Por Armando G. Tejeda
Fernando Rodríguez es un joven pintor español que mira y registra, que cuestiona y plasma. En su primera exposición individual, Materia reservada, (del 4 al 24 de enero, Galería Ara Arte, Calle Raimundo Lulio, 10, Madrid) se cuestiona desde la metáfora de la máscara los cimientos del ser humano. Su fragilidad y su soberbia, pero también se evoca a la naturaleza y su fulgor.
En entrevista con Babab.com, este artista español desentrañó algunas de las claves de su pincel y su fantasía.
¿De dónde nació tu vocación por la pintura?
Es algo que hago desde que era muy pequeño. Con seis o cinco años me pasaba las tardes dibujando, copiando láminas, creando figuras… Desde entonces recuerdo haber sentido una satisfacción muy grande en el hecho mismo de dibujar.
Cuéntanos un poco cómo ha sido tu preparación académica para iniciarte en la pintura…
Empecé a dibujar desde muy pequeño, cuando iba en el colegio. Era una actividad que hacía de forma más o menos habitual, pero luego lo aparto un poco de mi vida por otros motivos y lo retomo hace unos doce años, en el año 2000. Entonces inicié estudios en varias academias, entre las que destacaría Arte y Autores Contemporáneos (ARAUCO), que está encabezada por Guillermo Muñoz, un pintor chileno radicado en España desde hace muchos años. En esta academia aprendí los secretos de la pintura, sobre todo de la realista. Ahí pasé más de cuatro años, pero también compaginando estudios de Bellas Artes en la Universidad Complutense. Pero más que las discusiones o disquisiciones teóricas, a mi lo que más me interesaba era empezar a crear…
¿En qué tipo de formato empiezas a expresar tu pintura?
En realidad yo volví a la creación artística con un taller de poesía, en el que encontré un lenguaje fascinante, que era la poesía visual. Y de hecho fue una etapa prolífica en la que llegué a hacer bastantes poemas visuales, pero poco a poco me fui acercando más y más a la pintura.
En tu pintura se percibe la necesidad de transmitir tu propio universo onírico…
A mi la pintura me interesa porque me permite eso precisamente, crear un universo onírico en el que no cabría el realismo en estricto sentido. Es decir, a pesar de que mis primeras aproximaciones serias a la pintura fueron a través del realismo, yo tenía otra cosa en la cabeza.
Un realista purista te diría que el realismo es una reinterpretación de la realidad, pero a mi me parece que el arte debe ir un poco más allá. Creo que debe haber más y se debe poner algo más. Por eso mis propuestas desde el principio siempre fueron más allá del realismo, como algunos cuadros en teoría realistas en los que aparecían figuras en el desierto totalmente cubiertas o máscaras o elementos surrealistas.
Y así ibas encontrando tu lenguaje, ¿no es así?
Sí, pero creo que es algo que poco a poco sigo construyendo. Es un proceso que quizá te lleve toda la vida y soy consciente de esto. Por ejemplo, la máscara apareció de repente, de manera fortuita, cuando encontré en un libro una máscara veneciana que me sorprendió por su profunda carga simbólica. Me hizo constatar a través de esa imagen que el ser humano es una serie de máscaras. Es un poco como el cerebro humano, que está hecho de capas, una encima de otra. Y a partir de ahí puedes llegar a una conclusión más radical, a decir que en realidad no somos nada. Que en realidad no hay nada, no hay una esencia salvo ese juego de la mascarada.
Es algo similar a la visión que tuvo William Blake cuando narró que todos estábamos encerrados en una caverna y vemos todo lo que ocurre a través de una rendija. Es decir, de esa máscara en la que estamos encerrados. Y al final la máscara me conduce a todas partes.
La máscara sería algo así como el eje de tu pintura, entonces…
Ahora mismo sí, desde luego. Porque es la manera que yo tengo para hablar de lo que siento, del ser humano, de como veo el mundo…
¿Por qué te interesa tanto utilizar colores tan intensos?
Para reflejar que a pesar de las connotaciones negativas que pueda ver en la máscara también la belleza del colorido es una especie de homenaje a la belleza sublime del mundo. Al mismo tiempo que soy severo y hasta peyorativo con el ser humano procuro recalcar precisamente la belleza y lo sublime. Por eso los colores, la elegancia del estilo veneciano.
Veo mucho interés en tus cuadros por la geometría…
Tengo especial interés en las formas geométricas más regulares, pero sobre todo la espiral. Está en todas partes y para es una especie de patrón establecido por el universo, pero que también está presente en la vida cotidiana. Además de ser una forma fascinante, que al mismo tiempo puede ir hacia el centro o hacia una fuga eterna hacia afuera. El caso es que nunca acabas de separarte o alejarte del punto central.
Además de la corriente tenebrista, ¿tienes a otros pintores que sean importante en tu vida, más allá de que te hayan influenciado o no?
Desde luego que sí. Sobre todo Velázquez y El Greco, como los grandes maestros de la composición y el uso de la pintura. Pero de las corrientes más recientes me ha interesado mucho el desconcierto estético del surrealismo, además de otros grandes creadores como Magritte, Miró, Dalí, etcétera.
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