Literatura Narrativa Relato

Hormigas en mi tumba

Hormigas en mi tumba

Despiertas muy temprano como siempre y luego de pasar por la ducha decides preparar el desayuno. Al estirar el brazo no te encuentro y sentir ese lado vacío me inquieta. Como también te abruma la soledad de la cocina vuelves a la cama. Entonces cargas una bandeja con café, tostadas, mermelada, más la libreta de las cuentas. Protesto por la luz de la lámpara, el olor a quemado y el ruido de tu mordida sobre el pan crujiente. Para desquitarme meto la mano debajo de tu camiseta. –Simulo dormir–. Dejas la taza sobre la mesa de noche, y con cuidado, mientras sostienes la libreta con la mano izquierda, retiras mi brazo. –No quieres perder la concentración. Los números no cierran últimamente–. Yo insisto. Pero quitas el brazo de nuevo.

– Ya no me quieres. –Murmuro.

– Es verdad, no te quiero. –Lo dices con convicción.

– ¿Por qué?

– ¡Porque no! –Continúas haciendo números.

– ¡Sorete! –Salto arriba de tu cuerpo tibio y te abrazo prendiéndome como una garrapata.

– ¡Basta, tengo que revisar estas cuentas! Es en serio…

– ¿Vos ya no me quieres?

– No te quiero.

– ¡Me voy a matar! –En segundos decido convertir la apacible mañana en un verdadero drama. No me cuesta nada. Es mi especialidad.

– ¡Hazlo ya, por favor, así sigo trabajando! –Pones cara de piedra. No se te mueve un pelo.

– ¡Muy bien, adiós! Como un suicida que atraviesa el más inhumano de los tormentos, caigo sobre el piso helado llevando las sábanas conmigo. Doy con la cabeza y el hombro. Aguanto el porrazo como puedo sin mostrar ni un solo gesto.

– ¡Qué haces! –Te asomas desde la cama para ver cómo me encuentro–. ¿Estás demente?

– Acabas de pedirme por favor que termine con mi vida. Vos ya no sientes nada por mí. Ahora mismo te hablo desde la tumba. –Deslizo el cuerpo hasta ubicarme abajo de la cama. En el trayecto me topo con unas cuantas hormigas que se han filtrado por la ventana. Son cuatro o cinco exploradoras en busca de comida.

– ¡Estás sin ropa, te vas a enfriar! ¡Actúas como si tuvieras dos años! ¡Qué carajo te pasa! ¡Vuelve a la cama!…

– ¡La vejez te está volviendo una persona muy amarga! ¡Eso me pasa! –Inspecciono por debajo. Como no hay nada, más que polvo, telarañas, y un colchón gastado, empiezo a soltar insensateces con el único propósito de fastidiar.

– Ah, guardas dinero en el colchón. Te advierto que no es un lugar seguro.

– ¡No inventes tonterías!

– ¡Con que además coleccionas revistas porno a escondidas! ¡Qué gustos más raros tienes! Parece que también te animas con todo tipo de perversiones, a juzgar por los dibujitos. Desconocía ese costado tan excéntrico… ¿Y esta ropa interior usada a quién pertenece? Mía no es…

Te arrojas desde la cama repentinamente, tirando libreta, taza de café, tostadas, mermelada y lámpara. Quedamos en penumbras. –Me asusto un poco. No lo esperaba–. En el suelo congelado buscas hacer un lugar al lado mío.

– ¡Es mi tumba!

– Quiero morirme a tu lado…

– ¡Pedazo de salame!

– ¡Trozo gigante de mortadela!

– ¿Me estás diciendo que estoy con unos kilos de más? ¡Eso fue agresivo!

– No me vas a permitir trabajar esta mañana…

– No.

– Déjame abrazarte.

– No.

– Dale.

– ¡No!

– ¡Por favor!

De un impulso brincas sobre mí, dando la cabeza contra la cama. Sin querer reímos con ganas por el accidente tan tonto. Pero al rato quedamos en silencio. Entonces recuestas la cabeza sobre mi hombro.

– Creo que este mes no llegamos a pagar el gas…

– No hables…

– Y tendremos que achicar la lista del supermercado…

– No te escucho…

Ahora te estiras, soltando todo el peso del cuerpo. Puedo sentir el ritmo acompasado de la respiración. Percibo cuando tu abdomen se expande y contrae lentamente una y otra vez. Sin decirnos nada decidimos permanecer así. Mientras tanto, algunas hormigas transportan los trocitos de pan que han caído en el suelo desnudo. Y otras se revuelcan en la mermelada.


Texto © Roberto Antonio Remedi
Fotografía © Faris Mohammed


Danos tu opinión

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.