En realidad estas autoridades lo desprecian casi todo. Solo aprecian el fútbol. Ponen a un futbolista en la plaza del Liceo precisamente. Nombran a un futbolista como representante turístico de Salamanca. Desprecian la plaza de san Román que podría ser maravillosa con sus galerías renacentistas pero es un infierno de hojalata eterna. Desprecian el edificio ruinoso en plena calle Mayor que sujetan con grapas de hierro. De todos modos a los turistas les da igual, no se enteran de nada, solo van en grupos a buscar la rana de la Universidad. Desprecian la infinidad de monumentos que mantienen cerrados y se los hurtan a los ciudadanos, y que estarán llenos de arañas polvorientas o de lagartijas lúbricas. Desprecian los edificios con personalidad que están enfermos, como uno en la avenida Italia, y deciden destruirlos. Desprecian toda la cultura y toda la vida. Aprecian el ahorro y la productividad, echar a los ciudadanos de carne y hueso de su presencia, para que les cueste menos al gestionar sus asuntos por internet. ¿Y qué harán con el dinero ahorrado? Levantar más estatuas de futbolistas y más Palacios de Congresos horribles donde nunca se celebra un congreso.
Y yo te digo: hay un convento franciscano increíble en Salamanca. ¿Lo dices de verdad? Claro que lo digo de verdad, queda un trozo del claustro y queda el ábside con sus arcos góticos arrebatadores. Lo fundó en el siglo XIII un discípulo del mismo San Francisco. No me lo puedo creer y nadie sabe de eso. Durante muchos años fue una carbonería.
¿Estás de broma? Lo que oyes, era una carbonería. Por eso están muchas partes ennegrecidas. Desengáñate, el arte no importó a nadie durante siglos. Ni siquiera tenían el concepto de arte. Pues ahora mismo tampoco importa mucho. Solo importa el dinero. Pero coño, si la gente lo supiera iría en tropel a verlo y ganarían dinero.
Nos atendió un fraile capuchino anciano, nos dijo que solo quedaban tres frailes. Y como la iglesia no tiene frailes todo eso no tiene futuro. ¿Y el gobierno no se ocupará? eso es cultura, eso es nuestro espíritu. Qué coño de espíritu, a quien le importa el espíritu. A la gente solo le importa hacer carreteras para mover dinero. O fabricar muchas máquinas y volvernos mecánicos todos.
Pero yo mirando esos arcos me arrebataba y pensaba que nunca sería una máquina. Pensaba en ese entusiasmo y esa gracia que nunca tendrán las máquinas. Pensaba en San Francisco que defendía la naturaleza y el misterio de las aves enloquecidas, y por anticipado superaba tanto mecanicismo sin gracia.
Pensaba que el monasterio de San Francisco fue importantísimo en Salamanca. El actual Campo de San Francisco era el jardín de los frailes. Donde después peleaba Unamuno contra sus ideas con cuernos, donde Carmen Maite Gaite atravesaba visillos mentales. Pero es que, claro, toda la cultura será clandestina muy pronto y todo serán máquinas. Y no habrá lugar para San Francisco, su gracia, su entusiasmo.
Pero estas autoridades lo desprecian todo. Desprecian a San Francisco, y el patrimonio cultural de Salamanca, y sus escritores, y sus mismos habitantes. Desprecian todo lo que no da dinero. Desprecian la naturaleza y el entusiasmo que representa san Francisco, pero también a los peatones, y a los creadores, y a los ateneos, y a las tabernas con personalidad, y a todo lo que está vivo. San Francisco a veces da vueltas de madrugada por Salamanca y dice: “Joder, nunca me van a tener en cuenta a mí ni a cuantos se parecen a mí. Dirán cuatro frases sobre mí y volverán a sus obras interminables que escamotean la ciudad”. Es el tiempo del desprecio, ya decía Ernesto Sábato.
Texto © Antonio Costa Gómez
Fotografía © Sanjo, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons