Poesía

LA FALTA DE LECTURA
de José Ramón Otero Roko

La falta de lectura - Otero Roko

 

Por Rubén Romero Sánchez

Algunos críticos han dicho de La falta de lectura, de José Ramón Otero Roko, que no es un libro fácil. Pero como dijo Javier Krahe, no todo va a ser lo que ustedes ya saben.

Otero Roko se descuelga de los caminos habituales de la poesía española y entrega un ejercicio estilístico de de(construcción) total: ortográfica, sintáctica, gramatical y sobre todo interpretativa; a través de diez (idea de decálogo) capítulos encabezados por teóricos del anarquismo y revolucionarios del pensamiento y el lenguaje, destruye toda la convención lingüística que nos sustenta y de la nada subsiguiente trata de crear un mundo intelectivo nuevo, como el primer hombre cuando dio nombre a las cosas y los animales.

Los seres humanos nos encontramos constreñidos en la norma, social y del lenguaje. Y eso nos imposibilita la comunicación, lo cual deviene silencio: (Qué callar no es sino / Silencio que quiso decirse / En ortografías duras como tierras). Pero nosotros no existimos en el silencio, nos creamos en el acto de decir, de escribir, en un acto violento (… cortes, sutures, / cicatrices) que el poeta imagina doma, para dejar de ser súbditos (del lenguaje) y convertirnos en los hacedores de una nueva realidad (hecha de la ruina del lenguaje). Esta nueva verdad nos separará de los antiguos dominantes (los que gobiernan el mundo / odian la poesía), que serán recluidos en el mundo del sin sentido (… Bárbaros, nadas / aprehenderéis de la palabra), incapaces de decir(se) en la nueva sociedad lingüística.

La palabra dará la vida, pero será una palabra nueva, carente de artificios sociales, lo contrario en fin de la deseada lengua universal intentada en el esperanto, porque Todo lo que nace / nace sin lengua y la lengua que conocemos es antinatural.

La nueva lengua de Otero Roko violenta las concordancias sintácticas, ortográficas o genéricas, las antiguas reglas ya no sirven y hay que crear otras, o mejor, (re)utilizar la lengua en su sentido primigenio de totalidad significativa, para que el acto de la comunicación resulte factible. Decir, escribir, será un acto liberador, ya que quien se expresa es un (ex preso) que mediante un acto rebelde rompe el sentido a lo que ya carece de él pero quizá lo tuvo (Las palabras / Los sentidos / La vuelta / Al principio) y lo dota de uno nuevo y múltiple; y este será el acto que como personas nos dé la vida, ya que el ser humano se hace mientras “se escrive”, con v de vivir.

La escritura trata de domeñar el mundo en sí que no comprendemos, el desorden, el no-gobierno (todo lo que escribe / escribe contra Uno), y la ley que rige es la ley injusta que no escucha la costumbre del pueblo sino que trata de legislar sobre y a pesar de ella (… Vuestro diccionario / escribe contra vuestra lengua). Pero la palabra existe (la palabra que v / es) y, como nos imposibilitan la lectura, la obtención de sentido y significado, los antiguos instrumentos para entender el mundo (Todo lo que / lee, lee, / contra vosotros), y nos proponen los límites de la interpretación equivocados, somos nosotros quienes debemos leerla de nuevo, en un acto infinito (nunca / nada / termina).

La lectura se convertirá en la interpretación del sentido sin las trabas sociales, históricas, culturales o lingüísticas, y con ella descubriremos el mundo y nos descubriremos, porque somos lo que leemos y cómo lo leemos (En lo que le.es). Mediante la ruptura total con la significación habitual de las palabras y la sugestiva creación de dobles y triples juegos del lenguaje (Í vamos puede ser Y vamos o Íbamos, y hoyo puede ser o yo u hollo), la lectura surge en su actualización individual y social como mecanismo moral que nos hace libres (Sólo la valentía nos aprende a leer) en contraposición al antiguo ser humano pasivo y esclavo del lenguaje y por consiguiente del poder (Sólo bajo la cobardía os enseñan a leer). Y esta libertad nos dará la riqueza de significados antes maniatada por las convenciones antinaturales.

