La oscuridad inicua
La noche poblada de espectros.
La soledad perpetua es más dura de madrugada.
Se puede sobrevivir a la radiación, lo sé.
El tiempo sustituyó el clack de los cascos equinos de antaño por las rodadas
de neumáticos en el asfalto de los tiempos modernos.
Reconozco que, aparte a los pustulados y sus desagradables llagas,
sin escrúpulos los carroñeros se alimentan,
en ello estriba su decadencia.
Herbívoros siempre prolíficos consumen la flora
que acelerará su muerte y prosperan.
Sus cuerpos contaminados emponzoñan la tierra, aún más.
La vegetación combate el infortunio, pero ya se ven algunos claros
en el bosque.
Hace tiempo esto fue una reserva natural.
Tras un largo camino he vuelto al punto de partida.
Pasado el tiempo suficiente devolveré a la tierra este cuerpo contaminado.
La oscuridad inicua poblada de espectros
no se oyen rodadas de coches
solo cascos equinos sobre los restos del asfalto.
Nos arrastramos con nuestras ausencias.
Devolveré a la tierra este cuerpo contaminado.
Vencidos los escrúpulos comemos aplastando
con tenazas los caparazones extraordinariamente endurecidos.
He vuelto a matar para alimentarme
aquí, entre los restos de un cemento degradado.
Los insectos resisten adaptados admirablemente.
Ocupan los nichos liberados de humanos.
En las urbes, fuera de ellas.
Kafka, el profeta.
La parva parca
Sonora dicción de la muerte y sus acólitos
procesionan los fallecidos
en la espiral galáctica,
hacia los densos puntos
de atracción masiva
que engullen hasta la luz,
ese punto oscuro
que, recientemente,
los matemáticos descubrieron finito.
Un lugar que se llena
y no recibe a nadie más.
Un aire tenebroso
Se ha levantado un aire tenebroso
y las nubes acompañan con su oscuridad.
Las primeras luces ofrecen un espectáculo atemorizador.
Ahora nacen mis historias, los miedos.
En caso de llegar a buen fin mis propósitos,
no podré seguir contando nada de mí
ni del suceso.
Te dejaré in albis.
Si quieres seguir al tanto,
pruébalo en tus propias carnes.
Últimamente,
ante el disfrute que ello me comporta,
me dan un poco de envidia
los que destripo,
con su lenta,
larga agonía.
He decidido que hoy,
pese a mi habilidad
en la lucha,
al menor atisbo de encontrarme
ante un destripador,
le dejaré hacer,
para comprobar así,
en mis carnes,
lo que se siente.
Desde que aprendí a calar la bayoneta y a usarla
con eficacia, ha mejorado mi calidad de vida.
Puede parecer un poco escabroso o un mucho,
pero siempre me conforta el cálido fluir de la sangre
cuando se desliza por el acero hasta las manos.

Vine al mundo en Madrid mediado el siglo veinte, por azares del destino terminé trabajando en el mundo bibliotecario. Sin motivo aparente, soy de los que disfrutan leyendo: al poco tiempo, con una chispa de ingenio a lo que soy proclive, me percaté de que eso era lo mío, aún me acuerdo cuando descubrí Bartleby el escribiente de Hermann Melville cuando lo colocaba en su lugar.
Pasado el tiempo me dio por escribir, fruto de ello es el blog Inverosímil_felipe en el que consigo comentarios amables de familiares y amigos. Item más, se me ocurrió lanzarme a Internet y han tenido a bien publicarme pequeños relatos en Sci-Fdi, Prosofagia, Planetas Prohibidos, Ariadna rc, Letralia Tierra de Letras, Palabras Diversas, Axxon, El coloquio de los perros, Monolito y Triadae.
Además han salido poemas en las revistas Ariadna rc, Almiar margencero, Destiempos, Palabras Diversas, Letralia: Tierra de Letras, Viceversa Magazine, Alhucema, Nagari, Sol negro y Archivos del sur.
Colaboraciones en libros electrónicos: Una colaboración en Doble en las Rocas en conmemoración de los 19 años de Letralia Tierra de letras (Sigüenza); el relato “El bibliotecario” para los veinte años de Letralia Tierra de letras.
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Texto © Felipe Fernández Sánchez
Fotografía © Rosie Fraser en Unsplash