Desasosiegos

Diatriba de los desterrados

Diatriba de los desterrados

Nosotros. Los desposeídos, los desterrados. Nosotros, los que nos fuimos sin saber bien por qué. La oportunidad se presentaba, un sueño tal vez, curiosidad, cansancio de la rutina, la ausencia de modelos. Por todas estas razones, y otras, nos fuimos lejos, a algún lugar que nos llenó de fantasías por un tiempo, nos sació, nuestra vida de golpe se llenó de colores y aventuras, disfrutamos la fama. Pero después, después de años, las cosas se calmaron, los lugares fueron los mismos de siempre, la gente, la misma, la misma con la cual no podemos, nos sentimos incapaces de mantener verdaderas relaciones, verdaderas e íntimas amistades se nos escapan, se diluyen en ese mar de conocidos al que necesitamos para sobrevivir, pero el cual no nos satisface. No nos alcanza para sentirnos en casa. Entonces, la otra fantasía empieza a crecer en nuestras mentes. La fantasía de volver. De volver sin pena y con gloria, we hope, volver con los laureles y recuperar todos los espacios que perdimos, las imágenes que ya se estaban borrando de nuestra memoria. Los olores, los sonidos de una ciudad a la que odiamos y amamos a la vez.

Lo queremos todo. Queremos nuestra extranjeridad, porque sí, ella nos hace especiales, pero también queremos nuestra argentinidad, nuestra pertenencia al barrio, a una línea de colectivos, a un tren. Queremos todos esos símbolos que nos identifican, nos delinean, nos hacen quienes somos y sin ellos nos sentimos perdidos en este mar de foreigneness.

Pero nosotros nos buscamos esto. Nosotros fuimos los que nos desterramos voluntariamente. Estábamos cansados de la ineficiencia, de la falta de incentivos, de la vida trajinada sin frutos palpables. Estábamos cansados de nuestras vidas mediocres, de los futuros mediocres que teníamos por delante. Decidimos forjarnos un destino más interesante, nosotros mismos, con nuestras propias manos, y nos fuimos.

Esa ida marcó la diferencia para siempre. No hay vuelta atrás. Y a partir de esa ida pasamos a formar parte del grupo de los desterrados, de los idos, de los de allá (o de acá, depende de que lado se lo mire). Nadie vuelve, porque como el río de Heráclito, («Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos») lo que dejamos atrás ya no existe y a lo que volvemos no es lo mismo que lo que recordamos. Ni nosotros somos los que fuimos. El tiempo, la distancia, la vida, nos cambió. Así que, si quieren volver, no se vayan.

Y tal vez deseamos que otros conozcan nuestra historia, deseamos compartirla. Tal vez, porque estamos lejos, deseamos que otros nos comprendan, para no sentirnos tan solos. Aunque lo estamos. Más solos que los perros.


Texto © Cuca Esteves
Fotografía © yousef alfuhigi


Danos tu opinión

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

2 Comentarios