parcial, nunca conoces del todo a la ciudad. Por ejemplo, quien conoce del todo a la
Ciudad de México; todos mis amigos me han dicho que hay zonas enormes que no conocen
dentro de la ciudad, donde no han estado jamás. O como me dijo Sergio Pitol, que la
Ciudad de México es una ciudad en la que se puede pasear durante 3 o 4 horas seguidas,
solo, y que era muy improbable que te encontraras a alguien conocido. Pero eso en realidad
es la ciudad moderna, porque eso mismo puede ocurrir en Barcelona, que es mi ciudad y es
donde he vivido 50 años, y donde me puedo bajar a Las Ramblas, estar tres horas y sentir
esa impresión agradable y desagradable al mismo tiempo, que por un lado es bastante
terrible darte cuenta de que no conoces a nadie y por la otra, que al no conocer a nadie
te permite pasear tranquilo por Las Ramblas. ¿Quien conoce su ciudad? Creo que es
prácticamente imposible abarcarla.
Cuando yo tenía 14 años subí a la parte alta de Barcelona para ver
como era. No había ido nunca a esa zona elegante, la zona de la Bona Nova, donde por
ejemplo vivían los Goytisolo. De esa hallazgo recuerdo un paseo extraordinario de
árboles que ahora está destrozado. En mi vida había visto ese paseo y me maravilló
descubrir que ese paseo estaba en mi ciudad. Pero bueno, todo esto viene del
descubrimiento mismo en el que uno deja el barrio y vas mas allá de los límites del
barrio. Creo que todo el mundo ha vivido esta experiencia, aunque ahora la vida de barrio
se ha vuelto mucho mas robotizada. Pero tu ciudad jamas la vas a conocer, quizá yo he
llamado a Barcelona la ciudad nerviosa, porque personas de mí círculo más
querido son personas todas nerviosas en cuanto a su inquietud constante, insatisfechas con
su realidad y luchando de forma dramática por cambiarla.
AT - Usted también apunta con ironía a la plaga cada vez más
extendida en la que los escritores se dedican más a presentar libros que a escribir
EV - Es muy curioso porque yo publique un artículo en el que
dije eso. Tuve la impresión de que ese articulo había sido muy leído, pero por si no
había sido leído me tocó presentar un libro en Barcelona y como presentación leí ese
articulo. El publico se rió y ante mi asombro me llegaron mas invitaciones para
presentaciones de libros. Incluso llegue a pensar en poner un anuncio en el que dijera que
"no voy a presentar mas libros a lo largo de esta temporada". Hubo un momento en
el que corrí el riesgo de convertirme en un Bartleby después de presentar mi
novela. Un riesgo serio que acabó de vencer, porque ahora he empezado un nuevo libro.
Así he salido del impacto Bartleby que me tuvo azorado y en el que todo lo que yo decía
de Rulfo me empezó a pasar a mí. Yo me ruborizaba cuando la gente me preguntaba por la
calle si estaba escribiendo otra cosa. ¡Había caída víctima de mi propia ficción!
Hubo un momento que de la misma forma que tuve el síndrome de
Bartleby, tuve el síntoma de que iba a convertirme en el presentador oficial de
libros de Barcelona. Es decir, que mi oficio iba a cambiar y hasta alguien me insinuó que
cobrara por las presentaciones y me dedicara a esto. En esa época, salió un articulo en
el Periódico de Cataluña en el que decía que yo era el Curro Romero de las
presentaciones de libros, porque Curro Romero, ya mayor, siempre ha asegurado al
espectador dos o tres faenas como mínimo.
AT - O sea que el riesgo de convertirse en un personaje
literario, presa del síndrome de Bartleby, lo superó recientemente.
