Moscas Tres es el nuevo libro de poesía de Luis Miguel Madrid. Se presentó el pasado mes de septiembre en María Pandora, Madrid. Ahora compartimos con los lectores de Babab algunos de sus poemas y uno de los dos prólogos que contiene el libro, el firmado por Alejandro Luque.
Madrid, qué bien resistes
Puedo contar con los dedos de una mano los poetas que me han hecho reír a carcajadas con un solo verso. No son muchos más los que me han conmovido hasta las lágrimas. Pero solo hay uno que haya logrado inducirme la risa y el llanto en un mismo libro, qué digo, ¡en un mismo poema! Ese alquimista único se llama Luis Miguel Madrid, y bajo su apariencia de chico de la calle un tanto despistado –o de marinero varado en los arrecifes del Foro, cuando se calza la camiseta de rayas, la gorra a lo Alberti y una acedía a flor de labios– se oculta un conocedor de los secretos de la emoción pura.
Atribuyo estas y otras proezas suyas al hecho de que el poeta Luis Miguel Madrid, en sus ratos libres, regenta un bar. Un bar de los de antes, es decir, una escuela de sabiduría, un templo de la amistad, un dojo del coqueteo y la conversación como dios manda, con sus mesas de mármol tiznadas por el esperma de las velas, sus camareros lectores de Tólstoi y sus severísimas inspecciones municipales. Allí, asomado al valle del Manzanares, entre Segovia y Bailén como quien dice, tiene nuestro hombre su observatorio de la naturaleza humana.
Allí, donde el tintineo del hielo en los vasos y el fragor de las botellas se mezclan con la música –jamás estridente, siempre subordinada a las confidencias– funda Luis Miguel Madrid su laboratorio de afectos inoxidables, sentencias senequianas y desopilantes ocurrencias. En medio de esa sinfonía de palabras y cristales y besos con o sin lengua comparece, de improviso, la inspiración. Por eso, mientras sirve uno de sus legendarios gintonics trifásicos, el poeta entiende que la vida “es eso, un combinado de alcohol barato, buenas intenciones,/ unas gotas de angostura, soledad frapé…”. O se atreve a titular un poema <7Up porque sabe que los refrescos le han ganado la partida a los filósofos en la lucha por el espacio vital.
En este nuevo libro del autor de El sacrificio de ganar o Un gol en la frente encontramos, acaso por primera vez en su obra, retratos fácilmente reconocibles de algunos ilustres parroquianos –también conocidos como Galgos–, como ese memorable Sigfrid (“Hay quien dice que es un peluche disfrazado…/ pero no dicen de qué”), o aquella Isabelle que en el bar de Vicente –nuestro poeta jamás ha incurrido en mezquinas competencias– decreta que Las putas están cansadas ; o ese otro anónimo morador de Las Vistillas que, acaso al calor de un licor blanco, concluye que “hace un frío que pela, aunque ayer pegó más fuerte,/ sobre todo al dar la vuelta”.
Hay mucho, sí, de barman avizor en estas páginas, pero también de antropólogo nada inocente, como queda de manifiesto en esa promiscua galería o bestiario de lo cotidiano titulado Ñapas . También saca a relucir Luis Miguel Madrid su costado metafísico, nunca solemne pero sí hondo y reflexivo, atravesado por imágenes y metáforas que son como llamaradas o cuchillos voladores o remates de chilena, en lo que el poeta llama con demasiada modestia Chascarrillos . Y así llegamos al último apartado, el que da título al volumen, que viene a ser un compendio de todo lo anterior, solo que concentrado y escamondado. Pero todo eso van a saberlo ustedes apenas salten el engorroso trámite de este prólogo, si es que –con buen criterio– no lo han hecho ya.
Lo que quiero decir es que Luis Miguel Madrid, bajo su aspecto inofensivo de chico de barrio, o de marinero en el asfalto, víctima de una bajamar desmesurada, sigue pulsando las teclas de nuestra sensibilidad como un Thelonious Monk de la palabra bien dicha. De la misma manera no hay que dejarse engañar por el aire absurdo de algunos de sus poemas, ya que sus textos, incluso los aparentemente más lisérgicos, dan una y otra vez en la diana de lo que de verdad importa: la vida y su sentido, el paso del tiempo, el amor y la amistad, la conjura de la soledad, la defensa de la alegría. Todos esos grandes temas que nos hacen reír sin consuelo o llorar a mandíbula batiente, o las dos cosas a la vez.
