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Pablo María García Llamas: cuando las paredes hablan

por Eva M ª Contreras

Hay dos características formales fundamentales en la obra de Pablo María García Llamas: la presentación de sus imágenes en soportes diferentes al clásico papel, y la concepción de las exposiciones como instalaciones en las que cada fotografía se disuelve dentro de un conjunto que pretende comunicar una idea global. De las que ha realizado cabe destacar Límites en C, en la Galería Edurne de Madrid (1996), Nalena Skorupan, en el Photomuseum de Zarautz (1997), o Barro, tiempo y sueño, en Alcorcón, Madrid (1999). En 1997 la Real Sociedad Fotográfica Española le concedió el Premio de Honor por la utilización de nuevos soportes en la fotografía.

La primera presentación en público de fotografías sobre un soporte nuevo la hizo en 1996 en la Galería Edurne de Madrid. Emulsionó directamente las paredes, convirtiendo la sala para ello en un enorme cuarto oscuro durante días. El resultado fue algo muy especial: las fotografías eran obras únicas, se había suprimido una de las características fundamentales de este arte: su capacidad de multiplicación. La pared en la que estaban integradas les confería una textura determinada, un resultado estético único e irrepetible. Y además se trataba de una obra transitoria: al terminar la exposición se pintaría de nuevo sobre la pared y aquellas imágenes sólo permanecerán en la memoria de sus observadores.


 



La pared ha sido en la historia del arte soporte de obras que en su mayoría han tenido un contenido religioso o ritual: los frescos de las iglesias, las pinturas funerarias egipcias, la pintura de las cavernas... Imágenes que se hicieron para un espacio determinado del que nunca más se iban a mover. Eso es lo que fascina a García Llamas y lo que intenta recrear, enlazando de paso con los contenidos de dichas imágenes: la muerte y lo que puede haber detrás, que según él, no sería nada.

En el Photomuseum (1997) recogió la tradición funeraria disponiendo las fotografías para formar un sarcófago enorme. Las dimensiones de la obra junto con el tema de la muerte resultaban sobrecogedores. La exposición se tituló Nalena Skorupan 1994, y estaba dedicada a una niña que murió a los dos meses de nacer víctima de la guerra, y que fotografió Gervasio Sánchez.



La muerte como fin de todo, eso es lo que angustia a este fotógrafo, empeñado en reflejar ese sentimiento en sus obras, para hacer a la gente consciente su propia intrascendencia. No somos nada, tan sólo carne, no hay diferencia entre nosotros y el cordero que compramos en la carnicería. Esa idea del hombre es la que aparecía en aquella exposición en Edurne, y en otras fotografías sobre madera o lienzo en las que el tema es el cuerpo humano, partes de cuerpos desnudos junto a trozos de carne de animal sobre un fondo neutro, negro. Eso es lo que somos y nada más.




Aunque no es creyente, la religión es un tema que le atrae y que incorpora, en su vertiente estética, a su obra. La historia del arte en occidente está marcada por el peso de la religión católica. Sus símbolos y las formas con que se ha ido expresando esa doctrina pesan aún sobre los artistas actuales.García Llamas sigue esta tradición cultural en lo que se refiere a la colocación de las imágenes: trípticos, retablos... Y en la elección de otros soportes como la madera (como en la pintura flamenca) y el vidrio (vidrieras góticas).

La exposición Barro, Tiempo, sueño, presentada en Alcorcón, Madrid, en 1999, une estos dos soportes con la fotografía sobre pared. Sugiere vidrieras y hasta un retablo, con una fotografía sobre pared de 2,30 por 2,30 metros.




En Barro, tiempo, sueño hace referencia a lo pasajero de la vida. Lo importante ya no es tanto el cuerpo como las personas. Se trata de retratos, un intento de atrapar la imagen de personas que como todos dejarán de existir. Es la esencia de la fotografía: registrar lo que es pasajero para intentar que de ese modo permanezca.

Se trata de una instalación realizada a medias con Diego López, fotógrafo con el que ha trabajado en numerosas ocasiones. Diego López supone, en palabras del propio García Llamas, un complemento, alguien que está más del lado de la vida. Quizás gracias a su presencia, muchas fotos cambian aquí el fondo neutro y oscuro por un entorno realista.




La belleza hace olvidar la angustia, pero este fotógrafo quiere que seamos conscientes de ella, por ello le atrae fotografiar la vejez, la enfermedad.... Lo feo, como otros fotógrafos a los que admira: Witkin, con su estética de lo grotesco, o Andrés Serrano, que realiza obras basadas en los típicos cristianos, como en su famoso Piss Christ.

Pero García Llamas no llega a esos límites, en el fondo ni siquiera es tan pesimista. Piensa que lo único que tenemos es la vida y por eso hay que aprovecharla, sentir, vivir, antes de que sea tarde.

Por eso quiere comunicar también emoción, pues para él el arte es eso. La música y poesía son para Pablo las artes más fuertes, capaces de producir el mayor torrente emocional al no estar cerradas en su significado. Comunican puro sentimiento. Pero él se comunica a través de la imagen, y que lo haga por medio de la fotografía es algo circunstancial: es la técnica que mejor ha sabido dominar.

 

 

Texto, Copyright � 2000 Eva Contreras. Todos los derechos reservados.
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�ltima actualizaci�n: domingo, 05 de marzo de 2000

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