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27ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires por
Rosana Gutiérrez (enviada especial)
26 de abril de 2001
La gran vidriera
Año tras año, desde 1975, pasando por diferentes situaciones políticas, la
Feria del Libro ha sido el escaparate obligado en que las distintas gestiones de gobierno
se han instalado para mostrar sus políticas culturales.
No fue este año la excepción. El jueves 19 de abril, en el salón de
exposiciones de la Sociedad Rural de Buenos Aires, se levantó el telón de la 27º
edición de la Feria Internacional del Libro que este año se diferencia de las anteriores
por el ingreso gratuito durante los días de semana.
Con
una afluencia de público menor a la esperada, el acto inaugural tuvo, como telón de
fondo un clima de reclamo, dado por la exigencia de la Cámara del Libro a la inmediata
sanción de la Ley del Libro, que contempla, entre otros beneficios para la diezmada
industria editorial argentina, la exención del IVA en todas las etapas de producción y
comercialización, la creación de un "Fondo de Fomento del Libro y la Lectura"
y la obligación del Estado a adquirir no menos de un 5% de la primera edición de cada
libro de autor argentino, publicado en el país. Paradójicamente, como hace dos años, la
ley tuvo media sanción del Senado la noche anterior a que la Feria abriera sus puertas.
En un encendido discurso, Héctor Levin, presidente de la Fundación del
Libro, que es la institución organizadora, instó a los funcionarios de gobierno que se
encontraban en la sala a cumplir con ese compromiso postergado, con duras palabras: "Hace
18 años que prometen la sanción de la nueva ley del libro y siempre es una espera amarga
que al no sancionarse termina debilitando más a la industria editorial. Nuestra paciencia
se agota. Si algún oscuro funcionario sigue trabando leyes es necesario que los diputados
se reúnan y puedan debatir y resolver los conflictos". Estaban allí el
presidente provisional del Senado, Mario Aníbal Losada, el secretario de Cultura de la
Nación, Darío Lopérfido, y el Jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal
Ibarra, entre otros. Cada uno de ellos aprovechó la oportunidad para ejercer su actividad
preferida: la propagandística, prometiendo pronta respuesta a los reclamos que, como
telón de fondo se podían comprender gráficamente en las pancartas que rezaban "ley
del libro, una deuda pendiente", de la mano de trajeados editores. Mientras tanto, en
el hall central, un "hombre sándwich, sobre zancos", entregaba folletos
explicando de la necesidad de la ley.
Por
primera vez, tuvo a su cargo la apertura de la Feria, un escritor, en lugar de un
funcionario y este fue Juan José Saer, ovacionado por el público. Llegado de Francia, su
lugar de residencia, el autor de "Las nubes", deleitó a la audiencia con un
discurso donde no faltaron alusiones a la censura y las épocas oscuras: "Donde
reina la opresión los libros son mal vistos... Lo insoportable del analfabetismo es que
perpetúa la opresión." Su disertación giró en torno a la importancia de la
lectura en la historia de la humanidad, contando cómo a través de los siglos el universo
fue escrito en los libros "La vida y los libros están entremezclados hasta tal
punto que la realidad parece que no existiera sin ellos... Los libros son el lugar donde
se teje y desteje la trama de nuestras vidas" Hizo hincapié en el lema de esta
edición: el placer de la lectura: "El lector puede leer en los trenes, en los
colectivos, en los subtes, el que lee por placer lo hace en cualquier circunstancia...Hay
que leer por placer. Sin los libros el hombre perdería el dominio del mundo que para bien
o para mal cree haber alcanzado".
Afuera, los 25.000 metros de superficie organizados en dos plantas,
cuatro pabellones, nueve salas auditorio y 1340 stands pertenecientes a editoriales
de todas partes del mundo, 23 provincias argentinas y 39 países y colectividades
oficialmente representados, exponían más de un millón de libros a la espera de la gente
que recorría los interminables pasillos, "garroneando" cuanto folleto se
ofreciese y aprovechando las mesas de saldos para llevarse a casa ejemplares de autores de
la talla de Oliverio Girondo, Haroldo Conti o Ricardo Güiraldes, al módico precio de dos
mangos.
