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Enrique Vila-Matas: "El canon literario español está dictado por las mafias"

por Armando G. Tejeda

"Mi lenta inmersión en la pérgola desde la que se contempla el faro de Cascáis acabó ese día por convertirse en una lenta inmersión en un recuerdo de lo que probablemente nunca, en realidad, había vivido: el más tenaz de los recuerdos, una inmersión radical en la melancolía."

Enrique Vila-Matas, Desde la ciudad nerviosa.

Enrique Vila-Matas hace tiempo que recorre a través de la ficción literaria los recovecos de los bartlebys, esos "seres en los que habita una profunda negación del mundo". Barcelonés nacido en 1948, publicó recientemente Desde la ciudad nerviosa, una recopilación de crónicas periodísticas que sintetizan sus obsesiones: el Faro de Cascáis, los "misterios" de Barcelona, las Azores, que acogen "el fin del mundo y de las palabras", los escritores gentleman y las obras literarias que mantiene, a modo de Alberto Savinio, en un cuarto oscuro, donde cada mañana empiezan sus disgregaciones sobre "la vida y la muerte", donde empieza a escudriñar en sus propios enigmas, convertidos después en su literatura, "un lugar aparte". De las Azores dice que son "montes de fuego, viento y soledad".

Vila-Matas reconoció que tras la publicación de su novela Bartebly y compañía, él mismo corrió "el riesgo" de quedarse en silencio y asumir el papel del "presentador oficial de libros en Barcelona", que según contó a Babab ha logrado superar con el inicio de lo que será su nueva novela.

Vila-Matas escribió sobre síndrome de bartlebly lo siguiente: "Bartleby y compañía no carece de anécdota, es decir, que tiene –aunque mínimo- un hilo argumental: Marcelo, un oficinista, consigue la baja temporal en el trabajo para poder escribir entre el 8 de julio y el 11 de agosto de 1999 –el tiempo en que se desarrolla la anécdota- un diario que es, al mismo tiempo, un cuaderno de notas a pie de página que comentan un texto invisible, un cuaderno del que Marcelo espera que demuestre con creces su amplia solvencia como rastreador de bartleblys. Bartleby es el nombre que el narrador roba al célebre personaje de Melville para bautizar a "esos seres en los que habita una profunda negación del mundo.

"Hace ya tiempo –escribe Marcelo- que rastreo el amplio espectro del síndrome de Bartleby en la literatura. Hace tiempo que estudio la enfermedad, el mal endémico de las letras contemporáneas, la pulsión negativa o la atracción por la nada que hace que ciertos creadores, aun teniendo una conciencia literaria muy exigente (o precisamente por eso), no lleguen a escribir nunca; o bien escriban uno o dos libros y luego renuncien a la escritura; o bien, tras poner en marcha una obra, queden, un día, literalmente paralizados".

Enrique Vila-Matas es autor de una extensa obra narrativa que ha sido traducida a once idiomas y que se ha situado en los últimos años entre los más importantes y originales escritores españoles. Entre sus creaciones literarias podemos citar Una casa para siempre (1988), Suicidios ejemplares (1991), Hijos sin hijos (1993), Lejos de Veracruz (1995), Extraña forma de vida (1997), El viaje vertical (1999) y Bartleby y compañía (2000). Entre sus artículos y ensayos literarios destacan El viajero más lento (1992), El traje de los domingos (1995) y Para acabar con los números redondos (1997).

ARMANDO G. TEJEDA - La crónica periodística es el género que usted abordó en su última publicación, Desde la ciudad nerviosa, una recopilación de textos que urgan en sus obsesiones más diversas, entre ellas la ciudad de Barcelona.

ENRIQUE VILA MATAS - En las crónicas abordo detalles de la historia de la ciudad. Para mí son como incursiones: salgo de mi casa y del mundo de la ficción para verme obligado a hacer una crónica aproximadamente realista. Al igual que hablo de las dos aceras de la Diagonal de Barcelona -una que permanece en la sombra, otra, por la que la gente pasea, en la que da el sol. Para mí siempre ha sido un misterio por que la acera de la sombra siempre ha estado sin gente, sin librerías. Entonces, necesitaba un poco de sol y salir de la sombra de la ficción, tantos años atado a ella en casa.

