Literatura Poesía

Poemas de Álvaro García Peralta

Álvaro García Peralta

CASAS DISTANTES

La casa tiene el color de tu sonrisa,

ilumina,

donde siempre cerca del sillón

iban a romperse los besos

a una orilla distinta,

llegados desde otras tierras,

arrastrando el pasado

de otros amores y otros amantes

que vivieron en habitaciones separadas,

asomados a la ventana,

entre las cortinas

y a cubierto del sol.

No estás sola

si ahora te acompaña mi verso,

la música lejana de las palabras

que resisten en vida

después de marcharte.

Entonces

veo mis pensamientos volver de pronto

y siento golpear

las entrañas de las paredes sin pintura

cuando todavía la mañana no regresa.

Vivimos en una casa

distante consigo misma,

descuidada por el quebranto de las promesas,

vacía de personas por la suciedad.

Suena la canción

del primer café del día

y la cama se deshace

al rozar el amanecer sus manos.

Hemos estado en todas las esquinas,

desaparecido en la cocina,

donde se tenía por valiente la encimera,

yaciendo en ella la cajetilla de tabaco que se abandona

con las prisas,

por la impaciencia,

a la deriva de un reloj de pulsera.

Hemos estado también

en un secreto escondidos:

si acaso alguien nos descubriese

podría huir el amor

a razón de otra casa.

Correr con el tiempo a cuestas

y el minutero

de ese reloj brillar

como ojos en la noche

perdida, tenencia de destino.

Creo mirarte ahora

caminar las calles con amigos,

con aquellos amantes ciegos de otra vida

que ya olvidaste,

el reencuentro ardiente

de los asfaltos, y la cruel

complicidad de las miradas.

Entonces

mientras las puertas alivian

al cerrarse,

y las ventanas se abren de golpe

desde fuera,

van los gritos apagándose

con la distancia.

En esta casa

vivimos algún tiempo de madrugada.

La noche era entonces compañera,

una más en la pareja,

sirviéndose otra cerveza

con el frío

y a cubierto del sol.

Cuando

al mirar las estrellas

salían los anuncios

podíamos estarnos.

De iris a iris

saltaban las noticias,

y allí,

siendo soberanas,

tejían mi verdad con la tuya

a punta de hilo y pistola.

Esta casa es distante, peligrosa,

y tus piernas son dueñas

andando en ella

y tus brazos, extendidos hacia adelante,

un letargo y crispado sueño de aventuras.

No estás sola. Mi verso de auxilio

recorre tus adentros.

Estando de esta manera en soledad

saco a concurso mi espacio,

mi hambruna,

el sueño despacio

que muere

donde antes nacían las luces del invierno.

Diecisiete veces

mis manos de pobre

golpean tus manos de pobre,

entrelazando así los dedos

desnudos que tanto amor nos han dado.

Despiertan

los cuerpos amigos

que la ciudad decidió juntar un día.

El tiempo conoce

las salidas,

y mis pensamientos vuelven de pronto

a este hogar malnutrido,

la orilla de un río por Sevilla.

Tu extensa sonrisa se dispara

hacia todos los rincones.

Sé, de pronto, que has conseguido darme,

y caigo de súbito por las mejillas

como lágrimas de lluvia.

Fue así,

como en la cocina,

con todos los muebles cubiertos de tela,

como una casa se rompe en su interior,

con la certeza de aquel reloj

que espera,

como ojos en la noche perdida,

a la deriva.

TENEMOS ALGO QUE DECIRNOS ANTES DE TOCAR EL SUELO

…si tú supieras que ahora es preciso que escribamos…
Luis Rosales

Solo espero que algún día entiendas que mañana es grande como el Atlántico,

que mañana está tan triste que ya no acostumbra a contestar a las llamadas

por la noche,

que mañana hace tiempo que dejó de esperarnos y siguió su camino

quizás para convertirse en tarde,

y que ahora no hay manera de alcanzarlo,

es imposible llegar nunca,

tener de cielo el mismo día,

el mismo sol que nos alumbra.

Solo espero que algún día entiendas que mañana se hace llamar

así mismo silencio, y que ha escondido todas las palabras

que íbamos a decirnos al despertar,

nuestros abrazos,

y nuestra vil manera de darnos los besos;

y no ha dejado,

jamás lo habría hecho,

abierta la posibilidad de recuperarlos;

entender algún día

que quizás pudiéramos,

¡ay, de nosotros!

dedicar toda una vida a escribir poemas

con los que poder labrar futuros,

entender algún día que no tenemos otra manera

de seguir hacia adelante que escribiendo nuestro propio destino,

de seguir hacia adelante que escribiendo en esta página nuestro blanco infinito,

hasta poder completarnos de tinta y que mañana vuelva

a estar donde siempre estuvo,

donde nunca debió de marcharse,

donde nos empezó las vidas y nos puso un nombre.


Texto © Álvaro García Peralta
Fotografía © Jon Tyson en Unsplash


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