Literatura Narrativa

Memorias prohibidas de Pedro Díaz Cepero (Europa Edizioni).

En plena pandemia del Covid-19, no se le ocurre a algunos escritores cosa mejor que publicar un libro de memorias. Y, para más abundamiento, se atreve a  titularlo Memorias Prohibidas. Pedro Díaz Cepero es sociólogo y escritor, con una larga trayectoria laboral en el mundo de la empresa, que se acompaña de artículos de opinión política y sociología en medios como Cinco Días, El País o Infolibre.

Memorias Prohibidas – El relato emocionado de la juventud perdida se publicó en Europa Edizioni el pasado 2020. Reproducimos la entrevista que la propia editorial realizó entonces al autor, Pedro Díaz Cepero.

Memorias Prohibidas

¿De cuándo te viene la afición por la escritura, las ganas de enfrentarte a la íntima radiografía del papel en blanco, ahora probablemente a la pantalla del ordenador?

Siempre tuve una gran afición a la lectura. No podía admitir que me faltaran tebeos y los atesoraba, incluso con avaricia. De hecho tuve un accidente de gravedad en mi infancia por querer hacer acopio de ellos. Lo relato en el primer capítulo de mi primer libro de memorias. Y la afición a la lectura creo que es el primer detonante para que se rebele en ti el gusanillo de escritor que llevas dentro. Mi primer trabajo serio, de continuidad, fue como redactor creativo (“copy” en el argot de la publicidad), y aquí, redactando anuncios, de muy joven, tuve una gran escuela práctica. Porque escribir es primero de todo un oficio que hay que dominar; a unos les cuesta más y a otros menos, tal vez porque lo asimilan antes o tienen una disposición natural más favorable. Pero este es el primer requerimiento para escribir, la primera condición pero no la única. Porque después viene lo más difícil: tener algo que mostrar y…  trabajar duro para expresarlo poéticamente, con voz propia.

¿Hubo un momento determinado que te impulsara a ponerte a escribir Memorias Prohibidas?

Este libro forma parte de una trilogía, y es la segunda parte. El primero se publicó hace dos años con el título “No puse nombre a mi primer amor” y, ciertamente, al iniciar su redacción ya tenía en mente publicar dos más, o sea hacer una trilogía que desarrollara su argumento en torno a la infancia, la juventud y el tramo adulto. Memorias Prohibidas recoge el periodo adolescente y empecé a escribirlo una vez tuve lista la primera redacción del primero, antes de lo que llamo “el pulido”. Una vez encontrada la voz y el tono de la narración, además de la intencionalidad y el contenido de lo que se quiere comunicar es relativamente fácil acometer y finalizar el relato. ¡Ojo!, “relativamente” significa tardar dos o tres años en darlo por terminado. Reconozco que soy un poco lento escribiendo, tal vez porque asumo un elevado compromiso con los contenidos y soy muy meticuloso con la calidad del texto, o porque procuro explotar al máximo la riqueza y plasticidad del castellano. Si me planteo estas exigencias es porque me importa mucho no defraudar al lector. Me repito a mi mismo que mis libros “están escritos para quedarse, que no van a pasar fácilmente, que no son uno más” -con todos los respetos al resto-. Que debo hacer lo que esté de mi parte para que cada relato permanezca en el recuerdo vivo y agradecido del lector.

No creo demasiado en los cánones, en los corsés armados y rígidos de los que se vale a veces la crítica para calificar una obra de creación

¿Cuánto influye la historia real en la narración,  y por qué has elegido la fórmula literaria de unas “memorias” ?

Ya al poco de comenzar la primera parte tenía bastante organizada en mi cabeza el plan de la obra. La cronología de los hechos históricos hace que se entiendan mejor las vivencias personales, y viceversa; unos hechos apoyan y/o explican los otros. El primer libro iba a tener un espacio mayor para contar la vida en la calle, los juegos infantiles y la primera adolescencia, los años de colegio, el ambiente gris y represor de la dictadura, etc. con una visión sociológica y existencial menos acusada que la que se refleja en los dos libros siguientes. Efectivamente, este segundo libro editado por Europa Edizioni, insiste en la dimensión sociológica de esos años, pero también se detiene en  reflexionar y poner en tela de juicio los valores emocionales y culturales de nuestra época. El tercer libro próximo a editarse es un paso más, de título Los juegos de la mentira – Viaje al horizonte turbulento de las relaciones humanas – adopta una visión más crítica y radical de la existencia, la zona de obras de nuestros días, el lado oscuro e insalubre de los años veinte de este siglo, los cambios emocionales de esta era digital/virtual que estamos viviendo.

