Literatura Poesía

Poemas de Damián Andreñuk

Poemas Damian portada

El hambre late con angustia y desesperación

El hambre late con angustia y desesperación

bajo la indiferencia de la tierra.

Me invade siempre una ligera enigmática melancolía

si hay luna llena derramando intensamente

sus cascadas luminosas.

Siento un amor del más allá

porque ya he muerto varias veces

(insiste, insiste mi poesía empedernida).

No me gusta esta voz dura, este duelo silencioso.

Resquebrajadas calaveras para recordarme lo fugaz.

Cuesta un naufragio aterrador comenzar a despertarse.

El hambre late con angustia y desesperación

desoído por murciélagos lascivos.

Bondad invicta

Sé que sostiene una luz firme, una preciosa religión,

una bondad invicta, una embriaguez que salva.

Sé que su pelo le fluye como un río

de un ébano exquisito.

Sé que su piel es como el cielo prometido

un altísimo peñasco entre niebla adormecida

-siempre hay placer, aturdimiento o paraíso

en los portales más humanos de la piel-

Ensimismada sobre su piano

sus notas hechiceras invocan soles superpuestos

vértigo y delirios y resaca.

Destruye leyes inservibles

o dogmas tan perversos como demonios lascivos.

Hace que el sueño de la vida se prolongue hasta el azul.

Hace explotar los pentagramas en murallas de fuego.

Música del polen

Lo que dice mi dolor en mi furia

es elocuente como toda la sinceridad.

Nunca tolero ni parásitos ni plagas.

Olor a vino cuando las noches mueren.

Frustraciones y deseos y vértigo inconcluso

al fondo de una pesadilla un caníbal insaciable

o dogmas como la esperanza convirtiéndose en naufragio

linyeras mendigando lastimosamente

bajo gárgolas que se derrumban.

Remolino de pájaros bellísimo paisaje

música del polen tras la lluvia

y a veces el exilio en viñedos escarlata

si tiempos con ceniza o traición o resquebrajamiento.

La gema del futuro

Con sólo un gesto amable un roce de sus manos

me cubrió de luz me hizo añicos la sabiduría

era su aroma como a miel -delicadamente dulce-

y su sonrisa daba ganas de llorar

como los pájaros que anuncian el ocaso

me cubrió de luz de nubes de vértigo

y una magia inexpresable le brotaba del cabello lacio

como un canto transparente liberado por la vida

como un bocado sustancioso de lo eterno

ya no importaba que se enturbie la gema del futuro

la brisa desde los maizales

la hormiga y su tenacidad

la embriaguez la luna la calandria

era todo tan sagrado

con sólo un gesto amable un roce de sus manos.

Sin brújula ni templo

Tras toda necedad habrá una tumba

cubierta de musgo, y será indigna.

¿Adónde, hacia qué reinos me lleva mi silencio?

¿Soy mi luz huérfana sin brújula ni templo?

¿Quién dará abrigo a mi amor más desollado?

Sólo es arena esa vastísima soberbia

de Torre de Babel.

Esa ilusión superficial del lago de Narciso.

Qué terrible anestesiarse en escapismos.

Paliar la muerte con torpes bagatelas.

Nunca concluye este naufragio azul.

Pero a veces en la cúspide de la tristeza

pasa un pájaro tenaz, resuenan como un eco

las melodías del mirlo

y una fe muy insensata nos protege.

Bajo las piedras del dolor hay un tesoro,

y puertas misteriosas, extrañas alegrías.

Con un pétalo encendido seco mi llanto.

Las murallas de la noche se derrumban

en una plegaria.

Damián Jerónimo Andreñuk nació en City Bell en 1986 y reside en Villa Elisa, ambas localidades ubicadas en el partido de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Publicó siete libros: Omisiones (2010), Portales al vacío (2011), Formas concretas (2013), Silencio de crisálidas (2015), Metástasis (2015), Vértigo insondable (2017) y Música del polen (2021).

Texto © Damián Jerónimo Andreñuk
Fotografía © Timothy Dykes