
Juanje Sanz, editor (La Única Puerta a la Izquierda) y José Blanco García y Javier Aguirre Ortiz, autores de Calle Blas de Otero
LA ALARGADA SOMBRA DE LA GALLETA
Por Marisa Gutiérrez Cabriada*
Hace unas semanas fui al teatro de Barakaldo para asistir a un espectáculo-homenaje al poeta Jon Andoni Goikoetxea, Goiko, compañero muy querido de la Galleta del Norte. Y me emocioné cuando Ramón Barea, nada más empezar, recitando sus Putututu, llegó a estos versos: “¡Magisterio! ¡Cabrón! / Álea talón, álea talón, álea talón / ¡Ingeniero! ¡Pendenciero!”. Y es que, por más que conozca esos versos y los haya leído y escuchado muchas veces, siempre me traen a la cabeza la primera vez que los oí, de labios del propio Goiko, en Basauri, en un encuentro de talleres literarios. Un encuentro, allá por los años ochenta del pasado siglo, en el que estos versos, potenciados por el particular tono y la vehemencia de Goiko, cayeron como una bomba. Se oyeron gritos de que eso no era poesía ni era nada, risas, aplausos, protestas airadas, silbidos, hurras… Un follón tremendo. Y yo, que me había acercado a aquel evento un poco por casualidad y que escribía también algunos poemas, pero siempre sola, en mi casa, sin que nadie se enterase, me maravillé de que un poema pudiera provocar semejantes reacciones. Y, luego, motivada por lo que había contado aquella gente de la Galleta, que parecía pasárselo tan bien escribiendo junta, los busqué a la salida y les pregunté si podía unirme a ellos. Eso mismo quería Miguel Ángel Zorrilla, que también había estado entre el público. Ah, muy bien, nos dijeron a los dos, claro. Y fue para mí el inicio de unos años de escritura colectiva, de lecturas, de revistas, de proyectos teatrales, de trabajo en grupo y, sobre todo, de pasarlo muy bien, de reírnos mucho.
Fue a la salida de este homenaje cuando José Blanco me habló de los sonetos que había escrito “a cuatro manos”, al más puro estilo galletero, con Javier Aguirre – otro compañero del grupo, que vivió en Francia y ahora, desde hace ya unos cuantos años, en Chile- y me preguntó si quería escribir estas líneas. Le dije que sí al momento, sin ninguna duda. No todos los días te ofrecen contemplar, desde la primera fila, el trabajo literario, no ya de una, sino de dos personas a las que sabes muy solventes en él y a las que tienes afecto. A las que puedes preguntar, sin ningún problema, todo lo que se te ocurra sobre lo que han escrito. Y, además, ahí es nada, sonetos, un género que estos dos poetas cultivan hace ya décadas, con la misma naturalidad con la que un día también lo hicieron Garcilaso, Miguel Hernández o Blas de Otero.
Esperando agradables horas de lectura, acepté el encargo. Y ha sido una esperanza fundada. Me he encontrado con 43 sonetos escritos entre 2013 y 2015, que surgieron tras un primer cuarteto que Javier escribió en Temuco y publicó en su cuenta de facebook. José lo vio en Barakaldo y, ahí, en el mismo muro, escribió el segundo cuarteto. Javier siguió con el primer terceto y José terminó el poema. Aquel soneto es también el que inicia este libro. Los demás, visto el resultado y la buena colaboración que habían tenido, los fueron elaborando con el mismo método, Javier en Temuco y José en Bizkaia, comunicándose a través de facebook. Como tantas veces habían hecho en sus años de militancia galletera, cuando continuaban el texto empezado que les pasaba un compañero y practicaban la escritura colectiva.
La mayor parte de los sonetos, pues, han nacido así, a partir de un cuarteto inicial que cualquiera de los dos le envió al otro. Y ciñéndose ambos al máximo a lo recibido. Han ido surgiendo a su propio ritmo, con épocas en que el cruce de propuestas era más continuo y otras en que lo era menos. Hubo, asimismo, momentos en esos tres años en que no se intercambiaron versos y descubrieron que entonces, cada uno por su cuenta, también había escrito sonetos. Los han incluído aquí. El XII, el XIX y el XXII son de Jose. Y el XVIII, el XX y el XXIII, de Javier. Y también hay dos sonetos de correspondencia y otros dos de mutua dedicatoria entre ellos.
En estos sonetos he visto mucha luz – “ la luz que luces cuando te enamoras”, “ la luz que se renueva “, “ la luz desorbitante del amor”, “la luz, que nace en un recodo”, “ toda la luz naciente”…- y claridad, sol, resplandor, reflejos, destellos. Y claro, sombras. Amor y desamor. Soledad. Ironía. Preguntas. Juego. Reflexiones. Toda una poética. Bastante metaliteratura. Y mucho diálogo.
Los dos poetas, a través de la distancia, de Temuco a Bizkaia, de Bizkaia a Temuco, dialogando entre los continentes, han levantado un puente de versos. Un puente que perfectamente podría llamarse de Blas de Otero, como Calle Blas de Otero se titula este libro. Blas de Otero, también sonetista, tiene calle en Bilbao y también en Temuco, y está aquí presente, desde la cita inicial hasta el último punto.
Javier Aguirre Ortiz y José Blanco dedican este libro a la Galleta del Norte. Yo, con ese mismo espíritu galletero, me permito invitaros a escribir, solos o entre unos cuantos. A inventar. A imaginar. A jugar. A disfrutar. A leer. Ahora, estos sonetos.
Poemas de CALLE BLAS DE OTERO
I
En esta soledad la sombra suena.
Y, sin embargo, cuánta luz callada,
cuánto sol que relumbra en el almena.
Nunca la paz estuvo tan airada.
Es demasiada luz tu faz serena.
Tu sombra en mi memoria alborotada
sojuzga mi razón y me condena
a la ceguera tan acostumbrada.
La nieve va viviendo en esta mano
con tanta claridad. Y no me quejo.
El sol la ganará para el verano.
Ahora me contenta lo que dejo
escrito. El verbo no habrá sido en vano,
porque fue escrito bajo tu reflejo.
II
No sombras, no, no frente, no miradas,
no cabello, no sol, no angustia ciega,
no oro, coral o boca que se anega,
no fruto que amanece las moradas.
No sabor, sino espumas horadadas.
No arrullo, no columna, calma entrega,
sino viento arrepticio que se allega
por estas soledades tan pobladas.
El no se enoja como un mar de noes,
nos anodinos, nos nocivos, nós,
¡no, no, no, no, no, no, no, no, no, no!
Dibuja el eco con clamor de oboes
la innúmera cadencia que el adiós
cedió, amagó, sumió, olvidó, negó.
CALLE BLAS DE OTERO
Javier Aguirre Ortiz y José Blanco García.
Editorial: La Única puerta a la izquierda. (LUPI).
ISBN: 978-84-949826-9-9 / 18 cm x 11 cm / 75 pág.
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* Marisa Gutiérrez Cabriada (Portugalete, 1959).
Licenciada en Ciencias de la Información (1981), sección Periodismo, por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Paralelamente a esta actividad periodística, toda mi vida he ido escribiendo poemas u otros textos literarios, y haciendo collages, con papeles y materiales que reciclo, la mayoría recogidos de la basura.
En este campo creativo considero importante mi pertenencia al taller de creación literaria de Barakaldo “La Galleta del Norte”. Trabajando en grupo, de forma colectiva.
Texto © Marisa Gutiérrez Cabriada
Poemas © Javier Aguirre Ortiz y José Blanco García
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