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Algunos poemas

por Luis Miguel Madrid,
presentación y fotografías de Eva María Contreras

[Debido a las características propias del formato HTML, estos poemas pueden estar reproduciéndose inadecuadamente. En ese caso, recomendamos leer la versión en RTF pulsando aquí]

Bomarzo es un pequeño pueblo de calles estrechas y casas de piedra, situado en lo alto de una colina cercana a Roma. Dominando el valle que se extiende a sus pies, un gran palacio se yergue justo al borde del precipicio con que la colina termina en uno de sus extremos. En este palacio vivía en el siglo XVI, Pier Francesco, Duque de Orsini.

Orsini disponía de una cultura y sabiduría equiparable a las mejores de los grandes de su tiempo, pero escondidas en un cuerpo maltrecho y torcido, coronado con una joroba que le hacía sentirse apartado de los demás en un mundo que rendía culto a la belleza. A solas imaginaba mundos diferentes habitados por seres fantásticos donde las casas estaban torcidas y las sirenas tenían dos colas, donde él sería uno más.

Pero no se contentó con imaginarlo, quería vivir con sus criaturas, tenerlas cerca, y un día decidió hacerlas realidad en el valle que tenía a sus pies a modo de jardín particular. Entre los árboles hizo que surgieran gigantes, monstruos de bocas enormes, dragones, sirenas... de piedra. Entre ellos paseaba Orsini, a pesar de que a su mujer el descubrimiento de estos seres le costase más que un disgusto.

Muchos sabemos que aún hoy Orsini pasea entre sus criaturas al caer la tarde sobre su mundo fantástico, en el que el tiempo se ha acostado.

Este maravilloso lugar hoy se conoce como El Bosque de los Monstruos, y supone la prueba de que Orsini supo adelantarse a su tiempo rompiendo con los cánones de belleza renacentistas para crear un lugar único, una verdadera obra de arte nacida de lo más íntimo de sí mismo.

Un paseo al atardecer por El Bosque de los Monstruos, con la certeza de ir guiado por el mísmísimo Orsini, es lo que inspiró a Luis Miguel Madrid el inicio de un libro de poemas con Italia, Bomarzo y especialmente, el Duque de Orsini como protagonistas. De él anticipamos ALGUNOS POEMAS:

 

BOMARZO

Digo que pienso pero el asunto
está más próximo al sentir.
Sólo sé que la vida es una roca,
que los días piedras y las horas duran
un tiempo inexplicable.
Esa es la situación, no puedo meditar
porque las razones han quedado
como agujeros del espíritu,
o como metáforas arcaicas
que sólo el que las calla reconoce.
Así somos Bomarzo y yo, así es
nuestra composición molecular,
tan iguales que parecen al juntarlas
menos que ninguna.
Tampoco descansamos,
viajamos a ciegas por el tiempo,
Bomarzo hacia delante, yo para atrás
hasta que un día, sin vernos
nos reconozcamos.



EL OJO DEL DUQUE

En la hora tarda que los magos marcan
la luz que se va trae
sus delirios de paciencia.
Ciega los ojos la vista de su propio valle
y las alas negras de los siglos
ironizan los encantos
de aquel trozo de beso
que casi nos dimos.

 

MONSTRUOS

No los hubo, ni más grandes o pequeños.
Fue más bien algún tipo de batalla
entre la conciencia y la belleza,
en la que la imaginación tomó partido
por el camino del medio.



LA MENTIRA EXACTA

La vida no puede ser más frágil
ni puede ser más exacta su mentira.
Se defiende con la picardía del sueño
o los hechizos que gozamos al imaginar.
Que arrastremos la desgracia y el orgullo
por un mismo tiempo y lugar
no es más que prueba de pobreza.
Y sólo la risa queda, que es bastante,
al ver al Gran Duque de Orsini
jugando con la retórica a jorobar.

 

AMADA MIA

"Paciencia, amada, templar los bichos
de la curiosidad es necesario. "
Orsini no tenía más remedio que repetir frases
que tranquilizaran a su esposa. Ella,
que tanto escuchó la cantinela,
terminó por convencerse y dibujó
los trabajos del conde imaginando
un homenaje al matrimonio,
o a la tenue hermosura que aún guardaba
o quizás a la fe, o a los dioses de las cosas bellas.
Cuando Orsini acabó, llamó a su esposa:
"Amada mía, ahora verás en que gasté mi tiempo,
y el dinero sin esfuerzo. Acompáñame."
La esposa miró aquellas figuras
recién sacadas del corazón de los pedruscos,
y aunque quedó pasmada, no se desmayó,
había tenido la precaución de llevarse las sales.



PASILLOS

Tiene los tiempos a favor
para recorrer cada noche los pasillos
con la magnitud del invisible.
La inmortalidad se alcanza por las ramas
de igual forma que los días
comienzan por la noche.
Consiste el cuento en buscar el revés de los finales
donde está lo seguro de lo incierto.
Pero eso no es lo importante, aunque sí
que nada importante lo sea.
Porque nunca acaba nada como nos parece,
porque nunca acaba nada
el duque prefirió dormir despierto,
sin más compañía
que la viudedad de las dudas
tras la boca de un monstruo.

 

ROMA

El tiempo es allí un estrato
sin más valor que un hueso enterrado
en un trozo de vasija.
Su historia es un cacharro más
que la lluvia ocultó sin miramientos.
Así es como los caminos
siempre nos alejan de Roma
por más que la busquemos.
Intentamos perder nuestra conciencia,
olvidar debilidades, ganar tiempo.
Mas no es posible, deberíamos entender
que el camino de la vida nos desplaza
a otros lugares sin defensa
donde las horas ejercen de columnas
y la memoria es la cerca
que aprisiona el pensamiento
y al final el cuerpo.

 

 

Texto, Copyright © 2000 Luis Miguel Madrid. Todos los derechos reservados.
Texto, Copyright © 2000 Eva María Contreras. Todos los derechos reservados.
Fotografías, Copyright © 2000 Eva María Contreras. Todos los derechos reservados.
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Última actualización: sábado, 01 de julio de 2000

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