Literatura Narrativa Serie - Bitácora espacial

Bitácora espacial: sueños

Bitácora espacial: sueños

Persiguiendo estrellas brillantes, contemplando la existencia desde un plano superficial y desde una nave absolutamente imperfecta al habla la Capitana Yohana Recio.

Iba surcando algún punto frío de nuestra galaxia cuando de pronto, en mi incansable persecución de los sueños, me encuentro que los sueños me persiguen a mi. Pero a ver, ¿y esto cómo puede ser?

Es cierto que una vez lo soñé. Soñé que me perseguían y que yo corría tanto que las luces redondeadas de las farolas de mi alrededor, salpicadas de gotas de lluvia fina, se convertían en fugaces líneas atemporales. Soñé eso hace muchos años y llevaba otros tantos siendo una aventurera espacial.

Esta profesión me eligió a mí muchas lunas, tormentas y canciones atrás. Es la profesión de los que elegimos escapar del mundo para buscar sueños o estrellas brillantes de esas que atraviesan el cielo, dejando una estela de ilusiones a su paso, en las noches tibias de agosto. Que dicen que vienen de Perseo y que, si las miras y las cazas, puedes ser eso que sueñas.

Puedes ser lo que quieras ser.

¿Y cual es el coste de esta fantasía?
Escapar de las otras cientos de rutas espaciales llenas de obstáculos rocosos producto de los miedos más oscuros del resto de personas que surcan el espacio-tiempo. O como dice mi querida abuela: «al final cada uno ve la realidad como la quiere ver». Y partiendo de eso, si la vemos desde la superficie de nuestras sombras más horripilantes, nunca podremos ni tan siquiera asomarnos a ver las estrellas desde el ático del que partimos en nuestra infancia, soñando con ser policías, médicos, ingenieras, padres, científicas…
Pero cuando ya eres profesional y puedes ver las cosas con la superficialidad de la distancia, te das cuenta que no es posible vivir siempre allí arriba. Lo que ocurre es que crecemos. Peter Pan también creció alguna vez y ahora trabaja vendiendo seguros de vida.

Ahora ya no hablas de lo mismo con tus amigos, las facturas se acumulan y tienes que estar en la Tierra para poder pagarlas. Gente que sigue el camino principal se agolpa en la puerta de los Excelentes. Y entonces tú te comparas: «pero si yo soy astronauta y es superguay… » Y no. Ya no es tan guay. Hay obligaciones. El ático para subir a mirar las estrellas está cerrado casi siempre. Otras veces pasas por al lado y ni siquiera miras la puerta.

¿Y qué pasa si llega un día en el que no puedes encontrar la puerta al ático para despegar al espacio, porque se te ha olvidado el primer atardecer en el que volaste al universo?
¿Qué pasa si todos los mapas desaparecen? ¿Las rutas se borran?
¿Y si son los sueños, cargados de rocas horripilantes, los que te persiguen a ti…?

Las luces crean sombras. La pesadilla es real.

Es real, pero no es eso que una vez imaginaste. Ahora eso es real. Ya no eres una niña. Esas sombras que te persiguen ya no son tan grandes, tenemos una linterna para las noches oscuras y una manta para las épocas frías. Ahora las estrellas son otros Capitanes y Capitanas que, desde diferentes puntos del universo, también persiguen sueños, o bueno, sí: estrellas.
Lo mismo que las estrellas nos iluminan, las rocas horripilantes de otros pueden echar abajo una ruta espacial. Puede que nuestras propias rocas horripilantes también revoquen a otros astronautas soñadores. No somos tremendamente buenos, ni tremendamente malos.
Así que estate pendiente de tus rocas. Son parte de ti, nos orbitan. Y eso no lo vamos a poder cambiar. Para Peter Pan la roca era seguir siendo un niño para siempre, para otros puede ser trabajar demasiado, o no salir de casa, o tener miedo a morir… las rocas tienen tantas formas como posibilidades hay en el universo.

Es por ello que, para saber en qué punto de nuestro camino al «estrellato» nos encontramos, estaría bien mirar atrás de vez en cuando. Es importante que sepas que si vas a mirar atrás en el tiempo seas consciente de todo esto. Recordemos a Edith, la mujer de Lot (La Biblia, Antiguo Testamento, hit de ventas de toda la historia de la Humanidad, Génesis 13:6-7 – también lo podéis encontrar en el Corán 11:81). La pobre quedó convertida en sal tras ver la destrucción de su ciudad, desobedeciendo las órdenes de un ser llamado Yahveh.

No estaba preparada para mirar atrás. Cada vez que vemos nuestros miedos podemos congelarnos: «¿eso soy yo?» O convertirnos en sal, como Edith.

Así que mira hacia atrás cubriéndote de protecciones, haz lo que sea para conseguirlas, pero por favor, no dejes que la luz ilusioria de las estrellas te engañe. La vida es mucho más que eso que «triunfar», que ese trabajo al que tanto aspiras, que esa pareja que tanto deseas, esa casa que tanto te ha costado pagar… la vida es más que todas esas cosas.

Es un viaje por el espacio que una vez soñaste y te prometiste pero lleno de vaivenes espectaculares que un día podrás recordar (mirando de reojo a la puerta del ático con una sonrisa), contarle a jóvenes astronautas o dejar plasmado en algún sitio para compartir tu huella en ese hogar en el que has vivido. Tú eliges qué significa el triunfo. Siempre estás a tiempo.

El tiempo no existe, recuérdalo.

 


Texto © Yohana Recio
Fotografía © Greg Rakozy en Unsplash


Danos tu opinión

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.