La crónica me ha ayudado, quizás, a ser más claro y directo de lo que ya era cuando escribo una novela. En un principio yo tenía una idea, como tienen tantos jóvenes a veces, de que cuando se escribe ficción hay que ser muy complicado, que tenía que cuidar el estilo de Faulkner, por ejemplo, quien es uno de mis grandes escritores y del que he estudiado mucho las estructuras de sus libros pero no tanto el lenguaje; el lenguaje es el mío, es personal y cada vez es más directo para dirigirme a todo tipo de lector. Y por eso el paso por el periodismo, que no es la primera vez que lo frecuento, pues en definitiva yo empecé trabajando en la revista Fotogramas hace 20 años. El periodismo siempre me ha ayudado a dirigirme con un estilo directo y lineal de cara al lector amplio, y no al minoritario.

AT - El hecho de que incursionara en la crónica también le ha servido para descubrir los misterios que cualquier ciudad encierra.

EV - Hay algunas cosas particularmente emotivas para mí. Por ejemplo, me di cuenta que en Barcelona había calles, callejuelas, callejones, pero que solo había un pasadizo. Ese día fue muy raro y lluvioso, cogí un taxi desde casa hasta el pasadizo, que era un pasadizo miserable, no había nada ni siquiera había casas. ¡Ahí pensé que podría ser un lugar para que cantaran baladas! Creo he sido la primera persona de la ciudad que se dio cuenta de la existencia del pobre pasadizo.

AT - Italo Calvino, en un fragmento de su libro "Las ciudades invisibles", dice que "de una ciudad no disfrutas las siete o las setenta y siete maravillas, sino la respuesta que da a una pregunta tuya".

EV - Sí que hay una respuesta, pero siempre es una mirada parcial, nunca conoces del todo a la ciudad. Por ejemplo, quien conoce del todo a la Ciudad de México; todos mis amigos me han dicho que hay zonas enormes que no conocen dentro de la ciudad, donde no han estado jamás. O como me dijo Sergio Pitol, que la Ciudad de México es una ciudad en la que se puede pasear durante 3 o 4 horas seguidas, solo, y que era muy improbable que te encontraras a alguien conocido. Pero eso en realidad es la ciudad moderna, porque eso mismo puede ocurrir en Barcelona, que es mi ciudad y es donde he vivido 50 años, y donde me puedo bajar a Las Ramblas, estar tres horas y sentir esa impresión agradable y desagradable al mismo tiempo, que por un lado es bastante terrible darte cuenta de que no conoces a nadie y por la otra, que al no conocer a nadie te permite pasear tranquilo por Las Ramblas. ¿Quien conoce su ciudad? Creo que es prácticamente imposible abarcarla.

Cuando yo tenía 14 años subí a la parte alta de Barcelona para ver como era. No había ido nunca a esa zona elegante, la zona de la Bona Nova, donde por ejemplo vivían los Goytisolo. De esa hallazgo recuerdo un paseo extraordinario de árboles que ahora está destrozado. En mi vida había visto ese paseo y me maravilló descubrir que ese paseo estaba en mi ciudad. Pero bueno, todo esto viene del descubrimiento mismo en el que uno deja el barrio y vas mas allá de los límites del barrio. Creo que todo el mundo ha vivido esta experiencia, aunque ahora la vida de barrio se ha vuelto mucho mas robotizada. Pero tu ciudad jamas la vas a conocer, quizá yo he llamado a Barcelona la ciudad nerviosa, porque personas de mí círculo más querido son personas todas nerviosas en cuanto a su inquietud constante, insatisfechas con su realidad y luchando de forma dramática por cambiarla.

AT - Usted también apunta con ironía a la plaga cada vez más extendida en la que los escritores se dedican más a presentar libros que a escribir…

EV - Es muy curioso porque yo publique un artículo en el que dije eso. Tuve la impresión de que ese articulo había sido muy leído, pero por si no había sido leído me tocó presentar un libro en Barcelona y como presentación leí ese articulo. El publico se rió y ante mi asombro me llegaron mas invitaciones para presentaciones de libros. Incluso llegue a pensar en poner un anuncio en el que dijera que "no voy a presentar mas libros a lo largo de esta temporada". Hubo un momento en el que corrí el riesgo de convertirme en un Bartleby después de presentar mi novela. Un riesgo serio que acabó de vencer, porque ahora he empezado un nuevo libro. Así he salido del impacto Bartleby que me tuvo azorado y en el que todo lo que yo decía de Rulfo me empezó a pasar a mí. Yo me ruborizaba cuando la gente me preguntaba por la calle si estaba escribiendo otra cosa. ¡Había caída víctima de mi propia ficción!

