la aureola ya ha sido realizada
así que le dije
es-técnicamente-imposible-besarme
también
imposible imposible pero yo sí te beso
si continúo quitándote botones
ad infinitum
Levi´s 501
estoy llamándote diosa fenicia
desde plano contrapicado:
estos somos nosotros, apuntando ambos a las nubes;
sus manos sobre mí: se colocan entonces sobre esta enorme copa
sus brazos en jarra
cuál es la estructura química de la libertad
el verbo el verbo el verbo
reloj, no marques las horas
unas campanadas en el calor estupefaciente
las partículas finas
hasta que ella murió (un poco) en el salón
mirando al cielo de Copenhague
que parecía ansioso por nevar todo el día
pero no lo hizo.
mansedumbre
un verde de ¿cincuenta, acaso doscientos? millones de años
el enfrentamiento austero entre un corzo y nuestra idea de España
la estructura molecular de un cristal opaco
un mapa, el genético, que es sin receta
el demasiado poco soñar
el perdón debidamente prorrateado
la omertá debidamente prorrateada
un rey se casa con una plebeya: la población aplaude
hoy haría falta un Muro aún por caerse
el accionista minoritario, en su conjunto
(¿está drogado, o enfermo?)
unos negros perdiendo una guerra
acaso, todos ellos, mansedumbre en estado puro:
Dios está del lado de los ganadores
sus ángeles planean en el cielo con los buitres:
una OPA hostil sobre DIA a 0,67 euros*
el puto ruso.
edificio Windsor
(¿A los circos les ponen nombre,
como a los gatos?)
fuego!
fuego!
fu ego!:
ningún titular en prensa hubo sobre el incendio
tan sólo hubo preocupación por la densidad del humo:
el fuego encontró por fin un hogar,
un ambiente fresco;
los bomberos se me aparecieron esa misma noche en sueños
necesitaban llenar el tanque
solicitaron mi ayuda
(¿y yo qué sé dónde demonios está el agua bendita?)
después ellos conducían por la estructura metálica exterior
de la carpa de un circo
asciendían hasta el cénit
como en un globo, digamos, amanerado,
de trayectoria sinuosa, frívolo;
tras esto, el silencio dejó caer un gran cuchillo
grité mi dolor a las estrellas
invoqué al viento para que arrastrara a los pirómanos con su ira
y a Dios se le metió en los ojos
el sucio altar de la comodidad:
todavía hoy nuestros corruptos circulan en línea recta.
Tomás Sánchez Hidalgo (47), es economista y MBA por el Instituto de Empresa. Español. Obra publicada: Construction time again (Huerga y Fierro, 2020). Ha publicado en más de 200 revistas de treinta y dos países, en los cinco continentes. Finalista del certamen de novela del Festival Eñe. Ganador del certamen de microrrelato Criaturas feroces, de la Editorial Destino.
Texto © Tomás Sánchez Hidalgo, 2020
Fotografía: Guido Jansen en Unsplash
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