
Poemas de “Alimaña”
(Editorial estuario, Montevideo, 2011)
Palabras como cuchillos
Promiscua rumiante
déjate ya, ahora sabes cómo curtir males irreparables:
escribe.
Roca virgen
Queda fuerza para el desvelo y la corrida.
Escucho el llamado
de la poesía
profunda:
a oscuras
desde el reventado rincón de la presa
entre las hojas secas, la lluvia, los graznidos
un interminable forcejeo de música y silencio.
A pesar de todo
nervio tenso y precoz
tú sabes,
me aproximo.
Cliché
Latencia. Retuerzo que no
se deja
ser
Una vez más raspa la mano,
mano y pelambre eléctrica por el animalejo ladino.
Digo abuso y
mírame bien blando mancebo.
Luego me llama.
Ameba y fibroso par
de manoseadas garras me enllenan.
Tercas semejanzas
Laberintos de tinta por donde bostezo un tiempo absorto:
una niña con manos de bruma encueva recovecos
cómplices.
Bajo
acolchados como capas protectoras:
Todavía transpiro aquellas lecturas de voces firmes.
Relleno las paredes de la casa con garabatos proféticos.
Encapuchados Apocalipsis que aguardan.
Terco tiempo vegetal en penumbras, firme se amarra
nuestra insistencia fresca.
Remolino de enfurecidos pasos licuándose
en la memoria no-muerta de los días.
De “Ov Fab”
Inéditos
Luciérnagas sobre el puente colgante
Destronamiento. Tiempo de Nóy NóNó Nó.
Una paciencia de pico y pala excava el murmullo de una víspera. El que no avanza,
Dolo a la espera del ala.
Ombú de monte es tu entereza cálida / Arraigado al alivio del Nó.
A un lontano Nó / Al NóNóNó amurallado del Nó.
Amaseo ojeo al parpadeo ávido del entrecejo adherente.
Aquella tarde de verano andando sobre el puente colgante
una visión nos inundó
y caímos dentro
de una nube de luciérnagas encandiladas.
Se abrió la grieta de la Alimaña. El gorgojeo rastrero que se abisma en busca de cualquier luz aguijoneó.
Yo me fui y vos te quedaste.
mangangá
ABRE abrilo que lo abras ABRÍ.
-“La raíz está al aire, la raíz salvaje” diría la Señora Marosa.
SALE sesale sin más del lenguaje
el lenguaje de la tierra firme y del bello tallo entrega de volverme
flor sin más.
“Entre los higos destripados sobre el pasto, dijo Rhoda, quedará acorralado por siempre
lo incomprensible”
Veo un gangoso cuajo niña
un gajo que no ves y traga, al menos que…
DESAHOGO ahogo lo haga
-Al menos que -dijo, elevando alto el pescuezo y las antenas, al menos qué
el Gaga amargo venga, llegue engalanando su glotis de lengua robusta y me mire mangangá diciendo:
“Ga Ga GaGa GaGaGa Tra GaGaGa TraTraGa GaGa Ga Ga Ga TraGa GaGa
Ga”
y en un hilo entonadísimo de zumbidos ásperos
Ga
GaGa TraTraGa GaGa Ga Ga TraGa todo lo vasto y solo mío que tengo en este yo por venir
OV.
Están los huevos vástagos rechonchos sobre el nido, hinchándose de certezas van moviendo sus glípidas tripas en un acelerado tictac mántrico. Algo alacranea adentro de la gorjeada ampolla/ Espera el estallido / No / El instante de la víscera suelta hecha destajo sino el justo restalle del glóbulo lunar recién cortado.
Graznidos sobre el sabor jilindrino de las granadas. Voy sentada, montando, la soberana grandeza ocular / amasando / el imponente coágulo de un gran huevo jíbaro / Almena en erupción,
feto / simiente que pujósose solito frotando la matriz contra la pesada carga va a terminar cayendo de cuajo sobre el suelo / emergiendo entre mieles y gases de una pasta amarillenta / espesa resina de bayas podridas / Ora mansalva / que se volverá mosto sin reino de un par de gajos en fábulos dentro.
Allí comienza el imaginario del vuelo:
Salirse desollo de la bóveda siempre vidente sur / Del monte culmino en vista de elogios/ Salirse por fauces hincadas de gruesas raíces para urdir
Oh Ov Fab.
La Gran Fábula away from home.
¿Viste hasta dónde vuela el ave? / Los brazos de pan de gallina de mamá huelen a manteca porque amasan un dulce almácigo que me deja plácida en este sopor ambarino néctar, pero hay un peligro afuera que ronda suelto
Avizora / lo Lejos / la guarida oblicua y te salva.
Y de seguro, entonces, ella te querrá arrullar con la vieja historia de la Señora Santana que cada vez que te la canta siempre sabe lo que quiere el niño: “Señora Santana porque llora el niño / por una manzana / que se le perdió”
¿Hasta dónde, repito, entonces vuela el crujido turbio confabulador de historias y conjuros? / Debemos regresar una vez más las páginas del libro hasta el inicio; alguien ya lo dijo: “La infancia es siempre la coartada”.
