Isabel Bono dice que el único premio que le gustaría recibir es el Nóbel de Física. También dice que cada vez sabe menos cosas y que cada vez quiere menos cosas. Que sólo quiere vivir en Los Alpes, tener un gato que se llame Niebla y que su vecino cabrero le preste su tablet.
Y así se la imagina uno, incluso después de haberla conocido, incluso ahora, sentado al parecer al lado de ella (deseando ser el rey de Suecia… entregándole solemnemente la figurilla en cuestión)
Mientras tanto, ha publicado este precioso libro, Hojas secas mojadas, que antes fue un blog, o parte de él. Según parece, hace unos años, Isabel se percató de que vivía días idénticos -secos- y para darles un brillo diferenciador se puso a escribir sobre ellos, a diario… durante cuatro años. De ese gran puñado de hojas, ha recogido las 100 entradas más mojadas para colgarlas en la cuerda de este libro como si fueran poemas, o como ella dice: entradas-poemas.
Una vez abierto el libro, una vez olido y palpado, nos encontramos con la sorpresa inmensa que produce la evidencia, con las inmensas sorpresas que producen 100 sacos de evidencias.
Eso sí, inmensamente poéticas:
universo paralelo (o algo)
Ese silencio sospechoso de la luz sobre las cosas
comunicación
Con lo fácil que hubiera sido decir: no me sueltes
La poética de Isabel Bono está basada en la sencillez, en la naturalidad, en la ausencia de complicaciones ajenas a lo que se ve, a lo que se vive y a lo que se sueña.
Lo que se sueña. Eso es importante, lo que se sueña. No la interpretación o la manipulación de los sueños sino lo que se sueña, sin más, como si fuera (o como que es) una prolongación de la vida, o si acaso, otro trozo, otra manera, o como mucho, otra versión.
el estado de la luz
Soñaste que alguien te besaba. Y al despertar nada era tuyo.
sueños
Puedo asegurar que realmente nunca tuve sueños. También que los he perdido todos.
Aunque en realidad, Isabel no pierde nunca nada, lo guarda todo, lo tiene todo porque busca todo. Lo pequeño especialmente. Su casa debe ser una inmensa cajonera llena de detalles. De hojitas desprendidas en los otoños anteriores, de sombras proyectadas en otros veranos. Cajoneras con nieve, estanterías llenas de sol. Espejos que sólo reflejan carantoñas, lámparas que susurran palabras de amor.
Así la veo yo aunque ella lo completa de otra manera. Así dice en su biografía:
“Me levanto cada mañana, escribo lo que he soñado, me ocupo de la casa, escribo mails, barro la terraza, escribo poemas, leo, escribo. “Pan comido” (11) y “Brazos, piernas, cielo” (12) son mis dos últimos libros publicados.”
¡Como si no hubiera roto un verso en toda su vida! Para quien no lo sepa, diremos que ha publicado también los libros de poesía: Señales de vida (99), Los días felices (03), La espuma de las noches (06), Entre caimanes (06), Mi padre (08), Días impares (08), Poemas reunidos Geyper (09), Ahora (10), Maomegean (10) y Algo de invierno (11) y que ha sido incluida en importantes antologías, como La manera de recogerse el pelo: La Generación Blogger (10), Habré vivido -Antología de la poesía andaluza contemporánea- (11), y la que más nos enternece: 23 Pandoras (09).
Los simples mortales sufrimos mucho con Isabel Bono. Disfrutamos, sí, pero sufrimos como cangrejos ante el agua hirviendo. ¿Cómo soportar tantas palabras tan bien colocadas, tanto verso tan sencillo y a la vez tan espeso? (Sinceramente, creo que Isabel se equivoca acertando tanto, cualquier poeta que se precie va alternando versos buenos con otros más o menos aceptables y de vez en cuando, a modo de delicatessen, uno estupendo … como cuando compras merluza, que para que te den el centro tienes que llevarte un trozo de cabeza o de la cola… Ella no, coge un poema y lo llena de versos buenos, a cual mejor, maravillosos y con una sencillez mágica nos abruma de imágenes y pensamientos delicados, imposibles de asumir en un solo apretón).
No me digas que lo sabes todo
no me digas que no hable
nadie sabe nada
el imperativo no existe
… por ejemplo, de Brazos, piernas, cielo, … como éste otro centro de merluza:
si pudiera contar lo que veo
y estar conforme.
los peces son mentira
los pájaros son mentira
por la ventana
palmeras
¿Y si cogemos Pan comido por cualquiera de sus pelos… con poemas largos, versos largos, asuntos algo más metafísicos, un poco más enigmático? …
COLOCA UN PÁJARO EN LA MESA Y CIERRA LAS PUERTAS
Estuve segura que olía mi miedo cuando dijo:
-¿Qué quieres que te traiga?
-Algo que te encuentres en el suelo.
Me regaló unas sandalias.
Él no comprendía que para mí las ciudades
fueran lo que sus habitantes pierden o tiran.
Lo que más llama la atención, a mi al menos, es la humildad de la duda. Como todo es posible, todo es dudoso, la misma duda es una certeza dubitativa.
semillas
¿Qué fruta comí? ¿Qué semilla hundí en la tierra? ¿Qué árbol crece en mi ventana?
Y viceversa. Porque no hay nada tan certero como la contradicción:
bus station blues
Volver también es ir, pero volver cansa.
Escribió Juan Pardo Vidal que “la poesía de Isabel Bono se ha venido caracterizando por un ir desvistiéndose en busca de una dignificación de lo no artificioso, por un encuentro vital con una semántica alejada de los logros de la mayor parte de la poesía contemporánea – hablaba del hastío cultureta, la pesadez y el aburrimiento-” y creo que con esta entrega lo ha bordado. Seguramente porque estas hojas son las gotas que el colador ha dejado del fruto de muchos libros anteriores, a modo de “prèmier cuvé” (primera pisada)… aunque sea la última.
De esas gotillas caen una sucesión de sensaciones tan coloquiales que parecen cotidianas… tanto que pueden agobiar al comprender tanta evidencia desconocida.
colegio
El orden de los paraguas en el pasillo y el olor a barro. No aprendí más.
territorio
Mis manos, tus palabras y el metro cuadrado que va conmigo.
Isabel Bono es una gran amadora, Seguramente todos amamos tanto con ella. -Isabel ama mucho, me consta-, pero el resto de los humanos aquí reunidos también lo hacemos bien – me consta igualmente- . Lo que Isabel aporta al mundo de los quereres es la capacidad de elevarlos más de metro y medio de la corteza terrestre, de hacerlos tan volátiles que se salen de la mente…
“La imaginación es memoria fermentada”, decía Rafael Azcona y nada más concreto se me ocurre para resumir y además terminar con esta charla. “La poesía no es cosa de contar”, piensa Isabel, “sino de hacer”. Por ello me callo, me niego a hablarles de sintaxis, semántica, influencias literarias o perspectivas técnicas o espirituales de esta exquisita poeta. Con orgullo me rindo a la evidencia: cualquier verso suyo dice más que mil palabras.
Cualquier verso de Isabel es más grande que un poema.
Texto © Luis Miguel Madrid 2014
Poemas © Isabel Bono 2013
Todos los derechos reservados.
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