
Con Bomarzo nuestra editorial El Blanco de tus Ojos estrena colección: Laleñe. Serán libros creados con cariño junto al sello bilbaíno La Única Puerta a la Izquierda (L.U.P.I.), de larga y admirable trayectoria.
Este libro se presentó en Valencia dentro del Festival EDITA el pasado mes de noviembre, y hoy, 22 de diciembre se presenta en Madrid en nuestro querido María Pandora
En Bomarzo recogemos los poemas que Luis Miguel Madrid escribió y publicó de manera seriada en esta misma revista, junto con fotografías realizadas por Eva Contreras durante el viaje que realizaron juntos a este extraño lugar. El prólogo es de Sigfrid Monleón y lo reproducimos a continuación seguido de una selección de los poemas y fotos que aparecen en el libro.
Queremos tanto a Bomarzo
por Sigfrid Monleón Pradas
Siguiendo la senda abierta por la novela Bomarzo de Manuel Mújica Láinez, el poeta Luis Miguel Madrid se adentró en el parque rocoso del palacio del Duque de Orsini, el llamado Bosque de los Monstruos, en el pequeño pueblo de la provincia italiana de Viterbo que da nombre a la novela. En este lugar maravilloso, poblado de enormes esculturas, criaturas y voces saltaron a su encuentro peregrino, provocando una serie de correspondencias entre seres y tiempos inciertos que ha acabado por decantarse en estas páginas, una suerte de cartografía poética del fantasmal suceso. Un poemario que comienza con un reconocimiento –Así somos Bomarzo y yo, así es– y de su mano nos conduce por una fronda de cesuras, entre la locura y la razón, la sabiduría y la duda, el sueño y la vigilia, el derecho y el revés, el delante y el atrás. Así nos mantiene en vilo, entre tropos y figuras, contemplando por un instante la inspiración que lo transporta, el acaecimiento asombroso de sus representaciones.
El poeta habla de su sosias, Pier Francesco Orsini, citándolo de forma directa o indirecta, a veces con la traza de un diálogo diferido; otras es el propio personaje la voz propia del poema, o el lugar del que es epítome: Bomarzo, un paisaje abierto a los sentidos por el que dejarse resbalar a placer hasta arribar, incluso, a Madragoa, el barrio de Lisboa adonde no se llega si no es amando por los costados de los cuatro gigantes / que llevamos dentro. Tal es la alquimia de Bomarzo, la de los nombres y los lugares que regresan de o se precipitan por un tiempo inexplicable, dejándonos la huella física y sensible de su presencia fulgurante. En ocasiones adopta el tono elegíaco del recuerdo, que nos brinda la ausencia que le aflige, la amada si falta o el trozo de beso que casi no nos dimos. Como el del sueño, su arte es el de la desaparición. Antes ha tenido que perder el miedo para aprender a morir con inocencia: que muera yo, que desaparezca el mapa de Bomarzo / descrito en los peces que habitamos. Sólo así vuelve Bomarzo inmortal, como un resto entre las esculturas monstruosas que emergen de la floresta encantada y calla.
Que no revele la contraseña de su sueño es su salvoconducto. Como la giba de su figura maltrecha, apenas se ve en los espejos si no es del revés. Con su soledad se la lleva a sus espaldas. A cambio nos deja a la vista un mundo sin voz ni sitio, en el follaje del parque, las piedras, una imaginación de paradojas e ironías distraídas como quien no quiere la cosa que a veces, menos mal, nos da risa. Bomarzo es entonces ese lugar imposible de olvidar, la poesía, los versos escondidos de su apariencia manifiesta e indecible, el pensamiento convertido en sobresalto, el sueño que centellea en la testa al despertar. Como dice el poeta: Que el mundo asuste por lo nuevo / que lo aguante quien lo entienda.








POEMAS DE BOMARZO
Nulla ethica sine aesthetica
EL OJO DEL DUQUE
En la hora tarda que los magos marcan
la luz que se va trae
sus delirios de paciencia.
Ciega los ojos la vista de su propio valle
y las alas negras de los siglos
ironizan los encantos
de aquel trozo de beso
que casi nos dimos.
LA BOCA
Tanto miedo sólo puede dar a los que el miedo
les hace dobladillos en la sien,
a los que duermen con la placidez del tonto,
esos que tienen siete verbos para todo
completamente estabulados.
La boca del parque mira a los que ven
la playa donde está la playa que no está.
Conversa con los que como ella andan para atrás
como si pasearan por el camino del revés.
También escucha algunas veces
y para satisfacción del mismo hablante
responde siempre con asombro.
A los que el miedo hace alejar como si pisaran charcos
la boca se los come sin rechistar.
DOY MIEDO
Cuando digo que perdí el sueño
como si fuera un anillo resbalado que quedó
en el foso de los cocodrilos.
No suelo contar mi lucha con las fieras de la noche,
ni cómo descubrí la cueva entre las aguas
donde archivan la respiración y el sentido que consiste
en cerrar los ojos.
Jamás revelaré la contraseña
que descifra el sueño de Bomarzo.
Decidí tomar partido hace unos siglos
a favor del terror de los gigantes
que no tienen ni piden el perdón.
Soy uno más de los forajidos
que asesinan a los ignorantes.
Acepté la locura, que duerma
el que tenga en uso la razón.
QUE LAS SEMANAS PASEN
Que las semanas pasen
para olvidar los años.
Que los peces crezcan
como este inmenso miedo
de ser valiente.
Que vengan cosas y acontecimientos,
que la nada imponga
lo que pueda y en los cajones
donde se archiva la pena
que la muerte viva.
ALMA
Si tuviera alma dolería
o me daría escozor al respirar
o quizás pinchazos secos al mirar hacia la izquierda.
No tenía intención de poseer este tormento
pero puestos así no me queda otra más que usarla
y la uso, la uso con dolores
y apenas respiro ni miro hacia la izquierda.

Poemas © Luis Miguel Madrid, 2000
Texto Queremos tanto a Bomarzo © Sigfrid Monleón, 2019
Fotografías © Eva Contreras, 2000
Todos los derechos reservados