Pequeñas victorias
Una buena noticia llegó hace una hora.
Otra, todavía no olvidada,
repite una y otra vez
su salmo en el contestador.
El hombre que fuma cada tarde
y mira a través de su ventana
se anima a sonreír con disimulo,
aunque obscuramente teme
hacerlo con exceso.
En su cielo interno el viejo avión
por el momento ha estabilizado de nuevo
sus alas y aunque casi todas las nubes
siguen en su sitio, por ahora
un hueco existe por donde pasar.
Dos novedades muy pequeñas
detuvieron con sus mínimas fuerzas
a los hermanos fatídicos:
el temor, la angustia y el remordimiento
cerraron sus bocas rencorosas.
“Que solo entre ellos peleen por ahora”,
piensa el hombre que fuma cada tarde
y mira a través de su ventana,
como si el futuro estuviese a punto
de pasar caminando por la calle
y él pudiera saludarlo.
Hormigas
Este camino viviente
que atraviesa el jardín
viene de un país
que no es el nuestro.
Aunque todo el tiempo
atravesamos la superficie del otro reino,
desconocemos sus selvas diminutas,
el desolado desierto de una baldosa,
la efímera catarata de una canilla abierta,
los sucesivos abismos que abre una escalera.
Abajo y alrededor de nosotros
otro mundo infinito de derrama.
Nos inquieta que ese entrevisto dominio
se asemeje tanto a lo que vemos
desde la ventana de un vigésimo piso.
Muy lejos y a nuestros pies
otros asesinatos, heroísmos y maldades
tienen sus tiempos y ocupan sus lugares
de un modo que juzgamos mecánico:
el sentido de esos días que transcurren distintos
como mucho es un enigma
que enseguida desdeñamos.
Su remoto parentesco nos asusta
cuando observamos a un niño
prestarle su atención más entera:
olvidará al crecer las veces
que fijó los ojos en el otro reino,
aquel que como el nuestro
comenzó el mismo día.
Haute couture
No hay profesión peor
que la de los diseñadores de moda.
Esos que dictaminan convencidos
si para esta prolongada temporada
el largo de los versos
debe llegar hasta la rodilla
o bajar hasta los tobillos.
Sus amargadas modelos desfilan luego
por todas las pasarelas disponibles
semejantes a enormes frutillas
—un gran salmón encarnado
trastabillando sobre altísimos zapatos—
o parecidas a ridículas cacerolas vueltas abajo,
listas para el prometido aplauso
de la repetida, tediosa novedad.
Si el “cómo” debe estar medio desnudo,
si corresponde que se vea el “qué”.
Sus creadores aseguran que de haber sido invitados
Homero y T.S. Eliot dirían “está bien”
y casi ninguno vacilará en aceptarlo.
En todo asunto el dictado de la moda
es la peor cosa de este mundo.

Ha recibido el Primer Premio Internacional de Poesía La Porte des Poètes (París, 1991); el Segundo Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos Aires, 1992); el Primer Premio de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat (Buenos Aires, 1996); el Primer Premio del Concurso Internacional de Ficción (Montevideo, 1996); el Primo Premio Tuscolorum di Poesia (Sicilia, Italia, 1996); el Primer Premio de Novela Letras de Oro (Buenos Aires, 2003); el Accesit 10éme. Concours International de Poésie (París, 2003) y el Primer Premio Internacional para Obra Publicada “Macedonio Palomino” (México, 2007).
Sus 36 libros han sido publicados en Argentina, Chile, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, México, Rumania, Suecia, Venezuela y Uruguay. Último poemario publicado: “The afternoon of the elephant and other poems” (traducción de B. Allocati / George Franklin, Katakana Editores, Miami, EE.UU., 2020).
Texto © Luis Benítez
Fotografía © MAHDI HAJIZADEH