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Fernando Arrabal presenta El impromptu tórrido del Kremlin

Arrabal

spacer30x60Por Rubén Romero Sánchez

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El sábado 13 de diciembre el dramaturgo Fernando Arrabal ha presentado en la librería La Central del MNACRS su última obra de teatro, El impromptu tórrido del Kremlin, publicada por la editorial Antígona. En la obra, Stalin y Wittgenstein dialogan, de forma delirante, acerca de sus propias vidas enlazándolas con temas como la locura, el genocidio, el poder o el Estado.

El acto ha sido mejor que algunas de las obras de teatro que pululan por las carteleras hoy día. Puro Arrabal. A sus 82 años conserva una lucidez que ya quisiera yo para mí cuando llegue a los cuarenta. Quizá su cerebro vaya tan rápido que le sea ajena la nimiedad de establecer un discurso coherente y cerrado una fría mañana de diciembre, y por eso mismo es capaz de hablar durante una hora sin mencionar para nada el libro que presenta, tan solo en el tiempo extra y a instancia de una pregunta de su editor.

Llegó puntual, como a él le gusta (“A mi tertulia de París se llega puntual”, nos ha advertido), y ha comenzado haciendo alabanza de la puntualidad de Stalin: “yo le admiro porque le gustaba la ciencia y era puntual. Eso sí, si estuviera aquí les mataría a todos ustedes”.

Después ha continuado explicando cómo los Padres de la Iglesia se autocastraban. Todos menos Tertuliano, aclara, que casi lo consiguió.

Para este momento el monólogo ya era una abrumadora reflexión acerca del posicionamiento político del artista, trufada de anécdotas de sus visitas a la casa de Picasso o de sus reuniones con Breton, que concluyó con la denuncia de la persecución que padeció por parte de François Mitterrand cuando este era el presidente de Francia: “Me espiaba los correos porque creía que yo era un pornógrafo. Yo escribí un artículo en el que le preguntaba por qué no espiaba también a Kundera. Y es que a Mitterrand le interesaba conocer mis historias pornográficas, quería conocer mis orgías”.

Entre unas cosas y otras, una hora larga con uno de los dramaturgos más importantes del siglo XX en Europa, una colosal figura a quien en España se sigue ignorando a pesar de ser el autor que más se representa sobre nuestras tablas. Si este fuera un país serio, Arrabal ya tendría un premio Cervantes cuando menos. Aunque a él le da igual, dice que todos los premios que le dan son inmerecidos.

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Texto y fotografías, Copyright © 2014 Rubén Romero Sánchez
Todos los derechos reservados.


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