Hubo un momento que de la misma forma que tuve el síndrome de Bartleby, tuve el síntoma de que iba a convertirme en el presentador oficial de libros de Barcelona. Es decir, que mi oficio iba a cambiar y hasta alguien me insinuó que cobrara por las presentaciones y me dedicara a esto. En esa época, salió un articulo en el Periódico de Cataluña en el que decía que yo era el Curro Romero de las presentaciones de libros, porque Curro Romero, ya mayor, siempre ha asegurado al espectador dos o tres faenas como mínimo.

AT - O sea que el riesgo de convertirse en un personaje literario, presa del síndrome de Bartleby, lo superó recientemente.

EV - He sentido la tentación, al escribir Bartleby y compañía, en quedarme sin escribir. Entonces pensé la única solución para que no fuera dramático,era convertirme en una obra de arte humana, al estilo de Marcel Duchamps, que era decir: ya lo sé todo y después de este libro ya no tengo nada que decir; que no iba a escribir mas, tipo Rulfo. Sí que he sentido esta tentación de convertirme en un personaje literario, pero por suerte he encontrado una salida para seguir escribiendo y no verme obligado a cosa tan embarazosa en el fondo. Me encontré en un callejón sin salida y la manera de salir es la que he encontrado en mi nuevo libro.

Es una novela que habla de un narrador que va a ver su hijo que ha quedado bloqueado por la literatura por culpa de haber publicado un libro sobre los Bartlebys. El padre va a ayudarlo sin saber que hay una trama de Hamlet de fondo, es decir, que el hijo esta esperándolo para vengarse.

AT - Usted también ha ironizado con los que llama escritores gentleman...

EV - Es el escritor como funcionario, tipo Thomas Mann y otros que cito, que tiene su despacho y en este aspecto son burócratas. Esto no significa nada en contra de ellos, pero no son como Gómez de la Serna que daba conferencias sentado en un elefante, quizá por esto me fascina más el escritor de 24 horas que el que va a la oficina.

AT - También establece dos categorías de escritores, los de primera fila y los de segunda.

EV -Hay escritores, como Alejandro Rossi, que yo considero de primera fila, que son lo que aspiran a la obra maestra, que es a lo que aspiro yo. Mientras aspiro a esto yo estoy muy cómodo siempre en segunda fila. Yo me considero un escritor de segunda fila pero con la ambición que dijo tener Monterroso cuando le dieron el premio Príncipe de Asturias, en cuyo discurso señaló que su máxima aspiración es tener media pagina en los colegios de Guatemala dedicada a su obra y añade que "no es poco". Mi ambición es enorme y al mismo tiempo es mínima.

Si digo la verdad el hecho de que Bartleby y compañía haya sido un libro muy celebrado me ha dejado un poco inquieto, pues yo estaba muy cómodo literariamente, y voy a seguir intentándolo, siempre en la sombra y en segundo lugar. La novela gloria no me interesa, sinceramente. Como aquel cuento de Borges, "La memoria de Shakespeare", en el que alguien le ofrece a Borges en un sueño la memoria de Shakespeare, pero no le ofrece la gloria ni la fama, sino la memoria personal de Shakespeare. A eso es a lo que yo aspiraría, a que entrara en mi memoria la memoria de Shakespeare cuando estaba escribiendo el quinto acto de Hamlet. Eso si que sería para mi lo máximo, pero no la fama y la gloria, que son verdaderas vanalidades.

Para escribir hay que dejar de ser escritor, porque una cosa es querer ser escritor o pensar que se es escritor, y otra muy distinta es escribir.

AT - En este trance ¿dónde quedan las ideas políticas?

