Literatura Mundimagina Narrativa

MUNDIMAGINA VI

Cero no le replicó, pero a gusto que le hubiera llevado la contraria. Y porque quiso cambió de tema en su imaginación recordando a Dos, a Cinco, a Seis y a Siete, las premaginarias de su clase con las que apenas había cruzado un par de fornimaginamientos unilaterales. Así, cerró los ojos y rememoró cuando cumplió los doce años y la Imaginadora 559Z, la de fornimaginación, le abrió los ojos a las experiencias fornimaginativas….

FORNIMAGINAR

Era lo que aparecía en su pantalla antes de cada imaginacción. Y justo después, la imagen de la Imaginadora 559Z que, como no podía ser de otra manera, rebosaba hermosura además de ser explosiva, caliente y rolliza, salvaje y natural. Sus imaginacciones fueron sin duda las más interesantes de la educación premaginacional. Les imaginaccionaba desde una habitación de paredes rosas subida en una dormimagina redonda y lo más normal era que imaginaccionara sin las vestimodas puestas o se las fuera quitando. Siempre acababa completamente desnuda.

―Imagina conmigo ―se arrodillaba mimosa y se acariciaba los pechos―. Imagina lo que harías con mi cuerpo, ¿dónde me tocarías? ¿Tal vez rozarías tu barriga contra la mía?

Tumbada boca arriba en la dormimagina, abría las piernas y la cámara se la acercaba obscenamente a sus zonas recónditas, alternándose primeros planos con los generales. A veces jugaba con los juguetes de placer, como ella los llamaba, o con sus propios dedos que se introducía por dentro de su creadora.

―Imagina que en tus imaginamientos obedezco tus deseos íntimos ―gemía―. ¡Imagina y yo te complaceré! ¡Imagina que soy tuya! ¡Haz conmigo lo que desees! ¡Imagina! ¡Imagina!

Y Cero imaginaba.

―¡¡Fornimagíname!! ―gritaba la Imaginadora, jadeando y moviendo compulsivamente el cuerpo.

Cero fornimaginaba y, a la vez, las agarraderas se le enroscaban entre sus muslos contrayéndose de un modo suave y cadencioso alrededor de su creador. En lo que tardaba en contar menos de diez expulsaba el líquido de la creación.

En ocasiones, en la pantalla de Siete pudo llegar a ver que el que le imaginaccionaba a ella era un Imaginador y no la Imaginadora 559-Z, aunque tampoco le prestó demasiada atención porque sus ojos preferían ver el cuerpo desnudo de la mujer que aparecía ante él en su pantalla.

Antes de terminar la imaginacción la Imaginadora se cubría con una vesticapa y al momento parecía otra. Entonces, su mirada ardiente le desaparecía del rostro y juntaba las dos manos acercándoselas al pecho, compungida y como si se arrepintiera de lo sucedido anteriormente.

―Los chicos fornimaginan con las chicas ―bajaba la mirada, como si estuviera cohibida y le diera vergüenza hablarles―. Y las chicas con los chicos. Siempre a una prudente distancia y, por supuesto, en un acto fornimaginativo consentido por los dos. Igualmente, solo se puede fornimaginar en los lugares habilitados, como bien dice…

―¡La Mundimaginorma sexta! ―repetían todos los premaginarios a la vez.

En la cabeza de Cero aparecieron a partir de aquel año unos nuevos deseos que le hacían imaginarse a las premaginarias de su clase desnudas.

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