Simultáneamente,
el ensayista, filósofo y "pesimista ilustrado", tal como se autodefinió,
Fernando Savater, invitado por la editorial Santillana, presentó 50 títulos que integran
la colección juvenil "Leer es genial". que contiene desde autores
clásicos hasta contemporáneos y algunos inéditos, en versiones originales.
En un clima coloquial, pero a la vez con la agudeza que lo caracteriza,
hizo alusión a Borges en el sentido de su agradecimiento y admiración hacia el escritor
argentino.
"Por la forma en que me enseñó a leer, él decía que gracias
a los libros tenemos recuerdos que no hemos vivido".
La Sala Roberto Arlt se vió colmada de gente, muchas paradas en los
pasillos, para seguir atentamente las reflexiones del filósofo español, por momentos
devenido en "abuelo sabio", aconsejando sobre la necesidad de estimular la
lectura en los más pequeños: "A los niños hay que contagiarles el placer de la
lectura, pero nunca obligarles a leer, porque es seguro que aborrecerán los libros...la
adicción a la lectura modifica nuestra vida y ésta debe empezar en nuestra infancia,
porque los primeros sabores de la juventud son definitivos en la vida... Con los libros
adecuados, ellos van a disfrutar de la lectura. En el mundo no hay tantas cosas gratas;
¿por qué habrían de perderse el placer de leer?".
Savater deslumbró con metáforas sumamente elocuentes y un despliegue
de buen humor: "Lo que establece nuestra edad es la cantidad de libros que hemos
leído. La vida de lector no avanza con la acumulación de títulos, sino con su capacidad
de entrar en ellos y profundizar la lectura.. .Yo entiendo que, a veces, los niños son un
poco repelentes y espantan a los adultos... Es un peligro convertir la lectura en un acto
circense y vanagloriarse de que un niño de 9 años ya ha leído, por ejemplo, En busca
del tiempo perdido, de Proust".
De todo, como en botica
Además
del despliegue de stands y de libros, la Feria organiza una innumerable cantidad de
actividades, para todos los gustos: las Jornadas de Profesionales, el Salón Internacional
del Libro Latinoamericano (Silar), donde se reúnen los editores de libros en español,
las Jornadas Internacionales de Educación, el Congreso Internacional de Promoción de la
Lectura y el Libro, el Foro Internacional de Enseñanza de Ciencias y Nuevas Tecnologías,
el Ciclo Internacional de Enseñanza de Lenguas Extranjeras y el Encuentro Internacional
"Leer en el mundo global".
Se llevarán a cabo, también el 6º Encuentro Internacional de
Narración Oral "Cuenteros y cuentacuenteros: de lo espontáneo a lo
profesional", diversos cursos sobre autores argentinos y latinoamericanos, como Juan
Carlos Onetti y Olga Orozco y varios talleres a cargo de escritores. Además, un
interesantísimo ciclo llamado "Poetas al rincón", donde las producciones
literarias independientes tendrán su espacio a micrófono abierto. Dichas publicaciones
que circulan en la ciudad y han sido marginadas en años anteriores, los poetas y
escritores de la Contraferia, que en desacuerdo con la organización de la exposición,
reclamaban por una entrada gratuita todos los días y pedían stands para las pequeñas
editoriales y revistas, en esta oportunidad tienen su espacio propio y este es un hecho
digno de destacar.
A
los más de 800 actos de diverso tipo se agregan charlas con escritores, mesas redondas,
presentaciones de libros, rincones de lectura y espectáculos.
Más Savater
Leer es "un goce extraordinario que tiene mérito por el solo
hecho de ser un goce... contra la manía penitencial de aquellos que afirman que sólo el
sufrir tiene mérito".
Con un resfrío difícil de disimular, pero una gentil sonrisa y un modo
de decir preciso y agudo, el filósofo vasco ofreció una clase magistral de dialéctica
en la segunda jornada de la Feria.
El tema, relacionado con el lema de este año, "El placer de la
lectura", dio para que pudiese desplegar pensamientos e ideas que una enorme cantidad
de seguidores de diferentes edades aplaudieron con júbilo: "Para un español de
mi generación estar en la Feria del Libro argentina es algo especial, porque como tantos
otros me formé en buena medida gracias a la edición de libros en este país. Si no
hubiera sido por editoriales como Sur, Emecé, Fondo de Cultura Económica y tantas otras,
que editaban libros que llegaban de una manera casi clandestina, no hubiera podido acceder
a autores cuyo nombre estaba prohibido incluso mencionar en la España de aquel
entonces".
