Soy un nombre y soy un rostro
Soy un nombre y soy un rostro. Soy una hoja en blanco aguardando por las palabras, un lindero al interior de la intemperie, un espejismo, un cauce, una conciencia despertando al fin de su letargo, una mirada compañera de mil voces, un trazo parcial sobre una efigie, una frase surgiendo del silencio, una intención al margen de muchos recorridos, una línea en un círculo de ahoras, una vivencia alimentándose a sí misma, un propósito, una quimera en busca de sentido.
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Tiene que existir algo más…
Tiene que existir algo más: un claro punto de partida, una evolución, un nítido compromiso, una sabiduría lentamente descubierta, un destino dibujado y presentido, una razón de ser, una manera de vivir y de sentir, una forma de creer y decidir, una ilusión que no se apague, el alimento de una esperanza, una manera de decidir y de escoger, una forma de negar y de afirmar, un sentido al valorar y al condenar, unos rostros contemplando nuestro rostro, unos sueños compartiendo nuestros sueños.
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La esperanza
La esperanza: rompe con el silencio de los otros, conjura lo quimérico alrededor de nuestro cuerpo.
La esperanza: nos susurra firmamentos, nos rescata de imposibles antes e imposibles después entrelazados.
La esperanza: nos transmite la ilusión de muchos desenlaces, traduce el sosiego aplacando el inevitables temor y la incertidumbre insoslayable.
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Dibujas imágenes
Dibujas imágenes, versiones de algunos espejismos de tu tiempo.
Aprendes que no hay silencio en los laberintos del recuerdo ni tampoco mutismo en ese pasado cómplice de tu presente.
Multiplicas las fronteras al interior de tu conciencia vigilante.
Logros y errores son tu cara y contracara. Ellos evocan las vivencias, los imaginarios de un recuerdo que, acaso, nunca llegarás a entender del todo.
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Distingues claridad
No se trata de sumar instantes sino de ser tú mismo sin dejar de ser aquello que ya fuiste, de imitar la piedra que resiste la incesante gota que le abre orificios de temor y desconcierto.
Te detienes ante el muro que proyecta su sombra sobre un porvenir de ilusiones que son parábolas de viejos sueños. Te detienes deshaciendo nudos que son el legado de tu ignorancia y tu personal inconsistencia. Deshacer nudos: signo de un tiempo nuevo en el que reinventas las apariencias y los gestos, apoyo de una renovada fortaleza empeñada en rehacer los deshechos de un tiempo viejo.
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Reconocer…
Reconocer este lugar donde ahora habito, distinguir un sentido de armonía en medio de tantos siglos de silencio… Despierta la conciencia aletargada y relampaguean respuestas por entre la transparencia del tiempo. Respuestas que señalan cómo la voluntad se conquista a sí misma, cómo las verdades se hacen evidentes entre
las más extrañas circunstancias, cómo la vigilia se sumerge en el sueño y viceversa.
Apruebo la acción de las palabras para conquistar mi libertad y alimentar horas nuevas que se negarán a ser solo recuerdo.
Texto © Rafael Fauquié
Fotografía © Augustine Wong
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