Poesía Selecta

Reseña: Valle Tiétar, de Amparo Arróspide

Valle Tiétar

En  entrevista con César Alonso de los Ríos, decía Miguel Delibes: Cada ser nace para aliviar la soledad de otro ser. Un libro como Valle Tiétar de Amparo Arróspide cumple también esa función.  Nos hace sentir que no estamos solos, que en este devenir que es el presente viajamos unidos al pasado y al futuro. Nos devuelve la capacidad de interrogar e interrogarnos, nos otorga libertad, nos libera del miedo a la otredad, nos facilita el diálogo entre vivos y muertos. Nos conecta con una niña traviesa y con una adulta culta que buscando la belleza nos la devuelve envuelta en la profunda y festiva moral de la desobediencia.

Cuenta la autora que vivió siete años en el Valle del Tiétar; cabe pensar que han sido muchos más. El imaginario de este libro abarca desde la Protohistoria hasta el año 2035, como nos hace ver en una divertida Toponimia inconclusa (p.88). Viajar a lo largo de Valle Tiétar es encontrarnos con la imaginación, el humor, la pasión, el deseo, la voracidad lectora que se trasluce en sus páginas y la memoria literaria que otorga la lucidez de recordar que también existe lo que no se nombra. Palabras, frases y oraciones están grávidas de sugerencias. Hay un gusto por el juego, un espíritu que une la profundidad propia del que se interroga por la existencia y el ánimo lúdico del niño. Se juega con el tiempo y los objetos, la tipografía y los sonidos.  Se mezclan los tiempos, enhebrando pasado, presente y futuro. Hay un juego con el espacio propio de la poesía visual (pero no emplearé términos técnicos ya que prefiero hablar como lectora felizmente sorprendida). Es grato evocar el sonido de las personas y de las cosas como el ruido del lápiz al escribir /sobre  papel. Papel que afortunadamente todavía existe,  pero no así en 2026 en Valle Tiétar. 

En ese mundo fascinante la poesía es soberana y todos los recursos retóricos conviven, desde los más antiguos hasta los más actuales. Uno de los poemas de Valle Tiétar, el que comienza: Mirando estas cosas usadas/estas casas de piedra/donde incuban palomas, vencejos y estorninos, concluye con unos versos que pueden hacernos pensar en la mirada poética, una mirada detenida, pausada; me atrevería a decir una mirada que acaricia y a la vez sueña. Y al soñar se borran los límites, lo definido se vuelve indefinido y la solidez de las cosas se evapora. Los versos a los que me refiero son estos:   

Y ahora en la claroscuridad
todo levita
hasta las murallas echan a volar

Valle Tiétar nos contagia ese amor por la palabra que demuestra Amparo Arróspide. Además, es fácil entrar en el juego que nos propone este gozoso poemario. Por ejemplo, leyendo su Inventario inconcluso (p. 35) pensé que me gustaría estar a la sombra de una de las 11 higueras sembradas por santo, conocer el armario zahorí o mejorar mi estado con la amansadora existencial. Nos seducen las imaginarias asociaciones, las acciones aparentemente inverosímiles que nos hacen sonreír o abiertamente reír. Otras veces, nos conmueven como en: Sale a la calle hablando a solas / la mujer que escribe cartas a la luna o en: Los pasos calzan huellas ateridas/ el horizonte de las manos/ las otras vidas del susurro/ el haz de leña pobre/ donde calentar las horas:/ las dos, las tres, las cuatro….//¿Pertenecer a quién? ¿Permanecer?

En ese juego temporal entre pasado, presente y futuro hay muchos rasgos de humor. También alusiones a la más rabiosa actualidad, como diría un periodista sin intención de ser creativo.

Arróspide dice las mujeres y su amor de terciopelo y uno imagina la amorosa mirada, acariciante como el terciopelo sobre las pobres gentes, esa mirada que aúna la risa y la conmiseración: Nuestras acciones no cotizan ni en el karma/ mano sobre mano las dos prójimas/ pirateando wifi/ se alquilavende se alquilavende se alquilavende/ se cosecha plástico en el fondo del mar.

En el capítulo Verás la selva y monte ser movidos, la crítica se envuelve en un humor como el que quería el Cipión cervantino en El coloquio de los perros, un humor que murmura luz y no sangre, un humor que ilumina. A partir de aquí la risa, la parodia burocrática y demás, se disparan. 

En la Declaración de Independencia de la Savia  fechada en el Valle Tiétar, el día 11 del mes de Buche (antes octubre) del año 2033,  a las surrealistas, divertidas y disparatadas frases contenidas en la Declaración, un coro asiente con  Olé Olé, Ones Ones Ones o Res Res Pública. Hay tantas observaciones festivas, recetas de cocina surreales (por ejemplo, removiendo un ingrediente se obtienen dos dedos de frente) que debo imponerme límites porque, de lo contrario, esta presentación se volvería extensísima. 

Pero no puedo dejar de mencionar el poema que comienza: Un horror de abedules en el monte sin nadie y que concluye: cómo se alimenta el viv/ir si acaso ha/blando// mira / con atención / escucha / a tus vecinos cantan/ de noche en un lenguaje/ extraño/ portadores de teas y de teos/ empujan mucha religión/ligan los brotes.

Hablar, mirar con atención, escuchar, auscultar el lenguaje secreto que nos religa a los otros… Sin proponérselo, la autora nos enseña cómo alimentar el vivir.

Señales del más allá, del más acá, de tantas cosas, de palabras de los otros y nuestras.

Reunidos en lo que hoy se conoce como Castillo de La Adrada (La Adrada, según la toponimia inventada por Amparo Arróspide a partir de 2035 se llamará  Notaladrenmás) y en este mes de mayo que, en el Calendario Anátida, a partir de 2033 se llamará Grulla, no quiero dejar de referirme a la edición de este libro que parece hecha a medida para él. Desde la sugerente cubierta (¿una telaraña con gotas de rocío y fondo boscoso?), el nombre de la editorial El Sastre de Apollinaire con su logo, hasta las ilustraciones que nos religan al pasado, entre las que predominan los grabados del Libro de la Montería de Alfonso XI, todo revela un amoroso cuidado.

Pedro Salinas hablaba del lenguaje que hemos heredado, las palabras que usamos y han sido de otros y recomendaba que lo legásemos a las generaciones venideras con dignidad y belleza: esto es lo que hace Amparo Arróspide; hay que leer libros como el suyo.

Norma Sturniolo

VALLE TIÉTAR
Amparo Arróspide
Editorial El sastre de Apollinaire, abril 2019
[Presentación en el Castillo de La Adrada, mayo 2019]


Texto © Norma Sturniolo , 2019
Todos los derechos reservados