Con respecto al tema que ocupó la conferencia, que fue presentada por
el embajador español, Manuel Alabart, reivindicó a la lectura como un acto de placer: "Estamos
demasiado tiempo con una mentalidad de empleados de nosotros mismos... Escucho demasiado a
menudo la frase "a mí me gusta leer, pero no tengo tiempo". Es que ninguna de
las cosas importantes está en una agenda laboral. ¿Hay alguna agenda que diga "hora
para enamorarse", "tiempo para la ternura"? Esas son cosas que uno tiene
que conquistar. Uno tiene que leer robando el tiempo de lectura a otras cosas,
conquistándolo, arañándolo. No todo es tiempo servil".
Y como genial corolario final hizo alarde de su "pesimismo
ilustrado", (como prefiere autodenominarse cada vez que se lo tilda de optimista),
para referirse al futuro del libro frente a la nueva era digital: "Se leyó mucho
antes de que existiera el libro, Aristóteles o Dante no tuvieron en sus manos un libro
tal como ahora lo concebimos, y sin embargo leyeron....Es posible que dentro de mil años
la gente lea en soportes diferentes, pero seguirá leyendo. Tiendo a pensar como un amigo
mío, que trabaja en informática y dice que si el libro se hubiera inventado después del
ordenador todo el mundo lo hubiera considerado un gran progreso".
Los argentinos tenemos, frecuentemente el honor de su presencia no sólo
por sus disertaciones filosóficas, sino también por sus visitas al Hipódromo de
Palermo, dadas por su condición de "burrero" y amante de los caballos.
El Premio Carlos Pellegrini suele contar con su asistencia y, de un modo
u otro, es siempre un gusto tenerlo por estos lares.
La memoria en La Feria
Los
visitantes a la feria se encuentran, al ingresar al hall de entrada, con una curiosa
instalación que al principio causa curiosidad y luego, una mezcla de asombro e
indignación. Un gran asador hecho de ladrillos con libros en su interior, y un efecto de
luces que semejan llamas, acompañado por cuatro esculturas con forma de chivitos (al
estilo de los asados de campo).
Se trata de la instalación "Fuego de Libros", de los artistas
Carlos Alonso y Ariel Mlynarzewick, que recuerda al 30 de agosto de 1980, cuando en un
terreno baldío de Sarandí (Buenos Aires) las fuerzas policiales quemaron un millón y
medio de libros y fascículos publicados por el Centro Editor de América Latina,
secuestrados previamente de los depósitos de la editorial. Esta instalación fue
realizada en homenaje al editor José Boris Spivacow, fundador de Eudeba (Editorial
Universitaria de Buenos Aires) y del CELS (Centro Editor de América Latina), cuyos libros
marcaron a varias generaciones de argentinos. Obras de Comte, Marx, Varsasky, Perón,
Evita, el Che Guevara, From y maravillosas colecciones como "Historia del
movimiento obrero". "Historia de América Latina en el Siglo XX",
"Historia del Movimiento Obrero", "El País de los Argentinos" y
"Los Hombres de la Historia". Libros que infringieron la ley 20.840, que
penaba la "publicación y distribución de libros subversivos" Libros que fueron
quemados en uno de los más grandes actos de barbarie de la represión cultural.
Spivacow, figura mítica por haber sido uno de los más grandes
renovadores de la cultura en las décadas del sesenta y setenta, fue recordado en un
emotivo acto de homenaje que contó con la presencia de familiares, la escritora y
pensadora Beatriz Sarlo, la actriz Cipe Lincovsky y el editor Daniel Divinsky, quienes
además de evocar la bestial quema de libros, recordaron las persecuciones, secuestro y
amenazas que sufrieron los trabajadores de la industria editorial, muchos de ellos,
engrosando la larga lista de desaparecidos.
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Texto y fotografías, Copyright © 2001
Rosana Gutiérrez. Todos los derechos reservados. |
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Con la colaboración especial de Gustavo Di
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