CASAS DISTANTES
La casa tiene el color de tu sonrisa,
ilumina,
donde siempre cerca del sillón
iban a romperse los besos
a una orilla distinta,
llegados desde otras tierras,
arrastrando el pasado
de otros amores y otros amantes
que vivieron en habitaciones separadas,
asomados a la ventana,
entre las cortinas
y a cubierto del sol.
No estás sola
si ahora te acompaña mi verso,
la música lejana de las palabras
que resisten en vida
después de marcharte.
Entonces
veo mis pensamientos volver de pronto
y siento golpear
las entrañas de las paredes sin pintura
cuando todavía la mañana no regresa.
Vivimos en una casa
distante consigo misma,
descuidada por el quebranto de las promesas,
vacía de personas por la suciedad.
Suena la canción
del primer café del día
y la cama se deshace
al rozar el amanecer sus manos.
Hemos estado en todas las esquinas,
desaparecido en la cocina,
donde se tenía por valiente la encimera,
yaciendo en ella la cajetilla de tabaco que se abandona
con las prisas,
por la impaciencia,
a la deriva de un reloj de pulsera.
Hemos estado también
en un secreto escondidos:
si acaso alguien nos descubriese
podría huir el amor
a razón de otra casa.
Correr con el tiempo a cuestas
y el minutero
de ese reloj brillar
como ojos en la noche
perdida, tenencia de destino.
Creo mirarte ahora
caminar las calles con amigos,
con aquellos amantes ciegos de otra vida
que ya olvidaste,
el reencuentro ardiente
de los asfaltos, y la cruel
complicidad de las miradas.
Entonces
mientras las puertas alivian
al cerrarse,
y las ventanas se abren de golpe
desde fuera,
van los gritos apagándose
con la distancia.
En esta casa
vivimos algún tiempo de madrugada.
La noche era entonces compañera,
una más en la pareja,
sirviéndose otra cerveza
con el frío
y a cubierto del sol.
Cuando
al mirar las estrellas
salían los anuncios
podíamos estarnos.
De iris a iris
saltaban las noticias,
y allí,
siendo soberanas,
tejían mi verdad con la tuya
a punta de hilo y pistola.
Esta casa es distante, peligrosa,
y tus piernas son dueñas
andando en ella
y tus brazos, extendidos hacia adelante,
un letargo y crispado sueño de aventuras.
No estás sola. Mi verso de auxilio
recorre tus adentros.
Estando de esta manera en soledad
saco a concurso mi espacio,
mi hambruna,
el sueño despacio
que muere
donde antes nacían las luces del invierno.
Diecisiete veces
mis manos de pobre
golpean tus manos de pobre,
entrelazando así los dedos
desnudos que tanto amor nos han dado.
Despiertan
los cuerpos amigos
que la ciudad decidió juntar un día.
El tiempo conoce
las salidas,
y mis pensamientos vuelven de pronto
a este hogar malnutrido,
la orilla de un río por Sevilla.
Tu extensa sonrisa se dispara
hacia todos los rincones.
Sé, de pronto, que has conseguido darme,
y caigo de súbito por las mejillas
como lágrimas de lluvia.
Fue así,
como en la cocina,
con todos los muebles cubiertos de tela,
como una casa se rompe en su interior,
con la certeza de aquel reloj
que espera,
como ojos en la noche perdida,
a la deriva.
TENEMOS ALGO QUE DECIRNOS ANTES DE TOCAR EL SUELO
…si tú supieras que ahora es preciso que escribamos…
Luis Rosales
Solo espero que algún día entiendas que mañana es grande como el Atlántico,
que mañana está tan triste que ya no acostumbra a contestar a las llamadas
por la noche,
que mañana hace tiempo que dejó de esperarnos y siguió su camino
quizás para convertirse en tarde,
y que ahora no hay manera de alcanzarlo,
es imposible llegar nunca,
tener de cielo el mismo día,
el mismo sol que nos alumbra.
Solo espero que algún día entiendas que mañana se hace llamar
así mismo silencio, y que ha escondido todas las palabras
que íbamos a decirnos al despertar,
nuestros abrazos,
y nuestra vil manera de darnos los besos;
y no ha dejado,
jamás lo habría hecho,
abierta la posibilidad de recuperarlos;
entender algún día
que quizás pudiéramos,
¡ay, de nosotros!
dedicar toda una vida a escribir poemas
con los que poder labrar futuros,
entender algún día que no tenemos otra manera
de seguir hacia adelante que escribiendo nuestro propio destino,
de seguir hacia adelante que escribiendo en esta página nuestro blanco infinito,
hasta poder completarnos de tinta y que mañana vuelva
a estar donde siempre estuvo,
donde nunca debió de marcharse,
donde nos empezó las vidas y nos puso un nombre.
Texto © Álvaro García Peralta
Fotografía © Jon Tyson en Unsplash
Muy profundo, has desnudado tu alma