En agosto de 1986 estalló el escándalo. Salían a la luz los retratos que durante tres lustros a partir de 1971 plasmaba en secreto Andrew Wyeth (1917-2009) con los ojos fijos en su musa novel y resultona, Helga Testorf. Hasta entonces ni la esposa del pintor, ni el marido de la modelo, a menudo desnuda, se daban por enterados.
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