EV - Yo creo que el compromiso político esta siempre detrás de todo lo que se escribe. Yo tengo una mirada muy abierta y muy a la izquierda de la política, a pesar de que no hable para nada en la narración casi nunca de política. Pero creo que en la actitud siempre se distingue quien está detrás del que habla. La literatura sin duda va mas allá, porque nadie sabe a que partido político pertenecía Dante. La historia de la literatura es una historia aparte y si se habla de la revolución, esta consistiría en volver a empezar, significaría en no seguir confiando en cosas que han funcionando pero que eso no significa que sea toda la literatura. La literatura esta todavía por hacer, posiblemente, porque todo parte de un equivoco inicial: alguien dice una frase, el otro la entiende mal y ahí empieza la historia de la literatura. Creo que lo decía Kafka, que un equivoco inicial será nuestra perdición. Entonces, la revolución en la literatura sería volver a comenzar y esa es la literatura que hacen algunos autores que yo admiro, por ejemplo el argentino Cesar Aira, que parte de cero. El problema normalmente de los escritores es que copian un poco lo ya hecho, se basan en formulas ya existentes. Esto irrita mucho a los criticos, que me preguntan siempre cual es mi tradición literaria, que se supone que debería ser española o de otro país quizá, pero yo no tengo tradición literaria, es posible que la encuentre escribiendo. Pero en principio no parto de ninguna herencia.

Igual que mis lecturas nunca han sido específicamente españolas, también creo que el escritor desde escribir del mundo, más allá de un país concreto. Pero, bueno, creo que abarcar el mundo es prácticamente imposible, pero en cualquier lugar del mundo puedes encontrar la frase o la clave de tu vida. De hecho, encerrado en un hotel de Bogotá, viendo a Bob Dylan me di cuenta de cómo había sido toda mi juventud y eso lo descubrí encerrado en un hotel de Bogotá, encerrado por el miedo a salir a la calle. De ahí tengo muchísimas notas del diario del terror, que era prácticamente un libro, que quizá algún día escriba, cuyo tema era el peligro, el literario y el de la vida real. Iniciaba con una frase del torero Belmonte, que decía que "el peligro es el eje de la vida sublime".

AT - Su empatía literaria se produce en México, mientras que en España se le cerraron los espacios y su literatura ni siquiera gustaba.

EV - El canon español forma parte de las mafias literarias instaladas hace años. Ya ha quedado y fijado con unos nombres muy concretos, que no responden a la realidad de cómo se ve en México a la literatura española y no responde tampoco a como los franceses la valoran, que tampoco corresponde para nada con el canon español. Lo que ocurre es que España está muy aferrada al realismo literario y como en la tradición española se valora sobre esto, por lo tanto yo tengo una libertad creativa mas propia de escritores hispanoamericanos que españoles. Yo me identifico más con la libertad de creación, no solo de narrativa en Hispanoamérica sino sobre todo de la poesía, aunque yo no escriba poesía.

AT - Además de la asentada tradición realista de la literatura española, esto tendrá algo que ver con las camarillas literarias.

EV - Hay momentos en que se instalan con gran facilidad por historias de poder, bastaría ver quien dirigía hace doce años el suplemento de Babelia en El País, para ver como a la sombra se instalaron todos los que ahora están instalados. Esto es lo que hace que haya académicos, escritores prestigiosos que ya no escriben, en fin… todo esto. Pero para superar eso está muy bien el extranjero, el propio Pérez Reverte, por ejemplo, un autor que hace nueve años El País lo situaba como un escritor ya no digamos de segunda fila sino de séptima. Yo no sabía de él más que su nombre, entonces me impresionó mucho que en la librería de la Plaza de Coyoacán había al menos cien Tablas Flandes. Independientemente de si escribe o no escribe bien, que esta es una polémica para otra ocasión, lo cierto es que en México, como después ocurriría en el resto del mundo, tenía lectores. Es decir, que si no llega a ser por el extranjero Pérez Reverte no tendría lectores en España, porque la critica lo habría machacado por dedicarse a escribir novelas tipo Alejandro Dumas. Ahora, como en el New York Times dicen que es un buen escritor, entonces ya nadie se atreve a ponerlo en duda. Y hay que reconocer, para entender esto, que el no entraba en ninguna mafia del momento. Pero bueno, siempre el que escribe bien se abre camino gracias al extranjero, a vosotros.