EV - He sentido la tentación, al escribir Bartleby y
compañía, en quedarme sin escribir. Entonces pensé la única solución para que no
fuera dramático,era convertirme en una obra de arte humana, al estilo de Marcel Duchamps,
que era decir: ya lo sé todo y después de este libro ya no tengo nada que decir; que no
iba a escribir mas, tipo Rulfo. Sí que he sentido esta tentación de convertirme en un
personaje literario, pero por suerte he encontrado una salida para seguir escribiendo y no
verme obligado a cosa tan embarazosa en el fondo. Me encontré en un callejón sin salida
y la manera de salir es la que he encontrado en mi nuevo libro.
Es una novela que habla de un narrador que va a ver su hijo que ha
quedado bloqueado por la literatura por culpa de haber publicado un libro sobre los Bartlebys.
El padre va a ayudarlo sin saber que hay una trama de Hamlet de fondo, es decir, que el
hijo esta esperándolo para vengarse.
AT - Usted también ha ironizado con los que llama escritores
gentleman...
EV - Es el escritor como funcionario, tipo Thomas Mann y otros
que cito, que tiene su despacho y en este aspecto son burócratas. Esto no significa nada
en contra de ellos, pero no son como Gómez de la Serna que daba conferencias sentado en
un elefante, quizá por esto me fascina más el escritor de 24 horas que el que va a la
oficina.
AT - También establece dos categorías de escritores, los de
primera fila y los de segunda.
EV -Hay escritores, como Alejandro Rossi, que yo considero de
primera fila, que son lo que aspiran a la obra maestra, que es a lo que aspiro yo.
Mientras aspiro a esto yo estoy muy cómodo siempre en segunda fila. Yo me considero un
escritor de segunda fila pero con la ambición que dijo tener Monterroso cuando le dieron
el premio Príncipe de Asturias, en cuyo discurso señaló que su máxima aspiración es
tener media pagina en los colegios de Guatemala dedicada a su obra y añade que "no
es poco". Mi ambición es enorme y al mismo tiempo es mínima.
Si digo la verdad el hecho de que Bartleby y compañía haya sido
un libro muy celebrado me ha dejado un poco inquieto, pues yo estaba muy cómodo
literariamente, y voy a seguir intentándolo, siempre en la sombra y en segundo lugar. La
novela gloria no me interesa, sinceramente. Como aquel cuento de Borges, "La memoria
de Shakespeare", en el que alguien le ofrece a Borges en un sueño la memoria de
Shakespeare, pero no le ofrece la gloria ni la fama, sino la memoria personal de
Shakespeare. A eso es a lo que yo aspiraría, a que entrara en mi memoria la memoria de
Shakespeare cuando estaba escribiendo el quinto acto de Hamlet. Eso si que sería para mi
lo máximo, pero no la fama y la gloria, que son verdaderas vanalidades.
Para escribir hay que dejar de ser escritor, porque una cosa es querer
ser escritor o pensar que se es escritor, y otra muy distinta es escribir.
AT - En este trance ¿dónde quedan las ideas políticas?
EV - Yo creo que el compromiso político esta siempre detrás de
todo lo que se escribe. Yo tengo una mirada muy abierta y muy a la izquierda de la
política, a pesar de que no hable para nada en la narración casi nunca de política.
Pero creo que en la actitud siempre se distingue quien está detrás del que habla. La
literatura sin duda va mas allá, porque nadie sabe a que partido político pertenecía
Dante. La historia de la literatura es una historia aparte y si se habla de la
revolución, esta consistiría en volver a empezar, significaría en no seguir confiando
en cosas que han funcionando pero que eso no significa que sea toda la literatura. La
literatura esta todavía por hacer, posiblemente, porque todo parte de un equivoco
inicial: alguien dice una frase, el otro la entiende mal y ahí empieza la historia de la
literatura. Creo que lo decía Kafka, que un equivoco inicial será nuestra perdición.
Entonces, la revolución en la literatura sería volver a comenzar y esa es la literatura
que hacen algunos autores que yo admiro, por ejemplo el argentino Cesar Aira, que parte de
cero. El problema normalmente de los escritores es que copian un poco lo ya hecho, se
basan en formulas ya existentes. Esto irrita mucho a los criticos, que me preguntan
siempre cual es mi tradición literaria, que se supone que debería ser española o de
otro país quizá, pero yo no tengo tradición literaria, es posible que la encuentre
escribiendo. Pero en principio no parto de ninguna herencia.
