Literatura Narrativa

Un ciervo en la carretera

Un ciervo en la carretera

 

Una reseña de
Rafalé Guadalmedina

 

A pesar de escribirlos con cierta torpeza, no acostumbro a leer relatos más allá de blogs fetiches o algún certamen cuya inscripción requiera tal compromiso. Mucho menor es mi dedicación a los recopilatorios de relatos, con contadas excepciones para los autores clásicos. Quizá hay cierta tendencia a minusvalorar el género de relato en detrimento de la novela, bajo el falso convencimiento de que las historias cortas fueron un quiero y no puedo. Recientemente, por casualidades de las redes sociales, topé con una excepción honrosa, Un ciervo en la carretera, un variopinto recopilatorio firmado por Domingo Alberto Martínez, quien imprime carácter y finura a cada una de sus genuinas y muy variadas creaciones.

La vida de Domingo Alberto Martínez está íntimamente ligada con la literatura. Filólogo de formación, el zaragozano fue director de una librería hasta el año 2012. Cuenta en su haber con dos novelas, otros dos recopilatorios de relatos, más de sesenta certámenes literarios y colaboraciones con prestigiosas publicaciones. Como atestigua en su palabra escrita, el autor es además muy aficionado a la historia, con especial predilección por el legado romano.

La portada de Un ciervo en la carretera, protagonizada por un ciervo ataviado con un traje elegante de corte francés del siglo XIX y bastón, representa a la perfección lo que va a acontecer: un estilo de escritura muy delicado, esmeradas ambientaciones tejidas en ricas descripciones y una sutil sátira que remata la veintena de textos. Entre ellos, viajamos a la práctica de la mita en la Bolivia colonial; asistimos a una particular partida de ajedrez entre Isabel de Castilla y el Cardenal Mendoza; la última y trágica faena del torero José Gómez Ortega ‘el Gallo’; o los últimos pasajes de vida del Almirante Carrero Blanco antes de su vuelo camino a los cielos. Asombra la rigurosidad histórica de cada uno de los distintos contextos, así como la recreación fidedigna de dialectos y otros idiomas y la meticulosidad léxica, cuyo aspecto genera una escritura que podríamos catalogar como de alta alcurnia.

De entre los trabajos recopilados se encuentran también una serie de microrrelatos, generalmente ambientados en tiempos más cercanos, en los que se atisba una combinación entre costumbrismo y tenue crítica social. A destacar el último, Oh Susie Q, la huida de una anciana rockera del asilo para poder ver un concierto de Iron Maiden o el viaje del niño José Antonio hacia la iglesia en La 3ª dimensión. Caso práctico.

Así pues, cabe decir que Un ciervo en la carretera es un trabajo que dignifica el concepto de relato, que atrapa por su ritmo ágil, la personalidad de sus historias y la profundidad de sus paisajes. Pero, a título personal, me quedaría con el trabajo de orfebrería literaria que enluce, aún más, cada uno de los relatos. Enhorabuena, compañero.

Filólogo de formación y apasionado de la palabra escrita, Domingo Alberto Martínez (Zaragoza, 1977) es autor de dos novelas: Las ruinas blancas (premio «Santa Isabel de Aragón, reina de Portugal», convocado por la Diputación de Zaragoza) y Trovas de fierro (premio «Alfonso Sancho Sáez» del Ayuntamiento de Jaén). Colaborador habitual de revistas digitales y páginas web de literatura (Wall Street International, Visor, The Barcelona Review o Proyecto Sherezade, entre otras), sus relatos, premiados en más de sesenta certámenes literarios, están recogidos en las antologías Un ciervo en la carretera, actualmente en librerías, y El pan nuestro de cada día, de próxima aparición. En estos momentos trabaja en una nueva antología de relatos breves, Palos de ciego, y en la novela corta Campo Franco.
«Su escritura tiene pasión. Incomoda, sorprende, golpea y, a la vez, resulta placentera». (Claudia Lipovesky).

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