Homenaje a Luis Miguel Madrid

¡HASTA SIEMPRE, CAPITÁN!

Luismi en el Pandora

Estamos apesadumbrados. Con una desazón que mira la vastedad del infinito como si fuera una minúscula porción de tierra. La pandemia que azota al mundo, que ha cambiado las reglas sociales al menos temporalmente, que nos ha alterado hasta lo más íntimo de nuestra vida cotidiana, también ha arremetido con dureza a estas páginas que vieron la luz hace ya veinte años. Y estamos tristes, de luto.

Luis Miguel Madrid, el poeta que pulía el lenguaje con humor, el hombre inquieto que movía su cuerpo casi con la misma vehemencia y velocidad que sus ideas, el paciente lector que celebraba con júbilo la abreviatura silente de un hallazgo estético, se nos ha ido. Nos lo arrebató esta maldita pandemia que tanto arrasamiento y devastación está provocando. 

Hace poco más de veinte años, Luis Miguel Madrid, nuestro director, se empeñó junto con otro grupo de soñadores quijotescos en crear una revista virtual en la que sus páginas fueran una evocación de la cultura y de las creaciones artísticas más variopintas. En aquella época, cuando los siempre presentes mesías del apocalipsis, auguraban con certeza que el 1 de enero del año 2000 sería el fin del mundo; que todo colapsaría, que las comunicaciones se suspenderían, que los aviones caerían del cielo y los trenes descarrilarían, que, en definitiva, el mundo se fundiría en un negro absoluto, Luismi pensó que no se le ocurría una mejor fecha para iniciar un proyecto así que el advenimiento del fin del mundo. 

Desde los primeros números hasta las últimas publicaciones, Luismi fue nuestro guía, nuestro capitán. Y ahora que no está, que nos fue arrebatado, sólo podemos evocar las palabras de aquel primer manifiesto por el que nos congregamos en este proyecto. Cuando decía -y decimos- que

“estamos del lado del libre albedrío, renunciamos al camino recto, al veneno de los regalos y a los valores añadidos. No somos de carne, la artritis no se interpone entre el índice y las dos pulsaciones al ratón que desconecta de discursos, planes de pensiones y cotización de la miseria.

Vivir cuesta un saco de piedras al lomo cada día. Rebajamos pena con humildad de lija venida a más. Sabemos que la justicia muere cuando nacen los sentidos pero son las ideas las que limpian los vacíos disfrazados de cualquier adorno intencionado.

Sólo la sabiduría sabe, eso es lo que sabemos”.

Y también recordamos lo que siempre defendió, que

“no esperamos que nadie encuentre nada de lo que busque. Nada. Ni que recupere nada de lo que perdió.

Ni mucho menos. Mantenemos que nuestros lectores inviertan sin comprar, hallen sin tener. Por lo cual aconsejamos que nadie espere nada aunque ocasionalmente encuentre. Nada hay de práctico en este BABAB elástico de vena innoble. Somos nadie con la testa dura de quien pretende rendija en lo compacto, sentido en lo endeble, guiño a lo serio, gracia en lo absurdo”.

No permitiremos que este proyecto caiga en el silencio. Querido Luismi, admirado capitán, en estas páginas seguirás revoloteando como cuando buscabas sin cesar encontrar la forma de darle fin a ese poema. O como cuando fustigabas con ternura implacable la estupidez o la mediocridad. O como cuando nos llevabas de viaje por las colinas más abruptas del humor con tus comentarios imprevistos. O como cuando reías satisfecho después del cierre intenso y apresurado de un nuevo número de BABAB. O como cuando simplemente contemplábamos el atardecer callados, quizá sólo a la espera de, como decías, “ensanchar nuestras locuras y saltar ciertas lindes que nos incomodan como moscardones viperinos”. ¡Hasta siempre, amigo!