¿Será por eso que siempre tuve miedo de decir la palabra matadero?
El animal apenas respira, boquea asfixia nuestra criatura tirada en el piso / mirálo, pobre, tiene un hoyo agüitado anudándole el pecho / un túnel demasiado negro que la lombriz ciega le escarbó antes de invernar / el animal llora, pita y se babea de tantos golpes, chirridos diestros que le damos a la preñez toda blanda de su bajovientre / Quiere irse y apenas sabe caminar.
Bravío, sujetándose pesado al quicio de la puerta se levanta, jadea, logra ponerse finalmente en pie, pero enseguida resbala de toda la baba que le escurre a chorros entre sus patas cortas. ¡Qué escándalo porcino sus bramidos! ¡La quietud lanar en la que desvanece!
Mejor vení
Vení y cantále una canción de cuna. Con esa voz ronca / con el dedito inclemente en el aire decile a la criatura que aguante, que no se vaya mártir en añicos. Tarareále al oído para que rápido le nazca una corteza dura que le cure la blandura de esas vísceras sueltas que le nadan por el vientre como gusanos de felpa / una lentitud viscosa de tenias de tanta amargura pegajosa que acopiamos juntos.
Vení.
Es mejor juntos en el vaivén rugido pardo del mechón al viento de la presa corriendo. Hacéme ese solo favor:
vamos a sentarnos en este abrazo beso verso corcoveo.
La membrana endémica aprende a respirar.
Se abren los ojos:
el animal del amor se levanta.
Peligro
ni siquiera me mires
y lo vés
me mirás
jalar se dice jalar mientras sin pensar tiro abriéndole más la piel a la sonrisa de la suave autómata.
el bulto oculto crece detrás del matorral húmedo en una quietud solar y vos seguís mientras obstinado en salpicar ficciones al aire como migas.
germen de una víspera nido de mil pajas y picos boquiabiertos en pequeñas dosis.
Vine por el olor a miedo te digo
la incógnita del ahí abajo
no corre ni un suspiro en este bullicio / rana / sangre vegetal
y me dice: “lo único que hace la bicha el día entero en el corral es corretear dale que dale
de acá para acá de allá para acá” y él entonces le dice “vení, vení” y la bicha menea la cola extasiada buscando con el hocico el collar.
la espalda contra el lomo
froto pequeños círculos
calma la carne carroñera que descubre cada palabra fresca / dije que no, no vale mirar.
está prohibido
mejor la ficción de las mil vueltas
la tentación arcaica
de querer agarrarse la cola.
Alumbramiento
Para mi hermana.
Aquí es por donde la mujerbulto se escapó, le explico, y debemos llamarlo entre nosotros de ahora en más: el Subterfugio.
El Subterfugio es un hueco luminoso en el piso por donde ella entra al mundo y nos deja.
Abertura Encriptada que no sé / nosedice por escurridizos ojos alerta.
En el pasillo largo de puertas:
(madre vigila)
Yo descubro la fuga al abrir la puerta y encontrar el cuadrito de papá, la marina oval quedó boca abajo y hay una luz desconocida que ilumina la pintura apretada, resquebrajada, que no tiene por donde desaparecer, ella se ha ido, la busco y no la encuentro por los rincones oscuros de la bodega donde toda la familia guarda cosas viejas.
Hay aire / veo el ventanal de tablas abierto de piernas
(madre vigila / rápido ocúltalo)
El hueco destapado trajo un olor nuevo a savia de pino verdelimón/ Junto el perfume crudo del higo de estrías brumosas y puedo ver lo que ella vio cuando decidió escaparse por el Subterfugio.
Pulpa culposa.
(madre vigila / rápido ocúltalo / sálvate / entrégala)
Sé que la mujer lo ha conseguido y me alegro mogijata por su victoria
pero llamando a gritos soy marabunta / cría herida / loca suelta detrás de las puertas, por los pasillos.
Todos me verán solaz la envidia como un antifaz henchido que me sobresale del pecho.
He perdido, ahora es ella quien tiene las llaves de todas las puertas. La he dejado vivir y
Oh yo pálida y encunetada
No alumbro.
Ni conjuro.
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Paola Gallo (Montevideo, 1980)
Poeta y ensayista, Licenciada en Letras por la Universidad de Montevideo. Actualmente se encuentra finalizando una Maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana por una beca otorgada por el Gobierno de México. Publica Alimaña (Editorial Estuario, 2011), su primer libro de poesía, que recibe el segundo premio en los Premios Anuales de Literatura 2010 organizados por el Ministerio de Cultura de Uruguay. Ese mismo año recibe también el primer premio en ensayo literario por su trabajo El decir de lo indecible: los rodeos del deseo en la obra de Alejandra Pizarnik que se publicará luego en Editorial Estuario. Ha participado en varios festivales y encuentros de poesía en Montevideo, Bogotá, Ciudad de México y Madrid: Festival Cervantino (Guanajuato, México, 2013), El País de las nubes (Quindío, Colombia, 2012), Universidad Complutense (Madrid, 2012), para mencionar algunos de los más recientes.
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