Alejandro Luque
Sancti Petri, julio de 2017
Presentación de Moscas Tres en María Pandora
“Al final, nos pillará el toro y quedaremos moscas tres”
Mi padre
Galgos
Quién sabe qué
Abrió con la llave que no era la puerta que no estaba.
Dentro,
cerró los ojos ciegos de su cara opaca
y escuchó
el silencio del amor susurrando nada.
El rey de la filmo
Cuando la peli acaba se encienden los faroles,
se apagan los ruidos
y el cine habla por boca amena, sin comas,
pausas largas ni renglones,
y la voz de César
apabulla rehaciendo la escena más concreta, alicatando veloz
sobre la prosa los versos, tan sabiamente
como cualquier cámara pudiera estar dispuesta
al lujo de recitar.
Ñapas
El gestor
Aquel gestor administrativo colegiado
se declaraba totalmente nihilista
excepto en algunos casos en los que se veía más bien despistado.
Aquellos desastres sucedían cuando pensaba
que había vuelto a conocer a la mujer de su vida,
y le sucedía a menudo, cuando terminaba de cenar en casa,
y la miraba mientras se fumaba un puro.
El utillero
Si por él fuera trabajaría gratis o incluso pagaría por estar
tan magníficamente rodeado
de muslos, pantorrillas, gemelos o tobillos tan hermosos.
Era él de humildad mohína.
Angelillo era callado, felino, de movimientos cortos
y sobre todo, un maestro socarrado de la letra erre:
los reojos, el refilón o el roce
le hacían resultar a veces un poco recalcitrante.
Pero como era cumplidor y tan sólo violaba con la vista
todos le dejaron hacer, hasta que aquello sucedió.
Chascarrillos
Me
acuerdo de mi cuando tenía catorce,
merodeando por aquella época
en la que me creía eterno
y que jamás acabará.
No
soy nadie y actúo en consecuencia,
con responsabilidad, resguardado y bien cubierto
por la capucha del anonimato
que me salva de momento
de la terrible mancha de la celebridad.
El
tigre llegó a la esquina del lago
tranquilamente,
no miró a nadie ni siquiera de reojo,
pero las cebras, las gacelas
y hasta los pajarracos verdes
salieron espantados,
como si se les hubiera aparecido
el inspector de la conciencia.
Moscas Tres
Cada vez
Que leo estas palabras pongo cara de Cipriano,
miro para el suelo y me retracto
de esta manía tonta de no tenerte a mi lado.
Isidra
Me engaña cada vez que encuentra la ocasión:
un viaje, una visita, una merienda
en casa de cualquier desconocido.
Se olvida de mi, de saludarme,
de ser mínimamente responsable.
Yo suelo gruñir hasta que la evidencia me convence:
las cosas son así, así es la vida,
así mi perra, mezcla de gata, urraca y madreselva
y así quiero quererla y así esperarla.
Quizás luego venga a verme, mueva el rabiche
y me dé un dulce lametón.
LUIS MIGUEL MADRID es Licenciado en Filología Hispánica, poeta, dramaturgo, cuentista y chascarrilero. En 1994 gana el Premio Internacional de Poesía Arcipreste de Hita (Alcalá la Real) con Rua das Janelas Verdes. Ha publicado después los poemarios El sacrificio de Ganar, El cine de las sábanas blancas, Un gol en la frente y María de los demonios, que incluye una antología de La caja italiana y Bomarzo, publicados anteriormente en la revista cultural Babab.com que Luis Miguel funda en el año 2000 y de la que es director desde entonces. Como dramaturgo ha publicado Dulce Desazón y Tripa de Guanajo, representadas en diversos teatros al igual que El día que me hice caca, Coño y otros pasajes cabareteros.
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Prólogo © Alejandro Luque, 2017
Poemas © Luis Miguel Madrid, 2017
Fotografías © Eva Contreras, 2017
Todos los derechos reservados
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