El pasado 12 de diciembre se estrenó en el Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional) la obra de teatro Inquilino (Numancia 9, 2ºA), un texto del dramaturgo, actor y director Paco Gámez con el que ganó el Premio de Teatro para Autores Noveles Calderón de la Barca 2018.
Nosotros la vimos ayer y no nos queda más remedio que recomendarla con ganas. Se trata de una obra sencilla y directa, un monólogo ágil en forma de tragedia cotidiana, con humor y dolor de uno de los artistas más talentosos de nuestra escena.
Estará en cartel en la sala Princesa del “Mari Guerri” hasta el 19 de enero y el texto disponible y barato a la entrada de la sala. Imperdible.

“Economía” es una palabra fea y ajena que lo rige todo, aunque no lo veamos. Lo entendí el día en que me llegó el email de la agencia de alquiler. Aún no se hablaba de “desahucios” cuando la vivienda no era comprada y no tenía palabra para describir ese desalojo. Sin saber muy bien por qué, empecé a fotografiar las cajas, las habitaciones que iba vaciando, el perro de los vecinos, la calle que ya no sería más la mía…
Inquilino (Numancia 9, 2º A) nace como una pieza documental y de autoficción, pero pronto se convierte en delirio y juego. Es una comedia social e íntima, oscura y ágil, sobre la generación de la crisis que lucha por madurar, que baila con los mendigos de Buñuel mientras el barco se hunde, hombres y mujeres que crecieron pensando que lo tendría todo y ahora malviven en estudios sin ventanas o que tienen que volver a casa de sus padres. El texto se alzó con el Premio Calderón de la Barca por ser considerada una obra urgente y necesaria.
Ahora convertimos la sala en esa Numancia de 38m2 para celebrar una gran fiesta de despedida y resistencia. Estáis todos invitados.
Paco Gámez










Épica Mínima
Prólogo a la edición impresa de Inquilino (Numancia 9, 2ºA)
por Marco Antonio de la Parra
Santiago de Chile, 2019
La épica de nuestros tiempos puede ser minúscula y no menos trágica. Es el tamaño de esta Ilíada de 40 metros cuadrados lo que agrega una dimensión ridícula que sacude la mandíbula con el impacto de una carcajada de algún dios. Paco Gámez irrumpe en este texto jugando con la ficción y la propia vida, lo que llaman algunos docuficción y otros un fragmento de un biodrama.
Lo que sucede no alcanza a ser importante y es el vértigo de la eficaz escritura de Paco lo que lo convierte en terrible, hilarante y desgraciado a la vez. Su héroe representa a su generación y ya ahí el apartamento en cuestión es un versión a escala de Troya o (juega de manera directa con eso el escritor) o de Numancia.
El alquiler es una desdicha y una desgracia y una lectura de la especulación y la usura, de la voracidad del mercado y de lo solos que estamos.
Estamos tan solos. Más en los tiempos que corren. El caballo de Troya nos lo metieron hasta el váter y estamos ocupados en los hábitos, los gestos, la vida cotidiana.
Hemos perdido una guerra pero nadie lo acepta ni lo declara. La guerra ha terminado y los que ponen el precio son los ganadores.
Esta obra contiene un conato de rebelión. Conato explosivo, pero tan solo el amago de las teas que deberían cruzar las calles de nuestras ciudades occidentales.
Desde su apartamento, desde la escasez, Paco Gámez abre el abanico de lo sensible y de lo humano y nos captura.
Ameno, ágil, rápido, nos golpea con un directo rápido seguido de un gancho al mentón del espíritu entendiendo que el espacio de vida, la casa, el hogar, esas palabras que se usaban antes, es más que un mero territorio. Es la micro ciudad que habitamos. El piso es la vida y no caeré. Resistiré como cantaba el Dúo Dinámico y citaba Almodóvar en ÁTAME.
Como todas las grandes tragedias, esta versión pequeña del gran dolor, huele también a farsa y de las buenas. Contiene su dolor como la pólvora de una bomba, el combustible de una molotov. Es un arma arrojadiza. Al patio de butacas por lo menos, a la platea siempre despoblada. La gente está demasiado preocupada de compras para combatir la angustia del espacio cada vez más escaso y los dineros cada vez más exiguos.
Paco Gámez escribe con un exquisito dominio del idioma y también del humor, el corrosivo, que es el que me gusta. Ácido, amargo a ratos, su chiste deja pensando. Y es que no es un chiste.
Texto © Paco Gámez, Marco Antonio de la Parra, Babab.com
Fotografías © Marcosgpunto (CDN)
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