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Rojo revolución

Redvolution - Manuel Bausc

Por Manuel Bausc

Que ganas me dieron anoche,
de desenchufar la luna

Ajo

 

Casi sin darme cuenta, entre la multitud pasó un pañuelo encarnado con la cabeza erguida. Era un signo inequívoco. Un minuto después encontraba ese carmesí en toda la plaza. Eran multitud y estaban allí, a mi lado, rodeándome, de todo pelaje y condición, desde taquilleras de teatro a micropoetisas, pasando por bodegueros, afiladores, sastres y profesoras de Pilates. Allí estaba el famoso herrero con su cuchillo de palo, el cocinero y el fraile, cómicos y abogados, panaderos a caballo y médicos a pie, un marinero en tierra, tres pescadores de río revuelto, un molinero y un ladrón. Eran casi las nueve y ya habían llegado todos los convidados, Blancanieves, la mona chita, Asterix y Popeye. Y como no, un hematólogo, Caperucita y el lobo feroz. Pero faltabas tú. Tú y los Reyes de Oriente.

Algunos se sentaron a escuchar a Superman, sabiendo que cualquier noche puede salir el sol. Lo imposible era ficción y allí estaban todos embobados cuando anunciaron, en la tele que nadie escuchó, que ganaron los que se esperaba que lo hiciesen. Estaba cantado. Con un 50% de éxito entre el 70% de los votantes que, sí finalmente aprendo quebrados, equivale a un 65% del personal que no les quiere, ni aquí ni en Honolulu.

Los oyentes sordos se han quedado a tomar el sol color bermejo. Y lo llevan en el pelo, en la camiseta, en la gorra, en la mochila, en el flequillo, en los papeles y en los pañuelos, en las trenzas, en los labios, en las uñas, debajo de los abrazos y encima de las sonrisas.  Y tú, aunque un poco tarde, acabas de llegar a la plaza por la puerta grande, por la del sol. Acunando a un niño en brazos que aún no se ha dormido. ¿O es un espejismo?

MB

 


Texto y fotografías © 2011 Manuel Bausc
Todos los derechos reservados.


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