A veces las mafias se defienden diciendo que se convierten en mafia porque todos son muy buenos escritores y necesitan salir a flote, es una gran respuesta, mafiosa por otra parte.

AT - Usted ha dicho que pertenece a la generación del 68, que dejo humor, melancolía y desastre.

EV - Yo pertenezco a esta generación porque en el 68 me fui a vivir a París, y por lo tanto conecté mas con esta generación en la que había una libertad creativa Sin embargo en España estamos celebrando los 25 años de la muerte de Franco, porque en España no había nada de esto. Es decir, que yo pertenezco a la generación del 68 no sólo por edad sino porque estaba en París.

AT - Este exilio voluntario a París fue también un gesto de ruptura con la tradición literaria española.

EV - Sí, y bueno cuando yo vivía en París fui a ver un día a los exiliados políticos, que se reunían en un bar de Plaza Sant Bizet y quede horrorizado ante la catástrofe del exilio; estaban alrededor de García Calvo, unos se pinchaban en los lavabos, otros bebían un vino español espantoso, tuve una bronca tremenda y fue la única visita que hice a ese lugar. El dueño del bar estaba horrorizado porque no tenía más clientes, pues estaba ahí toda la bronca española en pleno. Su literatura era nacida de la desesperación, porque no hay mayor desesperación que la de no poder volver a tu patria.

AT - Y en la lucha contra el franquismo, usted también coincidió contra otras expresiones artísticas y políticas…

EV - En el franquismo todo el mundo era antifranquista, todos sabíamos que cuando muriera empezaríamos a ver quienes eran conservadores, quienes eran de izquierdas, porque estaba todo demasiado igualado con este partido único del antifranquismo. Después, gente que yo creía muy radical de izquierda se convirtieron, por ejemplo, a partidos nacionalistas catalanes; hablando de Cataluña, concretamente Tàpies, que es un conservador nato.

AT - ¿Cuales son esos peligros más latentes en la vida del ser humano, del escritor?

EV - Ser excesivamente realista y quedarse solo. A veces a través de la ficción se dice la verdad y ahí viene el problema, nadie soporta que uno diga cosas que ha pensado, que aunque sean muy graves y peligrosas, ¿por qué no decirlas? Para eso estoy en la escritura, no simplemente para escribir luces e historias de amor.

Yo iba a titular mi primer libro, cuando tenia 22 años, Un lugar aparte. Me dijeron que no podía poner este titulo, que lo cambiara y me pusieron un titulo muy ridículo que no quiero ni citar. Pero mi primer libro era Un lugar aparte, que es quizá donde yo me situaría.

AT - Sin embargo usted asegura que un escritor es un híbrido en el que conviven influencias de escritores reales junto a influencias de otros que son inventados.

EV - Lo ideal para mi hubiera sido la idea que tuvo Pessoa de los heterónimos y así estaría muy tranquilo, pues hablan muchas voces diferentes en los escritores. De alguna forma lo hice en Un casa para siempre, que es un ventrílocuo que tiene varios muñecos pero que al mismo tiempo tiene voz propia y es un drama. Para fue al revés de lo que se suele aspirar en los escritores, que aspiran a tener una voz propia, yo quizá tengo muchas voces.

AT - Estas voces estarían en este cuarto oscuro, en el que tiene guardados sus libros favoritos y en el que de mañana inicia sus disgregaciones sobre la vida y la muerte. Me refiero a Italo Calvino, James Joyce, Margarite Duras, Juan Rulfo, Robert Walser, Franz Kafka, Elías Canetti, Vladimir Nabokov, Sergio Pitol, Alejandro Rossi…

EV - Esto es un biblioteca muy móvil porque de los que entran nadie se cae de ella, vendrán algunos nuevos pero a veces los traslado de sitio. Es verdad que han influido en mi casi todos, pero no he conseguido copiar a ninguno, es decir, que afortunadamente ninguno se parece a mi. Pero les tengo como punto de referente porque es verdad que no puedo excluir a todos los escritores del mundo y esos son los que tengo como punto de referente siempre, pero desde luego en ningún momento aspiro a parecerme a ninguno de ellos. Necesito de ellos, porque me ayudan.