Y sobre la segunda pregunta, si he elegido esta fórmula es porque me permitía decir lo que me interesaba sin mayores conflictos de cambio de estilo, tema o transgresión de ritmo.  He intentado equilibrar el peso narrativo de las distintas entradas de contenidos, de hacer el salto de un registro a otro sin sobresaltos, de una forma natural. La lectura entrelíneas de todo ello es que no creo demasiado en los cánones, en los corsés armados y rígidos de los que se vale a veces la crítica para calificar una obra de creación. No creo en ese sometimiento a pesos y medidas que parece obliguen a etiquetar la escritura dentro de una determinada categoría o molde.  

¿Algún consejo para aquellos que quisieran olvidarse del pasado?

No voy a insistir en la conocida sentencia de Cicerón: “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. En “Memorias prohibidas”, concretamente en el tercer capítulo, subrayo una cita de Sydney Brenner, premio Nobel de Fisiología 2002,  que dice: “El pasado vive en los individuos. Me gustan los libros autobiográficos porque nos devuelven mundos perdidos”. El formato autobiográfico y memorístico ha dado grandes obras a la literatura universal, no lo voy a descubrir ahora. Tener un testimonio directo de la intrahistoria, de esos ríos subterráneos que recorren el subsuelo de los grandes acontecimientos, la vida interior y vicisitudes de los ciudadanos que han pasado inadvertidos para la historia… (pausa)  yo creo que es algo necesario y que no tiene precio.

Ya que estamos hablando de la Historia, y que hay muchas reflexiones en tu libro que nos remiten al mundo de hoy… ¿estás siguiendo la evolución de la pandemia, los cambios derivados de… ?

(interrumpe)

Sí, claro que lo estoy siguiendo, ¡y con mucha preocupación!  No hay más que ver la mortalidad que no cesa, las cifras de contagio de las sucesivas olas, este aparente parón y cuenta atrás para luego seguir contando, el impresentable juego político de las declaraciones…

Pensábamos que con nuestra tecnología y ciencia de cabecera teníamos todo controlado, y hoy somos testigos de nuestra insignificancia y vulnerabilidad.

¿Cuál es tu reflexión? ¿Crees que estamos escribiendo un nuevo capítulo de la historia? ¿Piensas que la COVID-19 puede significar un antes y un después en la conciencia de los adolescentes y del mundo de hoy?

Tal vez ahora nos estamos dando cuenta de que la desventura y la fatalidad también puede golpearnos a nosotros, beneficiarios de un supuesto “estado de bienestar”. Tal vez pensábamos que la desdicha era solo cosa de los que llegan a nuestras costas en pateras, y que nunca nos alcanzaría a nosotros. Pensábamos que con nuestra tecnología y ciencia de cabecera teníamos todo controlado, y hoy somos testigos de nuestra insignificancia y vulnerabilidad. Pero lo cierto es que no tenemos todas las claves de este mundo, que somos vulnerables y dependientes, que podemos perder nuestro puesto de trabajo, ser pasto de la incertidumbre y la zozobra…

Creo suponer que hoy serán menos los que nieguen un espacio garantizado a la sanidad pública y más ingresos para la investigación en general, en salud especialmente; y por descontado, más inversiones para la educación y la cultura, más atención y fondos para la dependencia, que son los verdaderos respiradores, la garantía  de una sociedad justa y solidaria.  Ahora que estamos en un presente continuo sin reparar, con cifras angustiosas de muertes e ingresados en las UCIs, con restricciones de movimientos y horarios, que son difíciles de llevar para todos pero, posiblemente, más duras para los más jóvenes, parece difícil pensar que esto se olvidará fácilmente, que no dejará huella. Pero el tiempo todo lo puede y, dicen, todo lo cura. Ciertamente, tendemos a olvidar, a dejar atrás, tal vez por salud mental, las malas noticias. Pero por si acaso esto se olvida con el sol y la playa del próximo verano, me gustaría que nos comprometiéramos a poner en marcha planes de sanidad pública, atención a la dependencia, cultura e investigación que perduraran en el tiempo.

 

Agradecemos al autor su rotundidad al contestar a nuestras preguntas, y estamos seguros de que más de uno va a quedar sorprendido con la lectura y contenido de Memorias prohibidas – El relato emocionado de la juventud perdida, editada por Europa ediciones, pues aborda de forma diferente el género memorialista, introduciendo, a través de la peripecia personal, un boceto terminado del “decorado” histórico de los años tratados, una visión comprometida y rompedora de la sociedad de hoy, un viaje al horizonte confuso de las relaciones humanas.

 

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-El relato emocionado de la juventud perdida-

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