WAMBA
En este lugar,
un desocupado Caballero Hospitalario
de la Orden de San Juan de Jerusalén
ordenó durante cuarenta años
las tibias, los fémures y las calaveras que ves.
Es la Huesera de Wamba,
un rey godo coronado
a la muerte de Recesvinto
hace 1339 años.
Nadie sabe quiénes fueron,
ni qué hicieron,
ni nos importa ahora.
Por causa de su pobreza
no tuvieron sepultura.
Sólo eso sabemos.
Recuerda, entonces, viajero
que todos somos de Wamba,
Wamba es nuestra tierra.
Wamba fue nuestro ayer
y será el mañana.
RECORDANDO MI CABALLO
Naciste en mi cabaña y te crie
como si fueras mi hijo.
Cabalgué sobre ti varios años,
sobre el verde lomo de las cordilleras
en los largos veranos y las extensas sequías,
hasta aquel día funesto que unos asesinos
sin Patria ni Dios
te dieron mala muerte.
Eras toda la hermosura del mundo.
Hiciste memorables muchas noches de alcohol
que juntos departimos.
Solos siempre estuvimos.
Solos, hasta en la muerte.
TANGO
Valiente y hermoso
no pudo la muerte malgastarte.
Mis labios
te hacen inmortal:
te he amado mucho.
Sin falta recuerdo
el fulgor de tus ojos
la magnolia de tu piel
tu sonrisa de malevo
tu rítmico andar
y esa manera de engañar
que sólo en ti perdono.
No volverás,
ya lo sé.
Tampoco soy el mismo
que amaste.
El daño y las penas
han hecho de mi un despojo
y de mi alma
una errante sustancia.
Y entonces
de repente
en un café
de Alvear con Uriburo
apareces.
Te veo llegar,
me buscas
y como si nunca hubieses partido
me saludas
y sonríes desde esa eternidad
donde te amo.
Vana es la muerte
para quien sobrevive
y sigue amando.
Vana también la vida.
AÑO NUEVO VIDA NUEVA
En San Marcel he agotado otra navidad, otro año nuevo.
He recordado entonces la helada estancia
del viejo hospital de Olías del Rey,
sus Hermanas de la Salud de Cristo
con enormes tocados de vuelo de cigüeña
y los altos mastines cancerberos de la noche.
Al salir vi la plaza inundada de cabras
con pastores que hacían fuegos para paliar el frío.
¡Qué días y que noches aquellas!
El pueblo era un campo caprino
y el fuego y los cantares alegraban las horas
de aquellas semanas de convaleciente
junto a los Miranda y José, el panadero,
hermanos de esos años de infortunio.
Dos camiones de mercado
arrojaron un día tres docenas de putas
en medio de aquel lago de cabras
saciando el hambre de los machos pastores.
La vida daba tumbos
y Madrid enfebrecía
como caldo de centollos
a punto de hervor.
Algo que no supimos, estaba por llegar.
Una fiesta, un deceso, fue el fin de una era.
Al amanecer brindamos al futuro.
España era tan pobre que éramos felices.
ÚLTIMO TANGO
Fue aquel verano es cierto.
Bien lo has dicho.
En Praga hizo esos días
un sol inagotable,
de junio, y tú,
con tus 20 cumplidos
mentías por la diestra
y la siniestra
a todo el respetable.
Hubo que verte
con los suéteres chillones
y el vaquero rapé
que decías lograste
en una almoneda
de Salamanca
a precio de Zara o de Oro,
hubo que verte,
o cuba o beodo o borracho
noches y semanas
repasando un destino perdido.
No hubo, hoy lo sabemos,
futuro para ti.
Toda belleza acaba y pronto,
dijiste entonces.
Estos días,
en Cartagena de Indias,
vi un despojo que venía
de Eckernförde
y creí eras tú,
tú, aquel mismo
que en un hotelito de la
de la Calle U Obecniho Dvora
todo un estío amó
incluso hasta entretiempo
a quien le había adorado
en plena juventud.
Oh días con sus noches
de la Praga de Dubček
esperando,
con champán en las manos,
un cambio en nuestras vidas.
Todo se esfumó en una noche.
Mientras los tanques rusos ocupaban las calles
nuestro amor se hizo trizas
en un vagón de pompas
camino de Berlín.
Ay Brando, Brando, Brando
chillaba Maria Schneider
al salir de aquel piso,
abandonado y solo de
Ultimo tango a Parigi.
PROVERBIOS
No hables.
Mira cómo las cosas a tu alrededor se pudren.
Confía sólo en los niños y los animales
y de los ancianos aprende el miedo de haber vivido demasiado.
A tus contemporáneos pregunta sólo cosas prácticas
y comparte con ellos tus fracasos, tus enfermedades,
tus angustias, pero nunca tus éxitos.
De tus hermanos ama el que está lejos
y teme al que vive cerca.
A tus padres nunca preguntes por su pasado
ni trates de aclarar con ellos tu niñez y juventud.
Con tu patrón no hables, escríbele y nunca le cuentes
tus planes futuros y miéntele respecto a tu pasado.
Con tus colegas habla del clima, el aumento de salario
y elogia con vigor sus faltas.
Ama a tu mujer hasta donde ella lo permita
y si llegas a tener hijos, piensa que,
como en los juegos de azar,
podrás ganar o perder.
El destino no existe.
Eres tú tu destino.
Y si llegas a la vejez da gracias al cielo por haber vivido largo tiempo,
pero implora con resignación por tu pronta muerte.
Los que no tenemos dinero ni poder valemos menos
que un caballo, un perro, un pájaro o una luna llena.
Los que no tenemos dinero ni poder siempre hemos callado
para poder vivir largos años.
Los que no tenemos dinero ni poder
llegados a los cuarenta
debemos vivir en silencio
en absoluta soledad.
Así lo entendieron los antiguos,
así lo certifica el presente.
Quien no pudo cambiar su país antes de cumplir la cuarta década
está condenado a pagar su cobardía por el resto de sus días.
Los héroes siempre murieron jóvenes.
Poemas @ Harold Alvarado Tenorio
www.haroldalvaradotenorio.com