Otero Roko dice en su ensayo de las páginas finales “Poética y discusión de La falta de lectura” que su libro no tiene personajes; pero el lector del mismo se convierte en personaje voluntario de la conversación que mantiene con la palabra, que es el propio yo poético. Y de la dialéctica entre ambos surge la multiplicidad de sentidos que nacen de la construcción del nuevo lenguaje.

Libro arriesgado, medidísimo, complejo en su ausencia de asideros sentimentales para el lector, La falta de lectura ambigua su significado para crear el lector arriesgado que, desasido de sus habituales parámetros ciertos interpretativos, acceda a retorcer el cuello al cisne del sentido para hallar el lugar primigenio del lenguaje, que no es sino la poesía (El poema siempre fue la vida antes que el presente), lo único que nos distingue como humanos.

LA FALTA DE LECTURA, de José Ramón Otero Roko
(Prólogo de Virgilio Tortosa, Epílogo de Constantino Bértolo)
DVD EDICIONES, Poesía

Entre los nazis que sueñan con arrastrar al mundo en su caída y los communards que entregan París a las llamas, existe la distancia entre la muerte total brutalmente afirmada y la vida total brutalmente negada. Los primeros se limitan a desencadenar el proceso de aniquilamiento lógico preparado por los humanistas que enseñan la sumisión y el renunciamiento. Los segundos saben que una vida apasionadamente construida no puede ya deshacerse; que hay más placer en destruirla enteramente que en verla mutilar; que es mejor desaparecer en un fuego de alegría encendida que ceder en toda la línea al ceder en una sola pulgada.

Raoul Vaneigem. “Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones.”

Ceso

De cada uno, te escriben, Faltas
que dichas sólo con una letra Cuentan
que tengo estos años Que el diccionario
Mudado a cada uno Se habla edades, yuntas
Eras entre la nada y la pared, que ora tiempo,
ora espacio, Contiene los cimientos
en los que el silencio del inmudo, Calla
y la deja caer, Verte, quién sabe el qué
Parte de nosotros, qué verdad eras, qué
En una lectura podría no beber, -nos
preguntan al momento, Cesó la respuesta,
Cuando inscritos en singular los sentido
Los coágulos, las palabra, revierten una,
son a unas, Aún condiciones a sus estado
la vuelta a ser entornadas ala propiedad de
Plural: Mira con las ayudas del ángulo, Pace,
Hasta la herida disparada de lo dicho, Todo
El cayado del pastor se dirige ya al tranquilo
Silencio de la lengua en el que nada parece.

 

Asiento

hay que llegar, extraer
unos minutos hasta que el silencio,
éste incluso, asiente su ámbito sobre todo
o lo tuyo. No oponerse
nervioso, encendiendo el fuego
ni la música, ni cerrar ya los párpados,
demasiada
sería severa la materia
sin silencio ni haber visto sin sonido
uno forma alguna. Nada presencia
tu angular. Esto fuera y será el presente.
Nada se extrae en la mecánica.
Transcurre nada en un sólo el tiempo.