Igual que mis lecturas nunca han sido específicamente españolas,
también creo que el escritor desde escribir del mundo, más allá de un país concreto.
Pero, bueno, creo que abarcar el mundo es prácticamente imposible, pero en cualquier
lugar del mundo puedes encontrar la frase o la clave de tu vida. De hecho, encerrado en un
hotel de Bogotá, viendo a Bob Dylan me di cuenta de cómo había sido toda mi juventud y
eso lo descubrí encerrado en un hotel de Bogotá, encerrado por el miedo a salir a la
calle. De ahí tengo muchísimas notas del diario del terror, que era prácticamente un
libro, que quizá algún día escriba, cuyo tema era el peligro, el literario y el de la
vida real. Iniciaba con una frase del torero Belmonte, que decía que "el peligro es
el eje de la vida sublime".
AT - Su empatía literaria se produce en México, mientras que en
España se le cerraron los espacios y su literatura ni siquiera gustaba.
EV - El canon español forma parte de las mafias literarias
instaladas hace años. Ya ha quedado y fijado con unos nombres muy concretos, que no
responden a la realidad de cómo se ve en México a la literatura española y no responde
tampoco a como los franceses la valoran, que tampoco corresponde para nada con el canon
español. Lo que ocurre es que España está muy aferrada al realismo literario y como en
la tradición española se valora sobre esto, por lo tanto yo tengo una libertad creativa
mas propia de escritores hispanoamericanos que españoles. Yo me identifico más con la
libertad de creación, no solo de narrativa en Hispanoamérica sino sobre todo de la
poesía, aunque yo no escriba poesía.
AT - Además de la asentada tradición realista de la literatura
española, esto tendrá algo que ver con las camarillas literarias.
EV - Hay momentos en que se instalan con gran facilidad por
historias de poder, bastaría ver quien dirigía hace doce años el suplemento de Babelia
en El País, para ver como a la sombra se instalaron todos los que ahora están
instalados. Esto es lo que hace que haya académicos, escritores prestigiosos que ya no
escriben, en fin
todo esto. Pero para superar eso está muy bien el extranjero, el
propio Pérez Reverte, por ejemplo, un autor que hace nueve años El País lo
situaba como un escritor ya no digamos de segunda fila sino de séptima. Yo no sabía de
él más que su nombre, entonces me impresionó mucho que en la librería de la Plaza de
Coyoacán había al menos cien Tablas Flandes. Independientemente de si escribe o no
escribe bien, que esta es una polémica para otra ocasión, lo cierto es que en México,
como después ocurriría en el resto del mundo, tenía lectores. Es decir, que si no llega
a ser por el extranjero Pérez Reverte no tendría lectores en España, porque la critica
lo habría machacado por dedicarse a escribir novelas tipo Alejandro Dumas. Ahora, como en
el New York Times dicen que es un buen escritor, entonces ya nadie se atreve a
ponerlo en duda. Y hay que reconocer, para entender esto, que el no entraba en ninguna
mafia del momento. Pero bueno, siempre el que escribe bien se abre camino gracias al
extranjero, a vosotros.
A veces las mafias se defienden diciendo que se convierten en mafia
porque todos son muy buenos escritores y necesitan salir a flote, es una gran respuesta,
mafiosa por otra parte.
AT - Usted ha dicho que pertenece a la generación del 68, que
dejo humor, melancolía y desastre.
EV - Yo pertenezco a esta generación porque en el 68 me fui a
vivir a París, y por lo tanto conecté mas con esta generación en la que había una
libertad creativa Sin embargo en España estamos celebrando los 25 años de la muerte de
Franco, porque en España no había nada de esto. Es decir, que yo pertenezco a la
generación del 68 no sólo por edad sino porque estaba en París.
