La escritura es un ariete y un escudo. Es seña de identidad y es equipaje para el viaje.
Emilio Porta
A veces, reconozco que pocas, tienes la suerte de cruzarte con un libro de los que te conquistan a la primera. Y, ¿por qué? Porque tienen los elementos básicos de originalidad, reflexión, pragmatismo (que te muestre soluciones o simplemente vínculos con lagunas propias) y cultura. Vamos, de los que te generan nuevas conexiones neuronales. Si tiene eso, entonces, ya puedo decir que es un libro que entrará en mi biblioteca y no saldrá nunca, un libro que subrayaré y que releeré sin duda.
Justo eso es lo que me ha pasado con el libro de Emilio Porta y confirmas la corazonada. Existen las personas y los libros geniales, yo he leído algunos y este es uno de ellos. Una buena mezcla de pensamientos, emociones y vivencias. Un lugar donde la escritura se enraíza, por un lado, con el pensamiento interior y la mirada, y por el otro, con la capacidad de hacer nuestro y de transformar a través de la palabra el universo exterior.
Un libro recopilatorio de relatos con una temática variada: relatos de corte psicológico, otros con base histórica, otros de pura ficción urbana, etc. algún relato también con un cierto toque de humor. Como la vida misma todo está mezclado en nuestra mente y nuestra existencia.
Banderas rotas, además del título, es el nombre del primer relato, donde se explica el concepto del libro. Se acabaron las ideologías, (ciertas o equivocadas) y aquellos que fueron fieles a ellas están, en el mundo de hoy, fuera de lugar. Las banderas son un símbolo y se exhiben como elemento de significados. A propósito de esto, el narrador se encuentra en la Plaza Roja de Moscú con un anciano vendiendo sus insignias en un mercadillo de Rusia. Es desolador comprobar como vende su historia, su propio pasado, su memoria. El propio autor asistió a dicha escena haciendo una reflexión entre la política mundial y la sensación de que todo está a la venta. Definitivamente, este es uno de esos relatos que te dejan pensando en muchas cosas, de los que me gustan de verdad.
En Maleta del tiempo el protagonista es un niño, quien se pregunta —como niño—, sobre lo enigmático de la gravedad de un cuerpo y lo extrapola a lo más parecido que conoce, el equilibrista de circo. Absolutamente tierno. Me maravilla precisamente esa capacidad de meterse en la piel de distintos personajes para deshilvanar tan bonitas y exactas las historias, lo que te engancha desde el minuto cero.
En El último combate de Bob Acuña se mete en la piel de un boxeador y nos muestra un valor fundamental, la integridad.
Y Altagracia es un desgarrador relato cuya protagonista es una chica adolescente de catorce años dispuesta a todo por conseguir su sueño. Y la pregunta está servida: ¿hasta dónde somos capaces de llegar los seres humanos cuando nos convertimos en esclavos de un sueño? ¿Cuántos aros han de pasarse para llegar a ser? ¿Todo lo que sea necesario a cualquier precio? Y lo peor, quienes están al otro lado, sentados en el poder, ¿cómo ejercen el abuso sin ninguna culpabilidad? En Wallace el autor hace un ejercicio de desnudez, nos enseña la miserable rendición ante las redes y la verdadera sumisión a los demás por culpa de los ordenadores, Tablet, móviles, etc. Nos hemos vuelto seres dependientes de los demás, serviles a sus necesidades.
Muchos relatos interesantes hay en este libro, por citar algunos: El secreto de Andrea, La nada (inspirado en el Grito de Münch, Simón (donde un escritor se convierte en Payaso de Circo), La nueva (relato del primer día de la abuela en la escuela; un relato de denuncia intimista, cruel y real inspirado en la diferencia de clases de la postguerra).
Hay un texto para mí fundamental, donde el autor se posiciona como un narrador omnipresente para hablarnos de los últimos días de su madre en una residencia, donde era feliz porque, aunque estaba en silla de ruedas, solo quería descansar de lo que fue una vida dura y complicada. Sí, el contenido es auténtico. Contrastado con el autor, pero tiene un giro final maravilloso que tendréis que leer.
Es evidente que la mayoría de los relatos son pura ficción, pero hay alguno como el primero y el de su madre están basados en hechos reales.
Cuando empecé a leerlo me pareció delicioso y cuidado, seguí con un montón de referencias a personajes de la historia reversionados y terminé con la sonrisa de la ironía y muchos chispazos de inteligencia.
No es un libro para lectores voraces de superficies lisas, no es un libro de lectura rápida en absoluto, ya que en sus líneas se esconden a modo de tesoro literario muchas de las reflexiones filosóficas más conocidas y universales y que nos suelen pasar por encima como el tiempo, sin darnos cuenta. Aquí os relaciono algunas:
- El corazón tiene razones que la razón ignora (Blaise Pascal); frase a la que recurro sin duda tras leer el relato Estampa perteneciente a la segunda parte del libro.
- Pocas veces pensamos en lo que tenemos; pero siempre en lo que nos falta (Schopenhauer); cuya esencia flota en Subconsciente.
- Frecuentemente hay más que aprender a las preguntas inesperadas de un niño que de los discursos de un hombre (John Locke); presente en El globo.
- La medida del amor es amar sin medida (San Agustín); sin duda, idea, entre otras, inspiradora de Arturo y Ginebra.
- Quien sabe de dolor, todo lo sabe (Dante Alighieri); la soledad mostrada en El solitario.
- La filosofía es la lucha contra el embrujamiento de nuestra inteligencia mediante el uso del lenguaje (Ludwig Wittgenstein); muy al hilo de lo que se trabaja en El árbol.
- El mapa no es el territorio (Alfred Korszybskik); que late y subyace en El juego y en Gotas de lluvia, donde los protagonistas son niños. Siempre, esa mirada infantil que persiste como un grito como una llamada a seguir siendo pequeños, pensar y sentir como niños. Ellos tienen intacta la curiosidad y la inocencia. Hay una verdadera mirada infantil en muchos de los relatos de este libro.
Y ya para terminar, solo quiero añadir a propósito de la obra de Emilio Porta y recordando al respecto lo ya dicho por Friedrich Nietzche: lo que distingue las mentes verdaderamente originales no es que sean las primeras en ver algo nuevo, sino que son capaces de ver como nuevo lo que es viejo, conocido, visto y menospreciado por todos.
Así que, si quieres una sobredosis de buena literatura, no te pierdas este libro. No te decepcionará en absoluto.
Texto © Olga RT
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