Ya

Deja
a los ojos que te minen hasta el umbral
comprobando que ningún objeto
nos adquiera con su ruido. Ahora
el tiempo comienza: a dejarte
de pasar, eres lo único vivo
para ti mismo. Temes las letras:
V
M as a la muerte,

 

 

Desterrar que en tierra dentro

El destierro es esa multitud
de unidades que en nada
devueltas si no es de haber separado
la pausa de
el silencio.
La velocidad de la masa.
El tiempo, del pulso.
Escuchar como fluye. Apartar de su curso
para la construcción de los puentes.
Esto en el rotar de las aguas:
es su flujo redondo, exponernos
en su falta. Ver en tierra, impide,
arropar a lo que en nada conmueve:
el desvío, del cauce;
el paso, de una hora.
El movimiento, de su trayectoria verdadera.
Ya.
Todo se vacía en lugar de lo escrito.
Todo avanza a un encuentro.
Cada letra cumpla su sitio. Allí lo consuma.
Cada palabra determina al ser cerrada.
He de leer este tránsito, a lo que lleva
consigo. El desorden, a la ausencia.
La ausencia, de sentido en sentido.

 

Cuelga la historia del cuello de los rapsodas

a nuestra tuerta memoria de carnaval
debiera de haber bastado la sentencia
de Arquímedes “es a la base
lo que lo pensado realiza
en la materia”. Estraño. Extraño que
el juicio del burgo no adelantara
unos siglos la herrumbre a las guillotina,
muerto hubiera o hubiese si debiera,
si mirase envidia o muerte:
retratar aciegamente lo escrito. Sin
error. El cobarde siempre logra
que cualquier mimesis
os resulte fácil. Pierde. Su cabeza
repleta de herejías que os abría
mostrado en las oxidadas estaciones
rueda hasta el puesto del vendedor
de disfrazados fósiles, de inútiles
conciencias que llueven sobre hierro.
El tiempo no dará paso al decrépito
futuro estado de lo sólido. Abandona
y la materia, por una vez, se crea o
no, destruye y desaparece.

 

Los relojes llegan a dar el tiempo a cada hora

no fue un río tu voluntad sino de tristeza,
ordenar en renglones tu disciplina y haber
pedido de súbdito, como los poetas aprenden,
de cada vivo. Es su leve monarquía de esclavos
griegos mudos y ciegos en roma, es su daga
sin filo que redunda mil, una, dos, veces antes
que le otorgues reparo. No es por la mujer
del accidente por quien detienen los coches si no
por el atasco de sangre en la conciencia
si es tráfico ilícito de muerte con que acogen
los ciudadanos su mercado. Por eso no quieres
ser conductor, dirigir ninguna vida al arcén
donde vistes corriendo la nube verde de la muerte
en que los hombres respiran o se creen respirar
en este aire de invierno que cínicamente otorgan
como si el oxígeno nos hiciera partícipes mudos
del ingreso ciego en una casta. Bárbaros, nadas
aprehenderéis de la palabra, consumidores
solos, vuestro, ansía, nombra, aquello que repetís
contaminación para olvidarla. Mal la permitimos
ser nosotros cuando retamos a la justa tormenta
con cuántas burbujas y una pompa débil. No fue
de este mundo dejar del ser humano, no es noche
la noche del color del que inventa las preguntas,
sí la luna pasada, la oscuridad anterior de aquel
que responde pendiente del hilo en el reflejo
de la daga, mirando la pared y que la pared fuera,
ayer, la vida. Es esta monarquía de relojes, leer
se en el sentido de las manos, se parar sé el
vocabulario en sus ortografías que runan interior
y que quien nada ante la profundidad construir fueras
camino entre las huellas que a otros lleven a
sumergir sin salida de Aquello que anega
emergencia
la realidad hecha de la ruina de lenguaje. Esto
me escribo: ya comenzó el pasado en los últimos
años, ya no son horas que den levemente el paso
no existe vacía ciudad en que la voz sea escritura
se cruzan sus piedras sin saber quién es
quién desaparece
destruir gritar lo posible para que por fin finalice.

 

Cerca

nada solo está perdido, está vacío entre
las voces entre las palabras silencio fuera.

 

Visita la web de La Falta de Lectura para más información

 


 Texto ©  Rubén Romero Sánchez- 2012
 Poemas ©  José Ramón Otero Roko – 2012
Todos los derechos reservados


Danos tu opinión

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.