AT - Este exilio voluntario a París fue también un gesto de
ruptura con la tradición literaria española.
EV - Sí, y bueno cuando yo vivía en París fui a ver un día a
los exiliados políticos, que se reunían en un bar de Plaza Sant Bizet y quede
horrorizado ante la catástrofe del exilio; estaban alrededor de García Calvo, unos se
pinchaban en los lavabos, otros bebían un vino español espantoso, tuve una bronca
tremenda y fue la única visita que hice a ese lugar. El dueño del bar estaba horrorizado
porque no tenía más clientes, pues estaba ahí toda la bronca española en pleno. Su
literatura era nacida de la desesperación, porque no hay mayor desesperación que la de
no poder volver a tu patria.
AT - Y en la lucha contra el franquismo, usted también
coincidió contra otras expresiones artísticas y políticas
EV - En el franquismo todo el mundo era antifranquista, todos
sabíamos que cuando muriera empezaríamos a ver quienes eran conservadores, quienes eran
de izquierdas, porque estaba todo demasiado igualado con este partido único del
antifranquismo. Después, gente que yo creía muy radical de izquierda se convirtieron,
por ejemplo, a partidos nacionalistas catalanes; hablando de Cataluña, concretamente
Tàpies, que es un conservador nato.
AT - ¿Cuales son esos peligros más latentes en la vida del ser
humano, del escritor?
EV - Ser excesivamente realista y quedarse solo. A veces a
través de la ficción se dice la verdad y ahí viene el problema, nadie soporta que uno
diga cosas que ha pensado, que aunque sean muy graves y peligrosas, ¿por qué no
decirlas? Para eso estoy en la escritura, no simplemente para escribir luces e historias
de amor.
Yo iba a titular mi primer libro, cuando tenia 22 años, Un lugar
aparte. Me dijeron que no podía poner este titulo, que lo cambiara y me pusieron un
titulo muy ridículo que no quiero ni citar. Pero mi primer libro era Un lugar aparte, que
es quizá donde yo me situaría.
AT - Sin embargo usted asegura que un escritor es un híbrido en
el que conviven influencias de escritores reales junto a influencias de otros que son
inventados.
EV - Lo ideal para mi hubiera sido la idea que tuvo Pessoa de los
heterónimos y así estaría muy tranquilo, pues hablan muchas voces diferentes en los
escritores. De alguna forma lo hice en Un casa para siempre, que es un ventrílocuo
que tiene varios muñecos pero que al mismo tiempo tiene voz propia y es un drama. Para
fue al revés de lo que se suele aspirar en los escritores, que aspiran a tener una voz
propia, yo quizá tengo muchas voces.
AT - Estas voces estarían en este cuarto oscuro, en el que tiene
guardados sus libros favoritos y en el que de mañana inicia sus disgregaciones sobre la
vida y la muerte. Me refiero a Italo Calvino, James Joyce, Margarite Duras, Juan Rulfo,
Robert Walser, Franz Kafka, Elías Canetti, Vladimir Nabokov, Sergio Pitol, Alejandro
Rossi
EV - Esto es un biblioteca muy móvil porque de los que entran
nadie se cae de ella, vendrán algunos nuevos pero a veces los traslado de sitio. Es
verdad que han influido en mi casi todos, pero no he conseguido copiar a ninguno, es
decir, que afortunadamente ninguno se parece a mi. Pero les tengo como punto de referente
porque es verdad que no puedo excluir a todos los escritores del mundo y esos son los que
tengo como punto de referente siempre, pero desde luego en ningún momento aspiro a
parecerme a ninguno de ellos. Necesito de ellos, porque me ayudan.
Leer a alguien que me gusta mucho es una formula para tener ganas de
escribir. Uno se pone a escribir no porque tiene una oficina y una especie de maquina para
hacer novelas, si no un poco porque lees a alguien que te gusta mucho y te gustaría hacer
algo como ha hecho él.
AT - ¿Sus libros parten de una imagen o una idea?