Leer a alguien que me gusta mucho es una formula para tener ganas de escribir. Uno se pone a escribir no porque tiene una oficina y una especie de maquina para hacer novelas, si no un poco porque lees a alguien que te gusta mucho y te gustaría hacer algo como ha hecho él.

AT - ¿Sus libros parten de una imagen o una idea?

EV - El origen de cualquier libro mío siempre ha sido una idea no una imagen. Eso remarco porque hay muchísimos escritores, muy valiosos, que ellos explican que parten de una imagen. Sin embargo en mi caso siempre es una idea o bien una idea contra una idea establecida.

AT - Usted se volvió escritor cuando vio a Mastroiani en La notte de Antonioni.

EV - Sí, pero bueno esto no hay que creerlo al pie de la letra, porque es difícil saber exactamente en que momento quiero ser escritor, pero sí es cierto que la figura del escritor en la película me llamó mucho la atención como para aspirar a vivir como él. Luego ya digo que no basta con autoproclamarse escritor para escribir.

AT - Usted menciona que dentro de las Seis propuestas para el próximo milenio de Italo Calvino, su literatura se encuentra mas dentro de la levedad.

EV - Este libro lo he leído una gran cantidad de veces porque para mi en su momento fue un hallazgo total. Después he llegado incluso a identificarme con lo que menos pensaba, que es la multiplicidad. A medida que vivo me doy cuenta que la multiplicidad es un aspecto muy complejo de la narración: en un libro, como el que he empezado ahora, me doy cuenta que no avanza el tiempo y que el libro es casi infinito. Esto es porque la historia se desarrolla en miles de direcciones de lo que piensa el narrador. Esta visión está cada vez mas lejos de Dios y mar cerca de la complejidad humana y del universo. Sobre Dios hay alguien que escribió un libro que se llama Conversaciones con Dios, en el que la frase estelar de Dios es cuando le dijo que "si pudiera repetir la creación cambiaría bastante porque necesitaba tiempo". Eso es lo máximo que arranco de Dios, esa frase de una gran simplicidad, por que creo más en la complejidad del universo.

AT - El Faro de Cascais es un lugar que siempre refiere en sus libros…



[Faro de Cascais (Fotografía: Eva María Contreras)]

EV - Me obsesiona. Es una de las grandes cosas que tiene el escribir, que descubres obsesiones que no sabías que tenías. Algo pasó ahí, que yo desconozco, en una vida anterior o en la vida actual mía, pero algo ocurrió ahí.

AT - Leo un fragmento de un libro suyo: "Miro hacia atrás en mi vida y sólo se me ocurre decir que el tiempo pérfido, nos hace creer que nunca pasa y cuando miramos atrás ha pasado demasiado rápido".

EV - Esto es como el final de El Gran Gatsby, de Fitzgerald, creemos en botes que reman a contracorriente.

AT - "Vivir es llegar y agarrar el fondo, la raíz de la realidad, al mismo tiempo que la mascara".

EV - Es un trabajo infinito, es el trabajo de Sísifo y es inagotable también.

AT - Suicidio o la salvación a través de la literatura…

EV - En la literatura yo elegiría siempre elevación, la elevación religiosa. Es decir, saber que uno se está tratando con lo sagrado. El suicidio, en estos momentos, seria una cuestión a rechazar. Es un tema que persigue, evidentemente; acabo de llegar de Nantes y cuando llegué a la ciudad me entere que ahí se había suicidado un escritor que aparece tanto en la historia portátil como en Bartleby y compañía. Al estar tanto en mis libros lo considero un personaje mío, pero nunca había pensado en que ciudad se había matado, quizás porque daba por supuesto que era París. Estuve rondando el hotel y la habitación y hasta que no conseguí dar con la habitación en la que se había matado no pare. ¿Por qué estaba interesado en esto? Formaba parte de una imagen mía que había escrito varias veces y saber que había ocurrido eso ahí me hizo sobornar a la portera para que me abriera la habitación en la que se mató.

El enigma del suicidio lo descubriré escribiendo, porque nadie sabe el motivo real, de ultimo hora, por el que alguien se ha matado. Es un enigma absoluto.

 

 

Texto, Copyright © 2001 Armando G. Tejeda. Todos los derechos reservados.
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Última actualización: domingo, 31 de diciembre de 2000

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