(Puede que haya Spoilers), la muela duele pero no hace nada para dejar de doler.
Mientras el domingo 21 de Marzo España casi entera, se desvivía por un caso mediático de supuesto maltrato de un personaje público a manos de su supuesta maltratadora expareja, yo sufría por Rebeca y su maltrato en Londres.
Me ha costado varios días empezar a escribir la reseña, creo que estaba esperando a que se me pasara la vulnerabilidad en la que me había dejado la narración de Rosario Villajos, o creo que estaba esperando a que se me olvidara el libro entero, pero no, que coño se me va a olvidar.
Rosario Villajos, formada en Bellas Artes, ha trabajado en la industria musical, cinematográfica y artística, ha publicado la novela gráfica Face (Ponent Mon, 2017) y la novela Ramona (mrs.Danvers, 2019) las cuales estoy deseando leer, porque, si, a mi de vez en cuando, me gusta que me den un buen meneo.
Conocí de casualidad a Rosario Villajos por los dibujos que realizaba y publicaba con sus propios residuos.
No fantasees, te lo digo ya: con los pelos que soltamos en la ducha hacía unas figuras bellísimas, muy a lo Toulouse-Lautrec, muy Manet, muy, vamos que estaban y están muy bien. Y no solo por la puesta en escena.
Echaba mucho de menos empezar un libro y terminarlo de un bocado, lo que no sabía es que me iba a dejar una resaca tan larga y no precisamente porque me hayan estafado con el garrafón, sino todo lo contrario.
Rebeca sale pitando de una situación familiar no muy agradable detrás de su novio rumbo a Londres, no teniendo mucha idea del idioma. Así, de pronto, no suena que vaya a serle demasiado fácil la integración, pero bueno tampoco está llegando en patera, me digo a mi misma.
Pensamiento bastante injusto para cualquiera de las dos partes.
La trama se va desenvolviendo con una premisa constante que es la falta de entendimiento, literal, por el conocimiento limitado de la lengua de Shakespeare. Pero ese no es el problema mayor. Nos va descubriendo en cada página que la falta de entendimiento nunca es el lenguaje, que puede costar un poco más. Venga sí, desde luego, pero las grandes ciudades prometen prosperidad para los recién llegados y a veces eso no se cumple porque en el caso de Rebeca y la de muchos, te ves en una ratonera difícil de salir.
¿Cómo saltar las barreras que nos imponen y nos imponemos? Pues ahí está el juego.
Porque no nos olvidemos, aquí hemos venido a jugar, y no a sufrir de gratis.
Se dice fácil pero dista mucho de la realidad. Y eso es lo que nos muestra Rosario con la historia de Rebeca, en un tono irónico y directo, sin muchas contemplaciones.
Mientras leía La muela tuve el mismo sentimiento de cuando estás en un funeral de un ser muy querido y alguien suelta un chiste en lo bajini para aliviar la tensión.
Es una historia dura pero Rosario te la hace un poco más fácil.
A todo esto, la ilustración de la portada de La muela la ha realizado la propia Rosario, al coger el libro y mirarla detenidamente me produjo una sensación contradictoria. Al terminarlo, supe que tenía todo el sentido.
Texto © Silvia Fuente
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