EV - El origen de cualquier libro mío siempre ha sido una idea
no una imagen. Eso remarco porque hay muchísimos escritores, muy valiosos, que ellos
explican que parten de una imagen. Sin embargo en mi caso siempre es una idea o bien una
idea contra una idea establecida.
AT - Usted se volvió escritor cuando vio a Mastroiani en La
notte de Antonioni.
EV - Sí, pero bueno esto no hay que creerlo al pie de la letra,
porque es difícil saber exactamente en que momento quiero ser escritor, pero sí es
cierto que la figura del escritor en la película me llamó mucho la atención como para
aspirar a vivir como él. Luego ya digo que no basta con autoproclamarse escritor para
escribir.
AT - Usted menciona que dentro de las Seis propuestas para el
próximo milenio de Italo Calvino, su literatura se encuentra mas dentro de la
levedad.
EV - Este libro lo he leído una gran cantidad de veces porque
para mi en su momento fue un hallazgo total. Después he llegado incluso a identificarme
con lo que menos pensaba, que es la multiplicidad. A medida que vivo me doy cuenta que la
multiplicidad es un aspecto muy complejo de la narración: en un libro, como el que he
empezado ahora, me doy cuenta que no avanza el tiempo y que el libro es casi infinito.
Esto es porque la historia se desarrolla en miles de direcciones de lo que piensa el
narrador. Esta visión está cada vez mas lejos de Dios y mar cerca de la complejidad
humana y del universo. Sobre Dios hay alguien que escribió un libro que se llama
Conversaciones con Dios, en el que la frase estelar de Dios es cuando le dijo que "si
pudiera repetir la creación cambiaría bastante porque necesitaba tiempo". Eso es lo
máximo que arranco de Dios, esa frase de una gran simplicidad, por que creo más en la
complejidad del universo.
AT - El Faro de Cascais es un lugar que siempre refiere en sus
libros


[Faro de Cascais (Fotografía: Eva María Contreras)]

EV - Me obsesiona. Es una de las grandes cosas que tiene el
escribir, que descubres obsesiones que no sabías que tenías. Algo pasó ahí, que yo
desconozco, en una vida anterior o en la vida actual mía, pero algo ocurrió ahí.
AT - Leo un fragmento de un libro suyo: "Miro hacia atrás
en mi vida y sólo se me ocurre decir que el tiempo pérfido, nos hace creer que nunca
pasa y cuando miramos atrás ha pasado demasiado rápido".
EV - Esto es como el final de El Gran Gatsby, de
Fitzgerald, creemos en botes que reman a contracorriente.
AT - "Vivir es llegar y agarrar el fondo, la raíz de la
realidad, al mismo tiempo que la mascara".
EV - Es un trabajo infinito, es el trabajo de Sísifo y es
inagotable también.
AT - Suicidio o la salvación a través de la literatura
EV - En la literatura yo elegiría siempre elevación, la
elevación religiosa. Es decir, saber que uno se está tratando con lo sagrado. El
suicidio, en estos momentos, seria una cuestión a rechazar. Es un tema que persigue,
evidentemente; acabo de llegar de Nantes y cuando llegué a la ciudad me entere que ahí
se había suicidado un escritor que aparece tanto en la historia portátil como en Bartleby
y compañía. Al estar tanto en mis libros lo considero un personaje mío, pero nunca
había pensado en que ciudad se había matado, quizás porque daba por supuesto que era
París. Estuve rondando el hotel y la habitación y hasta que no conseguí dar con la
habitación en la que se había matado no pare. ¿Por qué estaba interesado en esto?
Formaba parte de una imagen mía que había escrito varias veces y saber que había
ocurrido eso ahí me hizo sobornar a la portera para que me abriera la habitación en la
que se mató.
El enigma del suicidio lo descubriré escribiendo, porque nadie sabe el
motivo real, de ultimo hora, por el que alguien se ha matado. Es un enigma absoluto.
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Texto, Copyright © 2001 Armando G. Tejeda.
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