Los genios del bosque en la selva de metal por
Manuel Bausc
El novísimo centro del universo
bilbaíno es la ilógica y bella estructura de metal del Museo Guggenheim. Los pocos
kilómetros que lo separan de bosque de Oma son en realidad una distancia cósmica. Si el
barco se hubiera varado en el bosque o el bosque creciese dentro del titanio, entonces el
arte buscaría la armonía de su locura. El bosque y el titanio son hoy los extremos que
no se tocan de una realidad táctil. Bellos extremados y bellos valientes ambos, osados y
opuestos. El gris que no es gris y es color de la ría negra se enfrenta a la paleta de
colores que es verde que es bosque.



Foto 1: Mercado de sulfídrico y mercado de arte fino.
Foto 2: Arco iris subceleste.
Foto 3: Altibajos del bosque de Oma.
Foto 4: Hay vascos en el bosque.

La libertad vigilada y cotizada en el mercado de Gehry es libertad
desnuda y sin precio en los pinos de Ibarrola. En la gran nave aséptica no podemos pasar
de la carísima línea amarilla para ver los picassos imitados por Pablo y los modiglianis
imitados por Amadeo que hemos visto tantas veces. En el bosque tu mano desnuda siente las
rugosidades de la pintura en el tronco del árbol, y huele a tierra húmeda.
La grandilocuente fachada del corazón vacío nos exige adoración,
mientras que el corazón del bosque palpita con nuestro juego íntimo. Al Guggenheim de
Gehry le sobran los cuadros, existe sin ellos, igual que el bosque de Ibarrola conmueve
sin libro de instrucciones.



Foto 5: Ojos que no
ven.
Foto 6: Hay bosques en los vascos.
Foto 7: Tres arlequines multicolores vienen de visita.
Foto 8: Corteza de ladrillos clorofilados.

El Guggenheim es un burro en un garaje, que cocea despistado a los
bosques del arte vasco. En su tienda de dos plantas el Guggenheim vende arte cosmopolita
en la selva de metal. El arte además de su cualidad material posee un alma
inaprehensible. Y el bosque de Oma tiene este espíritu inefable, como esa especie de
genios que animan el bosque aunque nunca los veamos. Los altos fondos del Guggenheim,
aunque materialmente arte en mayúsculas, carecen de la emoción y del misterio de la
fantasía que nos ha despertado las botas mojadas entre los arboles de Oma.
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Texto y fotografías, Copyright © 2000
Manuel Bausc. Todos los derechos reservados. |
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